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General: LA CIBERGUERRA POTENCIA LA GUERRA INFORMATIVA
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De: Ruben1919  (message original) Envoyé: 24/03/2014 14:43

La ciberguerra potencia la guerra informativa

6 marzo 2014 2 Comentarios

ciberguerra

Por Sergio Bertoni

Desde que los EE.UU. sufrieron una derrota en Egipto con el colapso de su aliado Hosni Mubarak, rápidamente aprendieron la lección y revirtieron el juego. Pasaron a atacar objetivos estratégicos para sus intereses comerciales e industriales, es decir, los países que pueden representar un obstáculo a los negocios de las empresas petroleras transnacionales y de la industria de la energía, principalmente. Han creado o se han apropiado de los movimientos de oposición nacional, creando inestabilidad interna, etiquetando de dictadores a los gobernantes de los países y, finalmente, intentan algún tipo de intervención directa o blanda.

Siria, Ucrania y Venezuela son ejemplos. No importa cuanto los gobernantes de estos países sean democráticos. Lo que importa es el tipo de límites que ellos crean para el libre actuar de sus opositores al servicio de los intereses de los grupos económicos nacionales y extranjeros.

El guión utilizado por los representantes del poder económico transnacional es bastante simple. Usted puede ver los pasos del escenario golpista en las llamadas manifestaciones populares en Siria, Ucrania, Venezuela e incluso en Brasil:

1) “bombardean” la gente con noticias negativas sin cesar, creando una sensación de inestabilidad institucional, política, social y económica;

2) ponen las facciones de una sociedad nacional en confrontación directa;

3) con el fin de obtener el apoyo de las masas, tanto nacionales como extranjerae, “despliegan” en el pecho del gobernante en ejercicio la etiqueta de “dictador”, mientras que “despliegan” la etiqueta de “libertarios y demócratas, defensores del pueblo” en los manifestantes de oposición;

4) con el país al borde de una guerra civil o ya metido en ella, presentan la solución de la intervención externa como una solucion “civilizadora”, “pacificadora” y “democratizadora” del país en desgracia.

Aunque no parezca tener una relación directa, lo que está sucediendo en Siria, Ucrania y Venezuela sigue el guión descrito anteriormente, ya probado en otras rebeliones, vistas como populares, que contaron con el apoyo de la UE y EE.UU.

Otro factor importante para el éxito de la rabia inteverncionista es garantizar una cobertura integral de noticias de los eventos, donde la prensa patronal y comercial al unísono golpea las 24 horas del día con una misma versión de los hechos, de una manera superficial y sin ninguna base en la realidad local.

En Ucrania, la intención es herir de muerte a Rusia, un miembro de los BRICS, el grupo formado por las potencias emergentes regionales: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Pero, ni Europa ni los Estados Unidos tienen el coraje de hacer una intervención directa en el reinado de Putin. Se usan, entonces, la contradiciones existentes entre los oligarcas ucranianos para crear inestabilidad, quitarles las tierras cultivables e instalar bases militares de la OTAN y EEUU en el territorio de Ucrania, a pocos kilómetros de Moscú y San Petersburgo, por citar las más famosas y principales ciudades rusas.

En Venezuela, el objetivo del mayor consumidor de petróleo del mundo, los EE.UU., es tener libre acceso a la riqueza petrolera del país sudamericano que tiene una de las reservas del oro negro más grandes del mundo. Pasa que el aceso a esta riqueza mineral está obstaculizado por leyes soberanas aprobadas democráticamente desde el comienzo de la Revolución Bolivariana y la llegada de Hugo Chávez al gobierno venezolano.

En Brasil , el tema es el petróleo del Presal, el último gran descubrimiento de la riqueza mineral en este siglo XXI. La oposición está al servivio de los que quieren el control total de petróleo producido en el Presal de Brasil, para asegurar la reservas de las grandes compañías petroleras transnacionales y del mayor consumidor mundial de combustibles fósiles, el ya mencionado Estados Unidos.

Aunque entre los manifestantes siempre hay algunas personas bien intencionadas detrás de la mayor parte de la nueva ola de los movimientos de oposición estan fundaciones extranjeras y sus aliados nacionales con un mismo modus operandi, un mismo patrón, como se muestra en el video:

http://blogoosfero.cc/sergiobertoni/blog-do-bertoni/eua-financiam-protestos-de-jovens-no-mundo-inteiro

Lo importante para esta gente es crear el caos, la inestabilidad, la idea de la falta de gobierno y de los poderes establecidos, por lo que la opinión pública nacional e internacional creería en la inevitabilidad de la intervención externa, con el fin de imponer un gerente más confiable al sistema capitalista internacional .

