A punto de arribar a sus 102 años de vida el próximo 26 de julio de 2010, el Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI) cuenta con una larga y controvertida vida, marcada por numerosos escándalos, burdo espionaje y cuestionables métodos en los que el chantaje, la difamación y las oscuras maquinaciones han arruinado la vida a miles de norteamericanos, convirtiéndose en instrumento de políticas internas y externas de las administraciones norteamericanas de turno. El más acendrado anticomunismo, la frívola y empecinada intolerancia, así como las maquiavélicas conspiraciones de los grupos de poder, han encontrado en el FBI el instrumento propicio para el acoso, la persecución y la eliminación pública de intelectuales, artistas, científicos y personalidades progresistas a lo largo de estos años.
Hoy reverdecen el más burdo macartismo escudándose en la lucha contra el terrorismo, pisoteando a su antojo las libertades civiles y sirviendo de herramienta para consumar las viacrucis de terror implementadas desde las oscuras oficinas de la ultraderecha conservadora, no solo contra las fuerzas progresistas en Estados Unidos, sino también como soporte de su política internacional basada en el injerencismo y sus apetencias imperiales. Cuba, por supuesto, no ha escapado al agresivo avatar del FBI, a su confabulación y protección con los mafiosos anticubanos y, sobre todo, a su involucramiento en campañas de dudosa autoría, que solo buscan el destruir a la Revolución o, al menos, debilitar su imagen a nivel internacional.
Como parte protagónica de las campañas anticubanas, el FBI se ha prestado al hostigamiento a los simpatizantes de la Revolución en Estados Unidos, contra miembros de la emigración cubana favorecedores del diálogo con su país de origen, con los grupos solidarios, así como enfrentando a ciudadanos norteamericanos que participan en el legítimo intercambio cultural y científico entre nuestras dos naciones, lo que ha sido una de sus sistemáticas modalidades. Prueba de ello lo es la reciente denuncia ante el diario Huffington Post, en la que se imputa que el FBI ha interrogado a una decena de ciudadanos acogidos a los referidos programas de intercambio, ejerciendo diversas presiones sobre ellos a tenor con las disposiciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro, así como inusualmente recabando información sobre sus estancias en la Isla. La sospechosa actuación de los feds hace presuponer la existencia de una nueva disposición muy secreta del Departamento de Justicia y un recrudecimiento tras bambalinas de la política de la administración Obama hacia la Isla.
En esta serie de varios artículos podremos al desnudo el papel del FBI como instrumento de los gobiernos norteamericanos durante las últimas décadas, tanto como socavador de las libertades civiles dentro de los propios EE UU, como artífice y participante de la guerra sucia contra Cuba.
UNA LARGA HISTORIA DE ATROPELLOS Y ESCANDALOS
El FBI fue diseñado como el instrumento de investigaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, siendo este departamento, de acuerdo al artículo 28, del Código de los Estados Unidos, en su sección 533, el encargado de supervisar sus operaciones y subordinar a una vasta red de 56 oficinas locales a lo largo de la Unión, otras 400 pequeñas oficinas en pequeños pueblos y ciudades, y otras 50 que funcionan bajo el amparo de sedes diplomáticas en todo el mundo.
Desde que fue creado, a iniciativas del entonces fiscal general Charles Bonaparte, el 26 de julio de 1908, con un reducido grupo de 9 detectives y otros 25 investigadores, el Buró fue creciendo paulatinamente, alcanzando notorios resultados en la lucha contra el crimen organizado, el gansterismo, la venta e importación de bebidas alcohólicas burlando la ley “seca” y otras actividades delictivas. Vinculado a las labores de contraespionaje desde 1917, durante la presidencia de Woodrow Wilson, hizo de esta actividad una de sus labores de alta prioridad. Sin embargo, cuestionado y alabado por unos y otros, el FBI alcanzó un fatídico reconocimiento a partir del 10 de mayo de 1924, cuando pasó a ser dirigido por J. Edgar Hoover.
Hoover convirtió al FBI en un instrumento de persecución política, centrando su especial atención en las fuerzas progresistas y en los comunistas norteamericanos, contando con el espaldarazo del presidente Franklin Delano Roosevelt y la cuestionada Ley Smith de 1940, para llevar a cabo una guerra sin cuartel basada en detracciones, invención de conspiraciones y violación descarada de la constitucionalidad. Para ello, así como cumplir las misiones de búsqueda de espías alemanes, italianos y japoneses, incrementó su plantilla a 13,000 agentes en 1943. Mediante el Servicio Especial de Inteligencia (SIS), creado en 1940, el Buró extendió sus labores de contraespionaje por toda Latinoamérica.
El término de la contienda bélica en 1945, le confirmó al FBI nuevamente su papel de instrumento de persecuciones y abusos, enfocándose principalmente a la asechanza de personalidades progresistas y simpatizantes comunistas, convirtiéndose en un macabro protagonista dentro de la naciente Guerra Fría.
Con una vasta misión, el FBI se encarga a grandes rasgos de la protección de EE UU de ataques terroristas, de operaciones extranjeras de espionaje e inteligencia, de ciber ataques y crímenes de alta tecnología, de combatir la corrupción de los servicios públicos en todos los niveles, de “proteger los derechos civiles”, de combatir a organizaciones y empresas de carácter criminal nacionales y transnacionales, de enfrentar al crimen de cuello blanco, estafas corporativas, fraudes financieros, robo de identidad, etc., así como enfrentar igualmente a los crímenes violentos de conmoción pública, entre otras misiones.
El FBI cuenta actualmente con 30 847 empleados, entre ellos 12.737 agentes especiales, incluyendo a 18 110 profesionales vinculados a áreas de apoyo análisis de inteligencia, especialistas en idiomas, científicos, expertos en tecnología de la información y otras. Dirigido por Robert S. Mueller III desde 10 de agosto de 2001, se apoya en un presupuesto anual de cerca de 6 000 millones de USD. Los permanentes escándalos que han debilitado la imagen del FBI en las últimas décadas, han llevado a Mueller a renovar casi un tercio de los altos cargos, empezando por las secciones especializadas en la lucha contra el terrorismo.
Sin negarle el mérito del enfrentamiento al delito, el FBI se ha visto involucrado en hechos que han puesto en duda su eficacia, tales como los sucesos de Waco y Ruby Ridge, Idaho. En el primer caso, ocurrido en 1973, fueron virtualmente asesinados decenas de niños y mujeres pertenecientes a la secta de los davidianos. En el segundo caso, fue asesinada una mujer con un niño de meses pertenecientes a la familia Weaver.
La cacería de brujas protagonizada por el FBI en los años posteriores a la culminación de la Segunda Guerra Mundial y la exacerbación de la histeria anticomunista, provocaron hechos cuestionables como la captura y posterior asesinato judicial de los esposos Julius y Ethel Rosemberg. Cerca de 108 supuestos espías al servicio de la URSS, entre los que se encontraban asimismo Judith Coplon y Klaus Fusch, así como decenas de personalidades progresistas, fueron las víctimas de montajes, falsas acusaciones y juicios cuestionables.
Otro asunto sucio del FBI lo relacionó con Jack Ruby, nacido como Jacob Rubinstein, gerente de un cabaret y amigo de mafiosos como los hermanos Campisi y Carlos Marcello, así como de contrarrevolucionarios de origen cubano, quien edificara una juventud desordenada en reformatorios y clínicas mentales, y fuera el asesino del Lee Harvey Oswald, a su vez acusado del magnicidio cometido el 22 de noviembre de 1963 contra el presidente norteamericano John F. Kennedy, en Dallas, Texas.
Su alianza con el FBI tuvo sus orígenes cuando sirvió directamente a Hoover como delator de oficio, levantando falsas acusaciones contra diversos ciudadanos durante la cacería de brujas implantada por el senador McCarthy, durante los años 40 y 50 del siglo pasado. Sospechosamente, Jack Ruby apareció también dentro del equipo del entonces congresista Richard Nixon.
Quien asesinara a Lee Harvey Oswald el 24 de noviembre de 1963 ante las cámaras de televisión, en un montado show mediático, falleció en prisión en 1967 víctima de cáncer. Sus vínculos con el FBI hacen que no se excluya un conocimiento previo por parte del Buró de los planes magnicidas contra Kennedy y que sus jefes no levantaran un dedo para evitarlo.
Durante la presidencia de Richard Nixon, el 18 de noviembre de 1975, tuvo lugar el sonado caso Watergate, en que se puso en duda el papel del FBI durante el proceso investigativo por parte de las Audiencias llevadas a cabo por el senador Frank Church. En las mismas sobresalió la ineficacia de los feds para esclarecer el asesinato de Martin Luther King Jr. Igualmente, llamó poderosamente la atención el hecho de que, entre los cinco hombres vinculados a la CIA y capturados en la sede del Comité Demócrata Nacional, Virgilio González, Bernard Baker, James W. McCord, Jr., Eugenio Rolando Martínez y Frank Sturgis, se encontraba McCord, quien entonces era el Director de seguridad del comité para la reelección de Nixon y agente del FBI. Nixon dimitió el 8 de agosto de 1974.
En el caso particular del asesinato de Martin Luther King, ocurrido el 4 de abril de 1968, mientras se encontraba acompañado por Jesse Jackson y Ralph Abernathy, se capturó a James Earl Ray como autor del disparo mortal, aunque quedan serias dudas sobre la forma en que se condujo la investigación por el FBI. El propio Ray, quien recibió una condena de cadena perpetua por el hecho, mantuvo posteriormente su inocencia hasta su muerte en 1998.
La aceptación en diciembre de 1999 por parte de un jurado civil de los Estados Unidos de la existencia de una conspiración para asesinar a Luther King, puso en crisis la teoría del FBI sobre la existencia de un solo asesino: James Earl Ray.
Otros escándalos y pifias cometidas por el FBI han puesto en duda la aureola inicial de eficacia del mismo, como fue la detención errónea de una persona en el caso de la bomba durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, el espionaje realizado por uno de sus altos directivos a favor de la URSS y su incapacidad de prevenir los atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono. Asimismo, un escándalo involucraría nuevamente al FBI, el 19 de julio de 2001, cuando éste se vio obligado a reconocer públicamente la pérdida de 446 armas y 184 computadoras portátiles, algunas de las cuales contenían información sumamente confidencial.
La ineficacia del FBI ha estado también puesta en tela de juicio a raíz del descubrimiento de que uno de sus altos oficiales, Robert Hanssen, espió para la URSS durante 15 años, así como la incapacidad del Buró de jugar limpio con los abogados de la defensa de Timothy McVeigh, el autor de los atentados de Oklahoma City, al ocultarle millares de páginas de documentos necesarios para su defensa.
El FBI se ha involucrado en sucios escándalos de hostigamiento a personalidades famosas, basados en chismografía inocua y dudosas fuentes, lo que lo ha convertido en un controvertido aliado de culebrones y de la prensa del corazón, tal como ocurrió el 14 de diciembre de 2006, cuando se dio a conocer que había espiado sistemáticamente a John Lennon, tildándolo de amenaza para la seguridad nacional norteamericana dadas sus ideas progresistas y su lucha a favor de la paz.
Pero no fue solo Lennon el espiado por el FBI. A lo largo de los años el Buró ha abierto expediente tras expediente a centenares de figuras públicas entre los que se han destacado los Beach Boys, Frank Sinatra, Albert Einstein, Bette Davis, Walt Disney, Robert Blake, Andy Warhol, Wladziu Valentino Liberace, Groucho Marx, Louis Armstrong, Efrem Zimbalist, Lucille Ball y Desi Arnaz, entre otros. Hoy por hoy, se estima que el FBI dispone de caso 6 millones de expedientes de investigación sobre diversas personas.
Otros escándalos han sacudido al FBI en los últimos tiempos, tal como el que tuvo lugar el pasado 16 de enero de 2010, ocasión en que el laboratorio del Buró realizó un retrato robot de Osama bin Laden, basándose en una imagen electoral de Gaspar Llamazares, ex líder y actual diputado de Izquierda Unida.
El espionaje descarado por parte del FBI ha sido recientemente también puesto en tela de juicio el pasado 17 de marzo de 2010, cuando se comprobó que el mismo emplea ilegalmente las redes sociales como Facebook, MySpace y Twitter, para llevar a cabo sus investigaciones, acudiendo a la creación de perfiles apócrifos para obtener información de ciudadanos comunes.
No hace mucho se comprobó la ineficacia del FBI al descartar la peligrosidad del comandante Nidal Malik Hasan y desestimar la apertura de una investigación sobre el mismo, quien efectuó una matanza de trece militares en las instalaciones de Fort Hood, Texas, el 11 de diciembre de 2009.
El FBI se ha dejado usar como una cuestionable punta de lanza en la lucha contra el terrorismo, tal como denunció la World Socialist Web el 18 de agosto del 2004, basándose en actividades de chantaje, intimidación, burdo espionaje y otros sucios métodos contra opositores a las administraciones de turno. Tal fue el caso de las presiones ejercidas por miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta Contra el Terrorismo (JTTF) del FBI, durante la realización de las convenciones Nacional Demócrata en Boston y del Partido Republicano, en Nueva York, realizadas en ese año.
Tal ha sido el desprestigio del FBI en los últimos tiempos que hace apenas unos meses, el pasado 1 de julio de 2009, el presidente Obama anunció su interés por incrementar las nóminas del FBI en 2.100 profesionales y de 850 agentes especiales más. Para su sorpresa, el Buró volvió a mostrar su ineficacia, lo que fue duramente criticado por el actual ocupante de la Casa Blanca el 5 de enero de 2010, al recriminarle al Buró no detectar que el nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab, abordara un avión comercial de la compañía Northwest Airlines, con casi 300 personas a bordo, procedente de Ámsterdam y con destino a Detroit, con explosivos y amenazara con volarlo en pleno vuelo.
Obama fue cáustico en su reprimenda: "El gobierno estadounidense tenía suficiente información para desbaratar el complot y quizá para evitar el ataque el día de Navidad, pero nuestros servicios de inteligencia no lograron reunir las piezas, lo que habría puesto al sospechoso en la lista de personas que no pueden volar”.
El propio Obama, si no se dejara engañar por sus agencias anti terroristas, hubiera podido comprobar que la "The United and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism" (Ley USAPATRIOT), emitida el 26 de octubre de 2001, en lugar de proteger al país no hace otra cosa que vulnerar las libertades civiles por las incongruencias de su aplicación.
El FBI se cubrió, empero, de una triste y repudiable fama con el asesinato del líder independentista boricua Filiberto Ojeda, ocurrido el 23 de septiembre de 2005, propiciado por casi un centenar de agentes del FBI en el municipio de Hormigueros, al oeste de la isla borinqueña. El vasto despliegue armado propició que Filiberto fuera herido y, posteriormente, privado de atención sanitaria hasta que falleció a causa de las heridas. El detestable crimen fue repudiado por todo el pueblo portorriqueño y aún se reclama justicia por ello, pues se sabe que el FBI no iba con intenciones de capturarlo, sino de propiciar su asesinato.
Un nuevo escándalo ronda por estos días al FBI cuando se dio a conocer el pasado 19 de enero de 2010, que el Buró violó la legislación norteamericana al recolectar aproximadamente 2,000 registros telefónicos en el territorio nacional, bajo el mandato de George W. Bush. Según The Washington Post el FBI se apoyó en leyes antiterroristas inexistentes y presionó a los directivos de empresas telefónicas para que les entregaran la información, de forma tal que accedieron ilegítimamente a dichos registros telefónicos entre 2002 y 2006, en franca violación de la Ley de Privacidad en Comunicaciones Electrónicas.
LOS ACTUALES PROBLEMAS DEL FBI.
El recrudecimiento de la actividad de grupos extremistas y de ideología ultra reaccionaria, mantiene en jaque por estos días al FBI, luego de que fueran arrestados varios miembros de Hutaree, uno de los casi más de 1 750 grupos de ideología reaccionaria y extremista asentados en el país, fundamentalmente pro nazis, anti inmigrantes y antigubernamentales, que cuentan con cerca de 30 mil miembros activos y aproximadamente 250 mil simpatizantes. El propio Hutaree planeaba un atentado en Ohio, durante un posible funeral de un policía que previamente sería asesinado por ellos.
Uno de los factores que propicia la existencia de estos grupos y su clara peligrosidad, resulta la facilidad con la que sus integrantes pueden acceder a cantidades ilimitadas de armamento. No es desconocido que, apenas entre noviembre del 2008 y enero de 2009, por citar un ejemplo, se vendieron en EE UU más de 3 millones y medio de armas de todo tipo sin restricción alguna por parte del FBI y otras agencias federales. Solo en el 2008 la cifra de armas adquiridas por los ciudadanos norteamericanos ascendió a 13 millones.
Lo absurdo del problema actual del crecimiento de la violencia en el país es que, mientras estos hechos ocurren, el FBI destina a varios de sus agentes a la protección del famoso Tiger Woods en el torneo de golf de Augusta, en Georgia.
Por si fueran pocos los problemas actuales que involucran al FBI, un grupo de importantes firmas han arremetido contra el Buró y otras agencias del gobierno por lo que consideran un exagerado acceso de estas instituciones a datos privados de las personas en la Internet. Tanto Google, eBay, Microsoft, Intel, AT&T, como otras compañías, buscan la actualización de la obsoleta Ley de Privacidad de Comunicaciones Electrónicas (ECPA) de 1986, mediante una coalición conocida como Digital Due Process (Debido Proceso Digital), solicitando la protección de los datos on line de sus usuarios. De esta manera, solo estarán obligadas a ofrecer información privada de sus clientes a partir de una orden judicial que presuponga una causa probable. Esta demanda evitaría la actual impunidad con la que el FBI y otras agencias acceden actualmente a los datos on line de los ciudadanos en franca violación de la ley.
El ataque solapado a las redes sociales como Facebook, Twitter, MySpace, LinkedIn y otras similares por parte del FBI y otras agencias gubernamentales, se basan en normas que son de desconocimiento público y que son establecidas internamente sin basamento jurídico.
Por otra parte, tanto el FBI como otras agencias, se encuentran abocadas al establecimiento de nuevas medidas de seguridad para los vuelos internacionales, anunciadas hace tres días por la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, basadas en un supuesto perfil de los viajeros. Al respecto, Napolitano declaró: “Estas nuevas medidas utilizan en tiempo real información de inteligencia basada en amenazas junto con otros múltiples y aleatorios controles de seguridad, algunos de los cuales son visibles y otros no para el pasajero, para prevenir de manera más eficaz amenazas terroristas”.
Las nuevas medidas, a diferencia de las existentes hace unos meses, buscan flexibilizar los controles a la entrada a EE UU, dándole un rol prioritario a la información de inteligencia recopilada con anterioridad más que a patrones como perfiles físicos y nacionalidad de los viajeros. Recuérdese que los viajeros procedentes de Cuba, así como de otros países como Irán, Sudán y Siria, Afganistán, Argelia, Irak, Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Somalia y Yemen, eran sometidos a férreos controles como el escaneo corporal, registros y revisión pormenorizada del equipaje. Las nuevas medidas mantienen estos procedimientos, así como las controvertidas listas negras, pero se apoyará más en ciertos patrones obtenidos por la actividad de inteligencia tan controvertidos como la raza o la religión.
Otro de los actuales problemas que enfrenta el FBI es una carta amenazante recibida por cerca de 30 gobernadores norteamericanos por parte de un grupo extremista auto titulado Guardians of the Free Republics, en la que les otorgan tres días para que renuncien a sus cargos.
Por último, el FBI se ha visto envuelto en una oscura trama de espionaje hace unos días cuando, de acuerdo con el diario argelino Ennahar, un posible miembro del Mossad fue capturado en Argelia usando una falsa identidad, la del ciudadano español Alberto Vagilo. Este agente sionista trató de infiltrar en el país árabe a supuestos grupos terroristas, haciéndose pasar como Abu Ammar, un palestino de 48 años, natural de Al Quds. Lo sugestivo del caso es que el propio vice jefe del FBI, John Pistole, viajó el 25 de marzo a Argel para buscar la liberación del espía del Mossad. ¿Interesante, no?
A MODO DE CONCLUSION PRELIMINAR.
Mientras todo esto ocurre, centenares de individuos con amplio historial terrorista se pasean impunemente por las calles de ciudades como New Jersey, Nueva York y Miami, al amparo del FBI, cuyos jefes ignoran su pasado e, incluso, comparten con ellos momentos de placer como lo hicieron reiteradamente Héctor Pesquera y Jonathan I. Salomón, ex oficiales a cargo del FBI en Miami. Por su parte, el actual jefe del Buró en Miami, John Gillies, parece también ignorar que su ciudad es un turbio habitáculo de extremistas y terroristas, dedicando a sus 460 agentes desplegados desde Fort Pierce hasta Cayo Hueso en tareas anti corrupción y otros delitos.
Las confabulaciones entre los jefes del FBI con los grupos de poder en Miami, representados en las organizaciones mafiosas anti cubanas, vinculadas hasta los tuétanos a actividades terroristas, al tráfico de personas y al narcotráfico, son parte del modus vivendi establecido durante décadas en esa pequeña y soleada república bananera. En otros casos, la experiencia acumulada en largos años de práctica en el Buró, parece servirles de poco a la hora de detectar terroristas. El propio Salomon se hizo de la vista gorda ante gente como Posada Carriles, Santiago Álvarez y compañía. Sí son duchos, empero, en tratar de capturar a supuestos espías de Castro, aupando una histérica campaña contra un supuesto espionaje cubano en La Florida, mediante los más virulentos shows mediáticos.
Pero el dudoso contubernio del FBI con los mafiosos de Miami ha llegado a extremos impensables. Desde que el agente George Kyszinski entregara a Oliver North y a Posada Carriles, el 24 de marzo de 1986, un documento interno del Buró sobre la actividad de los contras en relación con el tráfico de drogas y contrabando de armas en Ilopango, hasta la sospechosa y burda destrucción en agosto de 2003 de las evidencias que implicaban a Posada Carriles en actos terroristas, nada menos que en los propios archivos del FBI en Miami y por parte de Ed Pesquera, otro agente del Buró, cualquier cosa es posible.
En los próximos artículos saldrán a la luz las verdades ocultas sobre el rol del FBI en las campañas anticubanas y su abierta complicidad con los grupos terroristas radicados en Miami, llegando al extremo de tender dudosas cortinas de humo sobre los abominables crímenes cometidos por estos.
LUIS POSADA CARRILES, ETERNO PROTEGIDO DEL FBI (III)
Luego de la oleada terrorista de 1997 contra instalaciones hoteleras cubanas y su fracaso en cuanto a la desestimulación de la actividad turística, Posada Carriles estuvo realmente ocupado en los primeros meses de 1998, con la preparación de otro atentado contra Fidel Castro, durante la esperada visita de éste a República Dominicana, en ocasión de la Cumbre de Jefes de Estados Asociados del Caribe, a celebrarse meses después, entre los días 20 y 25 de agosto de ese año.
Luego de viajar e Estados Unidos el 10 de abril de 1998, presumiblemente para encontrarse con altos dirigentes de la FNCA, entre los que se entrevistó con Alberto Hernández y Francisco José Hernández Calvo, convocó a una importante reunión en el Hotel Holliday Inn, de Ciudad Guatemala, en la que participaron, entre otros, los contrarrevolucionarios de origen cubano Enrique Bassas, Ramón Font y Luis Orlando Rodríguez. La que se celebró entre los días 19 y 21 de julio de 1998. La reunión preparada en el Holliday Inn tenía el propósito de ultimar detalles y de recibir las instrucciones provenientes de sus jefes de la FNCA.
