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De: JoKeR-MaN (Mensaje original) |
Enviado: 08/10/2014 02:35 |
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*Una tenebrosa sombra se mueve con sigilo entre los tétricos bosques que circundan el ala oeste de la Valhala y que, según cuentan los vikingos, está maldito. Su andar es ligero y silencioso, como si de un fantasma se tratase, solo un brillo esmeralda, proveniente de los ojos de aquel ser, tintinea en la oscuridad. -Así que guerreros extranjeros vienen por los zafiros Odín y la espada de Balmung.- susurra para sí, mientras lleva sus largos y blancos dedos sobre su cinto, acariciando la gema que porta en su armadura. -Aunque esto es una ventaja para mí, pues no tendré que derrotar solo a los demás Dioses, parece que mis planes tendrán que ser adelantados.- y una macabra sonrisa, apenas visible en la penumbra, se dibuja en su agraciado rostro. Ocultándose nuevamente entre las sombras y ramas del bosque, procurando no ser visible para ningún ser vivo, aquel tétrico hombre continua su monólogo sólo escuchado por los milenarios árboles. -Dioses Guerreros… Hombres del mar… Mátense por la razón que quieran. Los 7 zafiros Odín serán míos antes de que acabe el día, y Asgard estará bajo mi control.- y estas últimas palabras retumban por todo el bosque, y la macabra figura se ha perdido entre los gruesos árboles.* 470x150
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Aizakku Kuraaken
**Los pasos que dan los pies del Marino portador de la Scale del Kraken no se dejan oír en Asgard, pues un colchón de nieve blanca y pura cubre el suelo desde tiempos mitológicos en aquel lugar donde la luz del sol está prohibida para todos por igual -Este lugar...- murmura al ver que entre las ramas de los árboles y en el paisaje en general se encuentran dispersos una incontable variedad de ataúdes de cristal violáceo conteniendo en su interior esqueletos de todo tipo, con ropas que van desde las más lujosas armaduras de batalla hasta pobres andrajos de algún campesino, detalles que no pasan desapercibidos para el único ojo bueno del marino quien se detiene un momento para recuperar el aliento invertido en haber corrido una distancia tan prolongada hasta llegar al lugar presente -Qué tétrico lugar... nada que habite éste lugar puede ser bueno...- murmura para sí mismo mientras camina, buscando la salida del bosque** |
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*Tan silencioso como una sombra, una ignota figura contempla de forma analítica al extranjero con centellantes ojos verdes desde la rama de un gran árbol. Sus movimientos, como los del hombre del mar, son sigilosos y cautelosos; y siguen el andar de su enemigo por el bosque donde incontables cadáveres son cubiertos por purpúreos cristales. °°Así que ellos son los extranjeros que amenazan Asgard…°° reflexiona, tratando de analizar a detalle al rival. Es precisamente su mirada perspicaz que le hace notar el ciego ojo izquierdo del enemigo, por lo que una macabra sonrisa se dibuja en su rostro aún oculto por la naturaleza. Asegurándose de ser tan silencioso como un gato, el guardián del bosque continua su andar entre las ramas detrás del enemigo, lentamente posicionándose en el flanco izquierdo de su rival. La palabra cobardía no existe, sólo victoria.*
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Aizakku Kuraaken
*Sin saber nada de su posible rival, el guerrero de los mares continúa caminando lo más cautelosamente posible a través del bosque en cuyas inmediaciones incluso puede ver esqueletos de infantes entre las incontables víctimas del cristal rosáceo, bello y mortal "Pareciera estar deshabitado... debería irme, pero necesitamos de todos los zafiros Odín para obtener la espada Balmung para nuestro señor Poseidón.." piensa antes de comenzar a apresurar el paso, trotando en dirección frontal* |
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**Siguiendo con sigilo el cada vez más veloz andar del extranjero por las viejas y secas ramas del bosque, el Dios Guerrero se detiene por sólo un instante sobre uno de los más grandes árboles del lugar y mete su brazo en uno de sus huecos carcomidos por los siglos, como si buscara algo oculto a la vista. Sus blancos y finos dedos abrazan el mango de una cristalina espada tan afilada como el acero, y en su rostro una sonrisa aparece. Sin perder un segundo más, la traicionera figura salta de una de las altas ramas, cayendo a toda velocidad y empuñando con ambas manos aquella legendaria espada. Su objetivo es clavar el filo de su arma en la desprotegida nuca del Marino, aprovechando su cercanía al lado ciego enemigo. °°Escapa de esto.°° piensa para si con una maligna sonrisa en el rostro, a poca distancia de enterrar su arma en el enemigo y privarlo de la vida. Alberich no quiere una batalla larga, aunque esto signifique atacar por la espalda y a traición.**
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Aizakku Kuraaken