Tanto el caso de Brasil, como el de Ucrania, Venezuela y toda la agitación política de los últimos tiempos, no pueden ser tratados sólo como una disputa puramente nacional. En Venezuela, por cierto, sólo se utiliza para cubrir el conflicto geopolítico y económico internacional, donde lo que se busca es el acceso fácil y barato a los recursos naturales y las riquezas de los países y tratar de frenar el crecimiento de nuevas posibles potencias políticas, sociales, económicas y/o militares.

Sin embargo, la existencia de personas efectivamente preocupadas con el futuro de la Democracia y la Humanidad, organizadas en torno a redes de información alternativas, de una blogosfera activista y y un ciberactivismo popular, ha logrado disipar la nube de mentiras y combatir el zumbante unilateralismo informativo impuesto por medios de comunicación patronales.

Las redes alternativas hacen un contrapunto político e informativo precioso, impidiendo que de los planes de los golpistas neoliberales (e incluso los neo-nazis) se apliquen con facilidad.

Las masas de voluntarios de todo el mundo envían información a sus colegas de otros países y, así, logran desmontar las versiones mentirosas diseminadas por la prensa patronal al servicio de los grandes intereses comerciales. Así ha sido en Brasil, en Venezuela, Argentina, Ecuador e incluso en Ucrania, donde los neonazis llegaron al gobierno mediante un golpe de Estado, pero enfrentan la resistencia del pueblo ucraniano que se organiza y protesta contra los golpistas.

Si no hubiera fuentes alternativas de información, ni tampoco los medios electrónicos para la difusión soberana de notícias, sin duda, la vida de los golpistas sería mucho más fácil y el resultado de sus acciones en contra de los pueblos más avasalladora

Además de las guerras convencionales, nos enfrentamos a una guerra cibernética verdaderamente global que potencia a la guerra de información tradicional. EEUU y UE gastan miles de millones de dólares y euros anuales para mantener la infraestructura que hace posible la ciberguerra. Sus servicios de inteligencia, aliados a las empresas transnacionales, invierten miles de millones en las redes digitales privadas para mantener a la gente conectada solamente en estas redes el mayor tiempo posible, consumiendo, sin la más mínima posibilidad de razonar adecuadamente los contenidos especialmente preparados para que aceptemos ciertas “verdades” producidas por los ideólogos del pensamiento único neoliberal y de la concentración del ingreso y la riqueza.

Estamos en una guerra operada no solo por las grandes potencias industriales, sino principalmente por la potencias tecnológicas, que tienen una muy clara hoja de ruta para tener en sus manos la riqueza natural y mineral de los países. Por lo tanto, es necesario el desarrollo de más y nuevas tecnologíaa libres y soberanas que permitan a los pueblos resitir los ataques del gran capital transnacional.

La existencia de redes libres y soberanas como Blogoosfero, Diáspora, Friendica, Identi.ca, entre otras, conforman el nuevo escenario de la logística de la resistencia digital y de la lucha de los sectores populares y democráticos en todo el mundo. Estas redes son el contrapunto tecnológico al intervencionismo y centralismo promovido por las grandes redes digitales privadas mantenidas por las empresas transnacionales.

El lema de Blogoosfero, por ejemplo, es “Ocupar la Internet, resistir y producir nuestros propios contenidos y tecnología”, porque sin las iniciativas libres y soberanas, el control ideológico y tecnológico de los países ricos en relación con los países pobres, sería aún más violento de lo que se hace actualmente.

Sin las tecnologías libres y soberanas, la recolonización cultural, económica, política de los países del Tercer mundo ya sería un logro mucho más allá de las intenciones concentradoras de gran capital transnacional que vemos hoy.



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De: Ruben1919 Envoyé: 24/03/2014 15:35

La personalización de la política, cambio decisivo en la cultura de nuestra era

4 marzo 2014 1 Comentario

NEGOCIOS-TELECOMUNICACIONES-MOVILES

Cubadebate reproduce el ensayo del investigador norteamericano W. Lance Bennett, de suma importancia para comprender los movimientos emergentes que se producen a nivel intencional, de la mano de las nuevas plataformas tecnológicas. En síntesis Bennett habla de “la personalización de la política”, una nueva forma de interacción social:

“La fragmentación social y el declive de las fidelidades grupales han dado lugar al auge de la era de la política personalizada, en la que los marcos de acción de la expresión personal individualizada desplazan los marcos colectivos…”. Para este autor, cuanto más diversa es la movilización, más personalizada se vuelve; construye un ethos basado en la diversidad y la tolerancia a los distintos puntos de vista, y teje marcos de acción inclusivamente masivos (como el “somos el 99%” o “indignados”), mucho más fáciles de difundir y personalizar que otros de movilizaciones anteriores, como por ejemplo “eat the Rich”.

