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« Mini Guerra :: Atlantis Vs Asgard: E4»Bosque de los Espíritus
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De: JoKeR-MaN (Mensaje original) |
Enviado: 08/10/2014 02:35 |
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Aizakku Kuraaken
*Sin perder detalle de las palabras de su antágono, el caballero de los mares dá un paso al frente y expresa -No consigo comprender cómo puede ser de utilidad para tí el que tus compañeros caigan uno tras otro por negarse a cooperar con la creación de un nuevo mundo... pero si tanto deseas el derramamiento de sangre.. ¡Te daré el honor de ser el primero en caer!- dicho esto permite que su cosmoenergía confluya en el interior de sus manos, dando lentamente forma a dos esferas de luz celeste cuyo tamaño aumenta a medida que la temperatura en el ambiente desciende a causa del cosmos helado del marino quien una vez habiendo generado la suficiente energía, arroja aquellas esferas al frente permitiendo que se choquen entre sí, y cuando eso ocurre las dos esferas estallan en cientos de haces luminiscentes que viajan hacia el frente, buscando golpear en todo su cuerpo al caballero de Asgard en un intento de causarle el mayor daño posible* |
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*Los hábiles ojos del Dios Guerrero siguen con velocidad las acciones del Kraken sin dejar de empuñar con fuerza la llameante, legado de su milenario pueblo. Y cuando los cientos de haces de luz se abalanzan en su contra, con velocidad superior a la ordinaria, comienza a atajar la ofensiva con el ardiente filo de su arma como lo haría un espadachín practicando con su sombra, dejando que la luminiscencia blanca del Marino se pierda entre las rojas lenguas de fuego que emanan del sable, mientras mueve gracia y agilidad su pies y su cuerpo como en un baile esquivando un puñado más de los pequeñas saetas. Sin embargo, poco a poco la velocidad y el número de los kens abruman al guerrero de Odín, y unos cuantos empiezan a penetrar su defensa, impactándose contra su cuerpo, dejando una marca de hielo y escarcha, y haciéndolo retroceder. °°Es rápido.°° reflexiona al notar que los diminutos ken lo sobrepasan. Al principio, sólo son unos centímetros y los golpes apenas hieren su cuerpo, dejando una imperceptible capa de escarcha sobre su ropaje sagrado, sin embargo pasados los instantes la cantidad es tal que el cuerpo del señor de los nibelungos sale repelido en contra de un árbol. -¡Arghh!- mienta de entre dientes se un doloroso quejido, mientras su espalda contra el milenario árbol. La silueta de Alberich queda marcada en la corteza del mismo, para después resbalar y caer con las piernas sobre la nieva y la espalda recargada en el grueso tronco, recargado pero aparentemente inconciente. La fuerza del impacto fue tal que la espada de fuego fue arrancada de sus manos, clavándose en el congelado suelo justo a unos centímetros del divino de Megrez, y a pesar de esto, su llama no flaquea ni un instante. Ahí queda tendido el Dios Guerrero: inmóvil , con los ojos cerrados y su mirar cubierto por sus rojos cabellos.*
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Aizakku Kuraaken
*Molesto y dispuesto a dar su merecido castigo al Dios guerrero de Delta, el Marino expresa con total seguriad -Ponte de pié, sé que eso no es suficiente para derrotar nisiquiera al guerrero más débil...- sus úños se cierran a ambos costados de su cuerpo como señal del sentimiento de cólera que embarga el noble corazón del Kraken quien continúa con su diálogo al decir -Cuéntame... ¿Por qué resultaría útil para tí que el resto de tus compañeros sean derrotados ante el Dios de los mares, el señor Poseidón?- dicho ésto, simplemente permanece de pié observando a su rival, inflexible, tanto como el frío de Asgard que parece haber encontrado compañía en el aire congelado que fluye alrededor del representante de Kraken a medida que su cosmoenergía se abre lentamente a su alrededor* |
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*Lentamente, y como si su cuerpo estuviera herido de muerte, el guerrero divino de Megrez se apoya con su brazo derecho de la gruesa corteza del árbol sobre el cual instantes antes ha dejado su silueta marcada. Cuando por fin se pone de pie, Alberich, aún cabizbajo, susurra –Está bien… Te diré todo lo que sé.- Pero en ese instante, aprovechando la posición cercana y desprevenida del Marino, Alberich extiende su brazo izquierdo a una velocidad impresionante y de la muñeca de su Ropaje Divino un chorro de ácido corrosivo a presión sale disparado en busca del costado derecho del rostro del General, con la sucia intención de cegarlo. La potencia del cáustico es tal que puede deshacer la piel y los órganos en segundos; y por si esto fuera poco, a la par, el brazo derecho de Alberich toma la incandescente arma por la empuñadura nuevamente y lanza una feroz estocada al vientre de Isaac. -¡Muere, maldito!- exclama con frenesí, esperanzado de que alguno de sus dos ataques haya rendido frutos.* 470x150