*Alertado por el sonido del aterrizaje de su oponente, el portador de la Scale marina del Kraken se dá inmediatamente la vuelta hacia su costado derecho, que es aquél por el cual tiene visión, sin embargo los movimientos de su rival le han tomado por sorpresa y en lugar de clavarse en su nuca, el arma del asgariano consigue herirle el hombro derecho, pasando por la zona que se encuentra desprotegida de armadura -Estaba convencido de que aquí no podía habitar algo bueno, pero jamás pensé que fuera tan despreciable- molesto, el guerrero intenta aprovechar al máximo la corta distancia entre ambos para dirigir una veloz patada hacia la cintura del rival, sintiendo en su brazo derecho el incómodo contraste del ardor de la herida recién abierta contra el helado clima de Asgard* |
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*La patada viene en contra de Alberich con una fuerza tremenda, sin embargo, el guardián del Bosque de los Espíritus rápidamente interponte en modo defensivo su brazo izquierdo, protegido por el antebrazo de su armadura, entre su cuerpo y la ofensiva enemiga, mientras eleva ligeramente la rodilla del mismo lado de su cuerpo, buscando así cubrirse completamente . Un sórdido golpe resuena en el bosque, y el dios de Megrez es lanzado a algunos metros, aterrizando con ligereza sobre la blanca nieve que sobre el suelo del bosque, con un dolor en su antebrazo que recibió la mayor parte del impacto, a pesar de su defensa. Poniéndose lentamente de pie, la maligna sonrisa vuelve a dibujarse en los labios del pelirrojo, mientras mira con sus centellantes ojos verdes al tuerto del mar. -¿Despreciable, dices? Tal vez.- contesta sin perder la sonrisa, como si aquel insulto fuera más un alago -Sin embargo, la victoria es lo único que importa.- Su diestra mano aún tiene entre sus blancos dedos el mango de la legendaria espada por cuyo filo resbala la sangre enemiga. El vikingo eleva el arma con su punta al cielo, y esta comienza a resplandecer en un color rojo vivo; un instante después todo el filo se envuelve en ardientes llamas iluminando el galante rostro de Alberich. -¡Muere!- exclama el Dios mientras emprende una veloz carrera en contra del Kraken, mientras lanza un tajante golpe con la espada en contra del rostro enemigo, seguido de una corte transversal al vientre y finalizando con una estocada directamente al único ojo bueno del enemigo. Una cruel táctica, sin embargo, Alberich tiene plena confianza en su victoria. El filo del arma no es de lo único que hay que cuidarse, pues las lenguas de fuego que esta emite buscan calcinar hasta los huesos la piel del siervo de Poseidón. La distancia ahora es mayor entre Isaac y Alberich, y este aprovecha la ventaja que le otorga su legendaria espada de fuego.*
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Aizakku Kuraaken
*El fuego que envuelve a la hoja cristalina del asgariano ruge en los aires al flamear una y otra vez con cada movimiento que el rival hace con la misma, siendo que dos de los tres golpes son fácilmente evitados mediante flexionar sus piernas y agacharse para así dejar que el arma pase por encima suyo, para el tercero aprovecha la flexión de sus piernas para proyectarse en un salto hacia atrás y recuperar el factor distancia que existe entre ambos -Por gente como tú el mundo está como está... por eso el señor Poseidón nos envía, para comenzar de a poco a limpiar el mundo de escoria como tú- apretando sus mandíbulas con tanta fuerza que sus músculos maxilares se remarcan bajo la piel blanca de su rostro, el marino demuestra su cólera -De tí me encargaré yo, Isaack de Kraken, recibirás tu castigo de mis manos- sin más, permite que a su alrededor se abra el ardor de un aura blanquiceleste en la cual se expresa su cosmoenergía helada, tan fría que la nieve blanca bajo sus pies gradualmente se convierte en una capa de hielo cristalino* |
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*El divino de Megrez no pierde detalle de los evasivos movimientos del Marino, mientras vuelve a tomar el mango de la llameante espada con ambas manos tan blancas como las de un cadáver y apuntar la ardiente punta del arma en dirección de su enemigo. Las ardientes llamas que brotan centellantes del florete iluminan el cortesano rostro de Alberich, creando un peculiar juego de luces y sombras sobre su blanca faz, y otorgándole un tétrico aspecto. De un momento a otro, el cuerpo del Dios Guerrero comienza a brillar con una luz blanquecina primero apenas perceptible, pero con cada segundo que pasa, el fulgor y fuerza del vikingo se hacen sentir por todo el bosque. Con la confiada sonrisa dibujada en sus finos labios, el cerebro de Asgard contesta con orgullo a las amenazas del Kraken -Tus palabras no me interesan, Kraken, ni los motivos de tu dios Poseidón. Sin embargo, la presencia de los Marinos en Asgard puede serme de utilidad.- y con esa última frase, un tenso ambiente toma control, pues aquel guerrero no es de un benévolo guardián como relata la leyenda, sino un demonio traicionero. -Es una lástima, pues no estarás aquí para verlo.- concluye mientras su cosmos, al igual que la espada en sus manos, arden con tremenda fuerza.*
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