La participación en densas redes de cada uno de los participantes lleva a que compartan sus propias historias y problemas y se convierta cada quien en un catalizador del proceso de movilización. No es difícil darse cuenta de esto en las protestas. Podemos hablar de la aparición de un ethos o un claro estilo “Do It Yourself ” (“hazlo tú mismo”), propio de la ética hacker de los orígenes mismo del desarrollo tecnológico, y de la subcultura del punk, donde cada quien confecciona su propia participación, incluso su cartel, en lugar de marchar en contingente ordenado detrás de una amplia pancarta.

Bennett explica la manifiesta falta de interés que parecen tener los jóvenes en las cuestiones sociales en los términos de un cambio en los paradigmas de ciudadanía, que ha pasado de un modelo tradicional que él llama ciudadano obediente (dutiful citizen –DC–), basado en un sentido de obligación en la participación política como una de las piedras angulares de la democracia, donde los medios de comunicación son la principal fuente de información; al de ciudadano actualizado (actualizing citizen –AC–), que parece caracterizar a los jóvenes, que tienen un “disminuido sentido de obligación”. No están convencidos de la importancia de las elecciones políticas, y no siguen la cobertura que los medios hacen de los políticos, sino que prefieren tomar parte en las redes interactivas en la web. Como lo ve Bennett, esta brecha entre las generaciones tiene que ser franqueada.

A continuación el ensayo íntegro:

La personalización de la política: Política, identidad social, medios de comunicación y cambio de los patrones de participación

Por W. Lance Bennett

Publicado originalmente en The Annals of the American Academy of Political and Social Science. Número 644. November 2012. páginas 20-39.

Lance W. Bennett es profesor de ciencias políticas y profesor “Ruddick C. Lawrence” de Comunicación de la Universidad de Washington, donde dirige el Centro para la comunicación y la participación cívica. Ha recibido durante su carrera los Premios Ithiel de Sola Pool y el Murray Edelman de la American Political Science Association, y la Asociación Nacional de Comunicaciones le ha reconocido como un erudito distinguido por su trayectoria en el estudio de la comunicación humana.

Ficha: Bennett, W. Lance. “La personalización de la política: Política, identidad social, medios de comunicación, y cambio de los patrones de participación”. The Annals of the American Academy of Political and Social Science. Número 644. November 2012. 20-39. 2/09/2013 12:34 hs. En http://ann.sagepub.com de la UNIV OF COLORADO LIBRARIES.

En este artículo se propone un marco para la comprensión de la acción colectiva individualizada a gran escala, que a menudo es coordinada a través de tecnologías de medios digitales. La fragmentación social y la disminución de las lealtades que expresan los grupos ha dado lugar a una era de la política personalizada en la que los marcos de acción personal y su expresión individualizada desplazan los marcos de acción colectiva y limitan las causas de muchas protestas. Esta tendencia se percibe en manifestaciones a gran escala con rápidas intervenciones políticas encaminadas a una variedad de objetivos, que van desde reivindicaciones de los partidos y candidatos, intereses de empresas, marcas y organizaciones transnacionales. Las estructuras basadas ​​en grupos con “políticas de identidad” de los “nuevos movimientos sociales” que surgieron después de la década de 1960 todavía existen, pero en el período reciente se ha visto cada vez más diversidad de acciones en que los individuos se movilizan en torno a los valores de estilo de vida personal enlazados a compromisos múltiples, como la justicia económica (políticas de comercio justo y contra la desigualdad), la protección del medio ambiente, y la causa de los trabajadores y los derechos humanos.