El plan inicial estipulaba realizar el atentado contra el jefe de estado cubano empleando dos lanzacohetes tierra aire o mediante la colocación de cargas explosivas durante su recorrido por Santo Domingo o en algún lugar al que éste asistiera. Mientras tanto, otros terroristas de origen cubano ensayaban distintos potenciales atentados en Miami y Santo Domingo como planes alternativos.
Los pasos previos a esta operación, y con fines logísticos, los había realizado Posada Carriles desde hacía cuatro meses. Para cumplir este objetivo, el terrorista ingresó a Nicaragua por el Aeropuerto Internacional “Augusto César Sandino” el 26 de marzo de 1998, con falsa identidad a nombre de Franco Rodríguez Mena avalada con el pasaporte salvadoreño Nro. 143258, empleado por él en varias oportunidades y que usaría en noviembre del año 2000 durante el fallido atentado contra Fidel en Panamá. En Nicaragua, específicamente en Estelí, contactó con un grupo de sus socios contrarrevolucionarios cubanos, miembros de su extendida célula, a los que encargó adquirir una cierta cantidad de explosivo plástico C-4 y dos lanzacohetes portátiles. El dinero para realizar esta operación, 10 000 dólares, había sido desembolsado por la FNCA a través de del ya fallecido Arnaldo Monzón Plasencia, directivo de la misma y radicado indistintamente en Miami y Nueva Jersey. La adquisición de estos medios de guerra, lo hicieron retornar nuevamente a Nicaragua el 7 de mayo siguiente, esta vez por vía terrestre, ingresando a la misma por el Paso de Las Manos, desde Honduras.
Paralelamente a esta conspiración magnicida, Roberto Martín Pérez, otro directivo de la FNCA, realizó varios viajes a República Dominicana para preparar un plan alternativo de atentado contra Fidel, contando con el apoyo en esa nación de los contrarrevolucionarios Frank Castro y Ramón Ignacio Orozco Crespo. Este último individuo pertenece al PUND y se ha afiliado con los terroristas Sergio González Rosquete, Frank Sturgis, Darío López, Higinio Díaz y Enrique J. Rabade. Las oficinas de este grupo terrorista radicaban en el 215 W 17th. Avenue y contaban con un campo de entrenamiento en Facahatchee Park, en Miami.
Al mismo tiempo, el contrarrevolucionario de origen cubano Rufino Álvarez Oquendo, jefe del auto titulado Ejército de Resistencia Interna, muy amigo de Martín Pérez y de Horacio Salvador García Cordero, en ese entonces miembros de la Junta de Directores de la FNCA, se encontraba preparando otro plan alternativo de atentado contra Fidel Castro cuando éste visitara Santo Domingo en el próximo agosto.
Los conspiradores del Hyatt Regency eran terroristas de amplio historial. Por ejemplo, Enrique Bassas, se dedicó a financiar varios planes terroristas de la FNCA, dada su holgada posición económica como dueño de varias clínicas y de Bassas Cargo Internacional, compañía naviera usada con fines oscuros en repetidas ocasiones y vigilada por los Feds, sin que su dueño fuera detenido ni molestado por el Buró de Miami. En 1994, algunos años antes, fue Bassas presumiblemente el encargado de facilitar a Posada Carriles algunos de los medios explosivos que el mismo me entregó para volar el famoso cabaret habanero “Tropicana”. Por su parte, Ramón Font, vinculado a Comandos L, sirvió a la CIA desde los años sesenta. En marzo de 1961 participó junto a Tony Cuesta, Ángel Puxes, Antonio Quesada y Mario Álvarez en el ataque contra el buque soviético “Bakú”, fondeado en ese entonces en Caibarién, antigua provincia de Las Villas, en Cuba. Unos años después, en 1964, participó en unión de los terroristas Plinio Manduley, Francisco Cid Crespo y otros, en el ataque contra el faro de Bahía de Cádiz. Por último, Luis Orlando Rodríguez, encargado de sufragar los gastos de los asistentes al encuentro en el Holliday Inn, fue miembro de la escolta de Fulgencio Batista en el Campamento de Columbia y escapó de la justicia revolucionaria en marzo de 1960, integrando el Frente Democrático Revolucionario, una organización terrorista fruto de la CIA. Fue miembro de la humillada Brigada 2605 como Jefe de la 2da Compañía del Batallón. Capturado y luego cambiado por compotas, fue entrenado en Fort Benning. A partir de allí se involucró con las fuerzas armadas norteamericanas en diversas aventuras como la guerra en Vietnam. Por último, fue enviado a El Salvador como asesor en 1985, ocasión en que se reencontró nuevamente con Posada Carriles y Félix Rodríguez Mendigutía en las actividades de Ilopango.
Mientras se encontraba envuelto en la tarea de realizar los planes de atentado contra Fidel Castro en República Dominicana, Luis Posada Carriles concedió una entrevista a dos periodistas del New York Times, Ann Louise Bardach y Larry Rohter, el 13 de julio de 1998, a los que impuso con desfachatez su participación en las actividades terroristas contra Cuba en las últimas décadas. Sin recato alguno, Posada Carriles narró a sus entrevistadores sus inicios como asalariado de la CIA en 1960, así como facetas de su largo historial como terrorista. No omitió un solo detalle de su fuga en Venezuela cuando purgaba una condena por su participación en el atentado a un avión comercial cubano en pleno vuelo, involucrando en sus confesiones a la propia FNCA. Su ego lo traicionó: los articulistas del New York Times escucharon con estupor sobre su involucramiento en los atentados terroristas contra hoteles, discotecas y restaurantes de Ciudad de la Habana y Varadero, hechos que provocaron la muerte al turista italiano Fabio Di Celmo, varios heridos y cuantiosos daños materiales. El reclutamiento de mercenarios centroamericanos por parte de Posada Carriles para ejecutar tales acciones, respondió, según él, a un plan organizado y financiado desde Miami, por parte de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), la que lo financió con 200 000 dólares, recibidos de parte de Jorge Mas Canosa, el extinto Chairman de la FNCA.
Ante los dos artículos del New York Times, la FNCA reaccionó como fiera acorralada. Incrédulos y sorprendidos por la noticia, los altos directivos de la FNCA se pusieron en guardia y reaccionaron de manera descompuesta. Tenían bien claro que Posada, como siempre lo hacía, soltaba la lengua fácilmente en busca de reconocimientos, tal como lo había hecho en Ilopango más de diez años atrás.
“La idea de que algún miembro de la Fundación ha estado, está o estará involucrado en actos de violencia contra el régimen de Castro es una mentira, pura y llana” , declaró el presidente de la FNCA, Alberto Hernández en forma airada. Y como para no dejar lugar a las dudas, agregó en la conferencia de prensa convocada por él el 15 de julio de 1998: “Esto nos es periodismo. Esto es una guerra política”.
Por su parte, Jorge Mas Santos, hijo del fundador de la FNCA, declaró con visible ira y turbación: “Estos artículos son ofensivos y difamatorios”.
Luego de recibir la primera estocada y rebasar la sorpresa, la FNCA intentó pasar a la contraofensiva, anunciando que demandaría al New York Times por difamación. Para ellos, según su apreciación, no había un solo cabo suelto que pudiera colocarlos en una situación desventajosa frente al rotativo neoyorquino. Se olvidaban, por supuesto que yo había sido testigo y participante de estos planes de atentado contra instalaciones turísticas cubanas y había recibido de parte de altos directivos de la FNCA el dinero y las orientaciones para ejecutarlos. Se olvidaban también que “Pepe” Hernández, su presidente, y dos de sus directores, Arnaldo Monzón Plasencia y Horacio Salvador García Cordero, estaban involucrados directamente en la planificación, financiamiento y organización de los mismos. Se olvidaban, por último, que fueron ellos los que me pusieron en contacto con Luis Posada Carriles para que éste me entrenara y abasteciera con los explosivos a detonar en el famoso cabaret “Tropicana”.
El nuevo milenio sorprendió a Posada Carriles y a sus socios de la FNCA tramando nuevos planes de terrorismo contra la Revolución Cubana, como si no bastaran para ellos el tiempo y el cansancio para desistir de su obcecada beligerancia.
Posada Carriles entró ilegalmente a los Estados Unidos el 26 de abril del 2000, procedente de Centroamérica, haciendo uso de un pasaporte falso salvadoreño a nombre de Franco Rodríguez Mena. El propósito de su visita era, sin lugar a dudas, organizar y coordinar un futuro atentado contra Fidel Castro en noviembre de ese año cuando éste visitara Panamá. Allí se reunió con sus viejos compinches residentes en Miami con vistas a recabar fondos para la operación y organizar el team terrorista que lo ejecutaría. Fue recibido particularmente por Alberto Hernández y Francisco José Hernández Calvo, quienes se encargarían de financiar la operación. Dentro de este plan contaba, desde luego, con la infraestructura terrorista que había creado en Centroamérica durante largos años.
El 3 de noviembre del 2000 Posada Carriles arribó a Panamá procedente de Costa Rica. En esta oportunidad volvió a emplear el mismo pasaporte salvadoreño A-143258 a nombre de Franco Rodríguez Mena, usado para su viaje a EE UU unos meses antes y que empleó también en agosto de ese año para desplazarse por la región. Una vez en Ciudad Panamá, se hospedó en la habitación 215 del Aparta hotel Las Vegas, donde contactó con uno de los miembros de la célula centroamericana, el cubano César Matamoros. Con el mismo analizó las cuestiones logísticas para la futura y tenebrosa operación de asesinar al mandatario cubano Fidel Castro Ruz.
Como una medida de lógica precaución y haciendo gala de su experiencia operativa, Posada Carriles se cambió al Coral Suites el día 8 de noviembre, comunicando previamente su intención a César Matamoros. De esta forma trataba de escabullirse de cualquier posible seguimiento de las autoridades panameñas o de otras personas. Un día después, el 9 de noviembre, arribó a Panamá por el Aeropuerto Internacional de Tocumen otro de los miembros de la célula terrorista centroamericana de Posada, el salvadoreño de origen cubano Raúl Hamouzova, quien integraría el comando magnicida. Tanto el recién llegado, como su cómplice, alquilaron un Mitsubishi Lancer de color rojo y con matrícula 223 251, en la agencia “Dollar-Rent-A-Car”, que les serviría para sus desplazamientos por la ciudad y que sería manejado por un empleado de Matamoros nombrado José Manuel Hurtado.
Posada dedicó los próximos días para preparar y organizar el futuro operativo terrorista sobre el terreno, chequeándose y contra chequeándose sistemáticamente. Dentro de los planes alternativos de fuga previó el apoyo de otro contrarrevolucionario, José Valladares, conocido como “Pepe, el Cubano”, a quien visitó en su hacienda en Chiriquí el 14 de noviembre. La ubicación de esta hacienda nombrada Jacu, en la zona fronteriza con Costa Rica, cerca del Puerto de Paso Canoa, punto fronterizo por donde él entró a Panamá apenas unos días antes, la hacía favorable como punto de recepción de los otros implicados. Allí esperó una noche el arribo de Guillermo Novo Sampoll, el que arribó un día después.
El 16 de noviembre ambos esperaron el arribo de Pedro Crispín Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, quienes entraron a Panamá por el mismo Puerto fronterizo de Paso Canoa. Con total impunidad y con la posible ayuda de funcionarios aduanales lograron introducir dentro del equipaje la cantidad de 33,4 kilogramos de explosivos de nueva generación, así como los medios detonantes necesarios. Otra versión plausible es que los explosivos entraron a Panamá por uno de los senderos secretos fronterizos dedicados al frecuente contrabando en la zona y que Pedro Crispín Remón los recogió al adentrarse en la espesura aledaña a la frontera. No cabe duda que, de ser cierta esta versión, fueron previamente colocados allí por cómplices de su célula centroamericana residentes en Costa Rica. Lo sorprendente de este paso por la frontera es que si bien Guillermo Novo y Pedro Remón utilizaron pasaportes norteamericanos legales con números 043788076 y 084987631, respectivamente, Gaspar Jiménez Escobedo empleó un pasaporte falso de la misma nacionalidad a nombre de Manuel Díaz y con número 044172940. Nadie se percató ni de los explosivos ni del pasaporte falso empleado por Jiménez Escobedo.
Una vez reunidos todos en la hacienda Jacu discutieron el plan operativo para el atentado y analizaron las orientaciones provenientes de sus socios de Miami. Posteriormente, ese mismo día, todos se desplazaron hacia Ciudad Panamá. Posada Carriles, Guillermo Novo y Pedro Crispín Remón lo hicieron en una avioneta alquilada previamente por su socio Valladares, mientras Gaspar Jiménez Escobedo lo hizo por tierra, en el Mitsubishi Lancer manejado por José Manuel Hurtado, haciéndose acompañar por la poderosa carga explosiva.
Ya en Ciudad Panamá, todos se hospedaron en el Coral Suites: Posada y Remón en la habitación 310, mientras Jiménez Escobedo y Novo Sampoll lo hacían en la 509. Indudablemente fue un error operativo el concentrarse todos en el mismo hotel, lo que permitió su fácil y posterior captura. Posiblemente fue un exceso de confianza del tradicionalmente desconfiado Luis Posada Carriles.
Una medida lógica fue tratar de deshacerse del Mitsubishi Lancer que emplearon en los días iníciales, por lo que rentan dos autos diferentes: un Mitsubishi Lancer de color negro y otro Mitsubishi modelo Galant. Novo y Gaspar Jiménez se movieron en el primero, empleando a Hurtado como chofer, mientras Posada Carriles y Remón usaron el Galant para desplazarse por la ciudad. En el Mitsubishi negro se dedicaron Novo Sampoll y Gaspar Jiménez a realizar los primeros estudios operativos con vistas a seleccionar el lugar del futuro atentado contra Fidel Castro. Recorrieron inicialmente las áreas aledañas al Ceasar Park, hotel en que se llevarían a cabo las sesiones de la Décima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, comprobando la existencia de severas medidas de seguridad, lo que les hizo descartar este sitio. Posteriormente se dirigieron a la Universidad y se acercaron al Paraninfo, lugar en que se reuniría Fidel Castro con más de un millar de estudiantes universitarios. En horas de la noche del 17 de noviembre ya estaba claro que el lugar idóneo para el magnicidio sería el Paraninfo de la Universidad de Panamá, sin importarles poner en riesgo la vida de numerosas personas inocentes. Novo y Gaspar Jiménez Escobedo emplearon a José Hurtado para que realizara un estudio “in situ” dentro de las áreas de la Universidad de Panamá.
Mientras los terroristas daban punto final a la organización de su criminal operativo, Hurtado llevaba el Mitsubishi rojo a un punto de fregado, ya que sería entregado al día siguiente, 18 de noviembre. Al revisar el auto, José Hurtado se percató del inexplicable olvido por parte de Luis Posada Carriles de la maleta negra portadora de los explosivos. Al llamar a su jefe, César Matamoros, éste le indicó que la devolviera a sus dueños. Todavía hoy sorprende este “olvido” del material explosivo por parte de los operativos contrarrevolucionarios, los que contaban con amplia experiencia en operaciones encubiertas dada su larga actividad como expertos de la CIA.
Los acontecimientos se sucedieron de manera precipitada una vez que el Comandante en Jefe Fidel Castro denunció en una conferencia de prensa los planes de magnicidio que involucraban a Posada Carriles y sus cómplices. Todos los complicados en el fallido atentado fueron capturados sobre las 4 de la tarde del 17 de noviembre en el Coral Suites y sus áreas aledañas, viéndose Hurtado imposibilitado de devolverles la maleta con los explosivos. Ante este imprevisto escondió la maleta con los explosivos en un terreno baldío cercano al aeropuerto de Tocumen.
La detención de Posada Carriles y sus cómplices por parte de efectivos de la Dirección de Seguridad de la Policía Técnico Judicial, dirigidos por Roger Díaz Quintero, dio paso a los interrogatorios preliminares en que los detenidos negaron su vínculo con el Mitsubishi Lancer en que Hurtado logró fugarse inicialmente.
El día 19 de noviembre, una vez capturado Hurtado, éste indicó a la Policía Técnico Judicial el lugar en que se encontraban ocultos los explosivos. Al abrirla se comprobó su peligroso contenido. A los 33,44 kilos de explosivo plástico le acompañaban todos los medios iniciadores y de control remoto requeridos para asegurar la detonación. De la misma manera, las indagaciones periciales corroboraron la presencia de muestras y trazos humanos dentro del contenido. La negación inicial de los complotados a ser sometidos a la indagación judicial, establecida para los primeros días de diciembre del año 2000, despertó profundas sospechas en los investigadores.
Por su parte, Raúl Hamouzova consiguió evadir a la justicia panameña, mientras César Matamoros logró evadir la prisión mediante diversos vericuetos legales.
Otro de los implicados, José Valladares Acosta, falleció en su hacienda Jacu el 7 de octubre de 2003 mientras se encontraba bajo arresto domiciliario y en espera de la realización del juicio a sus cómplices. Era, sin lugar a dudas, uno de los miembros de la célula terrorista centroamericana, confabulado en la preparación y aseguramientos de acciones violentas, así como uno de los miembros de las actividades de narcotráfico en la región, en unión de su socio Orestes Cosío, deportado a EE UU por actividades de narcotráfico.
Durante la celebración del juicio a los cuatro terroristas en la sede del Tribunal Marítimo en Ciudad Panamá, llamó la atención la presencia de un sinnúmero de contrarrevolucionarios de origen cubano entre los que se destacaron Francisco Pimentel, Osiel González Rodríguez, Pedro Gómez, Ernesto Abreu y Alicia del Busto.
Los terroristas juzgados en Panamá recibieron condenas irrisorias entre 8 y 7 años de prisión en el 2004, sin tenerse en cuenta los crímenes cometidos por ellos y que algunos, como Posada Carriles y Gaspar Jiménez Escobedo, se encontraban prófugos de la justicia venezolana y mejicana respectivamente.
Sin tener en cuenta todos estos antecedentes criminales de los implicados en el frustrado magnicidio de Panamá, estos fueron condenados, irrisoriamente, de la siguiente manera: Luis Posada Carriles y Gaspar Jiménez Escobedo: 8 años de prisión; Pedro Crispín Remón, Guillermo Novo Sampoll y César Matamoros: 7 años de prisión; y José Manuel Hurtado: cuatro años de prisión.
La decisión del juez panameño Ho Justitiani, ignoró los delitos de asociación para delinquir y posesión de explosivos, ampliamente comprobados en el proceso judicial. Bueno es aclarar, que dicho juez y otros miembros del tribunal recibieron serias presiones y amenazas durante la celebración del proceso penal contra estos terroristas.
Mientras los cuatro frustrados magnicidas purgaban prisión en Panamá, gozando de innumerables privilegios, el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió el 29 de abril de 2004, un documento titulado “Perspectiva general del Hemisferio Occidental”, en el que se evaluó la actividad terrorista durante el año 2003. Aunque en el mismo se ignoró la actividad terrorista de los grupos anticubanos, incluyendo a los detenidos en el país istmeño, los EE UU plantearon: “La amenaza del terrorismo en el Hemisferio Occidental siguió siendo baja en 2003, en comparación con otras regiones del mundo. Aun así, la región no está de ningún modo exenta de ser explotada por grupos que la utilizarían para procurar refugio, financiamiento, documentos de viaje ilegales o acceso a Estados Unidos por rutas, establecidas desde hace tiempo, para el contrabando de narcóticos y de migrantes indocumentados.”
EL FBI EN PANAMA: ¿CEGUERA O COMPLICIDAD?
La total impunidad con la que se movió Posada Carriles en Centroamérica es una prueba de la confabulación de los Oficiales del FBI acreditados en la embajadas norteamericanas como attaches jurídicos (Legats), con su avatar terrorista, incluso cuando los federales incrementaron en esa zona los cursos denominados "Panorámicas y técnicas de investigación", impartidos a jueces y a otros estamentos policiales. De la misma manera, el caso omiso del Buró al terrorismo contra Cuba se puso de manifiesto de que la representación del Buró en Panamá no estuvo al tanto de los planes magnicidas contra Fidel durante la realización de la X Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado en el país del Istmo. La ineficacia o deliberado silencio de la Oficina del FBI en Panamá ante el plan terrorista y la falta de contacto con la Interpol, la CIA y otras agencias federales norteamericanas, tiende a levantar serias sospechas sobre su conocimiento o no de este plan.
Con independencia de existir varios antecedentes de hechos terroristas en Panamá, tales como el atentado contra la embajada de Panamá en Caracas el 1 de octubre de 1974; la destrucción el 11 de julio de 1976 de las oficinas de “Air Panamá,” en Bogotá, Colombia, por hombres al mando de Orlando Bosch; así como el atentado contra las oficinas de “Cubana de Aviación” en Ciudad Panamá, el 18 de agosto de 1976; el plan de atentado contra Fidel si éste asistía a los funerales del mandatario panameño Omar Torrijos, luego que falleciera en un hecho no dilucidado cuando su helicóptero se precipitó a tierra el 31 de julio de 1981, organizado por Huber Matos; la preparación en Panamá de una célula del CID con fines terroristas en 1982; plan de atentado contra el Ministro del MININT cubano durante una posible visita de éste a Panamá en 1989, organizado por Gaspar Jiménez Escobedo y que incluía la participación de un comando terrorista, el cual fue capturado por la policía panameña; la presencia en Panamá desde 1994 de Raymond Molina, de amplio pasado terrorista y prófugo de la justicia norteamericana por el delito de fraude electoral; amenaza de bomba contra la Embajada de Cuba en Panamá, el 11 de enero de 1997; la presencia en Panamá en abril de 1998, de dos connotados terroristas, Jorge Enrique Bringuier y "Cuco" Bringuier, posiblemente para preparar acciones extremistas; ni las autoridades panameñas ni el FBI tomaron acciones contra los terroristas involucrados en el plan magnicida, permitiendo su entrada al país con total libertad.
Por su parte, la Oficina del FBI de Miami, dirigida por Héctor Pesquera desde 1998 hasta el 2003, ignoró la partida de estos terroristas hacia el país istmeño, sabiendo que ésta coincidía con un evento internacional en el que participaría Fidel, ignorando la participación de estos en el plan de atentado “investigado” por él en 1997.
El meses siguientes, mientras se encontraban detenidos en el centro penitenciario “El Renacer”, a media hora por carretera de Ciudad Panamá, los cuatro terroristas cubanos gozaron de privilegios excesivos, tales como disponer libremente de los teléfonos, el fax y el internet situados en las propias oficinas del Director de la prisión, Ricardo Apú. Para ellos todo parecía ir viento en popa sabiendo que los hilos de varias conspiraciones para excarcelarlos se iban tejiendo en Miami por sus socios de la FNCA y, particularmente, por Santiago Álvarez Magriñá. Realmente sus prerrogativas eran bastantes y recibían libremente las visitas de muchas personas con los que no los unían lazos familiares, sino otros lazos más complicados y uno de ellos era el de ser sus cómplices del intento de magnicidio en Panamá, entre los que se encontraba Nelsy Ignacio Castro Matos y el propio Santiago. Así iban pasando los días y se mantenían debidamente informados por sus socios de los avances de los planes de excarcelación. Ya otras veces habían salido de iguales atolladeros pensaba cada uno. Solo les quedaba esperar y hacer acopio de paciencia.
Mientras tanto, por indicaciones de su abogado Rogelio Cruz se presentaban como un grupo de abuelos indefensos a los que se acusaba falsamente. Apoyados en el veneno nocivo de la prensa mediática controlada por sus socios, acusaban una imagen de hombres enfermos y desvalidos. Esos pretendidos abuelitos pretendieron engañar al mundo mostrando un aparente estado de salud frágil y delicado. Sin lugar a dudas, se estaba preparando la opción de fuga con la complicidad de su narco leguleyo abogado Rogelio Cruz y miembros del gobierno de la ex presidenta Mireya Moscoso. Prueba de ello es que, a fines de junio de 2002, Posada Carriles fue trasladado al hospital privado San Fernando, aludiendo un cuadro clínico totalmente dudoso, entre el que se encontraban un sinnúmero de dolencia y padecimientos tales como insuficiencia circulatoria en el cerebro, atrofia encefálica, arterioesclerosis múltiple con degeneración de los tejidos, insuficiencia cerebro vascular, cáncer de piel, hipertensión y afecciones auditivas.