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Aizakku Kuraaken
*Totalmente celoso del único lado de su rostro que posee visión, el general Marino eleva su brazo diestro para cubrirse del ataque ácido que consigue dañar la superficie de su Scale qe cubre el antebrazo, sin embargo cuando está a punto de quitarse aquella pieza de su armadura, siente el aardor de una herida abierta en su vientre al ser herido por el arma del oponente -Kgh... ma-- maldito.. eso fué.. muy rápido..- murmura entre dientes antes de dar un salto hacia atrás para arrancarse de un sólo movimiento el arma aquella que causa un profundo sangrado en el Marino, cuyas piernas no le sostienen al aterrizar y simplemente cae de espaldas al suelo nevado de Asgard, tomando con ambas manos la herida recién abierta* |
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*Una maliciosa sonrisa se pinta en los labios de Alberich al ver la herida propiciada a su rival. Sus ojos parecen encenderse con una depravación propia de un demonio, mientras la luz que emiten las rojas llamas de su arma ilumina su faz con aires diabólicos. -¡Tu muerte será solo la primera, Kraken!- exclama mientras avanza lentamente en dirección de Isaac, empuñando con una sola mano su legendaria arma. Con cada paso que da, su cuerpo se envuelve más y más en una bioluminiscente aura tan blanca como la nieve de Asgard, que hace sentir su fuerza en el bosque. Los diabólicos ojos esmeralda de su rostro, y los sanginarios ojos rojos de su yelmo, se clavan como dagas sobre el enemigo al igual que un lobo ve a una presa moribunda. Su cosmos arde, y la lujuria de asesinato invade su corazón. El dios guerrero se prepara para tomar la vida de la herida bestia del mar.*
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Aizakku Kuraaken
*Fuerte y orgulloso como la bestia del mar que se representa en su escama marina, el guerrero del mar se pone de pié lo más rápidamente que le es posible -Mi muerte... no se dará sin antes propinarte tu merecido castigo...- musita entre dientes, afianzando sus botas doradas sobre el suelo nublado de nieve que es característica de Asgard -No voy a matarte de manera rápida... pues el señor Poseidón querría que antes de morir entiendas el porqué de nuestras acciones.. los seres como tú sólo contaminan el mundo en donde el señor Poseidón espera establecer su utopía..- apretando sus dientes, el caballero se concentra para conseguir que la fracción del Universo que habita en su interior despierte, causando el ardor de un aura blanquiceleste que se apodera de todo su espacio personal y consigue marcar un descenso en la temperatura que le rodea, tan intenso que la nieve a sus pies se vuelve en un rígido piso de hielo que poco a poco se endurece en torno a sí hasta cubrir un radio de dos metros de distancia de su posición original* |
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*Con la sonrisa diabólica aún dibujada sobre sus labios y mientras su blanco cosmos arde con fuerza y resuena por todo el bosque, Alberich se atreve a exclamar -Tu valor es de admirarse, General del Mar. Sin embargo, tu sentido común e inteligencia dejan mucho que desear.- dice, haciendo clara referencia a la herida abierta que el enemigo tiene sobre su vientre. Con el blanco cosmos de ambos guerreros colisionando entre sí, y generando corrientes eléctricas que se surcan el aire aquí y allá, el único ojo visible del divino de Megrez parece brillar en tonos verdes con singular fulgor. Sus cabellos comienzan a desafiar la gravedad y el compás de sus piernas se abre y se tensa. -¡Este bosque será tu tumba!- y, con estas palabras, su cosmos parece alcanzar su máximo poder. La víbora ha clavado su veneno en enemigo, y devorarlo es lo único que resta.*
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Aizakku Kuraaken