Keywords: personalization of politics; digital media; politics; occupy protests; political consumerism; political participation

La revista Time recomendó dos opciones interesantes para su muy publicitado personaje del año en la primera década del siglo XXI. En 2006, la persona del año fue usted (¡Enhorabuena!). La tapa contiene un espejo en el que la cara del espectador aparece en el lugar de las fotos más usuales de los jefes de Estado o aquellos con las cifras más altas del mundo que han establecido el tono desde que la publicación comenzó a dar el premio en 1927. La amplia justificación para esa elección sorprendente era la conciencia de que por su cuenta los individuos eran cada vez más quienes protagonizan el cambio de las sociedades, facilitado por la proliferación de medios de comunicación social y las tecnologías de comunicación personalizados que permiten a un gran número de personas ordinarias generar fuertes vínculos y ser reconocidas por otro gran número de personas. El año 2011 el Time traería otra portada interesante, con un manifestante enmascarado y amorfo, que podría haber sido hombre o mujer, o venir de la primavera árabe en la Plaza Tahrir, los indignados de Madrid o Barcelona, ​​o cualquiera de los cientos de campamentos de Occupy en Estados Unidos o en otras partes del mundo (la imagen resultó ser una joven de Occupy).

El foco de gran parte de la vida social, política y económica en la época reciente ha estado en el primer plano personal, como lo demuestra el número creciente de libros de autoayuda, la multiplicación de los programas de entrevistas terapéuticas, los reality show siempre sorprendentes con su extraño surtido de gente común salida de la oscuridad para convertirse en celebridades y, en todas partes, el énfasis en el consumo de un estilo affordance –la capacidad de los objetos para invitarnos a usarlos-, que ha resultado ser la estructura fundamental para una vida personal con sentido. (Cuando le pregunté a Siri – el asistente personal que Apple ha incorporado en mi iPhone, sobre el sentido de la vida, ella me dijo que toda la evidencia apunta a chocolate.)

Entre los aspectos más interesantes de esta era de la personalización ha sido el aumento de forma rápida de la participación de la gente en manifestaciones políticas dirigidas a una gran variedad de objetivos, y que involucra a los partidos más tradicionales o los candidatos, el compromiso directo de las empresas, las marcas y los foros políticos transnacionales. Estas movilizaciones incluyen a menudo una multitud de cuestiones planteadas en las mismas protestas a través de un ethos moderno ampliamente compartido desde la diversidad y la inclusión. Las políticas de la identidad de los “nuevos movimientos sociales” que surgieron después de la década de 1960 se centraron en la identidad de grupos (mujeres, las minorías, los inmigrantes y los nativos) o problemas causales (antinuclear, la conservación del medio ambiente y los derechos específicos) que todavía existen, por supuesto, pero que se han unido a las movilizaciones más heterogéneas por diversas causas vinculadas a la justicia económica (comercio justo, la desigualdad y el desarrollo), la protección del medio ambiente, y la guerra y la paz están dirigidas a blancos móviles desde lo local hasta el gobierno nacional, transnacional y de los negocios. Cuanto más diversa sea la movilización, más personalizadas son las expresiones de protesta, por lo general con la intervención de las tecnologías de comunicación que permiten a las personas activar sus vagamente unidas redes sociales.

Todavía es preponderante la expresión de la política convencional basada en la identificación con partidos, ideologías y causas comunes. Sin embargo, el surgimiento de una política más personalizada se ha convertido en una tendencia notable.

Bennett y Segerberg (2011) definen la personalización de la política como la participación en diferentes combinaciones de las siguientes condiciones:

  • Una ética de la diversidad y la inclusividad definida por la tolerancia de los diferentes puntos de vista o problemas que se articulan a través de diferentes redes políticas delimitadas libremente.
  • El surgimiento de multitud de fuentes o marcos de acción personales (por ejemplo, “Somos el 99 %”) que reducen las barreras de la identificación. Estos marcos personalizados fácilmente contrastan con los marcos más convencionales de acción colectiva (por ejemplo, “Eat the Rich “, la consigna de la clase obrera norteamericana) que pueden requerir de mayor socialización y más esfuerzo para movilizar a grandes grupos.
  • La participación se canaliza fundamentalmente en redes sociales a menudo densas donde las personas pueden compartir sus propias historias y preocupaciones – el uso generalizado de la tecnología social permite a las personas convertirse en catalizadores importantes de los procesos de acción colectiva ya que activan sus propias redes sociales.

La política personalizada ha existido por mucho tiempo, por supuesto, en la forma de levantamientos populistas o vínculos emocionales con los líderes carismáticos. La diferencia interesante en el actual paisaje de la participación es que la fragmentación social generalizada ha producido una alta individualización, condición social modal de las democracias postindustriales, especialmente entre las generaciones más jóvenes (Beck 2006; Bennett 1998; Giddens 1991).