Un rol destacado en los planes de fuga durante el período carcelario de Posada Carriles lo tuvo, como ya señalamos, el abogado panameño Rogelio Cruz vinculado con traficantes como Gilberto Rodríguez Orihuela, Jorge Ochoa, jefes en los carteles de Cali y Medellín, respectivamente. Otros de los narcotraficantes con los que mantuvo relaciones fueron Celso Fernández Espina y José Castrillón Henao, este ultimo sucesor en la dirigencia del cartel de Cali.
Mientras Posada Carriles y sus cómplices se encontraban en prisión, Santiago Álvarez y la FNCA organizaron una infiltración el 26 de abril de 2001. En esa oportunidad fueron capturados Ihosvany Suris de la Torre, Santiago Padrón Quintero y Máximo Robaina con cuatro fusiles automáticos AK-47 de procedencia rumana, un fusil M-3, tres pistolas Makarov, visores nocturnos, radios y abundante dinero.
Otro hecho que puso al desnudo la complicidad del FBI con Posada Carriles y sus cómplices, fue que todos los documentos originales de su expediente, conservados durante años en la cámara fuerte del FBI de Miami, fueron destruidos por órdenes de Héctor Pesquera, el mismo oficial que decidió y realizó, el 12 de septiembre de 1998, el arresto de los Cinco Héroes cubanos bajo falsas acusaciones de espionaje. Si algo se ofreció al gobierno panameño fue solo lo que el FBI quiso, solo eso y nada más.
Pesquera no fue el único cómplice de Posada. Otro agente del FBI, George Kiszynski, el oficial del FBI que se reunió con Posada Carriles en Honduras en 1992, fue quien recibió de los detectives Sergio Pinion y Ozzie Austin la información de las actividades del CORU y todo parece indicar que Kiszynski la hizo llegar a miembros de esa organización terrorista unos días después. Ya diez años antes, en 1982, otra vez el FBI había entorpecido la actividad de la policía de Miami sobre Omega 7 y Pedro Crispín Remón.
La complicidad de Kiszynski con Posada Carriles quedó evidenciada cuando en julio 1998 se dio a conocer la frustración del ingeniero guatemalteco Antonio Jorge Álvarez, quien dijo haberse comunicado con el FBI ante las sospechas de que Posada Carriles participaría en un atentado contra Fidel Castro en Isla Margarita, Venezuela, así como una serie de sabotajes en Cuba. Para sorpresa del guatemalteco, un agente del FBI lo llamó desde Miami para interesarse por su declaración y alertarlo de que abandonara el país, pero realmente el Buró no hizo nada contra el terrorista. Mucho después se supo que el federal que mantuvo sin divulgar los temores de Álvarez no era otro que George Kiszynski.
LA MAFIA MIAMENSE CONSPIRÓ PARA LIBERAR A POSADA.
Que la mafia fanática de Miami desarrolló una fuerte ofensiva dentro del gobierno norteamericano para liberar a los terroristas encerrados en Panamá, no resultó extraño para nadie. Ésta se arreció el 2 de mayo del 2003 cuando Feliciano Foyo, Roberto Martín Pérez y Horacio Salvador García Cordero, cómplices de Posada Carriles en muchos planes de asesinato para asesinar a Fidel Castro, fueron recibidos en las oficinas de la Secretaría de Estado por Roger Noriega, en esos momentos Subsecretario para el Hemisferio Occidental. Días después, fueron invitados un grupo de terroristas por el propio presidente norteamericano para asistir a una celebración en la Casa Blanca. George W. Bush recibiría el 10 de octubre del 2003, en la Casa Blanca, a otro grupo de terroristas, entre los que se encontraban Ninoska Pérez-Castellón y Luis Zúñiga Rey. Otra vez la mafia clamó por la excarcelación de sus amigos.
El 18 de marzo de 2004 terminó el juicio relámpago contra Posada Carriles y sus cómplices. Fue en realidad un juicio complicado, lleno de inconsistencias y que por su esencia y debilidades daría como solución legal a una irrisoria condena: penas de entre 4, 7 y 8 años de privación de libertad. De inmediato, sentenciados ya, se arreciarían las gestiones para excarcelarlos por cualquier vía.
El 24 de abril de 2004 se dieron los primeros pasos cuando la mafia se alborotó para tratar de liberar a sus ya sentenciados congéneres. Con bombo y platillo, anunciaron su esfuerzo por recabar fondos para apoyarlos. Cumpliendo este cometido, se llevó a cabo una cena en el Reinassance Ballroom de West Miami, la que sobresalió por sus peculiaridades: recabar fondos para ayudar a Posada Carriles y a sus cómplices, detenidos en Panamá. Participaron 400 personas con un valor por cubierto de 100 dólares. Entre los presentes se encontraban decenas de ex integrantes de la Brigada 2506, vapuleada una vez en las arenas de Girón por los cubanos dignos de la Isla.
Francisco José Hernández Calvo, Humberto Hernández, Santiago Álvarez, Luis Zúñiga Rey, Ninoska Pérez Castellón y muchos más. Por su parte, el narco defensor de los terroristas, Rogelio Cruz, alardeaba públicamente de que sus defendidos pronto estarían en la calle.
La componenda no se hizo esperar: la presidenta mafiosa Mireya Moscoso indultó arbitrariamente a los terroristas el 26 de agosto de 2004, seis meses después de la condena y cinco días antes de que expirara su mandato presidencial. En una madrugada, tomando extremas precauciones, fueron extraídos de la prisión “El Renacer” y conducidos al aeropuerto bajo fuerte custodia, sin el conocimiento del director de la prisión, los fiscales del caso y el propio juez Ho Justiniani. Allí los esperaban uno o dos aviones que los transportarían fuera de Panamá, los que fueron alquilados por Santiago Álvarez y la FNCA.
Años después este indulto fue declarado como violatorio de la constitucionalidad panameña por parte de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, la que adoptó esta decisión por unanimidad. Un juicio contra los implicados dentro del gobierno panameño se realizaría el día 3 de septiembre de 2005, con vistas a juzgar su implicación en estos hechos.
Cuando la presidenta Mireya Moscoso, por obra y gracia de su unilateral voluntad, liberó a Posada Carriles y sus cómplices, santificó una nueva forma de fuga: aquella en la que la impunidad es capaz de maniatar a la justicia y no dejarle el más mínimo espacio a la razón. Fuga al fin, fraguada en silencio y efectuada en las sombras, ejecutada sobre la base de subterfugios y falsificación de identidades, conspiraciones y sobornos, consumó una de las iniquidades más repudiables de nuestros tiempos. Fue, sin lugar a dudas, la mayor ofensa cometida contra el antiterrorismo.
En el Aeropuerto Internacional de Tocumen los terroristas fueron despedidos por Carlos Barés, en ese entonces director de la Policía Nacional de Panamá, así como por Javier Tapia, subdirector de Inmigración, y Arnulfo Escobar, jefe de la Dirección de Investigación e Información de la Policía por aquellos tiempos.
Hoy se han podido aclarar las verdaderas motivaciones que tuvo la ex presidenta panameña para indultar arbitrariamente a los terroristas. Su decisión no fue solamente provocada por su identificación ideológica con los mismos y por las presiones del Departamento de Estado norteamericano, entre éstas las realizadas por el propio Collin Powell, Secretario de Estado, en diciembre de 2003, y por Otto Reich, Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, el 20 de enero de 2004. Previamente había recibido la propuesta de recibir cuatro millones de dólares, los que le fueron entregados mediante una operación que involucró al Mellon United National Bank y un auto titulado Comité Pro Libertad de los Hermanos Presos en Panamá. El pago se realizó mediante gestiones de Ruby Moscoso, hermana de la ex presidenta, a través de un banco de Liechtenstein.
Detrás de estos hechos pudo haber estado la anuencia y presiones de la CIA, cuyo director en agosto de 2004, nombra por George W. Bush, era nada más y nada menos que Porter Goss, socio de correrías de Luis Posada Carriles durante la Operación 40. Desde 1997 era el Presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja de Estados Unidos.
Los hechos hablan por sí solos: Los recién indultados recibieron falsas identidades. Posada Carriles recibió un pasaporte norteamericano a nombre de Melvin Cloyde Thompson, hurtado a su dueño meses antes en Costa Rica. Por su parte, Guillermo Novo Sampoll, Pedro Crispín Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, utilizarían en su periplo Panamá – Honduras - Miami, los pasaportes de Ernesto Abreu, Orlando González y Miguel Álvarez, respectivamente.
Horas después de su despegue, ambos aviones aterrizaron en el aeropuerto “Ramón Villeda Morales” de San Pedro Sula, Honduras, sobre las 7.30 a.m. de dicho jueves 26 de septiembre. Los cuatro terroristas eran esperados allí por Rafael H. Nodarse quien realizó los trámites migratorios requeridos por las autoridades hondureñas sin ninguna dificultad. Momentos después acompañaron a Rafael Nodarse en su camioneta Nissan Pathfinder. Regresaron horas después para partir rumbo a Miami, sobre las 11.45 a.m., en una avioneta Lear. Posada Carriles se quedó en San Pedro Sula en compañía de los dos hijos de Nodarse.
Fue Santiago Álvarez Fernández Magriñá y otros miembros de la FNCA quienes rentaron los dos aviones ejecutivos usados para recoger a Posada, Gaspar Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón. En las aeronaves llegó una comparsa de terroristas radicados en Miami, integrada por Ernesto Abreu, Orlando González y Miguel Álvarez para fiscalizar el operativo. Luego, al despegar las aeronaves, Luis Posada Carriles se uniría a ellos en una de ellas.
Mientras los terrorista salían de Panamá rumbo a Honduras, la presidenta Moscoso telefoneó al entonces embajador de Estados Unidos en Panamá, Simón Ferro, informándole de la excarcelación de los terroristas, tal como previamente se había acordado con el Secretario de Estado Collin Powell.
Posada Carriles fue identificado en Honduras en diferentes ocasiones. Se le vio en una oportunidad saliendo del aeropuerto “Ramón Villeda Morales” y, en otra, almorzando con Ralph Nodarse en un lujoso restaurante. Está claro, pues, que el entonces presidente hondureño Ricardo Maduro y sus Ministro de Seguridad y Vice ministro de la misma institución, Oscar Álvarez y Armando Calidonio, respectivamente, ignoraron la presencia de este criminal en su país. Las noticias sobre el escandaloso refugio de Posada Carriles en Honduras, durante un tiempo, luego de su excarcelación por la Moscoso, han creado fuertes denuncias contra miembros del gobierno del ex presidenteRicardo Maduro, quien gobernaba ese país en aquellos momentos.
Maduro, quien participó en el criminal golpe de estado contra el presidente constitucional, Manuel Zelaya, visitó Washington en julio de 2009, donde fue recibido por los congresistas cubanoamericanos de la Florida, Ileana Ros Lehtinen y los hermanos Díaz Balart, así como el ex candidato presidencial John Mc Cain. Era, sin lugar a dudas, un justo premio y un “merecido” espaldarazo a quien gobernaba honduras y permitió que Posada carriles obtuviera refugio allí mientras se preparaba su ulterior ingreso a los Estados Unidos.
La presencia de John McCain en el encuentro con Ricardo Maduro no resultó sorprendente ya que se conocía que este personaje mantuvo fuertes vínculos con la derecha hondureña desde los años 80 del siglo pasado. Por esa época fue Asesor del Consejo Norteamericano para la Libertad Mundial, el capitulo USA de la Liga Anticomunista Mundial. La LAM fue una asociación internacional radicada en Taipéi y que aglutinaba a lo más selecto de la ultraderecha y el anticomunismo internacional.
Otro de los elementos que descartan cualquier sorpresa del recibimiento dado por Mc Cain al ex presidente Maduro y su asociación con los congresistas de la derecha norteamericana, lo es el hecho de que siempre ha apoyado abiertamente el terrorismo contra Cuba. No en balde, recibió el apoyo del Foro Patriótico Cubano de Miami, integrado por lo más cavernario de la mafia miamense, como lo son el Consejo por la Libertad de Cuba, la Brigada 2506 y otras organizaciones, en agosto de 2008.
Finalmente, como todos conocemos, Posada Carriles logró regresar a los Estados Unidos, bajo la anuencia de la mafia terrorista de Miami y la confabulación del entonces jefe de la oficina del FBI en Miami, Johnatan I. Salomon. Otra vez la impunidad campeaba por su libre albedrío.
SANTIAGO ÁLVAREZ Y LOS OTROS PROTEGIDOS DEL FBI EN MIAMI.
Se mantiene implicado en planes violentos contra Cuba, lo cual quedó también demostrado en una cinta de video de su charla con Yhosvani Suris, uno de los capturados en la Isla en el intento de infiltración del 2001.
Santiago Álvarez Fernández- Magriñá, hijo de un sicario batistiano y nieto de uno de los criminales involucrados en el asesinato de José Antonio Mella en México, nada menos que en enero de 1929, quien por obra y gracia de las alianzas entre terroristas, hermanados ideológicamente y por una cruel competitividad basada en acumular la mayor cantidad de crímenes, inició su carrera de violencia desde muy temprano, tal como lo hizo su protegido Luis Posada Carriles. Integrante de la derrotada Brigada 2506, no tuvo reparo alguno en atacar posteriormente al buque soviético Bakú mientras éste transportaba mercancías para la Isla; tampoco le sonrojó disparar sus armas de muerte contra poblados costeros en la zona sur de Cuba, tales como Cienfuegos y Trinidad. Fue, sin mostrar un poco de piedad, uno de los ejecutores de la agresión contra el caserío de Boca de Samá, en Holguín, el 12 de octubre de 1971, mientras pertenecía a la organización terrorista Comandos L. Como resultado del ataque resultaron muertos dos personas: Lidio Rivaflechas Galano y Ramón Arturo Siam Portelles. También fueron heridas las hermanas Nancy y Ángela Pavón Pavón de 15 y 13 años de edad, respectivamente, así como Carlos Escalante Gómez y Jesús Igarza Osorio.
Formado por la CIA, emparentado con la FNCA, enriquecido con negocios cuestionables y asentado con relativo prestigio ante sus congéneres de Miami, Álvarez se destacó por su odio acérrimo a la Revolución y su preferencia por la realización de actos terroristas en gran escala.
Refugiado en los Estados Unidos, protegido por sus autoridades y por la confabulación entre sus socios poderosos de Miami, se alió a la FNCA para acrecentar su criminal prontuario. Sabía que para descollar allí era necesario vincularse a aquellos bien apuntalados dentro de las esferas de poder local, asociados a las autoridades policiales y federales y, a qué negarlo, hizo un buen uso adecuado de estas influencias para moverse alrededor de la línea evidente de la impunidad. Su plan estrella, elaborado con la FNCA y Luis Posada Carriles, fue el intento de asesinato del Comandante Jefe en Panamá en noviembre del 2000, durante la celebración de la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Para la realización del magnicidio, Santiago Álvarez se entrevistó en varias oportunidades con Posada Carriles en Centroamérica y en una de las visitas que éste hiciera a los Estados Unidos. Ya estaba previsto por los complotados cómo se ejecutaría el atentado: mediante la colocación una poderosa bomba en el Paraninfo de la Universidad de Panamá o en otro lugar al que visitara Fidel. Los ejecutores directos serían el propio Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Crispín Remón. Para ejecutarlo, contaron con miembros de la célula terrorista centroamericana desplegados en Panamá, Honduras, Costa Rica, Nicaragua y el Salvador.
Al ser capturados los implicados en noviembre del 2000, Santiago Álvarez iniciaría una poderosa campaña para adquirir fondos para su defensa. Hizo múltiples esfuerzos para lograr su liberación movido más por evitar verse complicado en el complot que por una natural solidaridad. Fueron entonces varias las ocasiones en que se le vio moviéndose entre Panamá y Miami, visitando a los detenidos en los inicios del proceso judicial que se seguía contra estos, hasta que las denuncias cubanas a la INTERPOL lo aconsejaron a no acudir más a la nación istmeña.
Las autoridades cubanas conocen sobradamente que fue él, junto a Alfredo Domingo Otero y otros jerarcas de la Fundación, quien organizó el tercer intento conocido contra el famoso cabaret habanero Tropicana. Para ello, envió a Cuba a un team de infiltración integrado por Ihosvany Suris de la Torre, Máximo Pradera y Santiago Padrón, vinculados algunos a los terroristas de Comandos F 4 y otros a Alpha 66, cuyo propósito fue, además del plan contra el mencionado cabaret, el asesinato de Fidel Castro, según lo confesaría en el 2005 uno de sus socios nombrado José Hilario Pujos, quien lo acompañaría mucho después en la aventura de EL Santrina.
La captura de estos terroristas y la ulterior apertura del Expediente Nº 10 del año 2001 del Órgano de Instrucción del Departamento de Seguridad del Estado de la República de Cuba, así como la presentación televisiva de los mismos, permitió comprobar que Santiago Álvarez fue uno de los organizadores de este hecho terrorista, ejecutado el 26 de abril de 2001 y cuyos daños para Cuba serían incalculables.
Unos días antes de la infiltración, el sábado 10 de marzo del 2001, Santiago Álvarez y Ihosvany Suris de la Torre, se presentaron en un evento de venta de armas, permitido en la Florida, ubicado en el Centro de Convenciones de Coconut Grove, ubicado en 2700 South, Bay Shore Drive, en Miami. Allí adquirieron, sin dificultad, en el puesto de venta de Miami Police Supply, ocho fusiles AK-47, ocho pistolas Makarov y una cuantiosa cantidad de municiones para estas armas. Lo sorprendente de este tipo de adquisiciones de este tipo de arsenales, nada menos que en la tienda de la Policía de Miami, llevó en el 2010 al Reportero Gary Nelson, de la cadena CBS4, a la conclusión de que imitar a un policía es más viable de lo que muchos especulan. La tienda Miami Police Supply, aunque aparentemente se niega a vender artículos a alguien que no pertenezca a la Fuerza, lo hace impunemente amparándose en las incongruencias de una ley que lo regule. Tal es el relajo en la adquisición de armas en la Miami Police Supply, que el 4 de abril de este año, fueron detenidos Alfredo Asbún, de 51 años, boliviano; Moisés Vargas Rojas, de 22, estadounidense; Frank Román Goycochea, de 20, estadounidense; y Alfredo Rodríguez, de 55, boliviano; con un poderoso arsenal adquirido en dicha tienda y que estaba conformado con partes de fusiles de guerra AK-47 y AR-15, además de varias pistolas semiautomáticas.
Lo interesante de esto es que eficiencia mostrada en este caso por la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF), de Miami, así como del FBI en esa ciudad, no fue la misma que en el caso de Santiago Álvarez y Ihosvany Suris de la Torre. Aquí, simplemente, no ocurrió absolutamente nada. La razón era, nada menos que el agente especial Héctor Pesquera y sus socios del FBI en Miami, tenían la “misión” de ignorar todo aquello referente al terrorismo contra Cuba y se encontraban, en esos momentos, inmersos en preparar las acusaciones contra los Cinco e endilgarles bochornosas e inmerecidas sanciones que posteriormente recibirían.
Por su parte, Ihosvani Suris de la Torre recogió las armas compradas doce días después y se las entregó a Santiago Álvarez frente a una cafetería de situada en la esquina de la 135 Street y la 5th. Avenue, en el North West de Miami. El complot parecía marchar sobre ruedas sin dificultad alguna. Luego realizarían otras compras de diversos equipamientos tales como uniformes, botas, hachas, cuchillos y otras municiones. Para su desgracia, todo este arsenal de guerra adquirido en Miami con total impunidad, fue capturado en la tarde de del 26 de abril de 2001 por las tropas guardafonteras que detectaron y neutralizaron la infiltración. Además de las armas mencionadas, fueron decomisados una subametralladora M-3 con silenciador, visores nocturnos y otros medios de guerra.
La captura de Ihosvany Suris de la Torre, Santiago Padrón Quintero y Máximo Robaina, permitió desentrañar la magnitud del plan de Santiago Álvarez, los pormenores de su preparación por parte de Comandos F-4 y Alpha 66, y el financiamiento por parte de la FNCA: Luego del desembarco en el tramo costero entre Remedios y Caibarién, su propósito era ocultarse en el Escambray, con la finalidad de preparar y reclutar a posibles mercenarios en la zona. Asimismo, los planes contemplaban un nuevo intento contra el Cabaret Tropicana, sin descartar un intento de magnicidio contra Fidel Castro.
DE PROTECTOR DE POSADA A CONSPIRADOR TERRORISTA.
Entre el los años 2000 y 2005, Santiago Álvarez realizaría incontables esfuerzos por lograr la excarcelación de Posada Carriles y sus socios. Llegó a realizar la famosa cena del Renaissance Ball de West Miami, a cien dólares el cubierto, a la que asistieron Pepe Hernández, Ninoska Pérez Castellón, Luis Zúñiga Rey y muchos terroristas más.
Paralelamente a la recaudación de fondos para el sostén de los terroristas en prisión y para pagar las grandes sumas de dinero reclamadas por los abogados de la defensa, entre los que se encontraban el narco leguleyo Rogelio Cruz y el terrorista Joaquín Chaffardet, Santiago Álvarez se involucró en diferentes planes para liberar a los detenidos de la prisión El Renacer. Inicialmente se pensó excarcelarlos mediante una fuga de su vulnerable encarcelamiento mediante el pago de sobornos o logrando ésta durante sus internamientos en los hospitales de San Fernando y Santo Tomás. Sin embargo, las denuncias de las autoridades cubanas los hicieron desistir de sus planes.
A partir de ese momento se inició una gran conspiración que involucraría al Departamento de Estado de los Estados Unidos, al Departamento de Seguridad de la Patria norteamericano, a los servicios especiales de ese país como la CIA y el FBI, a los gobiernos de Panamá y Honduras, a algunas autoridades mejicanas, a congresistas como Lincoln Díaz Balart e Ileana Ros Lehtinen, así como a la FNCA y a las autoridades del condado de Miami Dade.
Esta conspiración se desarrolló en dos etapas. La primera se originó con el indulto anti constitucional de los terroristas por parte de la ex presidenta Mireya Moscoso y su ulterior traslado a Miami, en unos casos, y hacia Honduras en el caso de Posada Carriles. La segunda parte comprendía el ingreso del terrorista en un periplo que contemplaba su traslado desde Honduras, Belice e Islas Mujeres, en México, y su posterior recogida por El Santrina.
Esta embarcación, cuyo dueño es Santiago Álvarez, partió del puerto de Miami el 8 de marzo del 2005 y luego de pasar por las Bahamas, arribó a Islas mujeres el día 14 de del mismo mes. Luego, al día siguiente, embarcaría con un pasajero más. La tripulación compuesta por el propio Santiago Álvarez, José Hilario Pujol y los “marineros” José y Rubén López Castro, Gilberto Abascal y Osvaldo Mitat, se incrementaría de forma solapada con Luis Posada Carriles.
Los hechos posteriores son harto conocidos, aunque el gobierno norteamericano trató de echar una cortina de humo sobre los mismos. Posada Carriles ingresó a Miami con la anuencia de sus autoridades. Días después, el primero de abril de 2005, se dieron a conocer unas declaraciones del Canal 42-América TV, que señalaban que Luis Posada Carriles se encontraba en Miami, bajo el amparo de varios amigos. Obviamente, la Oficina del FBI en Miami, dirigida entonces por Jonathan I Salomón, pareció “desconocer” el ingreso ilegal de Luis Posada Carriles a Miami.