*Dispuesto a sacrificar incluso su vida por derrotar a su oponente, pero sabiendo que falta mucho para que una herida así lo lleve a llegar al límite, el Marino representante del legendario Kraken responde -¿Mi sentido común? ¿Acaso crees que me has hecho un daño considerable?- cerrando sus dos puños a ambos costados de su cuerpo, el general marino continúa con sus palabras al decir -¡Soy Isaac de Kraken, la bestia de los mares! ¡Una herida como ésta no es nada para mí!- concentrándose en lograr que el sentimiento de cólera que embarga su corazón se exteriorice en un ardor más poderoso y helado de su cosmos congelante, el cual se vuelve tan helado que la temperatura ambiente comienza a descender con tanta brusquedad que los árboles más cercanos a su posición se recubren de una capa de cristal helado, un poco menos rígido que la capa blanca que cobija el suelo en un témpano gélido casi indestructible -Ahora recibirás un ataque de verdad...- dice abriendo sus brazos a ambos lados de su cuerpo y apuntando con sus palmas abiertas al cielo* |
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*El cosmos corrupto de Alberich se hace sentir por todo el tétrico bosque y la infinidad de formaciones cristalinas de amatista que bordean tímidas por en aquel lugar parecen resonar al compás de la energía del Dios Guerrero. El elegido de Megrez Delta abre el compás de sus piernas y cruza sus brazos en la parte baja de su abdomen mientras sus cabellos comienzan a erizarse y a desafiar la gravedad. Después, Alberich rompe el cruce de sus brazos en aquella postura y las eleva al cielo en ángulo opuesto al de sus piernas, tomando la forma de una X y aparentemente dejando su guardia abierta y lista para recibir un ataque. Sin embargo, antes de que un parpadeo ocurra, todo el cuerpo del Dios Guerrero comienza a iluminarse en tonos purpúreos, y miles y miles de diminutos pedazos de energía violácea se hunden en su cuerpo fundiendo su poder con el de Alberich. Con los ojos esmeralda ardiendo como dos llamas verdes clavadas sobre Isaac, Megrez se atreve a exclamar -¡Este es tu fin, Kraken!- y antes de que pueda haber respuesta, el orgulloso cerebro de Asgard menta el nombre de su técnica -¡ESCUDO AMATISTA!- . En ese instante todo el luminiscente cuerpo del guardián del bosque lanza diminutos fragmentos de del hermoso cristal violeta que vuelan en espiral a una impresionante velocidad en dirección del cuerpo del General Marino. A pesar de que Isaac lo desconoce, aquellos miles de pequeños cristales buscan fundirse en su cuerpo y bloquear sus movimientos, atrapándolo en un ataúd de Amatista. Además, este cristal infundido con el diabólico cosmos de Alberich tiene una propiedad única: Absorber la energía de sus enemigos y lentamente arrancarles la vida. Alberich confía en que la herida del vientre de su enemigo le impedirá evadir su técnica insignia, saboreando cada vez más su victoria.*
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Aizakku Kuraaken
*Por su parte el ataque está conjurado ya, sacando fuerzas de todo su cuerpo y haciendo acopio de toda su voluntad, el caballero de los mares extiende sus dos manos hacia adelante uniendolas de modo que entre ellas se acumula toda aquella energía congelada que surca su cuerpo, originando el brillo de una esfera que lleva consigo los mismos colores brillantes y variados que aparecen a sus espaldas junto al brillo de los dos terribles ojos de la bestia marina Kraken -¡Aurora Boreal!- exclama antes de que se proyecte hacia el frente una ráfaga congelante que arrasa con todo lo que hay a su paso, quebrando el hielo del piso de Asgard a causa de la presión cósmica que ejerce y levantando trozos de cristal que acaban recreando un vórtice que avanza rápidamente hacia el frente, chocando de frente con la corriente amatista del rival para dar lugar a un bello espectáculo de colores claros que varían en diferentes tonalidades -Grrhh.. no.. puedo permitir que un ser así me derrote...- musita entre dientes en tanto invierte más de su cosmoenergía en aquel ataque que intenta sobrepasar en poder al de Alberich cuya fuerza logra resentir en cada músculo de su cuerpo y sumergirlo en un rígido témpano de hielo en tanto unadelgada capa color violeta comienza a acumularse sobre sus extremidades* |