Mientras los individuos son el centro de sus propios universos, los universos pueden ser muy grandes gracias a la ubicuidad de las redes sociales con las tecnologías de la comunicación. Estas redes de comunicación a menudo densas permiten la organización y  la expresión política de las que suelen carecer o evadir activamente los líderes y organizaciones centrales. A veces, estas redes son coordinadas libremente desde plataformas web personalizadas que proporcionan información, alojamiento a medios de comunicación e interacción directa entre los activistas. Desarrollar o adaptar medios interactivos affordances también permite a las organizaciones no gubernamentales y organizaciones sociales personalizar las vías de participación popular a favor de sus temas (Bennett y Segerberg 2012). Incluso las principales instituciones como los partidos políticos a menudo encuentran que la personalización atrae a crecientes filas de los votantes independientes o puede ayudar a hacerlos participar.

Como la ideología que identifica a los grupos formales (por ejemplo, partido, sindicato, iglesia o clase) se desvanece ante los mecanismos para la organización de la vida cívica (Putnam, 2000), las personas codifican cada vez más sus políticas personales a través de los valores del estilo de vida personal (Bennett 1998 ; Giddens 1991). Es común que muchos de estos valores vinculados al estilo de vida se hacen eco a través de las fronteras porosas de los productos y la publicidad política. ¿Mi coche ecológico ? ¿Son la moda, la comida o los dispositivos electrónicos trabajadores amistosos? ¿Son mis causas aquellas de las organizaciones o candidatos que expresan mis valores personales, y entienden mi dolor o la ira? Estas batallas por las emociones revolotean en torno a iniciativas individuales de estilo de vida sostenibles entre los progresistas, que ponen gran atención para identificar a los consumidores solidarios con campañas corporativas en contra de McDonalds, Monsanto, Exxon, e incluso Apple.

Las políticas personalizadas también se extienden hasta cuestiones más convencionales como la idea popular de un impuesto Robin Hood en Europa, a la “ocupación ” de las instituciones, personas e ideas en los Estados Unidos y otras partes.

Los avances de la política personalizada de ninguna manera suceden sólo en la izquierda y el centro. En muchos sentidos, la derecha se ha convertido en la ubicación predeterminada para los discursos altamente individualizados de la libertad personal y la desregulación del mercado, con fuertes descuentos a los bienes públicos en nombre de los intereses comunes.

 


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De: Ruben1919 Envoyé: 24/03/2014 15:36

Diferentes estilos de comunicación: Política personalizada de izquierda y derecha

Muchos tipos de acción colectiva personalizada surgen de la derecha conservadora.

Por ejemplo, la mayoría de las democracias postindustriales han visto el surgimiento de los movimientos nacionalistas híbridos tan diversos como el Tea Party en los Estados Unidos, los años de Berlusconi / Liga Norte en Italia, y los Demócratas de Suecia. Al igual que los movimientos populistas nacionalistas tradicionales, estos nuevos híbridos modernos invitan a sus seguidores a definirse como “verdaderos ciudadanos”,  “gente como yo” (por ejemplo, blanco, trabajador y ciudadano por nacimiento) y en contraste a los inmigrantes que vienen a vivir de mi “duramente ganado” dinero de los impuestos. Más allá de esto, los híbridos nacionalistas invitan al uso de formas altamente personalizadas de expresión en contra de cualquier número de emociones objetivas. En este proceso, la emoción personal se convierte en autovalidación. Los participantes pueden elegir sus propios puntos de partida para la ira -la raza o preferencia sexual- contra las muchas restricciones gubernamentales percibidas como un atentado a sus libertades personales. Contradicciones aparentes se desvanecen en los sentimientos que se amparan en el derecho personal, como cuando los seguidores del Tea Party enfrentan los programas gubernamentales de Medicare que los benefician, porque creen que no lo merecen los inmigrantes o las minorías, puesto que ellos –los del Tea Party- han trabajado duro para ganar sus beneficios (Scocpol y Williamson 2012). Donde la política personalizada todavía exhibe algunos ecos de la vieja ideología conservadora, es en el consenso neoliberal de la reciente era de la globalización, en el que el libre mercado y los consumidores libres fueron anunciados como los caminos hacia la prosperidad y el desarrollo democrático. (No es de extrañar que Ayn Rand y von Hayek tengan seguidores en esta época.)