El abogado Eduardo Soto, contratado por Santiago Álvarez, declaró el 11 de abril, al Nuevo Herald, que su cliente, Luis Posada Carriles, pensaba pedir asilo político en Estados Unidos y un parolee, para poder vivir en ese país sin temor a la extradición. Dos días después, el 13 de abril de 2005, Eduardo Soto presentó la solicitud de asilo para Luis Posada Carriles al Departamento de Seguridad. Ya el gobierno norteamericano no podía escamotear una verdad a voces: Posada Carriles estaba oculto en algún lugar de Miami.
Con desfachatez y sacándolo de las sombras, Santiago Álvarez presentó a su socio de correrías en una conferencia de prensa el 17 de mayo de 2005. A las 11.40 de la mañana, Posada Carriles comenzó la conferencia de prensa ante una docena de periodistas en un almacén del North West de Miami. Casi dos horas después, sobre la una y media de la tarde, fue detenido por agentes del Departamento de la Seguridad de la Patria (DHS) en un operativo mediático.
Las mentiras de Posada Carriles ante la corte de inmigración de El Paso, Texas, pusieron en evidencia la participación de Santiago Álvarez en su ingreso ilegal a territorio norteamericano. Mientras continúa apoyando abiertamente al detenido socio de correrías, es investigado por las autoridades federales durante varios meses de 2005.
La casualidad, empero, le jugó una mala pasada al protector de Posada. El 18 de noviembre de 2005 fue allanada su oficina de la Caribe Foundation, en Hialeah, por agentes del FBI, en busca de documentos que lo implicaran con el ingreso de Posada Carriles a Estados Unidos. La presencia de una innumerable cantidad de armas en su centro laboral, así como en otros lugares, conllevó a su inmediata detención. Junto al alijo, el FBI encontró un pasaporte guatemalteco a nombre de Manuel Enrique Castillo López con la foto de Posada. Esta sería una poderosa prueba inculpatoria contra él, quien siempre había negado su participación en la entrada ilegal de Posada Carriles en territorio estadounidense.
La Fiscalía Federal de los Estados Unidos inició el proceso contra Santiago Álvarez y Osvaldo Mitat ante la sala presidida por el juez James Cohn, en el tribunal de Fort Lauderdale. De inmediato, el 2 de diciembre de ese año, su defensor abogó porque el juicio se celebrara en Miami, evitando, según él, se aumentara la posibilidad de que un jurado lo condenara. Lo absurdo de esta petición de la defensa es que el propio Kendall Coffe abogaba en este caso por el cambio de sede hacia Miami, reconociendo tácitamente que solo allí podría hacerse un proceso justo a su cliente. La fiscalía se opuso, el 6 de diciembre, argumentando que Miami es una ciudad intoxicada por los prejuicios anticubanos. No se pensó así, por supuesto, cuando el propio Coffe, ex fiscal en el juicio de los Cinco, argumentó que en Miami podrían recibir un juicio justo.
Luego de varias demoras legales de la defensa de Santiago Álvarez y Osvaldo Mitat, con la pretensión de obtener un cambio de sede, el juicio quedó señalado para el 8 de mayo del 2006, el tribunal federal de Fort Lauderdale.
El juez James I. Cohn, emitió una orden sellada el 21 de enero de 2006, mediante la cual ordenaba un desarrollo del caso sin divulgación ni acceso público. Una apelación de los abogados de la defensa al 11 Circuito de Apelaciones de Atlanta para trasladar la sede a Miami, fue desestimada por los jueces el 14 de abril de 2006. Además de seis cargos por posesión ilegal de armas, la Fiscalía reconoció el 27 de abril de 2006 la participación de ambos acusados en el operativo para introducir ilegalmente en Miami, en el barco “Santrina”. Sin embargo, una nueva maniobra dilatoria hizo que el juicio se pospusiera hasta el 15 de mayo.
Ante la solicitud de la fiscalía para que Posada Carriles asistiera como testigo al juicio contra Álvarez y Mitat, su abogado presentó una moción legal planteando que el terrorista se “niega respetuosamente” a declarar en el mismo y, llegaría incluso a invocar la Quinta Enmienda de la Constitución para evitar hacerlo.
Mientras el testigo principal de la fiscalía en el juicio versus Santiago Álvarez y Osvaldo Mitat, un informante del FBI y también cómplice en el ingreso de Posada a Miami, Gilberto Abascal, fue baleado por desconocidos en una carretera al noroeste de Miami Dade, el juicio fue nuevamente remitido hasta el 11 de septiembre de 2006. Más adelante se colocaría una bomba en su automóvil.
El 6 de septiembre de 2006, Lincoln Díaz-Balart dio un público espaldarazo a Álvarez y a Mitat cundo declaró al Canal 41 de Miami que siente profundo respeto y afecto por ellos, y que él y los republicanos Mario Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen están realizando gestiones para lograr su excarcelación. Otra de las maniobras para viciar el juicio fue que los defensores de Fernández Magriñá trataron de incluir en el jurado a residentes en Miami, a lo que el juez James I. Cohn se opuso el 5 de septiembre de 2006.
Finalmente, fueron encontrados culpables del delito de conspiración para poseer un arsenal de armas de guerra, con lo que evadía el delito de posesión. La irrisoria sanción de cuatro años de cárcel para Santiago Álvarez y de tres para Mitat, Una vez más se burló a la justicia por quienes deben impartirla en Los Estados Unidos. Para colmo, el 6 de junio de 2007 el juez Cohn reduciría la condena a Álvarez y a su compinche en 16 meses para el cabecilla y en 13 meses para Osvaldo Mitat. La benevolencia del juez excedió a la propia petición fiscal de disminución de pena, a causa de un burdo arreglo entre los fiscales y la mafia de Miami que se logró cuando fueron entregados al gobierno 90,7 kilogramos de dinamita, 6,3 kilos de explosivos plásticos tipo C-4, treinta pistolas automáticas o semiautomáticas, un lanzagranadas y granadas, y 1.219 metros (4.000 pies) de cordel para detonación.
Por otra parte, Santiago Álvarez y Osvaldo Mitat fueron acusados enero de 2007 al negarse en el proceso contra Posada Carriles en El Paso, Texas. Sin embargo ambos se declararon inocentes del cargo de desacato el 6 de enero de 2007.
Mientras se encontraba en prisión, Santiago Álvarez continuó realizando acciones contra Cuba, particularmente financiando las actividades de contrarrevolucionarios dentro de la Isla, tal como se dio a conocer el 20 de Mayo del 2008. Este financiamiento, usando como intermediarios a funcionarios de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, se realizó mediante una apócrifa Fundación Rescate Jurídico Inc., siendo una de las principales beneficiadas Martha Beatriz Roque Cabello. Las entregas de dinero para atentar contra la seguridad interna de Cuba las hacía Fernández-Magriñá mediante su “entusiasta amante” Carmen Machado, tal como se comprobó en el siguiente de los muchos emails recibidos por la contrarrevolucionaria Martha Beatriz:
Mon, 30 Oct 2006 20:47:08 +0100 (CET)
Machado Carmen com>escribió:
“Martuchita,
Te quería pedir un gran favor. Si no puede ser no tengas pena ni te preocupes porque el Amigo lo entenderá.
Necesito una carta tuya - firmada por ti - que diga de la relación que hemos tenido entre la Fundación Rescate Jurídica y del cual sabias quien es el colaborador principal de esta Fundación - Santiago Álvarez.
La carta seria dirigida al Juez James Cohn. Este Juez es el que va tener la última palabra en los anos que le van a dar a nuestro Amigo y el que le puede rebajar a lo que se le ha prometido. Esta carta seria vista nada más por los abogados nuestros y por el Juez Cohn. La ayuda que le hemos brindado a ti y a otros familiares de presos políticos (Biscet) y los que nos faltan por ayudar. Esto sería darle legitimidad a este proceso de él.
Por favor si te es posible yo te lo agradecería hasta el infinito. Si no puede ser te quiero igual.
Discúlpame en ponerte en esta situación pero si no fuera importante no lo haría.
Cuídate y te queremos más todos los días.
Carmenchu”
Como era de esperar el terrorista detenido en Miami trató de sacar partido de sus “favores” a la traidora Martha Beatriz, sugiriéndole que abogara por él ante el juez Cohn. Tal como dice un conocido refrán: “una mano, lava la otra, y las dos se mojan”. De inmediato, mediante un mensaje de Mayda Cardín, miembro de la Junta Patriótica Cubana, con sede en Miami, la vividora contrarrevolucionaria recibió la alegre noticia de que le serían enviados 1 500 USD por parte de un supuesto grupo de abogados norteamericanos. Otros de los requerimientos de Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, fue que Roque gestionara mediante una campaña, de claros visos mediáticos, la propuesta de las Damas de Blanco para el Premio Nobel de la Paz.
Santiago Álvarez, el protector de Luis Posada Carriles fue liberado el 22 de Octubre del 2009 Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, sin llegar a cumplir la irrisoria sentencia a la que fue condenado. Una vez más la justicia amparó a los terroristas de origen cubano, demostrando el doble rasero de su interpretación de la lucha contra el terrorismo. Este absurdo procedimiento evidenció, una vez más, que no se puede esperar mucho de los procesos legales que se siguen contra Posada en El Paso, Texas, y el juicio congelado de New Jersey.
Tan solo un mes antes, el 7 de septiembre de 2009, asumió el cargo de jefe de la Oficina del FBI en Miami el Agente Especial a Cargo John V. Gilles, sustituyendo a Jonathan I. Salomón, quien dejó su puesto de trabajo en el FBI luego de enviar una carta al Presidente Obama, luego de que su desempeño fuera ensombrecido por acusaciones de incapacidad y otras sospechosas acusaciones. Si Salomón fue complaciente con la mafia anticubana, lo prueban no solo el ingreso ilegal de Posada Carriles a Miami, a pesar de que Abascal había informado al FBI sobre este hecho, así como su tratamiento en el proceso investigativo contra Santiago Álvarez y Osvaldo Mitat. Gillies heredó la tarea de confabularse con la excarcelación del terrorista antes del tiempo previsto por la ley, mantener la histérica campaña contra supuestos espías cubanos y, por si no fuera poco, hacerse de la vista gorda con respecto a la continuación de los planes terroristas contra Cuba.
OTROS TERRORISTAS DE TALLA MAYOR PROTEGIDOS DEL FBI.
Hoy por hoy, es un hecho evidente que el FBI de Miami ha ignorado deliberadamente las actividades terroristas de los mafiosos de origen cubano, lo que es demostrado, atendiendo solo algunos de los tantos ejemplos, en los casos de:
● Ángel Alfonso Alemán, apodado La Cota, que trabaja en el 4300 Bergerline Ave, room 200, en Nueva Jersey. De pelo castaño, calvicie pronunciada y 1,75 metros de altura, se sabe que en 1997 pretendió dinamitar la Misión Cubana en la ciudad de Nueva York. Está vinculado a la Fundación Nacional Cubano Americana. Fue uno de los cuatro hombres que abordaron, el octubre de 1997, el yate “La Esperanza” con el propósito de matar al Presidente Fidel Castro en ocasión de su asistencia a la VII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, en la isla venezolana de Margarita. Fue exculpado de cargos con la ayuda de Héctor Pesquera, en ese entonces jefe del FBI en Puerto Rico.
Ángel Alfonso Alemán, vinculado al también terrorista Arnaldo Monzón Plasencia, ya fallecido y financiero de los ataques terroristas contra instalaciones turísticas en Cuba en 1997, ha sido colaborador del congresista cubanoamericano Albio Sires, ex alcalde mafioso de West New York.
● Héctor Francisco Alfonso Ruiz, conocido por el seudónimo de Héctor Fabián, vecino de 3020 SW 25 Terrace, Miami, ha sido un activo terrorista desde la década de los 60, vinculándose a al Directorio Insurreccional Nacionalista, al Frente de Liberación Cubano y, posteriormente, a Poder Cubano, dirigida por Orlando Bosch.
Participó en atentados con bomba contra cuatro agencias de envío de paquetes a Cuba (1972), planificó un atentado contra la embajada de Cuba en México (1973) y se involucró en varios planes de atentado contra Fidel (1973 al 1979). Ejecutó una agresión contra el buque Jobabo, de bandera cubana, en el año 1978. Se le sabe comprometido en el envío de paquetes explosivos a embajadas cubanas en México, Canadá, Argentina y Perú. Actualmente se dedicó a promover infiltraciones armadas en la Isla, como la que tuvo lugar el 17 de septiembre de 1996 en que fueron capturados Pedro Pablo Pulido Ortega y Noel Ramos.
El 12 de enero de 2008, Héctor Fabián fue uno de los agresores y provocadores mafiosos que la emprendieron contra miembros de la organización anti bélica Codepink, quienes protestaron pacíficamente contra la política guerrerista del entonces presidente George W Bush y solicitaron en encausamiento del terrorista Luis Posada Carriles.
● Sixto Reynaldo Aquit Manrique, conocido como el Chino Aquit, de una estatura de 1,58 metros, 170 libras de peso, ojos negros, mestizo y rasgos faciales asiáticos, presenta también una pequeña cicatriz en el labio superior. Fue fundador del Ejército Armado Secreto (EAS), en abril de 1993. Actualmente reside en el 11549SW 5 street, Miami y su teléfono es 305 – 227 1714 begin_of_the_skype_highlighting 305 – 227 1714end_of_the_skype_highlighting. Se sabe que, luego de participar en la agresión al buque tanque Mykonos, en 1993, viajó a Centroamérica con la finalidad de contactar a terroristas cubanos asentados allí, particularmente en El Salvador, así como a militares salvadoreños, con la finalidad de organizar acciones terroristas contra Cuba. Fue descubierto in fraganti cuando se disponía a perpetrar un atentado contra la sede de la Asociación de Trabajadores de Cuba, en Miami, lugar en que estaban almacenadas veinte toneladas de alimentos y medicinas que serían traídos a Cuba por la Cuarta Caravana de los Pastores por la Paz. Condenado a cinco años de prisión fuera de la cárcel, dos en caución domiciliaria y tres bajo palabra, continuó realizando y promoviendo agresiones contra Cuba. Llegó a ubicarse cerca del presidente Bush en ocasión de las festividades del 20 de mayo del 2002, en la ciudad de Miami.
FBI EXCLUYE A LOS TERRORISTAS CUBANOS DE SU ESFERA DE ACCION.
La capacidad del FBI de Miami, cuestionada desde hace tiempo cuando no pudo detectar a miembros de la red AlQaeda en sus actividades previas a los ataques del 11 de septiembre de 2001, así como por su abierta tolerancia hacia los terroristas de origen cubano, demostró durante el mandato de Jonathan I Salomón, el 12 de mayo 2009, su eficiencia al lograr la condena de cinco hombres bajo múltiples cargos relacionados como servir de soporte a la organización Al Qaeda y conspiración realizar ataques contra objetivos en los EE.UU., incluyendo el Torre Sears en Chicago y el edificio del FBI y otros edificios federales en la Florida. Los seis hombres juzgados por un gran jurado federal en Miami, en junio de 2006, de los cuales uno fue absuelto, fueron Narseal Batiste, Patrick Abraham, Stanley Grant Phanor, Naudimar Herrera, Burson Augustin, y Agustín Rothschild. Naudimar Herrera fue absuelto de todos los cargos.
El monitoreo del FBI sobre este grupo, dirigido por el AEC Salomón, en noviembre de 2005, culminó con la desarticulación de la red terrorista. Eufórico, Salomón declaró en esos momentos: “Felicitamos a los agentes y los fiscales que trabajaron incansablemente en este caso, así como todos los miembros de la Dependencia Común de Sur de la Florida Terrorismo Task Force. Trabajando codo a codo con nuestros socios de aplicación de leyes, se identificaron e interrumpió una amenaza terrorista y, como resultado de nuestra comunidad y la nación son un lugar mucho más seguro.”
La verdadera lástima es que ese entusiasmo desplegado por el jefe del FBI de Miami en esos momentos, no haya sido una directriz operacional permanente en su labor contra el impune terrorismo anticubano.
PUERTO RICO, EL FBI Y LOS CRIMENES DE LA CONTRARREVOLUCION ANTICUBANA.
Cuando aún se mantiene el dolor en los familiares, amigos y compañeros de Carlos Muñiz Varela, asesinado el 28 de abril de 1979, y permanece vivo el reclamo de justicia luego de 31 años de este execrable hecho, se confirma todavía más el oscuro compromiso entre la mafia terrorista anticubana y el FBI en relación con tan lamentable asunto: los primeros ejecutaron el crimen con total impunidad, mientras el Buró nada hizo por esclarecerlo u ocultó deliberadamente la identidad de los responsables del crimen.
El hijo de Carlos, cuyo único delito fue propiciar en acercamiento con la Patria amada, dijo en el homenaje de recordación: “Vamos a seguir insistiendo como un asunto ético de nosotros de recordarle a las autoridades que tienen que cumplir su deber ministerial de hacer justicia”.
El arquitecto Carlos Muñiz Pérez, hijo de Muñiz Varela y portavoz del Comité de Amigos y Familiares de Carlos Muñiz Varela, tiene toda la razón. Muchos han sido los reclamos por encontrar a los culpables y la infructuosa búsqueda de los mismos siempre ha chocado contra un poderoso muro de silencio e indiferencia por parte de las autoridades boricuas, incluyendo la Oficina del FBI en San Juan, Puerto Rico, así como las otras cuatro oficinas residentes asentadas en Aguadilla, Fajardo, Ponce, San Thomas y San Croix, la primera de ellas dirigida a partir del 12 de abril de 2004 por Luis S. Fraticelli, desde su sede en el Edificio de Oficinas Federales, Suite 526, Hato Rey, Puerto Rico, extendiendo también su autoridad en las Islas Vírgenes.
Lo sorprende de la reticencia del FBI y las autoridades a esclarecer el asesinato de Carlos Muñiz Varela fue recientemente denunciado por Jean-Guy Allard en un artículo publicado el 28 de abril de 2010, en el que denunció que, desde el 2008, el propio ASC del FBI en San Juan, Luis S. Fraticelli, había reconocido que el Buró disponía de suficiente evidencia e información para esclarecer este caso, lo que presupone conocimiento sobre la autoría de los criminales, motivaciones, afiliación y fuentes de financiamiento. Transcurridos dos años de las declaraciones de Fraticelli, el FBI permanece en silencio y no ha tomado acción alguna. Otros dos elementos muestran también el interés de las autoridades estaduales y federales por acallar el caso. El 11 de febrero de 2010 el estrenado Secretario de Justicia ad ínterin de Puerto Rico, Guillermo Somoza Colombani, se comprometió con los reclamantes del Comité de Amigos y Familiares, el realizar: “una evaluación en su totalidad del expediente investigativo, a los fines de determinar si quedan gestiones que realizar y sobre todo darle seguimiento a una solicitud efectuada al FBI.” Todavía más asombroso resultó que ni el propio Obama, luego de recibir una misiva fechada el 15 de diciembre del 2008 y enviada a él por el ex gobernador boricua Acevedo Vilá, confirmando el conocimiento absoluto del FBI y del propio Fraticelli sobre el asesinato de Muñiz Varela, ha emitido una orden para esclarecerlo.
LA OFICINA DEL FBI EN PUERTO RICO
La Oficina de Campo de San Juan tiene jurisdicción en más de 280 tipos de casos, relacionados con las violaciones de los derechos civiles, el terrorismo interno, el crimen organizado, el narcotráfico, el crimen violento, robo de bancos, el secuestro, la extorsión, la piratería aérea, el fraude de atención médica, fraude bancario, la delincuencia de cuello blanco, la corrupción pública y la seguridad nacional, aunque su eficacia en cuanto a temas relacionados con la lucha contra el terrorismo y las violaciones de los derechos humanos ha sido puesta en duda de manera reiterada, confabulándose, incluso, en el amparo de los ejecutores de estas actividades.
Para el 18 de marzo de 2000 mucha gente no se sorprendió que el Director del FBI en esos momentos, Luis Freeh, reconociera públicamente, ante una Audiencia ante la Comisión de Apropiaciones de la Cámara de Representantes, el papel cómplice del FBI en la violenta persecución contra dirigentes del movimiento pro independentista durante las décadas de los cincuenta y los sesenta del pasado siglo. Varios hechos se reconocieron por Freeh en esta audiencia: la disposición del FBI de torpedear las investigaciones que realizaran por su cuenta los grupos independentistas desde 1977 y la existencia de cerca de 150 mil expedientes abiertos sobre independentistas boricuas. La orden para recrudecer tan descarado espionaje, y para acciones para desarticular el movimiento independista, había partido del director Hoover a partir del 12 de abril de 1960.
Sin embargo, a pesar de la promesa de Freeh, se puso conocer que el FBI continuó espiando descaradamente a muchos boricuas, armando 2 000 expedientes que recogen llamadas telefónicas entre el año 2000 y el 2006, escudándose en su supuesta lucha contra el terrorismo, según lo denunció el Washington Post el 18 de enero de 2010.
No se habló sin embargo, ni por Freeh ni por los miembros de la Cámara de Representantes, sobre el cuestionado e ineficaz papel del FBI en el esclarecimiento de muchos de los crímenes cometidos por la contrarrevolución de origen cubano y la ola de atentados perpetrados por ellos en Puerto Rico, de manera descarada y con total impunidad, entre los que sobresalieron:
● 7 de enero de 1969: Es colocada una bomba en el auto del Secretario General del Movimiento Independista Puertorriqueño, Juan Mari Brás, estacionado frente a su casa. El artefacto explosivo fue desactivado.
● 31 de mayo de 1969: Desconocidos envían por correo explosivos antipersonales a las oficinas del M.P.I., ubicadas en Río Piedras, San Juan.
● 12 de noviembre de 1971: Intento de atentado contra la vida del Presidente del Partido Independentista Puertorriqueño, Rubén Berríos Martínez, cuando éste viajaba hacia Caguas, ocasión en que fue encañonado con armas de fuego desde otro auto en marcha. Pudo evadir la amenaza.
● 13 de noviembre de 1971: Fue tiroteada la Oficina del Comité Central Partido Independentista Puertorriqueño, presumiblemente por el contrarrevolucionario de origen cubano Luis Fathel Catasú. Fue capturado y, posteriormente, puesto en libertad de forma absurda e impune. Es el primer incidente probado del empleo de la mafia terrorista cubana en actos de este tipo.
● 11 de marzo de 1973: Una bomba fue hecha detonar en el cuarto piso de la Facultad de Estudios Sociales de la Universidad de Puerto Rico. El FBI nunca dio a conocer el resultado de sus pesquisas con respecto a este caso.
● 24 de junio de 1973: Varios dirigentes del PSP como Miguel Cabrera Figueroa, Ángel Luis Gandía y Edwin Reyes Cabrera, son víctimas de un atentado contra sus vidas, saliendo herido uno de ellos.
● 25 de julio de 1973: Fue colocada una bomba en la oficina del Comité Central del Partido Socialista Puertorriqueño, en Río Piedras. El hecho se lo adjudicó el Ejército Cubano Secreto, una mascarada de Omega 7.
● 5 de agosto de 1973: Omega 7 hizo estallar una bomba en el Consulado de Venezuela en San Juan, Puerto Rico.
● 11 de enero de 1975: Un poderoso artefacto explosivo causa dos muertos, Eddie Román Torres y Ángel Luis Charbonier, así como 12 heridos, en un acto del P.S.P. en la Plaza de la ciudad de Mayagüez.