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*Los cristales, blancos y violetas, vuelan por el aire a velocidades extremas impactándose unos contra otros y el cosmos de ambos guerreros se hace sentir con fuerza por todo el bosque de los espíritus. La luz que logra filtrarse por los miles de proyectiles disparados en ambas direcciones forma un caleidoscopio que brilla en diferentes matices sobre el suelo, la nieve y la corteza de los árboles: Hermoso a la vista pero mortal al contacto. °°Su poder, a pesar de las heridas, es impresionante.°° medita el Dios Guerrero al ver que, lentamente, su coraza amatista se ve superada por el gélido poder del Kraken, perdiendo terreno con cada segundo que pasa. Y justo antes de que los cristales guinda por fin desaparezcan y la ráfaga helada del marino impacte de lleno a Alberich, este da un poderoso salto hacia arriba dejando que, por escasos centímetros, la técnica de Isaac pase bajo sus pies y se impacte contra un milenario árbol a espaldas del divino de Megrez. El forjador de los nibelungos aterriza en una gruesa rama de una floresta cercana, pero no permanece ahí más que un parpadeo antes de saltar a otra rama y continuar con este errático movimiento entre los tétricos árboles del bosque maldito. Sólo él, que conoce aquella arbolada a la perfección, podría saber dónde se encontraba pues su cosmos se ha perdido. Oculto desde las alturas, los ojos verdes observan entre las hojas y las ramas a su enemigo. Tal vez en poder bruto el Kraken seguía siendo superior a Megrez, sin embargo el campo de batalla está a su favor y es su cerebro superior el que le dará la táctica para vencer al invasor.*
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Aizakku Kuraaken
*El fornido pecho del general Marino sube y baja rítmicamente al recuperar el aliento invertido en el ataque que acaba de finalizar, el cual lo tuvo tan concentrado que olvidó por completo la herida abierta en su vientre -Ack!- exclama cayendo de rodillas al suelo al sentir el ardor de aquella llaga sobre su cuerpo -Por un momento.. olvidé que me había herido...- murmura antes de levantar su mirada para observar el resultado de su ataque y encontrarse con el desmotivante final -No.. he podido alcanzarlo.. ¿Pero como?- murmura antes de ponerse lánguidamente de pié, posando una de sus manos en el vientre y dedicandose a caminar lentamente hacia el frente, demostrando que aunque esté herido, sigue siendo indomable como la terrible bestia de las profundidades que se representa en su Scale marina que en aprtes se muestra cubierta por una ligera capa de cristal violáceo que vá desprendiéndose y cayendo a medida que avanza, manteniéndose lo más atento posible a cualquier ataque a traición por parte del rival* |
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*Los ojos esmeralda vigilan a su enemigo desde las sombras del terrorífico bosque, deleitándose con la herida figura del Kraken y dibujando una macabra sonrisa en los labios del Divino de Delta. Lenta y silenciosamente, Alberich se pone de pie y extiende su brazo izquierdo hacia arriba, con su dedo índice apuntando al cielo. °°No tengo tiempo que perder…°° piensa para sí, justo en el instante que su cuerpo se ve envuelto en el aura blanca que refleja su cosmos, y este comienza a resonar con el maligno bosque. Su cosmos, poco a poco, se hace uno con la energía del bosque; como si todo aquella arbolada fuese una extensión del dios guerrero, o en su defecto, el guardián de la estrella de Megrez fuese simplemente una cara más del maligno paisaje. Sabiendo que la abrupta intensificación de su cosmos ha delatado su locación entre las copas de los robustos árboles, el Dios Guerrero suelta una maligna risotada de entre dientes que retumba por todo el lugar, para después hablar y que sus palabras hagan eco por el bosque –Morirás con el ken que ha pasado en mi familia durante generaciones, invasor.- menta orgulloso y con cada segundo que pasa, su energía crece y se fusiona con cada árbol, cada roca y cada riachuelo cercano. -¡Esta será tu tumba!- finaliza, con sus ojos ardiendo como llamas verdes en la oscuridad y su sonrisa aperlada brillando con desdén. La energía brota de cada célula de su cuerpo, pues el lugar de muerte del Kraken también será su verdugo.*
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Aizakku Kuraaken
*Haciendo presión sobre la herida e su vientre en el intento de detener el sangrado, el representante de la bestia marina responde con un tono de voz lo más audible que puede -Aunque me derrotes en ésta batalla, serás purificado por la mano del señor Poseidón, pues no habrán seres malignos como tú en el nuevo mundo que él intenta crear para la humanidad...- deteniendo sus pasos, el guerrero del hielo simplemente cierra el único ojo bueno que le queda y se concentra en hacer que nuevamente surga alrededor suyo aquella aura de color claro que representa la fuerza del cosmos que habita en su interior, la cual una vez más se expande lentamente en torno a su cuerpo y endurece la capa de nieve que yace a sus pies, recreando el paisaje helado que verá la caída de alguno de los dos combatientes* |
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