El extremo conservador del espectro político personalizado está cargado de referencias a la libertad personal y con reacciones altamente emocionales a los intentos de ajustar el balance de la equidad social en las escuelas, la atención de la salud, o de los ingresos, que son vistos como amenazas a esa libertad. Los ataques personales extremos al Presidente Obama formaban parte de la imagen acuñada de la derecha contra el Plan de salud, que llamaron “Obamacare ” y lo asociaron en Internet y en programas de entrevistas con caricaturas donde lo presentaban como un comunista o como Hitler, sin dejar de cuestionar la autenticidad de su nacimiento en los Estados Unidos. Hasta el lugar del Tea Party Patriots en el Partido Republicano no es en absoluto un sitio cómodo dados los niveles de vinculación emocional con ideas tales como permitir que el gobierno entre en bancarrota en lugar de honrar sus obligaciones con la deuda.

Ni pruebas ni razones balancean los debates ante tales alineaciones emocionales. Por ejemplo, la oposición conservadora a los esfuerzos del gobierno para regular o encontrar sustitutos para el uso de energía carbonífera han sido blanco de las bromas y los expertos pagados que se permiten dudar hasta de la ciencia, amplificados por una intensa propaganda corporativa respaldada por atacar la investigación sobre medio ambiente. Las empresas de energía carbonífera vertieron grandes sumas de dinero a grupos de reflexión, conferencias y campañas para impulsar la negación del cambio climático, proporcionando un flujo constante de material para programas de entrevistas y candidatos políticos para vender al por menor a los ciudadanos individuales. El resultado ha sido una erosión rápida (sobre todo en la derecha) de la fe pública estadounidense en el cambio climático, del apoyo a la causa del cambio climático (bajó del 50 por ciento a 34 por ciento entre 2006 y 2010), e incluso ha aumentado la crítica contra los científicos porque suelen estar de acuerdo con la idea de que son los seres humanos los responsables fundamentales del calentamiento global (Pew Research Center 2010). Mientras tanto, en Europa el apoyo popular a las políticas de protección del medio ambiente se ha mantenido fuerte, lo que ofrece motivos para una interesante investigación comparativa.

Con la notable excepción de los historiadores, los estudiosos no se han centrado suficientemente en el conservador estadounidense y sus negocios con la propaganda de la virtud, el mercado y las libertades corporativas de los consumidores destinadas a amortiguar los efectos de las formas más progresistas de la acción de los consumidores o de la regulación gubernamental.

Tampoco los estudiosos de la comunicación centraron atención suficiente en los palpablemente diferentes estilos de comunicación de la política personalizada de la izquierda y la derecha. Cuando la derecha no parece interesada en el diálogo ni da respuestas a los desafíos racionales o de hecho, la izquierda puede errar en la búsqueda continua de la razón, deliberación, y la civilidad de sus opositores. El resultado es una profunda desconexión política con consecuencias que merecen atención. Si, en efecto, la derecha adopta una aversión estratégica y personalmente arraigada al diálogo y la deliberación, los estudiosos no deben rehuir de analizar esto sólo porque tienen miedo de acusaciones de parcialidad. La derecha ha utilizado acusaciones de sesgo liberal como su ariete simbólico durante varias décadas. Dado el éxito de las redes conservadoras en el uso del “poder del no” para vetar en bloque proyectos a favor de públicos minoritarios, se podrían considerar tanto las ventajas políticas de los estilos discursivos deliberantemente cerrados, como de sus resultados antidemocráticos (véase Bennett 2011). El impasse entre los estilos de discurso de la izquierda y la derecha ha sido un elemento definitorio para el reforzamiento de la personalización de la política contemporánea.

Orígenes de la política personalizada: la globalización y el fetiche del Mercado Libre

Las raíces de la personalización de la política en la época actual se remontan ampliamente a los cambios sociales relacionados con la era de la globalización económica que puede ser más o menos delimitada desde 1970 hasta la crisis financiera mundial de principios del siglo XXI. Ha habido muchas épocas de la globalización a lo largo de la historia, cada uno con su propio tipo de lógica económica y su impacto en las sociedades, por lo que no hay un tipo único para todos los modelos de la globalización, la sociedad y la política. Los tiempos de Marco Polo se diferenciaban de la época colonial, que difería de la época postcolonial de la globalización ideológica, filtrada por la gran lucha por la Guerra Fría la dominación militar y económica del Tercer Mundo.