● 24 de marzo de 1976: Fue asesinado Santiago “Chagüi” Mari Pesquera, hijo del Secretario General del P.S.P. y candidato a la Gobernación de Puerto Rico, Juan Mari Brás.
EL COINTELPRO Y SU EMPLEO CONTRA LA CAUSA INDEPENDENTISTA.
El desarrollo del programa de contra inteligencia conocido como COINTELPRO para investigar, desactivar y denigrar a luchadores y personalidades pro independentistas en Puerto Rico, se extendió desde los años 50 hasta los 80, cuando su uso fue declarado inconstitucional, primero por el Procurador General de los EE.UU., Edward Levi, en 1976, y luego por , la Corte Suprema de Puerto Rico, hasta que una iniciativa del congresista demócrata de origen puertorriqueño José E. Serrano, logró la liberación de los Archivos del FBI. Desde luego, no todo salió a la luz y no aparece en el sitio web del Centro de Estudios Puertorriqueños. Muchos hechos permanecieron en los oscuros almacenes del FBI, como es el caso de la información relacionada con el asesinato de Carlos Muñiz Varela.
La justificación de la aplicación de COINTELPRO, la dio el propio director del FBI entre 1924 y 1971, y fallecido en 1972, J. Edgar Hoover, cuando expresó en una orden interna del Buró sobre la actividad de espionaje a los dirigentes independentistas: "Debemos tener información relativa a sus debilidades, la moral, antecedentes penales, esposos, hijos, vida familiar y las actividades personales que no sean actividades de la independencia".
En este sentido, el FBI elaboró documentos desde la creación de su oficina en San Juan en 1935, muchos de ellos desclasificados, que abarcaron casi dos millones de páginas, en los que se pueden diferenciar informaciones agrupadas en tres categorías: personas de interés, organizaciones y programas de lucha de las mismas. No escaparon a la sucia indagación figuras de posiciones tan opuestas como Pedro Albizu Campos y Luis Muñoz Marín.
Otra destacada figura asediada por el FBI fue Juan Mari Brás, lo que incluyó el espionaje contra su organización, el Partido Socialista Puertorriqueño, así como a su propia familia. Particular conmoción causó la desclasificación de un Memo sobre el asesinato de su hijo Santiago "Chagui" Mari Pesquera, ocurrido en 1976. De igual forma se intentó difamar al desatacado político en falsos affaires amorosos.
COINTELPRO dio luz verde a irregularidades anticonstitucionales por parte del FBI como lo fueron la interceptación de conversaciones telefónicas, campañas para denigrar a figuras independentistas y sembrar conflictos entre ellas mediante cartas y documentos apócrifos y anónimos, difamación mediante fotos falsas y la ridiculización mediante caricaturas, la infiltración de informantes provocadores y falsarios, así como la realización de sabotajes, amenazas e, incluso, asesinatos.
COINTELPRO también se aplicó a la comunidad boricua residente en Estados Unidos, cumpliendo una indicación del propio Hoover en la que se expresó: “Debido al gran número de puertorriqueños que residen en Nueva York, y el hecho de que un número de organizaciones independentistas están activas en Nueva York, las oficinas de Nueva York y San Juan deberán intercambiar ideas sobre tácticas y técnicas que sean efectivas en sus divisiones.”
FBI: ¿INCAPACIDAD O CONFABULACION?
No solo los asesinatos de Santiago "Chagui" Mari Pesquera y de los mártires de Cerro Maravilla fueron los únicos asesinatos políticos ocurridos en Puerto Rico. El crecimiento de este fenómeno alcanzó su más notable parangón en la década de los setenta cuando ocurrieron otros crímenes como el del dirigente sindical Juan Caballero, el de Carlos Muñiz Varela, el del militante socialista Ángel Charbonier y el del prisionero político Ángel Rodríguez Cristóbal, nada menos que dentro de una cárcel norteamericana. Junto a estos hechos, ocurrieron cerca de 170 actos de terror contra oficinas del Partido Independentista Puertorriqueño, el Partido Socialista Puertorriqueño, periódicos, imprentas y otras instalaciones. Nunca el FBI esclareció alguno de estos hechos de forma real y efectiva.
EL ASESINATO DE FILIBERTO OJEDA Y LA REPRESION DEL FBI EN PUERTO RICO.
El 23 de septiembre de 2005, sobre las 4:30 p.m., un descomunal despliegue del FBI que involucró a con helicópteros, vehículos militares, ametralladoras y francotiradores, sacudió al pueblo de Hormigueros, en el oeste de Puerto Rico, irrumpió en el hogar de Filiberto Ojeda Ríos y de su esposa, Elma Beatriz Rosado. Un centenar de proyectiles impactaron en la vivienda donde el líder independentista se defendió como pudo, logrando herir a uno de los agentes federales. Filiberto conminó a su esposa a abandonar la vivienda, ocasión en que fue ultrajada y aprehendida por la fuerza. A partir de ese momento se ejecutó el crimen. Luego de esperar casi 24 horas, el FBI penetró a la vivienda y encontró el cuerpo de Filiberto desangrado. De inmediato, su cadáver fue trasladado a la Unidad Forense del Departamento de la Policía de Puerto Rico.
Decenas de personas trataron de acceder al lugar, pero el FBI les impidió el acceso. Entre ellos estaba el doctor Héctor Pesquera.
El brutal asesinato conmocionó a toda la sociedad borinqueña, sin distinción de afiliación política. Muchas fueron las voces que repudiaron el crimen de alguna manera, como la del Arzobispo católico, Roberto González Nieves; la de Ricardo Santos, presidente del sindicato de electricistas; la del ex gobernador Rafael Hernández Colón; la de Rubén Berríos, presidente del Partido Independentista Puertorriqueño; e, incluso, la de Tomás Rivera Shatz, presidente titular del Partido Nuevo Progresista. Sin embargo, fue la voz de su pueblo amado la que más se hizo sentir: cerca de un millar de personas se concentró en el estadio Hirám Bithorn, para manifestar su repudio por el asesinato de Ojeda. Fue su marcha valiente hasta la Corte Federal y otras manifestaciones de protesta, las que obligaron al gobierno a autorizar la presencia del doctor Héctor Pesquera, miembro del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, en la autopsia oficial del cuerpo de Filiberto.
La verdad sobre lo ocurrido en el brutal ataque contra la vivienda de Filiberto saldría a la luz por boca del doctor Pesquera: “Filiberto Ojeda Ríos recibió un disparo cerca de la clavícula derecha. “El proyectil le penetró a la altura de la clavícula derecha, ingresó al pulmón y salió por la espalda, donde la bala se quedó alojada entre su espalda y el chaleco antibalas que llevaba puesto. No murió por el fallo de ningún órgano comprometido por la herida. Murió porque lo dejaron desangrar.” (…) “La razón porque el FBI no permitió a los doctores entrar a la casa es porque querían a Filiberto muerto. En mi opinión a Filiberto le disparó un francotirador y lo dejaron desangrar hasta la muerte; esto fue un asesinato por parte del FBI”.
Miles de boricuas dieron la última despedida al cuerpo de Filiberto Ojeda Ríos en el Ateneo Puertorriqueño y, posteriormente, en el Colegio de Abogados en San Juan. Allí estuvieron presentes los militantes y líderes del Partido Nacionalista de Puerto Rico, del Partido Independentista Puertorriqueño, del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano y del Frente Socialista de Puerto Rico, así como personalidades de la talla de lolita Lebrón, Danny Rivera, Roy Brown, Julio Murientes, el ex gobernador Rafael Hernández Colon, el Arzobispo Roberto González, entre otros.
El 10 de febrero de 2006, un grupo del task force del FBI realizó un descomunal operativo contra muchos ciudadanos boricuas que protestaron por el brutal asesinato de Filiberto Ojeda, invadiendo violentamente sus hogares y oficinas, bajo la amenaza de fuerza bruta y desmedida, violentando sus archivos personales y robándoles sus computadoras. Algunos de los ciudadanos hostigados fueron varios dirigentes sindicales, la profesora de sociología Liliana Laboy, así como Norberto Cintrón Fiallo, organizador del funeral de Ojeda Ríos. No era, por supuesto, una inusual redada. Ya en agosto y octubre del 2004, el FBI usó este brutal despliegue de fuerza contra ciudadanos boricuas miembros de la Unión Independiente Auténtica (UIA).
El 9 de agosto de 2006, por primera vez, el FBI dio a conocer su versión de los hechos en su sitio www.fbi.gov, mediante un comunicado de la Oficina Nacional de Prensa del FBI, en respuesta al Informe de la Oficina del Inspector General (OIG), acerca de las circunstancias que mediaron durante el intento por capturar a Filiberto Ojeda Ríos,titulado: "Una Revisión del Incidente de disparos en el cual estuvieron Involucrados el Negociado Federal de Investigaciones y Filiberto Ojeda Ríos en Septiembre de 2005."
En una parte del informe se trata, desde luego, de culpar a Filiberto por el inicio del tiroteo, lo que no ha sido comprobado por entidades ajenas al Buró:
“En su extenso informe, la OIG confirmó la secuencia de eventos que los oficiales del FBI describieron después del incidente. La OIG llegó a la conclusión de que Ojeda Ríos inició el tiroteo y abrió fuego contra los agentes del FBI mientras éstos intentaban entrar a la residencia. Ojeda Ríos disparó 19 balas, 8 de las cuales alcanzaron a agentes del FBI. Un agente fue herido de gravedad en el abdomen. Los agentes, miembros del especializado Equipo de Rescate de Rehenes (Hostage Rescue Team – HRT), devolvieron entonces el fuego. La OIG determinó que los agentes devolvieron el fuego justificadamente y que el uso de fuerza por los agentes en el operativo de Ojeda Ríos, incluyendo el tiro que mató a Ojeda Ríos, novioló la Política de Fuerza Letal del Departamento de Justicia del los Estados Unidos.”
El factor esencial, la muerte deliberada de Filiberto a falta de asistencia médica, se trató de justificar de la siguiente manera:
“La OIG también llegó a la conclusión de que la demora en entrar a la casa de Ojeda Ríos después que Ojeda Ríos fue alcanzado por una bala estuvo basada en una preocupación legítima por la seguridad de los agentes.”
Por último, para no lavarse las manos descaradamente como Poncio Pilatos, el FBI se hace una velada y tímida autocrítica cuando expresó:
“El informe establece una serie de recomendaciones, mayormente con relación al operativo de arresto de Ojeda Ríos, las cuales serán revisadas y consideradas cuidadosamente. El FBI reconoce la importancia de incrementar la comunicación y coordinación entre la Oficina Central del FBI, el HRT y nuestras oficinas de campo durante operaciones significativas de esta naturaleza. Agradecemos el informe de la OIG sobre este incidente.”
EL FBI DE PUERTO RICO, COMPLICE DEL TERRORISMO CONTRA CUBA.
Puerto Rico fue escenario de la actividad de los grupos terroristas anticubanos desde los primeros años que sucedieron al triunfo revolucionario en Cuba, el 1 de enero de 1959. Hacia allí marcharon decenas de esbirros, lumpen y burgueses, cargando en sus corazones un odio insensato hacia la revolución triunfante. Otros, los que escogieron a Miami y Nueva Jersey como futuras guaridas, se trasladarían hacia la Isla del Encanto en múltiples oportunidades para fraguar todo tipo de fechorías e implementar un terrorismo irracional contra sus conciudadanos y contra aquellos boricuas que admiraban los logros cubanos y mostraban simpatía hacia ellos. Algunos hechos demuestran esta enfermiza actividad:
● El 10 de noviembre de 1960 fue herido un funcionario del Banco de Comercio Exterior de Cuba, al ser agredido por elementos terroristas en San Juan, Puerto Rico.
● El 22 de agosto de 1962, fue dañado con sustancias letales en San Juan, Puerto Rico, un cargamento de azúcar procedente de Cuba, que se encontraba en el barco británico S.S. Streatham Hill, fletado por la Unión Soviética.
● El 13 de septiembre de 1968 fue dinamitado el buque español Coromoto, en Puerto Rico.
Durante las décadas de los años 60 y 70, se organizaron y reorganizaron múltiples organizaciones del exilio cubano de derecha, partir del criterio de convertir a esta zona como zona de guerra contra Cuba, destacándose una de las organizaciones contrarrevolucionarias que surgió en Puerto Rico en los años 60, auto denominada Alpha 66, creada con ese nombre por ser la letra Alpha la primera letra del alfabeto griego, que significa comienzo, punto de partida. El número 66 lo tomaron del hecho de que fueron sesenta y seis personas las que la integraron en un inicio, según lo recogió el FBI en su archivo R-759-1-57. En el comienzo, Alpha había estado compuesta por gente de diversa procedencia: tímidos luchadores contra Batista, como el propio AndrésNazario y Eloy Gutiérrez Menoyo, que luego se sintieron traicionados por la radicalización del proceso revolucionario y optaron por abandonar el país, rumbo a Estados Unidos. Hoy existen fuertes evidencias que tanto Nazario Sargén y Antonio Veciana Blanch, dos de los fundadores de Alpha 66, fueron informantes del FBI, tal como puede atestiguarse en los archivos del Buró clasificados como R-759-4-153 / 5 y R-759-1-125/2-27. Antonio Veciana Blanch (alias Víctor), por su parte, estuvo vinculado en Cuba a los sabotajes contra El Encanto y otras tiendas, así como los frustrados intentos por quemar Sear´s, J. Vallés y Fin de Siglo. En esta etapa se unió al Segundo Frente Nacional del Escambray, dirigido por Eloy Gutiérrez Menoyo.
La penetración del FBI dentro de Alpha 66 fue permanente y el Buró estuvo al tanto de la actividad terrorista desatada por terroristas como Nazario Sargén, Antonio Veciana, Eloy Gutiérrez Menoyo y otros. [FBI-R-759-2-23], [FBI-R-759-1-?], Name change to Commando 66 (30 Oct 1962) [R-759-1-72]; however the FBI reconsiders on ½/63 and maintains separate files. [R-759-1-181] [FBI-R-759-1-72], [FBI-R-759-1-181] Cuba, por su parte, había penetrado a Alpha 66 con el agente del G-2 Enoel Salas Santos, entre otros, y pudo conocer desde temprano la total impunidad del grupo terrorista ante las autoridades del FBI.
Las actividades del Alpha 66 en Puerto Rico quedaron evidenciadas el 13 de septiembre de 1962, cuando Veciana manifestó al San Juan Star, que disponía de 300 hombres, cerca de 100 mil USD y armamento suficiente para su contingencia contra Cuba, según lo recogió el FBI en su informe R-759-1-24. Al día siguiente, Veciana manifestó que Alpha 66 ejecutaría contra Cuba, en octubre de 1962, las operaciones “Acción Antonieta” y “Acción Carmen”. [R-759-1-28/33] [FBI-R-759-1-28/33]
El primer ataque de Alpha 66 contra Cuba se realizó por Isabela de Sagua, al norte de Las Villas, en octubre de 1962. Allí dinamitaron una vivienda que, según ellos, era del G-2. Partieron desde la base que habían creado en Key Williams, en las Bahamas; el grupo estaba integrado por Nicolás Salado, Colo; Zenén Castillo; Publio Ruiz y Julio Cruz. [FBI-R-759-2-114], [FBI-R-759-2-1127] Eso los estimuló y dos meses más tarde, en diciembre de 1962, atacaron la playa de Juan Francisco, en Caibarién, también en el norte de Las Villas. Aquí no fueron tan atrevidos. Pusieron una granada en la orilla y de inmediato se perdieron, no sin antes tirotear la zona. La lancha de cerca de 15 pies que los trajo, los trasladó rápidamente hacia cayo Williams. Junto a Colo, vinieron en esta oportunidad Cecilio Vázquez, José Casanovas y Ramón Quesada. [FBI-R-759-2-117]
En mayo de 1963 atacaron el campamento de becados de Tarará. [FBI-R-759-3-120] Esta vez no vino Colo, pero sí Julio Cruz y Zenén Castillo, que habían venido en octubre y Ramón Quesada Gómez, que lo había hecho en diciembre. Los otros dos miembros del comando eran Agustín Gutiérrez y Elio Grillo. Ese mismo año tirotearon el barco inglés New Lane, fondeado en Caibarién. En este caso fue Veciana el que consiguió las armas y equipamiento necesario y realizaron el ataque la gente que después integraría los llamados “Comandos L”: Tony Cuesta, Antonio Quesada y Ángel Pouxés, en compañía de otra persona. Todos vinieron en una embarcación tipo V-18, equipada con una ametralladora calibre cincuenta.
En 1964 pretendieron desarrollar una operación en gran escala, que conllevaría la infiltración de cerca de 50 hombres bajo la cobertura de un llamado “Plan Omega”. [FBI-R-759-5-63], [FBI-R-759-5-75], [FBI-R-759-6-137] y [FBI-R-759-6-139]. En realidad, desembarcaron, el 28 de diciembre, cuatro personas en las costas punta Caletas, Baracoa, en la provincia de Oriente, capitaneados por Eloy Gutiérrez Menoyo, quien en ese entonces vivía en el 201 SW 12 avenida, en Miami. Habían salido en una embarcación de 25 metros de eslora, proveniente de Puerto Manzanillo, en República Dominicana. Este comando estaba integrado además por Ramón Quesada Gómez (ex comandante del Directorio Revolucionario 13 de Marzo), Domingo Ortega Acosta (ex capitán de la comandancia de William Morgan) y Enoel Salas Santos, quien resultó ser un miembro de la Seguridad del Estado cubana. Habían partido desde una base de entrenamiento radicada en República Dominicana, la cual cerró posteriormente, luego de quedar al desnudo el apoyo dominicano a la gente del Alpha. Fueron detenidos el 23 de enero del 1965 en Aguada de Palmas, Imías, con material de guerra, equipos de comunicación y otros de subsistencia. El cabecilla fue sancionado a treinta años de prisión en la causa 83/65. Gutiérrez Menoyo recibió la tarea de organizar desde la cárcel diversas células de Alpha 66, captó desde 1970 a varios reclusos en la prisión de Boniato y en otro reclusorio en el que estuvo antes, siempre con el auxilio de su amante Isabel Rodríguez.
El fracaso de Gutiérrez Menoyo había quedado atrás. Tras diversos intentos de llevarlo a cabo en 1969, cuando Méndez fue ascendido a coronel, se lanzaron de nuevo a la misma aventura en tierras orientales. El día 17 de abril de 1970, rememorando el desembarco de Girón, volvieron otra vez a la Isla. En esta ocasión desembarcaron en Baracoa un total de 13 hombres, con el propósito de internarse en las montañas. De inmediato fueron aniquilados. Luego de diversos encuentros en la zona, al final fueron capturados. Fue el 24 de abril de 1970. Alpha 66 recibió ese día un golpe demoledor. Un mes después, en mayo de 1970, fueron capturados por comandos del Alpha los pesqueros Plataforma I y Plataforma IV . Los 11 tripulantes fueron detenidos y abandonados en cayo Andros, en las Bahamas.
Otra de las organizaciones terroristas de origen cubano que operó en Puerto Rico fue el Frente de Liberación Nacional Cubano, fundado en Octubre de 1973, a partir de una veintena de individuos provenientes de un grupo entrenado por la CIA y autodenominado los Halcones Dorados, quienes se experimentaron en actividades de paracaidismo en infiltración por aire. Su fundador y líder fue Frank Eulalio Castro Paz, también identificado como Frank Castro, quien incorporó al FLNC a individuos como Antonio Néstor Izquierdo, ex mercenario de la Brigada 2506 y agente de la CIA; Luis Alberto Crespo del Valle, terrorista a quien le explotó una bomba que preparaba junto a Humberto López para atentar contra objetivos relacionados con Cuba; y Rolando Otero Hernández, responsable de varias oleadas terroristas en Estados Unidos y Puerto Rico, así como en otros países.
Según un informe del FBI, numerado como File #105-22478, un comunicado del FLNC dado a publicidad en octubre de 1975, reclamó la autoría de varios atentados terroristas como la colocación de una bomba, en septiembre de 1975, contra la embajada Soviética en Bogotá y otra contra un Festival de Cine Cubano en la misma ciudad. Por otra parte, el FLNC también se adjudicó la autoría de la explosión en el Teatro Modelo de Río Piedras y el de Mayagüez, ambos en Puerto Rico, el 8 de octubre de 1974, durante la realización de un Festival de Cine Cubano.
Otra de las organizaciones terroristas que actuaron en Puerto Rico fue la Agrupación Abdala, presentada por algunos como apéndice del FLNC y que fue fundada en 1968 en Nueva York y New Jersey, por Gustavo Bienvenido Marín Duarte, René Fernández del Valle, Enrique Encinosa Canto, Leonardo Viota, entre otros, así como su representante en Puerto Rico y actual jefe de un grupúsculo denominado Frente para la Liberación Total de Cuba, Sergio Ramos Suárez. Abdala fue responsable de varios hechos criminales, entre ellos la colocación de una bomba el 13 de julio de 1978, en un hotel donde se alojaba una delegación artística cubana en Puerto Rico. La Agrupación Abdalá, destacada por su enseñamiento contra quienes promovían los viajes de los emigrados a Cuba, realizó una veintena de agresiones terroristas contra embarcaciones cubanas entre 1972 y 1975., a la par que se dedicó a crear provocaciones contra funcionarios y sedes diplomáticas de Cuba ante la ONU, tal como ocurrió en dos ocasiones durante el año 1978. Particularmente desfachatadas fueron sus provocaciones contra el equipo cubano de fútbol en California, EE UU, y la provocación montada contra ese mismo grupo de deportistas días después, el 5 y el 9 de abril de ese mismo año, en Atlanta y Chicago, respectivamente.
También como apéndice del FLNC actuó en Borinquén la Acción Sindical Independiente, dirigida por Pedro Hernández.
El FLNC cobró notoriedad con la colocación de una poderosa bomba en el Colegio de Abogados de Puerto Rico, el 14 de enero de 1980, ocasión en que participaron el propio líder del grupo terrorista Frank Castro Paz, René Fernández del Valle y Roberto López González. Por ese tiempo, estos individuos planificaron el asesinato de otro hijo de Juan Mari Brás, Raúl Mari Pesquera, mediante la voladura en pleno vuelo de un avión de la compañía Vieques Airlink.
Otro connotado miembro del FLNC fue Reynol Rodríguez González, actual jefe de Alpha 66, quien de acuerdo al FBI tenía en esos momentos como misión la custodia de parte del armamento del FLNC, consistente en 4 ametralladoras de diverso calibre, entre ellas, una calibre 50 mm, así como un cañón de 20 mm, fusiles y abundante explosivo plástico.
Fue el propio FBI, en uno de sus documentos desclasificados, de fecha 20 de mayo de 1975, el que se refiere a una reorganización dentro del FLNC donde se intenta crear una estructura política, además de fortalecer la rama militar, nombrándose a Frank Castro como Coordinador Internacional del aparato militar. Por su parte, Reynol Rodríguez González, residente en la isla boricua pasó a ser el Coordinador de la Sección de Acción de Sabotaje del FLNC. De esas reuniones, transcurridas en los meses anteriores, salió una declaración de abierta beligerancia contra las fuerzas progresistas y pro independentistas de Puerto Rico, particularmente el PSP.
Lo sorprendente de la actuación del FBI y de las fuerzas policiales en Puerto Rico es que, a la par que se fraguaba el asesinato del joven Carlos Muñiz Varela, éste era investigado por la División de Inteligencia de la Policía de Puerto Rico, referida al período del año 1979. Con la misma siniestra confabulación se actuó en el caso del asesinato de Santiago “Chagüi” Mari Pesquera. El FBI arrestó a Henry Walter Coira Story como único ejecutor del crimen, aunque las evidencias apuntaron a una conspiración en la que participaron varios miembros del FLNC como Reynol Rodríguez, José Dionisio Suárez Esquivel y Pedro Crispín Remón .
El accionar de los grupos terroristas en la década de los 70 se desarrolló con total impunidad, ante la complacencia del FBI y las autoridades policiales boricuas, como lo demuestran algunos de los hechos ocurridos en esta época:
● El 16 de septiembre de 1973 explotó una bomba en el parqueo del Coliseo Roberto Clemente, en los momentos en que se realizaba un partido de baloncesto entre los equipos de Cuba y Venezuela.
● En enero 1974 fue tiroteado el consulado Argentino, tras el anuncio de una posible venta de carros Ford y Chevy a Cuba.
● El 22 de abril de 1974 explotó una en el Consulado Argentino en San Juan en repudio a la posición argentina de restablecer relaciones con Cuba.
● El 6 agosto 1974 explotó otra bomba, esta vez contra el Consulado Venezolano en San Juan.
● El 8 de agosto de 1978 explotó una bomba en la Universidad de San Juan durante la actuación allí del Ballet Nacional de Cuba, reclamando su autoría el llamado Comando Pedro Luis Boitel (CPLB).
● El 9 de octubre de 1974 fue colocado un artefacto explosivo en las oficinas de Mejicana de Aviación en San Juan, como protesta por los vuelos de ésta compañía a Cuba.
● El 29 de diciembre de 1977 fue puesta una bomba en el Consulado Venezolano en San Juan para protestar por la detención de Posada Carriles y Orlando Bosch por su participación en el atentado contra una aeronave cubana en Barbados.
● El 7 de octubre de 1978 estalló una bomba en la agencia de Viajes Girasol, cuya autoría fue reclamada por parte de la organización terrorista Abdala.
● El 4 de enero de 1979 fue puesta una bomba en la Viajes Varadero. Otro artefacto explotó el 19 de enero de 1980, reclamando su autoría Omega 7.
● El 28 de abril de 1979 fue asesinado Carlos Muñiz Varela, presidente de Viajes Varadero. En este abominable hecho, cometido a mansalva, participó un grupo de criminales autodenominado “Los Amigos de la Democracia”, integrado por los ya fallecidos Julio Labatut Escarra, Waldo Pimental Amesto y José “Pepe” Canosa Rodríguez, así como Reynol Rodríguez González, José Dionisio Suárez Esquivel y Pedro Crispín Remón Rodríguez. Uno de estos tres último fue el ejecutor material del asesinato del joven integrante de la Brigada Antonio Maceo.
La permanente y legítima repulsa de todo el mundo ante el asesinato de Carlos Muñiz Varela aún sigue permanente. El 28 de abril de 2010, Andrés Gómez, director de Areíto Digital, escribió un artículo titulado “Nuestro perenne compromiso con Carlos Muñiz”, en el que expresó la verdad innegable y la magnitud de ese repudio: “Escandalosamente, jamás sus asesinos han sido encausados por las autoridades, ni las insulares -las de la colonia-, ni las federales -las de los ocupantes. Aunque el atentado ocurrió a plena luz del día, en una urbanización del municipio de Guaynabo, parte del área metropolitana de San Juan, -con vecinos presentes, quienes, como testigos de los hechos, dieron la información pertinente a los peritos de la policía encargados de la investigación del asesinato.”
“Desde entonces las autoridades tienen las descripciones físicas de los terroristas. Inclusive, uno de ellos, consciente de su inmunidad, se atrevió a sacar medio cuerpo, a través de una de las ventanillas del automóvil desde el cual dispararon a Carlos, para dispararle un tiro final, para así asegurarse de su muerte. Del auto utilizado también las autoridades tienen la descripción pertinente.”
EL FBI CIEGO ANTE NUEVOS PLANES TERRORISTAS.
A pesar del historial de muerte sembrado por la mafia anticubana en Puerto Rico, nunca el FBI tomó cartas en el asunto o se confabuló para proteger a criminales y terroristas, tal como ocurrió en el caso de los complotados del yate “La Esperanza”, en 1997, cuya finalidad era asesinar a Fidel durante su asistencia a la VII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, a realizarse entre los días 8 y 9 de noviembre, en Islas Margarita, Venezuela.
El destape ocurrido en el 22 de junio 2006 por José Antonio Llamas, ex directivo de la Fundación Nacional Cubano Americana, de los planes de su organización para llevar a cabo una serie de actividades violentas contra Cuba en la década de los 90, elaborados en junio de 1992 en Naples, Florida, involucró nuevamente a Puerto Rico con la actividad del terrorismo mafioso de Miami. En 1993, en una reunión de la Junta de Directores de la FNCA celebrada en Puerto Rico, se formó el grupo de la célula paramilitar que se encargaría de llevar a cabo la nueva guerra sucia contra Cuba, la que estaría dirigida por Francisco José Hernández Calvo y fue integrada por Elpidio Núñez, Horacio García y Luis Zúñiga, Erelio Peña y Raúl Martínez, de Miami; Arnaldo Monzón Plasencia y Ángel Alfonso Alemán, Fernando Ojeda, Fernando Canto. Luis Prieto, Miguel Ángel Martínez, Fermín Pernas Roberto Martín Pérez, Ninoska Pérez Castellón, Domingo Sadurní y Luis Botifoll.
Los primeros pasos conllevaron a adquirir un helicóptero de carga, 10 aviones ultralivianos con control remoto, siete embarcaciones y abundante material explosivo. Los primeros fueron encargados a la firma Nautical Sports Inc, de la Florida y a Refri Auto, radicada en República Dominicana, mientras que los explosivos los consiguió Raúl López, propietario de una firma autorizada al efecto en ese entonces y mediante un préstamo del Ready State Bank, de Miami, por decisión del propio Pepe Hernández. El plan, sin embargo, falló y José Antonio Llamas perdió más de un millón de dólares invertidos en el mismo.
Estos planes, que desembocaron a la larga en la oleada de atentados contra instalaciones turísticas cubanas, así como en la planificación de atentados contra Fidel en las Cumbres VII, VIII y X Iberoamericanas de Jefes de Estado, fueron ampliamente conocidos por el FBI, particularmente por sus oficinas de Miami y San Juan, en Puerto Rico. Sin embargo, otra vez el FBI se alineó con el terrorismo. Sobran los comentarios.
Tras el fracaso de la Alianza para el Progreso, casi todas nuestras naciones latinoamericanas padecieron una época de horror, instaurada a lo largo del continente en forma de dictaduras militares. La caída de las endebles y cuestionadas democracias, dio paso a regímenes en forma de generalatos, apoyados en las más burdas formas de violación de los derechos humanos, en las torturas y las desapariciones, en las masacres y el asesinato selectivo. Fue la nueva forma en que las oligarquías asumieron la total sumisión a Washington y se valieron de individuos sin escrúpulos al viejo estilo de Leónidas Trujillo, Anastasio Somoza, Fulgencio Batista y Alfredo Stroessner, pero esta vez el hard power pareció carecer de límites para la impunidad y la perfidia. Nombres macabros como el Rafael Videla, Augusto Pinochet, José María Bordaberry, Hugo Banzer y muchos otros, quedaron en la memoria histórica de nuestros pueblos como un mal recuerdo y como una herida abierta y lacerante.
La CIA, el FBI y el Pentágono norteamericanos ayudaron a perfeccionar los órganos represivos de los países latinoamericanos y a preparar a sus miembros con las últimas técnicas de tortura y represión. A la acelerada modernización del ejército, la difusión de las Doctrina de Seguridad Nacional, el perfeccionamiento de los servicios de inteligencia militar y el incremento de la ayuda militar norteamericana, dio paso un modelo contrainsurgente basado en el terror. La ideología de los generales, influida notablemente por el fascismo y las doctrinas de la ultraderecha conservadora norteamericana, tenía el doble propósito de detener, por un lado, a la legítima lucha de los pueblos y, por otro, incrementar los niveles de dependencia al capital extranjero. Toda esta amalgama ideológica, sustentada por la doctrina de la Seguridad Nacional, descansó en la defensa a ultranza del desarrollo de un capitalismo dependiente al capital foráneo y de las estrategias de desarrollo diseñadas por teóricos norteamericanos, así como en la represión y estigmatización de quienes propusieran otras alternativas de progreso. El ejemplo cubano fue excomulgado, censurado y perseguido, así como aquellos que le defendían como alternativa más viable para sus países.
Los presidentes de Estados Unidos involucrados en la Operación Cóndor, en mayor o menor medida, fueron Lyndon Blaines Johnson (1963 a 1969);Richard Nixon (1969 a 1973); Gerald Ford (1974 a 1977); James Carter (1977 a 1981); Ronald Reagan (1981 a 1989) y George Bush, padre (1989 a 1993). Todos ellos bendijeron de alguna manera la participación norteamericana en los sangrientos sucesos.
Un antecedente del apoyo que darían los EE UU a sus represores de turno, fundamentalmente en cuanto a suministro del armamento más sofisticado en esos momentos, envío de asesores, ayuda financiera, adiestramiento en guerra sicológica y técnicas antisubversivas, para llevar a cabo la futura Operación Cóndor, tuvo lugar en la Conferencia Panamericana de Chapultepec, celebrada en febrero de 1946, en México, que se materializaría mediante acuerdos bilaterales de cooperación militar, en 1951, sobre la base de la Ley 165 de Seguridad Mutua, aprobada por el Congreso de EE UU, y en los que se preveía el empleo de la Escuela de las Américas para adiestrar a los torturadores más promisorios. Años más tarde, en 1967, el entonces Secretario del Departamento de Defensa norteamericano afirmó que: “el objetivo principal para Latinoamérica era el desarrollo de fuerzas militares y paramilitares locales para asegurar la seguridad interna”. No en balde, los Estados Unidos, destinó tan solo en tres años, entre 1970 y 1973 la asombrosa cifra de 4 300 millones de dólares para esa finalidad.
El Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad, conocido también, entre 1963 a 2001, como Escuela de las Américas, ahora ubicada en Fort Benning, pero provisionalmente trasladada a Panamá entre 1946 y 1984, en Fort Amador, y ahora nuevamente reubicada en el hotel Meliá Panamá Canal, fue el principal centro de adiestramiento propiciado por EE UU para adiestrar en técnicas de baja intensidad a más de 61 034 represores y torturadores latinoamericanos, muchos de los cuales brillaron por su bestialidad durante la Operación Cóndor, como fueron los casos del golpista dominicano, Elías Wessin y Wessin; el general boliviano Hugo Banzer; el creador de los escuadrones de la muerte salvadoreños Roberto D'Aubuisson; el general masacrador guatemalteco Héctor Gramajo; los generales golpistas argentinos Roberto Eduardo Viola y Leopoldo Fortunato Galtieri; el corrupto y torturador peruano, Vladimiro Montesinos; el criminal jefe de la Dina chilena, general Manuel Contreras; el jefe del reciente golpe de estado en Honduras, general Romeo Orlando Vásquez Velásquez; así como una larga lista de criminales uniformados.
La macabra época de los generalatos, se extendió por todos lados: primero en Paraguay (1954); luego en Brasil (1964); y, posteriormente, en otras naciones del Cono Sur como Perú (1968), Uruguay (1972), Chile (1973), Argentina (1976) y Bolivia. La modalidad de las juntas militares golpistas no fue la única forma que asumió la represión institucionalizada. Hubo casos de gobiernos aparentemente democráticos, pero contagiados de un descarado patrocinio militar, tal como ocurrió en Uruguay, Guatemala, El Salvador y Honduras, que se destacaron por su extrema crueldad represiva.
Mientras en Brasil se estrenó la Doctrina de Seguridad Nacional de Estados Unidos, aprobada por J. F. Kennedy en 1962, mediante el golpe de estado a Joao Goulart, la dictadura de Stroessner en Paraguay supervivía desde 1954 hasta 1991. Por su parte, luego del golpe abominable contra Salvador Allende, el régimen de Pinochet en Chile se alargó desde 1973 hasta 1990. Argentina, lamentablemente, padeció a Videla, Viola y Galtieri desde 1976 hasta 1982; mientras en Uruguay los gobiernos represores de Jorge Pacheco Areco y José María Bordaberry se extendieron desde 1966 hasta 1985. Tal panorama aterrador lo sufrieron otras naciones del continente como Bolivia, Guatemala y muchas otras.
No es equivocado reconocer que 300,000 fueron las víctimas de tan repudiable episodio, muchas de ellas desaparecidas y asesinadas por la represión castrense en esta guerra sucia impuesta a nuestros pueblos. Fueron, sin lugar a dudas, generaciones enteras desaparecidas en países como Chile, Guatemala, Argentina, El Salvador. La juventud fue quien más padeció la represión discriminada, ya que el 80 % de los asesinados y desaparecidos tenía una edad que oscilaba entre los 21 y los 35 años. Otros tuvieron que acogerse a un duro exilio para escapar de las matanzas.
Esa trama bestial y reprobable tuvo un nombre: La Operación Cóndor y fue consumada por las dictaduras militares y un centenar de terroristas cubanos, bajo la benevolencia de Washington y el apoyo de la CIA y el FBI norteamericanos. Para ello, recurrieron a la vieja herencia fascista de Adolph Hitler, al extremo que Cóndor no tuvo mucha diferencia de operaciones nazis como su famoso Decreto Noche y Niebla .
La Operación Cóndor fue la consumación de los planes norteamericanos para garantizarse un traspatio seguro en la región y representó la internacionalización del terror por parte de los militares latinoamericanos, aplicando el esquema de contrainsurgencia de la Guerra de Baja Intensidad (GBI). Sin lugar a dudas, luego de haberse establecido en un encuentro realizado a fines de noviembre de 1975, durante una reunión en Santiago de Chile y bajo la anuencia directa de Pinochet, en la que participaron represores de Chile, Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, se crearon las condiciones organizativas, técnicas y financieras para llevar a cabo operaciones a gran escala, internacionalmente coordinadas, y encaminadas a reprimir de conjunto a las fuerzas progresistas de la región. Los argentinos, al igual que sus socios chilenos, paraguayos y uruguayos, desempeñaron un rol relevante en estos planes. Baste destacar que solo los militares argentinos llegaron a contar con 340 centros clandestinos de tortura y detención, cuyos operadores eran represores castrenses.
Los cuantiosos recursos aportados por Estados Unidos para llevar a cabo el montaje de la Operación Cóndor incluyeron no sólo altas sumas de dinero, sino también un voluminoso intercambio de información, asesoramiento en técnicas de tortura y equipamiento provistos por la División de Servicios Técnicos de la CIA.
Fueron operativos de la DINA, una organización de inteligencia subordinada directamente a Pinochet, los que persiguieron, secuestraron y ultimaron a destacadas personalidades democráticas chilenas en el exterior, entre las que sobresalieron el general Carlos Prats y Orlando Letelier, llegando a asesinar a casi 45 mil los chilenos, según fuentes de la OEA, la ONU y el Consejo Mundial de Iglesias y el Parlamento Europeo. Argentina, por su parte, perdió a miles de sus mejores hijos, mientras en Bolivia tras los 18 años de dictaduras militares de René Barrientos, Alfredo Ovando, Hugo Banzer, Alberto Natusch Busch, García Meza y otros, entre 1965 y 1982, centenares de bolivianos fueron asesinados. Miles detenidos ilegalmente y más de 6 000 recurrieron al exilio.
Operación Cóndor tuvo en los militares paraguayos eficientes artífices de desapariciones de ciudadanos argentinos, uruguayos, chilenos, bolivianos y de otras nacionalidades, los que eran secuestrados y enviados hacia sus respectivos países para ser inmediatamente torturados y asesinados. En pago por estos favores, los militares argentinos, por ejemplo, asesinaron a 54 paraguayos exilados en ese país. Investigaciones posteriores han indicado que los militares paraguayos se incorporaron a las actividades de Cóndor a partir de julio de 1976, a través del Coronel Benito Guanes Serrano, jefe de los Servicios de Inteligencia del Ejército. Tal fue el nivel de represión desatada por Stroessner, que 360 mil personas, de un total de tres millones de habitantes, pasaron por las prisiones, y casi el 50 % de los paraguayos tuvieron que exilarse para escapar de la represión.
La estación de la CIA en Montevideo elaboró listados y ejerció permanente control sobre los más destacados activistas y opositores al gobierno de turno. Fue la CIA la que facilitó las coordinaciones entre los militares uruguayos y sus similares de Chile y Argentina, dando lugar a las ya analizadas operaciones conjugadas entre ellos que estaban previstas en la Operación Cóndor. Como ejemplo, puede destacarse que un numeroso grupo de 32 uruguayos y argentinos, detenidos en la cárcel secreta de "Automotoras Orletti", fue enviado al Uruguay en octubre de 1976 y allí posteriormente ultimados. Tal fue la confabulación de los militares y grupos civiles de poder, asociados con militares del Cono Sur y contando con la venia y apoyo de los Estados Unidos. Prueba de ello fue que, en 1969, la agencia envió a Uruguay al conocido torturador Dan Mitrione. Por su parte, el FBI colaboró en el entrenamiento de muchos sicarios y torturadores en técnicas de tortura y “persuasión”, intercambio de información, comunicaciones y capacitación policial en general.
Centroamérica no escapó tampoco de la siniestra mano de Cóndor. La imposibilidad de Miguel Idígoras Fuentes de controlar el descontento popular, provocó que el ejército se hiciera cargo de la situación, preparándose de facto las condiciones para el golpe militar de 1963. Con el golpe de Estado producido el 30 de marzo 1963, los militares guatemaltecos hacía suya la Doctrina de la Seguridad Nacional, la que lograría aún más plenitud durante el período gubernamental de Julio César Méndez Montenegro, ejercido entre 1966 y 1970. Al estilo de sus homólogos uruguayos, un pacto entre militares y civiles beatificaría este nuevo modelo de contrainsurgencia. El golpe, que colocó a la cabeza del régimen a Enrique Peralta Azurdia, hasta ese momento ministro de la Defensa, ejerció mil días de terror y represión contra las fuerzas progresistas del país. En marzo de 1966, con el traspaso del gobierno al abogado Julio César Méndez Montenegro, se quiso perpetuar la represión pero con una cara en apariencia diferente. Fue allí cuando fueron capturados y desaparecidos 28 dirigentes políticos y populares, por órdenes expresas del entonces ministro de la defensa, el coronel Rafael Arriaga Bosque. Sus cuerpos fueron desaparecidos al ya institucionalizado estilo de la Operación Cóndor.
Centroamérica también conoció a los "escuadrones de la muerte", similares a la Triple A de Argentina, llegando a existir, solo en Guatemala cerca de 20 organizaciones de este tipo. El modelo represivo ensayado en Guatemala, apoyado en la asociación entre políticos, empresarios y militares, se extendió a la década de los setenta, con pleno dominio del ejército sobre la vida pública. Los gobiernos militares que sucedieron al de Méndez Montenegro, como los del coronel Carlos Manuel Arana Osorio (1970-1974) y del general Kjell Eugenio Laugerud García (1974-1978), hicieron suya la institucionalización del terror, tal como lo harían luego los gobiernos militares de Romeo Lucas García, Efraín Ríos Montt y Humberto Mejía Víctores (1983-85). Fue la época oscura de tierra arrasada, masacres de aldeas completas, de asesinato de líderes y estudiantes, de sindicalistas desaparecidos y del asesinato de 45 000 guatemaltecos y la desaparición de cerca de 150 000.
Por su parte, en El Salvador, para ocultar vanamente la participación del gobierno y de sus fuerzas armadas en los frecuentes asesinatos de tipo político, fue creado en 1967 un grupo paramilitar conocido como Organización Democrática Nacional (ORDEN), coincidiendo con la aparición de estos escuadrones de la muerte en la vecina Guatemala. Otros grupos paramilitares, dependientes del ejército como la autodenominada Brigada Anti-Comunista “Maximiliano Hernández Martínez” y el Ejército Secreto Anticomunista (ESA), cometieron también abominables crímenes. Todos ellos estaban integrados por militares entrenados en la Escuela de las Américas, la CIA y el FBI.
Particularmente, el FBI fue un elemento esencial en los planes represivos en América Latina, tanto por su adiestramiento a torturadores como por la entrega esencial para la captura y ulterior asesinato o desaparición de perseguidos políticos. El FBI transportó a América Latina sus modelos contrainsurgentes como el programa de contrainteligencia conocido como COINTELPRO, probado ya con eficiencia dentro de EE UU, así como la asignación de funcionarios del FBI conocidos como Legats y el adiestramiento de represores en su propia Academia Nacional del FBI. En esta macabra conspiración de terror estuvieron involucrados varios directores del FBI, tales como John Edgar Hoover, su fundador desde el 10 de mayo de 1924, hasta su muerte en 1972; Louis Patrick Gray III, jefe del Buró desde el 2 de mayo 1972 hasta el 27 abril 1973; Clarence M. Kelley, a cargo del Buró desde el 7 de junio de 1973 hasta el 15 febrero de 1978; James B. Adams, quien dirigió el FBI pocas semanas; William Hedgcock Webster, quien se encargó del Buró desde 1978 hasta 1987, pasando posteriormente a dirigir la CIA desde 1987 hasta 1991 y, finalmente, William Steele Sesiones, Director del FBI desde 1987 hasta 1993.
LEGATS EN AMERICA LATINA
Durante más de seis décadas, el FBI ha colocado a oficiales del Buró en las sedes diplomáticas en 75 ciudades del mundo, alcanzando una cobertura en casi todos los países del planeta. Con la condición de Agregados Legales (Legats), tienen la misión aparente de proteger a los intereses de EE UU y a sus ciudadanos, realizar labores de inteligencia dentro de las naciones en las que están acreditados, intercambiar información con las autoridades y entrenarles. Los Legats son atendidos directamente por la Oficina de Operaciones Internacionales en la sede del FBI en Washington, DC. Han existido, desde hace décadas, Oficinas de Legats en Buenos Aires, Brasilia, Santiago de Chile, Caracas, Bogotá, Ciudad de Panamá y Ciudad de México.
Los antecedentes de los Legats en América Latina tienen su origen en 1941, cuando el embajador de EE.UU. en Colombia solicitó la asignación de un agente especial de la Embajada de EE.UU. en Bogotá. Un año después, en 1942, agentes especiales del FBI fueron asignados a la embajada norteamericana en la Ciudad de México. Este proceder se oficializaría en 1943 con la designación de Agregados Jurídicos o Legats del FBI, atendidos por la Oficina de Operaciones Internacionales en la sede del FBI en Washington, DC. y quien se encarga de la coordinación inter agencias con el departamento de Estado, la CIA y el Pentágono.
En 1968, el general norteamericano Robert W. Porter, declaró que: "Con el fin de facilitar el empleo coordinado de las fuerzas de seguridad interior y entre los países de América Latina, estamos... tratando de fomentar entre los distintos servicios y la cooperación regional, ayudando en la organización de de mando integrado y centros de control, el establecimiento de procedimientos operativos comunes, y la realización de ejercicios de entrenamiento conjunto y combinado”. Cóndor fue uno de los frutos de este esfuerzo.
Los Legats coordinaron esfuerzos dentro de la Operación Cóndor con el SIDE de Argentina; la DINA chilena; la DISIP y la Dirección de inteligencia Militar venezolanas; el Departamento de Orden Político y Social (DOPS), y el Servicio de Información Nacional brasileños, éste último convertido luego en la Agência Brasileira de Inteligencia, así como las Divisiones Regionales de Operaciones de Inteligencia y Coordinaciones de la Defensa Interna ; el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas de Uruguay (OCOA), así como los servicios de inteligencia militares en Guatemala, El Salvador y de otras naciones.