Durante el último período, surgió lo que se ha denominado un régimen de comercio neoliberal para transformar la producción mundial, las finanzas, el marketing, el trabajo y el consumo. Mientras la producción se trasladaba al sur, las llamadas naciones postindustriales del Norte fueron sometidas a cambios tectónicos en los mercados laborales nacionales y alcanzaron relevancia política y social las instituciones de la sociedad civil (estos cambios se desataron más en algunos países que en otros). Los cambios incluyen la transformación de los sectores industriales y profesionales nacionales (crecimiento de las industrias de servicio e información y la disminución del trabajo manofacturado), la inestabilidad en la ocupación profesional y el estilo de vida y el aumento del nivel de estrés personal y del sentido de responsabilidad ante las decisiones y sus consecuencias (Beck 2006 ; Bennett 1998). Además, el sector público sufrió cambios radicales con la privatización y esquemas híbridos de mercado (asociación público -privada)  aplicados a la educación, la salud, la energía, el transporte, e incluso en las funciones de seguridad del Estado. Estos cambios dentro de las naciones más individuos colocados en las relaciones de mercado inciertas en muchos ámbitos de la vida: trabajo temporal, opciones costosas en la educación pública y la atención de la salud, una mayor sensación de riesgo y ” precariedad “, y períodos más largos de desempleo, la recalificación entre las múltiples carreras que suelen caracterizar la tarde biografía moderna. Como dice el lema de The Age goes: el fracaso es el nuevo éxito.

En resumen, el régimen económico neoliberal no sólo ha cambiado la economía mundial, cambió las políticas fundamentales dentro de las naciones mediante la introducción de las fuerzas del mercado y la privatización en la vida diaria personal. Esto redujo la aportación al PIB de la mayoría de los sectores público y permitió el aumento de las poblaciones de consumidores voraces con más dinero para gastar en productos que eran más baratos debido a la utilización de mano de obra barata y recursos naturales en el Sur(5); los daños colaterales humanos y ambientales se convirtieron en externalidades para este esquema, con precios tentadores de los productos de estilo de vida, y al hacerlo se desplazaron sus verdaderos y perversos costos como “males públicos” compartidos por todo el planeta. Ya se ha escrito mucho acerca de todo esto (Bennett 1998; Beck 2006, Giddens 1991), no me voy a detener demasiado aquí, para referirme a varias generalizaciones teóricas que pueden ser útiles para comprender el cambio en la política personalizada y su relación con el aumento de este tipo de vástagos como el consumismo político, Occupy, y las redes de protesta al estilo del Tea Party.

Durante este período histórico de la globalización (más o menos delimitada a partir de mediados de los años 1970 hasta la actualidad), los ideales y prácticas de la economía neoliberal se hicieron tan omnipresente que muchos partidos de izquierda cambiaron sus posturas sobre los programas nacionales anteriormente firmes, a menudo a la vanguardia, para sacrificar la protección laboral con acuerdos comerciales favorables a los negocios, mientras se privatizaron bienes y servicios, como la educación, la atención sanitaria y el transporte público. Esto llevó a la desaparición de los socialdemócratas y los partidos obreros en bastiones como Alemania,

Suecia y Reino Unido han creado modelos híbridos extraños como los gobiernos de Obama y de Clinton en la presidencia los Estados Unidos. Este consenso bipartidista sobre las virtudes de la liberalización del mercado (que se vende bajo las consignas de la libertad individual y la creación de empleo) impulsó los valores de igualdad social y económica (la antigua base de la muchos marcos de acción colectiva) de manera constante a los márgenes políticos. En los Estados Unidos, por ejemplo, muchas de las políticas sociales y económicas demócratas fueron tomados de los manuales republicanos. Al mismo tiempo, los republicanos fueron rebasados ​​por las facciones cada vez más conservadoras, como la del Tea Party y las exigencias cada vez más duras de las empresas para una mayor desregulación e impuestos más bajos para los ricos. Una cultura de mercado individualizada incluso surgió en Suecia (aunque con un abrazo híbrido del Estado de bienestar), donde la Social Democracia tuvo por segunda vez una derrota sin precedentes en las elecciones de 2010, coronada con el irónico lema de la campaña que los moderados (un partido de centro derecha) que se proclamaba como el “partido obrero verdad”. Esto es típico de un movimiento hacia una política de la emoción personal, que favoreció el aumento alarmante de los seguidores del partido antiinmigrante de ultraderecha (los Demócratas de Suecia), que entrarían en el Parlamento en 2010.