El 6 de marzo de 2001 se conoció a través del New York Times la existencia en 1978 de un centro de inteligencia ubicado en el Canal de Panamá, creado por EE UU, para intercambiar información entre la CIA y los servicios de inteligencia de los países latinoamericanos, uno de cuyos proveedores era el FBI y sus Legats.
En un informe del coronel Robert Scherrer, Legat del FBI en Buenos Aires desde 1972, fechado el 22 de septiembre de 1976, se reconoció el empleo de Automotrices Orletti en Buenos Aires como centro de detención y tortura, según un informe que recibió del SIDE argentino, donde fueron torturados y asesinados los diplomáticos cubanos Crescencio Galañega Hernández y Jesús Cejas Arias, secuestrados previamente el 9 de agosto de 1976 en una zona aledaña a la embajada cubana.
Scherrer impuso también a sus jefes del FBI sobre detalles del asesinato en Washington DC, de Orlando Letelier del Solar, ex ministro de Salvador Allende, apenas una semana después de cometido el crimen: “Operación Cóndor es el nombre en código de la recopilación, intercambio y almacenamiento de datos de inteligencia [militar] sobre personas [calificadas de adversarios políticos], recientemente establecida entre los servicios que a ella cooperan con el fin de eliminar a [sus adversarios políticos] en estos países. Además, la Operación Cóndor lleva a cabo operaciones conjuntas contra sus blancos en los países miembros (...) Chile es el centro de la Operación Cóndor, e incluye también a Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Brasil también ha aceptado en principio aportar información a la Operación Cóndor.”
“Una tercera y más secreta fase de Operación Cóndor consiste en formar equipos especiales de los países miembros para que viajen por todo el Mundo, por países no miembros de aquella, para llevar a la práctica las sanciones, [que incluyen] asesinatos, contra [adversarios políticos] de los países miembros de la Operación Cóndor. Un ejemplo, si un [adversario político] o un apoyo de la [organización política adversa] es localizada en Europa, un equipo especial de la Operación Cóndor será enviada a localizar y vigilar el blanco. Cuando ha culminado la localización y vigilancia, un segundo equipo de Operación Cóndor será enviado a llevar a cabo la sanción efectiva contra el blanco. En teoría, un país proveería de documentación falsa al equipo de asesinos, formado por agentes de un país distinto. El asesinato de Letelier puede haber sido obra de una tercera fase de Operación Cóndor”.
Lo sorprendente de todo es que el agente especial Robert Scherrer, además de conocer la actividad represiva de la SIDE argentina, coordinó regularmente con Antonio Campos Alum, entonces director de la Jefatura de Asuntos Técnicos del Paraguay, diversas informaciones de inteligencia sobre personalidades y movimientos progresistas en la región, impartiendo orientaciones al respecto como lo demuestra una nota enviada por Scherrer a Campos Alum: “Sugiero que continúe las conversaciones con el Director de la Misión de Operaciones de Estados Unidos en Paraguay, con el fin de establecer algún programa similar sobre Seguridad Pública.”
Tal era el contubernio entre el FBI y los represores de la Operación Cóndor que el propio director del Buró, Clarence Kelley, no tuvo reparo en felicitar a Campos Alum, quien actualmente se encuentra prófugo de la justicia, en ocasión de fin de año en 1976: "En estas Navidades, deseo hablar en nombre de todos mis colaboradores y agradecerle de todo corazón la cooperación que ustedes, con tanta buena voluntad, han proporcionado al FBI. Deseándole lo mejor de las cosas, que merece con creces”.
Esta felicitación, por supuesto, fue el justo reconocimiento del FBI a los policías paraguayos que, en varias oportunidades, se dedicaron a informarle, incluso, sobre la actividad de personalidades norteamericanas, tal como ocurrió en el caso del senador por Massachusetts, Edward Kennedy, en una de sus visitas en Buenos Aires en la se reunió con varias personalidades paraguayas.
El control y asesoramiento del FBI sobre la actividad de los grupos represivos en la región, fortalecido por casi 100 terroristas de origen cubano, no descarta que el propio Scherrer haya tenido conocimiento d el asesinato en Argentina del ex presidente boliviano Juan José Torres González, ocurrido en junio de 1976, el del ex ministro del Interior y de Defensa de Chile, general Carlos Prats, así como de los asesinatos de los parlamentarios uruguayos Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, durante ese mismo año. Por otra parte, según archivos del FBI sobre la Operación Cóndor, la DINA chilena realizó o intento cometer atentados terroristas en España, Francia, Portugal, Italia, EEUU, Argentina, Chile y otros países.
Una prueba del compromiso de los Legats norteamericanos con el terrorismo anticubano tuvo lugar cuando el funcionario acreditado en Puerto España, Trinidad y Tobago, concedió sin dificultad una visa a Ricardo Lozano, el venezolano vinculado a Posada Carriles en varias acciones terroristas, entre ellas la colocación de una bomba en Guyana el 1 de septiembre de 1976. Posteriormente, el Buró se “sorprendió” que el 8 de octubre de 1976, fuera arrestado este terrorista bajo la acusación de volar un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo en Barbados.
Otro de los destacados oficiales del FBI que actuaron dentro de la Operación Cóndor, en este caso en Paraguay, fue el coronel Robert Thierry, quien usó la fachada de "asesor sobre administración pública" de la Administración de Cooperación Internacional (AID), cuya misión fue la de ejercer asesoría en el Ministerio del Interior de Paraguay, así como la creación y control de la Policía Técnica de ese país.
Otro Legat del FBI en Buenos Aires, Calvin Clegg, también se destacó por recabar información permanente sobre personalidades progresistas en la región, para lo que se valió constantemente del SIDE. En una solicitud al represor e informante paraguayo, Pastor Coronel, usado también muchas veces por Scherrer, le solicitó información sobre el Consejo Mundial por la Paz: “Adjunto un informe reservado, enviado por la oficina del FBI en Nueva York. El informe describe la historia y antecedentes del Consejo Mundial para la Paz, una organización que sirve como instrumento político del Partido Comunista de la Unión Soviética. Le ruego que examine sus archivos buscando toda información relacionada con el Consejo Mundial para la Paz en su país que esté dirigido contra Estados Unidos o sus ciudadanos.”
Siguiendo órdenes expresas de Kissinger, quien revocó el 16 de septiembre de 1976 la orden que había dado un mes antes, el 18 de agosto, a los embajadores de este país en Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay de que advirtieran a los regímenes militares de la región de no cometer una "serie de asesinatos internacionales", según el cable desclasificado por el Archivo de Seguridad Nacional en días pasados, los Legats del FBI solo se limitaron a informar a su Director sobre evidentes planes de asesinatos, pero no hicieron nada para evitarlos.
Hoy se conoce que mucha gente de las administraciones norteamericanas durante esa etapa se opuso tímidamente a los crímenes planeados dentro de la Operación Cóndor, pero ninguno tuvo en esos momentos el valor de denunciarlos. Tal fue el caso de Ernest Siracusa, el embajador de Estados Unidos en Montevideo; los embajadores norteamericanos en Chile en esa época, David Popper y Robert Hill, así como otros funcionarios de menor rango dentro del departamento de Estado. Sin embargo prevaleció el criterio del pentágono, de la CIA y del FBI.
La marcha atrás de Kissinger, mediante su Secretario Adjunto para el hemisferio Occidental, Harry Shlaudeman, dio luz verde al asesinato de Letelier y otros macabros crímenes cometidos en esa época. Al respecto, señaló Peter Kornbluh, Director del Archivo de Seguridad Nacional, con sede en Washington: "El cable del 16 de septiembre es la pieza que faltaba en el histórico rompecabezas sobre el papel desempeñado por Kissinger, y el no desempeñado por el gobierno de Estados Unidos, tras enterarse de las conspiraciones del Plan Cóndor". (…) "Sabemos lo que pasó: el Departamento de Estado trató en forma oportuna de frustrar los ‘Asesinatos Inc.’ en el cono sur, y Kissinger, sin explicaciones, lo suspendió".
Actualmente existen varias Oficinas Legats en América Latina, como es el caso de una en la embajada de EE UU en Bogotá, Colombia, que cubre a ese país y al Ecuador. Otras de ellas están ubicadas en las embajadas norteamericanas con sede en Brasilia, Brasil; en Bridgetown, Barbados, así como una sub oficina en el consulado de EE UU en Nassau, las que cubren un vasto territorio que comprende a Anguila, Antigua y Barbuda, Aruba, Bahamas, Barbados, Bermuda, Bonaire, Islas Caimán, Curazao, Dominica, Granada, Guadalupe, Martinica, Montserrat, Saba, San Bathelemy, San Cristóbal (San Cristóbal) y Nevis, St. Eustatius, St. Lucía, St. Maarten, St. Martin, San Vicente y las Granadinas y las Islas Turcos y Caicos.
Otras oficinas Legats en América Latina se ubican en Buenos Aires, Argentina, con la misión de atender a ese país junto a Paraguay y Uruguay; en Caracas, Venezuela; una sub oficina en Puerto España, Trinidad y Tobago, que actúa sobre Guyana Francesa, Guyana, Suriname, Trinidad y Tobago, y también sobre Venezuela. En México existe una oficina Legat en la embajada de EE UU en Ciudad México, así como sub oficinas en Guadalajara, Hermosillo, Monterrey y Tijuana.
Diseñado por Hoover el COINTELPRO se aplicó exitosamente no solo dentro de Estados Unidos, sino también en Puerto Rico, implementándose su ejecución en varios países latinoamericanos con vistas a minar internamente a las fuerzas progresistas, a fomentar la desunión y la desconfianza y a lograr una penetración efectiva de informantes del Buró dentro de sus filas. Aún falta mucho por investigar cómo se orquestó este programa en Latinoamérica, pero se puede afirmar categóricamente que los Legats la usaron sistemáticamente para crear un ambiente de recelo entre personalidades de izquierda, a fomentar divisiones, a exacerbar el ego de algunos de sus líderes, así como a desvirtuar su imagen ante sus compañeros.
Otro exitoso elemento usado por el FBI en la Operación Cóndor fue la FBI National Academy, creada desde 1935 y que empezó a adiestrar a policías y represores latinoamericanos desde 1962 de manera priorizada, llegando a adiestrar hasta septiembre de 2008 a casi 3 000 personas, entre ellas una parte considerable de latinoamericanos, con la aparente misión de: “apoyar, promover y mejorar el desarrollo personal y profesional de los líderes de aplicación de la ley, preparándolos para los desafíos complejos, dinámicos y contemporánea a través de técnicas innovadoras, facilitando la excelencia en educación e investigación, y creación de asociaciones en todo el mundo”. En realidad, los egresados salen debidamente preparados en técnicas de interrogatorios bajo presión, entiéndase eficiencia en torturar, y otros métodos modernos de contrainsurgencia.
Sucia es, pues, la herencia que dejó el FBI en América Latina dentro de la Operación Cóndor. Algo que nuestros pueblos nunca olvidarán y los nuevos pupilos del FBI tendrán qué avergonzarse.
EL FBI Y SUS CONFABULACIONES Y CEGUERA ANTE LOS PLANES MAGNICIDAS CONTRA FIDEL. (I)
Desde el mismo triunfo revolucionario de 1959 en Cuba, e incluso un tiempo antes, Fidel fue el centro de varias maquinaciones para atentar contra su vida, originadas desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, cuyo huésped en esos momentos era Dwight Eisenhower, según lo comprobó el Church's Select Committee, que pudo recabar información sobre ocho intentonas contra el líder rebelde y, posteriormente, primer ministro por esos tiempos. La CIA, la naciente contrarrevolución mafiosa de origen cubano que se hacinaba en Miami, New Jersey y otras ciudades de la unión, en connivencia con la ultraderecha norteamericana y la Cosa Nostra, no vacilaron en recurrir a los más increíbles medios para lograr tan siniestro objetivo: el empleo de emboscadas, colocación de artefactos explosivos, bazoocazos, francotiradores fijos y en plena marcha vehicular, diversos tipos de venenos y nocivos medios bacteriológicos, atentados contra su imagen pública, hasta ataques ideológicos directos y prematuros contra su persona, tildándolo de comunista.
Invitado por la Asociación de Editores de Periódicos de EE UU, Fidel arribó a ese país el 15 de abril de 1959. La estancia de Fidel entre el 15 y el 27 de abril representó un desplazamiento de buena voluntad a los EE. UU., con carácter no oficial. A pesar de ello, la curiosidad que despertó el líder cubano en las altas esferas del poder norteamericanos propició un encuentro entre Fidel y el vicepresidente Richard Nixon, el 19 de abril. Este encuentro fue crucial pues marcaría, para siempre, en lo más íntimo de Richard Nixon la convicción de que Fidel no se plegaría nunca ante EE UU y Nixon sellaba a partir de ahí su sentencia de muerte. Mientras tanto, Eisenhower jugaba al golf, ignorando deliberadamente la visita del mandatario cubano. Mientras tanto, Fidel aprovechó la estadía para visitar la ciudad de Washington, desarrollando diversas visitas a mausoleos como el de George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y la tumba del soldado desconocido en el Cementerio Nacional de Arlington. Asimismo asistió a la Lawrenceville School, en Nueva Jersey, a las Universidades de Princeton y Harvard; encontrándose en Nueva York con el Secretario General de Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld. Posteriormente y antes de partir a Houston, Texas, estuvo en un mitin en Central Park, el día 24, escenario del que se sería el primer atentado contra él en suelo norteamericano. Asediado por centenares de personas, Fidel pudo evitar una muerte segura cuando se descubrió una poderosa bomba debajo de la tribuna, ubicada en el Central Park, la cual fue detectada y desactivada de inmediato. Fue la única oportunidad en que el FBI y, particularmente, la NYPD, hizo algo para impedir su asesinato.
Desde los lujosos y sórdidos salones de la Casa Blanca, el gobierno norteamericano de Ike Eisenhower dio luz verde a la Agencia Central de Inteligencia para desarrollar un sinnúmero de planes dirigidos al asesinato de Fidel Castro, en muchos de los cuales participarían durante décadas Antonio Veciana, Luis Posada Carriles, Pedro Luis Díaz Lanz y otros terroristas de origen cubano. Uno de estos planes iníciales tuvo lugar en marzo de 1959, bajo la anuencia del jefe de la estación CIA en la Habana, James Arthur Noel, y del oficial de esta agencia nombrado David Morales. El fallido plan involucró al contrarrevolucionario Frank Sturgis, al traidor Pedro Luis Díaz Lanz y al norteamericano Patrick Gerry Hemmings y consistió en la colocación de una bomba que explotaría cuando Fidel asistiera a una reunión con personal de la fuerza aérea. Las fuertes medidas de seguridad adoptadas en esos momentos, hicieron desistir a los complotados, incapaces de poner en juego su vida en el siniestro empeño.
Meses después, en diciembre de 1959, con la anuencia de Allen Dulles, entonces jefe de la CIA, se autorizó un nuevo plan a ejecutarse en febrero de 1960, el cual consistió en asesinar a Fidel durante una visita que realizaría a la casa del entonces jefe de la seguridad cubana, Comandante Ramiro Valdés. Los complotados, neutralizados por las autoridades cubanas por la penetración de agentes dentro del grupo, fueron el agregado militar de la embajada norteamericana, mayor Robert van Horn, así como la norteamericana Geraldine Shamman y los nacionales Fernando López, Pablo Márquez y Homero Gutiérrez. Los nacientes órganos de la seguridad cubana ponían a prueba la efectividad de su trabajo con su agentura. A partir de ahí, la penetración de los grupos terroristas sería una costumbre operativa para proteger al líder cubano.
En la obcecada intención por destruir a la Revolución mediante el asesinato de su líder, doce nuevos planes de atentado serían preparados por la CIA en el transcurso del año 1960, entre los que se destacaron:
● Intento de asesinar a Fidel en la Universidad de la Habana, en abril de 1960, por parte de Manuel Guillot Castellanos, Rafael Sintairos Santiso y otros involucrados, bajo la dirección de Manuel Artime Buesa, quien por ese entonces se encontraba en Miami.
● Plan de asesinato contra Fidel a su salida del Palacio Presidencial en agosto de 1960, intento que se planificara en varias oportunidades, como parte de un vasto plan de alzamiento, atentados y otras actividades contrarrevolucionarias, desarrollado por un grupo integrado por Galo Martínez Chapman, Fernando Mancheco, Alfredo Curí y otros contrarrevolucionarios.
● Intentos de asesinato contra Fidel por parte de la CIA y la mafia norteamericana, durante la visita del mismo para asistir al 15 Período de Sesiones de la ONU, el 18 de septiembre de 1960. Los planes consistían en envenenar al dirigente cubano con puros infectados con botulina sintética, colocar sales de talio en sus zapatos que le provocaran la pérdida total de su cabello y barba, así como hacerlo fumar un puro con la droga LSD. Prácticamente expulsado por la dirección del hotel Shelbourne, se trasladó al Hotel Theresa, en Harlem, donde se encontró con al presidente soviético Nikita Jrushchov, el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, el primer ministro indio Jawaharlal Nehru y el dirigente negro Malcolm X. Jrushchov. Allí se sintió feliz conviviendo y confraternizando con lo más humilde del pueblo norteamericano. En esta oportunidad, Fidel salvó la vida de un atentado planificado por la CIA y la Cosa Nostra, que planearon lanzar contra su auto una pelota de solftball, cargada de explosivos y con detonadores de contacto, y que ejecutaría el criminal Richard Cain.
● Ese mismo mes, ya Fidel en Cuba, se planificó otro intento de asesinarlo a la salida del Palacio Presidencial por parte de cuatro contrarrevolucionarios, nombrados Indalecio Pérez, Rafael Pérez, Carlos Rivero y Manuel Suárez.
Lo significativo de estos planes es que en algunos casos se hicieron mediante la infiltración en Cuba de servidores de la CIA, provenientes de los Estados Unidos e infiltrados mediante el uso del canal ilegal marítimo. En otros casos se realizaron de forma coordinada con la estación de la CIA, radicada en la embajada de Estados Unidos en la Habana, empleando a contrarrevolucionarios internos. Significativa también fue la alianza de la CIA con el crimen organizado para provocar la muerte de Fidel Castro. Fue, sin lugar, una alianza entre dos mafias existentes en Estados Unidos: la mafia oscura y tenebrosa de las calles y la mafia de cuello blanco detentora del poder político. Por su parte, el Buró Federal de Investigaciones, dirigido en ese entonces por John Edgar Hoover hasta 1972, y su representación en la Habana, con pleno conocimiento de estos planes magnicidas, ni informaron a las autoridades cubanas, ni hicieron algo por neutralizarlos. Por el contrario, según un memorando enviado al director de la CIA Richard Helms y firmado por el director de Seguridad J. Howard Osborn, fechado el 19 de noviembre 1970, se esclareció que en agosto de 1960 uno de los jefes de la CIA, Richard Bissel, contactó al coronel Sheffield Edwards, de la Oficina de Seguridad, para que contactara a Robert A. Maheu, ex agente del Buró, vinculado al multimillonario Howard Hughes, amigo de J. Edgar Hoover, jefe del FBI, para planificar el asesinato de Castro usando a la Cosa Nostra. Maheu contactó para ello con Johnny Roselli, un mafioso de Las Vegas y vinculado a la CIA en la Operación 40, ofreciéndole 150 000 USD por el asesinato de Fidel Castro. Roselli, a su vez contactó con Salvador Giancana, jefe de la Cosa Nostra en Chicago y con Santos Trafficante, ex dueño del Cabaret Sans Souci en Cuba.
Los planes de la CIA para asesinar a Fidel se incrementaron en 1961 con respecto al año anterior, estimulados por la frustración y el odio irracional, así como la desesperanza que les sembró la inutilidad de tanto plan macabro. En esta ocasión, entre los meses de enero a diciembre de 1961, fueron descubiertos 18 planes de atentado contra el líder revolucionario, quien emergía para los cubanos como el legítimo sucesor de José Martí.
Kennedy heredaría la Operación 40 de la CIA, ideada por Nixon y quien hizo uso de un grupo de figuras de origen tejano como el propio George Bush, padre; al petrolero Jack Crichton; así como al general la US Air Force Charles Cabel. Muchos de ellos estarían en el amplio marco de las sospechas sobre el asesinato de JFK un tiempo después. Eran, sin lugar a dudas, parte de la conexión tejana del oscuro mundo mafioso y terrorista de la CIA.
HOOVER Y EL CHANTAJE A LOS PRESIDENTES DE EE UU.
El poderoso J. Edgar Hoover, acostumbrado a hurgar en las intimidades de las figuras públicas norteamericanas, sabedor de que disponer de información es una forma sólida de controlar y ejercer poder sobre los demás, llegó incluso a chantajear a los propios presidentes de Estados Unidos. Hoy no es un secreto que espió a presidentes y a primeras damas de EE UU, incluso al propio Franklin Delano Roosevelt y a su esposa, sobre quienes poseía un abultado dossier de informes sobre su vida íntima y aventuras extra conyugales. Solo Eleanor Roosevelt tenía un dossier en manos de Hoover con alrededor de 450 páginas. Por su parte, Dwight Eisenhower padeció también el permanente chantaje de Hoover, sobre todo por su relación extramarital con Kay Summersby, su asistente a partir de 1942.
El centro del chantaje más significativo por parte de Hoover fue la familia Kennedy, de los que llegó a edificar amplios dossiers sobre sus vínculos con la Cosa Nostra durante la campaña electoral de John F. Kennedy, así como sobre la controvertida vida amorosa de JFK con la periodista danesa Inga Arvard, cuando el futuro presidente laboraba el Departamento de Inteligencia Naval, con sede en Washington y su amante era sospechosa de ser espía de Hitler. Casado ya, JFK fue el centro del más ruin espionaje de Hoover, en relación con sus affaires extra matrimoniales con Judith Campbell, vinculada amorosamente alguna vez con el mafioso Sam Giancana; así como sus aventuras con otras 30 mujeres, entre las que se encontraba las actrices Angie Dickinson y Marilyn Monroe. Mediante Judith Campbell, JFK le pidió a Giancana el apoyo de la mafia en su campaña electoral, así como detener los planes de asesinato contra Fidel orquestados por la administración de Dwight Eisenhower junto con la CIA y la Cosa Nostra. A cambio, Giancana le pidió que su hermano, Robert Kennedy, elegido Fiscal General, se hiciera de la vista gorda sobre sus actividades que comprometían, incluso, al padre de estos: Joseph Kennedy.
Hoover también chantajeó a Lyndon B. Johnson, vicepresidente en el mandato de Kennedy y su sustituto en la Oficina Oval con posterioridad a su asesinato. Johnson también mantuvo algunas aventuras amorosas fuera de su matrimonio, como fue el caso de Madeleine Brown, lo que unido a sospechosos nexos con la mafia en Texas y su posible implicación en el asesinato de Kennedy, le sirvieron para mantenerse al mando del FBI desde 1924 hasta su muerte en 1972. Richard Nixon padeció también los chantajes de Hoover por una aventura con Marianna Lu, una aeromoza natural de Hong Kong, así como por los vínculos de Nixon con la mafia de Las Vegas y Chicago, con el corrupto sindicalista Jimmy Hoffa, al igual que por su supervisión directa en varios planes de atentado contra Fidel Castro cuando era vicepresidente durante el mandato de Eisenhower.
Lo importante del poder adquirido de manera sucia por Hoover, no solo estaba dirigido a mantenerse como un poder oculto sobre el gobierno norteamericano, sino también para actuar con total impunidad en muchas de sus actividades, entre las que se encontraba su confabulación con la CIA, la Cosa Nostra y la mafia anticubana para asesinar a Fidel Castro, cuyo antecedente inicial fue el caso de Robert Nye, así como con la promoción de una invasión a Cuba.