No se puede subestimar la importancia de este giro a la derecha en nuestra historia acerca de la personalización de la política. El mantra neoliberal de la libertad personal y el crecimiento del mercado gracias a la desregulación se convirtió en la ideología por defecto de nuestro tiempo, tal vez desafiado sólo por la crisis financiera global que se extiende con la burbuja inmobiliaria de EE.UU. que estalló en 2008. Como resultado, muchos votantes se vieron privados de opciones significativas de elección en lo que antiguamente era conocido como la izquierda, y los ciudadanos más jóvenes a menudo desarrollaron una produnda aversión hacia la política y al gobierno en su conjunto. Otros votantes se refugiaron en la Centro Derecha como abanderado de ideales neoliberales envasados ​​en términos de la libertad personal y  elección, y recibieron los votos en lugares como Alemania, Suecia, Gran Bretaña y Estados Unidos, junto con las facciones marginales extremas como el Tea Party y los Demócratas de Suecia. Mientras que otras reacciones se pusieron en marcha por la creciente crisis económica en Europa, el patrón notable fue la inestabilidad del gobierno y la ira pública en lugar de un abrazo de ideologías claras o identificaciones con los partidos de izquierda.

Un derivado importante de la disminución de las opciones en la arena política formal, creó lo que Beck (2006) refiere como subpolítica, marcada por la creciente atracción de la personalización de la política a gran escala, que involucra desde las acciones de los consumidores hasta las ocupaciones masivas. Como se explica más adelante, estas acciones colectivas son menos convencionales que los movimientos sociales que reconocen líderes, organizaciones y marcos de identidad colectiva. Micheletti (2003) los describe como acciones colectivas individualizadas, donde un gran número de personas se unen en actividades poco coordinadasm centradas en identificaciones y justificaciones emocionales personalizadas.

Otra amplia condición habilitante de la acción colectiva individualizada es que los individuos están totalmente inmersos en culturas de consumo y han desarrollado un ojo que discierne entre sus productos políticos y personales. Si la izquierda se diferencia de la derecha debido a sus presupuestos políticos, la demanda de los votantes, o por ambas cosas a la vez, la orientación individualizada del ciudadano-consumidor complejiza la adopción de las identificaciones colectivas con el partido, ideología o movimientos convencionales.

Como votantes se apartaron de las identificaciones del partido (incluso una pluralidad de votantes suecos menores de 30 años se expresa sin preferencia de partido antes de 2010), se convirtieron en “hard sells” –vendedores agresivos- y con frecuencia exigen (o venden cínicamente) ofertas como impuestos más bajos o reclaman moverse en la línea de bienestar mayor en la escala económica para involucrarse en la política. Son prácticas de consumidores que han llegado a definir, con soportes para sus vidas, amplios repertorios públicos y privados de la actividad política. Parte de esta actividad es directa, como los boicot y las presiones, que han producido cambios en el comportamiento de las empresas y presiones para una mayor responsabilidad por daños laborales y ambientales. Algunas prácticas de la cultura de consumo surgieron indirectamente a través de entendimientos implícitos acerca de cómo utilizar los mensajes y las tecnologías de la comunicación personalizada para compartir las preocupaciones políticas y promoverlos con consignas populares, tales como “Somos el 99 %”.

En resumen, al igual que el consumismo ha entrado en la política a través de la marca y la comercialización de los votantes independientes, quienes son blanco de un creciente interés por la política pero del modo menos convencional de la época, como activistas han montado numerosas campañas para disciplinar a las corporaciones globales que intentan deslizarse a través de la red de las regulaciones locales.

Muchos de ellos han producido cambios notables en el comportamiento y la política empresarial (por ejemplo, el problema de la explotación laboral de Nike; la cadena de alimentos, embalaje y problemas de salud de McDonald; el impacto ambiental de las prácticas embotelladoras de Coca Cola; el Frankenstein de las semillas de Monsanto; las prácticas comerciales desleales de Starbuck en el mercado del café; examinan las condiciones de Apple en las fábricas chinas, y así sucesivamente).

Las protestas relacionadas en las cumbres mundiales del G-8 y el G-20 y en el Foro Económico Mundial de Davos se han convertido en rutina después de la Batalla de Seattle que cerró la reunión de la Organización Mundial del Comercio en 1999. Otras protestas han sido igual de impresionantes en su alcance, como en los casos de los manifestantes indignados y los de Occupy, que han desencadenado debates internacionales sobre la creciente desigualdad y otras depredaciones del 1 por ciento frente al 99 por ciento.

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