ROBERT NYE Y LOS PRIMEROS INTENTOSDE ASESINAR A FIDEL POR PARTE DEL FBI.
Tal como señalamos en otra parte de esta serie de artículos, uno de los antecedentes de los planes magnicidas contra Fidel tuvo lugar un tiempo antes del triunfo revolucionario de 1959 y sería ejecutado por Alan Robert Nye, agente encubierto del FBI quien, luego de infiltrar a grupos de revolucionarios radicados en La Florida, arribó a Cuba para perpetrar su crimen. Su plan, salido a luz pública en la edición del periódico Revolución, con fecha 3 de febrero de 1959, implicó a Nye con los órganos de inteligencia y represión de la dictadura de Fulgencio Batista. Todo radicaba en asesinar a Fidel en plena Sierra Maestra, para lo cual el criminal contaba con un fusil con mira telescópica y otra arma ligera.
En toda la fase de preparación del plan participó el FBI de J Edgar Hoover junto al BRAC y el SIM cubanos. El Buró creó la leyenda de Nye como un militar aparentemente simpatizante de la causa rebelde en Cuba y el mismo arribó a la Isla el 12 de noviembre de 1958, hospedándose en el Hotel Comodoro con la identidad apócrifa a nombre de G. Collins. Por supuesto, su habitación había sido pagada por los coroneles Carlos Tabernilla y Orlando Piedra, quienes le visitaron y le prometieron el pago de 50 000 USD por cumplir su tenebrosa misión.
Capturado Nye al intentar infiltrarse en la zona rebelde el 20 de diciembre de 1958, fue mantenido prisionero por las fuerzas insurgentes hasta que fue trasladado a la Habana luego del triunfo de enero de 1959. Tras ser interrogado y procesado, Alan Robert Nye, fue condenado y, posteriormente, enviado a su país de origen. Con su caso se iniciaría una de las cacerías más abominables relacionadas con una figura política en toda la historia de la humanidad.
EL FBI, LOS KENNEDY Y FIDEL CASTRO
Edgar Hoover estaba al tanto de los trapos sucios de los Kennedy y usó el chantaje contra ellos para favorecer a los planes de la CIA, montados durante el mandato de Eisenhower, para destruir a la Revolución Cubana, incluidos los planes magnicidas contra Fidel. Para lograr estos objetivos la CIA convenció a Kennedy a dar luz verde a una invasión a Cuba en una reunión sostenida a inicios de 1961, cuando todo el tinglado estaba montado a sus espaldas. Tras el bochornoso fracaso posterior de la brigada 2506, por supuesto, Kennedy desconfió de la CIA y de todo aquel que estuvo alguna vez implicado en la guerra sucia contra Cuba. Robert Kennedy atacó a la Cosa Nostra, particularmente a Giancana. JFK y su hermano se habían ganado dos poderosos enemigos que labrarían el camino hacia su ulterior desaparición física. Sin embargo, Kennedy, trató de navegar a salvo en mar revuelto, manteniendo su hostilidad hacia Cuba mediante una nueva escalada de guerra sucia contenida en la Operación Mangosta, aprobada el 30 de noviembre de 1961 y a un costo de 100 millones de USD. JFK puso al general del la US Air Force, Edward Lansdale, a cargo de la nueva operación.
Mientras tanto, Hoover se mantuvo recabando información en un amplio dossier de 761 páginas sobre los planes de Kennedy contra Cuba, limitándose al papel de oportunista observador, mientras la CIA y la Cosa Nostra actuaban con total impunidad, muchas veces apoyados por Hoover en su “batalla” contra los hermanos Kennedy y facilitando los planes magnicidas contra Fidel Castro.
LA CAZA DE UN HOMBRE Y LA APATIA DEL FBI
Luego, 1963, la CIA dirigió una última misión destinada a matar a Fidel Castro dentro del mandato de los Kennedy. La Agencia planeó emplear a Rolando Cubela, ligado a la Revolución y con una relativa posición dentro del gobierno, como asesino a sueldo. El primer contacto de Cubela con la CIA tuvo lugar el primero de agosto de 1963, en Helsinki, Finlandia. Sin reparo alguno, Cubela aceptó el encargo que, a la postre, no pudo cumplir luego de ser capturado.
Otro plan de asesinato fraguado contra Fidel ocurrió en 1963, cuando un camarero del entonces hotel Habana Libre sería el encargado de colocar una cápsula de botulina que bebería Fidel Castro. El plan falló al inutilizarse las cápsulas dentro de la nevera donde las había ocultado el potencial magnicida.
Asesinado Kennedy y en pleno mandato de Lyndon B. Johnson, otro plan de atentado contra Fidel fue organizado por Raúl Sanjenis en enero de 1964, quien fungió como oficial CIA durante la Operación 40 y estuvo vinculado a la preparación de un grupo especial de la brigada 2506. Este nuevo plan sería ejecutado por varios contrarrevolucionarios en Cuba, entre los que hallaban Bernardo Milanés López, Mario Salabarría, Roberto Sabater y otros elementos quienes, al transitar la caravana de Fidel Castro por la Quinta Avenida, en el barrio habanero de Miramar, le dispararían con una ametralladora calibre 30 mm, desde un camión de la empresa telefónica.
Por otra parte, uno de los jefes de Luis Posada Carriles en la CIA, David Atlee Philips, abochornado por los innumerables fracasos, planificó un nuevo atentado contra Fidel, a realizarse en octubre de 1968, mientras éste asistiera al acto por el Centenario de las Guerras de independencia el 10 de ese mes, en Manzanillo, antigua provincia de Oriente. Dicho plan, elaborado por el propio Atlee Phillips, contemplaba la infiltración de un grupo de terroristas por la Base Naval de Guantánamo. Todo lo tuvo en cuenta el obcecado oficial de la CIA, menos las contingencias ocasionales que llevaron al fracaso de la operación.
Incansables en su enfebrecida obsesión por asesinar a Fidel Castro, la CIA, Posada Carriles y otros contrarrevolucionarios de origen cubano, prepararon cuatro planes de atentado contra Fidel Castro en 1971, a raíz de su visita a Chile, cuando el mismo fue invitado por el gobierno de la Unidad Popular. Con él se encontraron involucrados en una complicada madeja de opciones criminales David Atlee Phillips y Antonio Veciana. El primero de estos planes se realizaría en los momentos en que Fidel se asomara a un balcón del Palacio de la Moneda. Un francotirador dispararía un fusil con mira telescópica desde una habitación del hotel Carreras Hilton, aledaño a la casa presidencial.
De fallar el primero, el segundo atentado tendría lugar en el momento en que Fidel ofreciera una conferencia de prensa y dos contrarrevolucionarios de origen cubano, Marcos Rodríguez y Diego Medina, acreditados legalmente como periodistas de la cadena de televisión “Venevisión”, de Venezuela, dispararían dos armas de fuego ocultas entre sus cámaras de televisión. El general de los carabineros chilenos José María Sepúlveda, implicado también en el plan de la CIA, sería quien facilitaría a los asesinos el acceso al lugar. Los otros dos atentados contra Fidel en esa ocasión se trataron de realizar en Lima, Perú, y en Quito, Ecuador, durante el periplo de regreso del gobernante cubano. En el primer caso, el plan contemplaba el lanzamiento de explosivos desde la terraza del aeropuerto por parte de tres contrarrevolucionarios, entre los que se encontraban Eusebio Ojeda, ex capitán del Segundo Frente Nacional del Escambray. El otro plan, a realizarse en Ecuador, preveía el empleo de un fusil de mira telescópica para asesinar a Fidel, disparándole desde un avión parqueado en una zona aledaña al suyo, perteneciente a los hermanos Guillermo y Roberto Verdaguer. El propio Luis Posada Carriles, en unión de Osiel González, dispararía contra el mandatario. Todos fracasaron por diversos motivos, fundamentalmente por el miedo de sus ejecutores a perder la vida en el intento.
Unos días antes de la visita de Fidel a Chile, se reunieron en Caracas varios de los anteriormente mencionados, a los que se sumó Gerry Hemmings, para ultimar los detalles del macabro plan. No cabe duda que Posada Carriles supo hacer uso adecuado de su cargo dentro de la DISP y de su posición privilegiada en Venezuela, para hacer de este país una base segura de operaciones contra Cuba.
Varios elementos deben ser tenidos en cuenta al evaluar el fracaso de estas intentonas de magnicidio, además de la cobardía y el miedo de sus potenciales ejecutores. Todo el plan fue urdido en Miami por varios oficiales CIA y contrarrevolucionarios cubanos, con pleno conocimiento del FBI, tanto de sus oficiales en la sede de Miami como los Legats acreditados en las embajadas norteamericanas en esos países como Chile y Venezuela. El propio Posada, quien era ya un probado informante del FBI, no informó a sus superiores de este plan y se limitó a facilitar las credenciales de Venevisión a los asesinos potenciales. Hoy se conoce ampliamente que estas cuatro operaciones, incluidas la de Perú y Ecuador, fueron inicialmente preparadas en una reunión realizada en una casa de seguridad de la CIA en Miami en la que participaron, entre otros, David Atlee Phillips, Luis Posada Carriles, Antonio Veciana, Frank Sturgis, Joaquín Sanjenis, Ricardo Morales Navarrete y Orlando Bosch Ávila.
En ese período, particularmente en 1977, varios terroristas vinculados a Gaspar Jiménez Escobedo y Luis Posada Carriles planificaron el asesinato de Fidel durante su primera visita a la isla Caribeña de Jamaica, invitado por el Primer Ministro Michael Manley.
Los planes de asesinato contra Fidel continuaron en forma de una enfebrecida cacería. Apenas dos meses después de la fundación de la CORU y unas semanas antes de que se llevara a cabo el atroz atentado contra un avión de Cubana de Aviación en Barbados, Orlando Bosch llegó a Caracas, luego de efectuar un amplio periplo por Chile, República Dominicana y Nicaragua. Esta visita estaba relacionada con la participación suya y de Posada Carriles en un atentado contra Fidel durante la visita del mismo a Angola, en septiembre de 1976. Dicho plan fue neutralizado por la seguridad cubana en la fase de preparación. Otra vez se quedarían con las ganas confusos y frustrados.
Por su parte, Antonio Veciana Blanch, socio de Posada Carriles en los frustrados atentados contra Fidel en 1971, preparó un nuevo atentado contra éste en octubre de 1979, en unión del jefe de Alpha 66, Andrés Nazario Sargent. El plan magnicida consistía en lanzar una pelota de softball, que escondía una bomba de contacto contra el auto del dignatario cubano que asistió 34vo. Período de Sesiones de la ONU. Fue éste otro de los pocos planes contra Fidel neutralizado por el FBI, al igual que en 1959.
Posada Carriles, uno de los más dementes y obcecados terroristas implicados en los planes magnicidas contra Fidel, participó desde El Salvador en la organización de un plan de atentado contra Fidel Castro en noviembre de 1988, en complicidad con Gaspar Jiménez Escobedo y el contrarrevolucionario Orlando Mendoza. El plan contemplaba asesinar al mandatario cuando el mismo realizara una visita a Brasil. Varios días después se vio envuelto junto a Orlando Bosch, Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Corzo Eves y otros individuos, en otro plan de atentado contra Fidel a realizarse en diciembre de 1988, cuando éste asistiera a la toma de Posesión de Carlos Andrés Pérez, en Caracas, Venezuela.
Gaspar Jiménez Escobedo se enfrascó en un frustrado atentado contra la vida del Comandante Fidel Castro en julio de 1991, en ocasión de su participación en la Primera Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno, celebrada en Guadalajara, México. En esta oportunidad, Gasparito ideó derribar el avión en que se trasladaría Fidel empleando un cohete tierra aire. El dirigente cubano asistió al evento con vistas a apoyar este importante mecanismo de consulta entre los jefes de estado y de gobierno de América Latina y España, promovido por Brasil, España y México. De la reunión salió el acuerdo de realizar la Segunda Cumbre en España, en 1992, y la Tercera en Brasil, en 1993. Los enemigos de la Revolución se congratularon de encontrar espacios idóneos para atentar contra Fidel cuando asistiera a estos eventos.
En aquel entonces, el hoy propietario de la empresa panameña Longlac Enterprise, dedicada a la comercialización de armamento, Mario Delamico, se encargó de transportar hacia Nicaragua y otros destinos centroamericanos grandes cantidades de armas procedentes de los Estados Unidos. Luego del escándalo Irán-Contras, Delamico devino en abastecedor de Posada para la consumación de sus planes terroristas contra Cuba, incluida la eterna intención de matar a Fidel a toda costa, como ocurrió en los planes para eliminar al líder cubano durante una posible visita a El Salvador, en ocasión de la toma de posesión del presidente Reina, el atentado frustrado contra el líder cubano en Cartagena de Indias, en Colombia, durante 1994, e, incluso, uno de los tres planes preparados contra Fidel durante su visita a República Dominicana en 1998.
A inicios de los años noventa, las intentonas contra la vida de Fidel fueron en aumento, de forma tal que solo en ese tiempo se fraguaron 16 nuevos atentados contra su vida y 8 contra otros dirigentes cubanos. En todos estos casos, así como en 108 atentados de todo tipo, estuvo involucrada la FNCA y Posada Carriles, con pleno conocimiento de los Agentes Especiales a Cargo del FBI en la sede de Miami.
Uno de estos planes de atentado contra Fidel se fabricó en 1991, para realizarse cuando el mismo visitara a España el próximo año, involucrando directamente en el mismo a los líderes de la FNCA Francisco José Hernández Calvo y Roberto Martín Pérez. Lo realmente absurdo del rol del FBI en relación con este plan es que, c inco meses después de la entrevista de Posada con el FBI en la embajada norteamericana en Tegucigalpa, éste fue visitado por Gaspar Jiménez Escobedo el 15 de julio de 1992, con la finalidad de coordinar el atentado contra Fidel Castro. De acuerdo con este plan magnicida, Posada Carriles se encargaría de conseguir un lanzacohetes RPG-7, de fabricación soviética, para atentar contra el avión del mandatario cubano durante su visita a España, en ocasión de celebrarse allí la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, entre los días 23 y 24 de julio de 1992. Otra vez los vínculos entre Posada y la FNCA se volvían a materializar en una nueva conspiración contra Fidel. Otra vez la sádica perseverancia sería premiada con el fracaso.
Por su parte, ya instalado Posada, en enero de 1994, en el apartamento 401 del Edificio Moncada, ubicado en la Avenida Juan Lido, Colonia Ninites, en Tegucigalpa, preparó un nuevo atentado contra Fidel Castro, considerando su posible asistencia a la toma de posesión del electo presidente Carlos Roberto Reina. Para ejecutar este plan, la FNCA desembolsó 20 000 dólares y planificó el empleo de un francotirador quien dispararía contra ambos mandatarios con un fusil dotado de mirilla telescópica. Junto a Posada Carriles estuvieron involucrados Roberto Martín, Ramón Orosco, Gaspar Jiménez Escobedo y Francisco Castro Paz. El tirador sería el propio Posada.
Sin cejar en su permanente intento de agredir a la Revolución Cubana y de asesinar a su máxima figura, Posada Carriles, en unión de cinco terroristas fracasó una vez más en la realización de un atentado contra Fidel en Cartagena de Indias, Colombia, durante la celebración de la IV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Celebrada entre los días 14 y 15 de junio de 1994, dicho plan preveía ejecutarse cuando el jefe de estado cubano realizara un paseo por la ciudad en compañía del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Abundante dinero desembolsó la FNCA, cerca de 50 000 dólares, para adquirir diversos medios de guerra, entre los que se encontraban bazookas, armas largas y explosivos. El plan contemplaba asimismo el empleo de un fusil Barrett, calibre 50, enviado desde Miami, con el que se dispararía contra el mandatario cubano. Hoy se conoce que Posada Carriles contó con la ayuda de Alberto Hernández, Félix Rodríguez Mendigutía, Gaspar Jiménez Escobedo, Ramón Orosco Crespo, Roberto Martín Pérez y Raúl Valverde.
Durante ese mismo tiempo, Arnaldo Monzón Plasencia y la FNCA planeaban otro plan alterno que incluía la preparación y ulterior infiltración de un team integrado Santos Armando González Rueda y José Francisco Ramírez Oro, cubanos residentes en Estados Unidos, para enviarlos a Cuba a atentar contra instalaciones turísticas y ejecutar el asesinato del Comandante en Jefe, Fidel Castro. Ambos terroristas se infiltraron por Puerto Padre, provincia de Las Tunas, el 2 de marzo de 1995, logrando enterrar 51 libras de explosivo plástico C-4 y otros medios. Fueron traídos en una embarcación tripulada por varios miembros de la FNCA, entre los que se encontraba José Pujol, uno de los tripulantes que en el 2005 introdujeron ilegalmente a Luis Posada Carriles en Estados Unidos utilizando el “Santrina”.
Los dos criminales infiltrados en Cuba trajeron, y enterraron, 22,12 kilogramos de C-4, otra pequeña bolsa con 1,383 kilogramos de ese mismo explosivo, 12 detonadores eléctricos, 3 relojes marca Cosmo Quartz, 25,5 metros de cordón detonante, 2 pistolas rusas marca Baikal, 75 cartuchos de 9 mm. Lo interesante del caso fue que ambos terroristas portaban un teléfono celular marca CELLSTAR de la NEC, número 03171115H3, entregado anteriormente a mi persona por Pepe Hernández para mis tareas operativas en la Habana a favor de la FNCA y que les había yo devuelto hacía apenas tres meses.
Meses después, en agosto de 1995, Roberto Martín Pérez, Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo, Eugenio Llaneras y otros miembros de la FNCA se involucraron en un plan de atentados contra Fidel Castro durante la celebración de la V Cumbre de Jefes de Estado a realizarse en San Carlos de Bariloche, República Argentina. Lo mismo ocurrió en noviembre de 1996, cuando Posada Carriles y Félix Rodríguez Mendigutía organizaron un nuevo intento de magnicidio contra Fidel durante su visita a Chile para participar en la VI Cumbre de Jefes de Estado de Iberoamérica.
Mientras tanto, muchos de los agentes del FBI en la División de Miami, como el propio Paul R. Philip, el agente especial en el cargo de la oficina de Miami del FBI; el Agente Especial Raúl Fernández, asignado a la Dirección Operativa de Miami desde 1987; David A. Cardona, agente especial a cargo de Supervisión; el Agente Especial Joseph Persichini, Jr.; el Agente Especial de Supervisión de la Ley contra la Corrupción Pública y programas del Fraude Gubernamentales; el Agente especial del FBI James Pat Laflin, así como los agentes D. Keith Bryars, Keith Slotter, Robert E. Casey, Sean Joyce, y muchos otros, enfrascados algunos en la lucha contra el crimen, ignoraron deliberadamente por órdenes de sus jefes las actividades magnicidas y terroristas de los mafiosos cubanos asentados en Miami. Como una tradición, el propio Paul R. Philip, al igual que los harían sus sucesores Héctor Pesquera y Salomon, confraternizó sistemáticamente con los contrarrevolucionarios ejecutores de un descarado terrorismo contra Cuba, ignorando deliberadamente sus criminales actividades. Fidel continuaba en la mira de sus obcecados enemigos.
Lo tuyo es demencial, eres una conejilla encerrada en una isla, fijate en los sitios cubanos en la internet y te darás cuenta que la cubanas se ofrecen porque quieren salir de Cuba
SOY UNA CHICA DE 25 ANOS ,EDUCADA,,BUSCO HOMBRE PARA RELACION SERIA Y POSIBLE MATRIMONIO ,ME LLAMO BRUSLEIDIS MI TELEFONO ES 005323429317 TE ESPERO PO ... www.olx.com.mx › ... › Chica busca Chico - En caché - Similares
HOLA ME LLAMO IDISLAY AROCHE MATAMOROS TENGO 21 AÑOS DE EDAD, VIVO EN CUBA , Y QUIERO ENCONTRAR UN HOMBRE BUENO PARA MI SOLO PARA MI,SOY UNA CHICA TR ... cuautitlanizcalli.olx.com.mx/cubana-busca-hombre-con-fines-serios-iid-45726734 - En caché - Similares
Hola: Soy una chica de Cuba, de la provincia de Guantánamo. Quisiera encontrar un hombre serio y bueno para matrimonio. No importa tu edad. distritofederal.evisos.com.mx/.../chica-cubana-busca-hombre-para-matrimonio - En caché
cubana de 39 anos divorciada busca hombre para relaciones estables,absorbente,educado,sencilloque le guste viajar,divertirse,amante,carinoso. www.habitamos.com/post/.../cubana_busca_hombre - España - En caché
Hola: Soy una chica de Cuba, de la provincia de Guantánamo. Quisiera encontrar un hombre serio y bueno para matrimonio. No importa tu edad. distritofederal.evisos.net/.../chica-cubana-busca-hombre-para-matrimonio.html - En caché - Similares
Hola me llamo Deisi tengo 32 anos ,soy cristiana ,mi profrcion es profesora de danza y coreògrafa ,soy una mujer muy educada ,seria , no tengo hijos - Chica ... www.olx.es › ... › Chica busca Chico - En caché - Similares
4 Mar 2010 ...cubana busca hombre serio para una relacion formal chica busca chico, anuncio gratis de cubana busca hombre serio para una relacion formal ... www.mundoanuncio.com/.../cubana_busca_hombre_serio_para_una_relacion_formal_1185066817.html - En caché
25 Sep 2009 ...CUBANA BUSCA HOMBRE CON FINES SERIOS. HOLA SOY UNA MUCHACHA CUBANA , VIVO EN CUBA, ME LLAMO ANABEL ZALDIVAR MORENO TENGO 24 AÑOS , SOY UNA ... fotoschicasbellas.blogspot.com/.../cubana-busca-hombre-con-fines-serios.html - En caché - Similares
Hombre cubana busca hombre de mexico - Huejuquilla El Alto. Soy un hombre de Huejuquilla El Alto. Busco mujer · hombre busca mujer En Huejuquilla El Alto ... www.datanta.com.mx/mx/hombre/cubana/busca - En caché - Similares
EL FBI Y SUS CONFABULACIONES Y CEGUERA ANTE LOS PLANES MAGNICIDAS CONTRA FIDEL. (II)
La enfermiza obsesión por asesinar a Fidel Castro, patrocinada por la FNCA y el terrorista Posada Carriles, se mantuvo en plena efervescencia durante toda la década de los noventa. El 27 de octubre de 1997 fue capturado en Puerto Rico el yate “La Esperanza”, propiedad del contrarrevolucionario José Antonio Llamas, directivo de la Fundación, en aguas cercanas a esta Isla del Encanto, cerca del Cabo Rojo, por el barco Barnoff de la Guardia Costera de los Estados Unidos. Sus cuatro ocupantes. Ángel Manuel Alfonso Alemán, Juan Bautista Márquez, Miguel Ángel Hernández Rojo y Francisco Secundino Córdova, planearon realizar un atentado contra Fidel Castro, durante su asistencia a la VII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, a realizarse entre los días 8 y 9 de noviembre, en Islas Margarita, Venezuela.
El operativo implicado en este magnicidio, había realizado estudios previos sobre el terreno, con vistas a detectar aquellos puntos factibles para realizar disparos con dos sofisticados fusiles semiautomáticos calibre 50, marca Barret y modelo 82A1, dotados con miras telescópicas, contra la aeronave que transportaría al jefe de estado cubano o contra los carros blindados que lo transportarían. Contaban además con siete cajas de proyectiles para estas armas, cada uno con 10 cartuchos, así como varios uniformes militares, 6 radios portátiles, un teléfono satelital, visores nocturnos, y miras telescópicas, además de un total de cerca de mil dólares
La preparación de este atentado contó con la organización de Posada Carriles y Arnaldo Monzón Plasencia, otros directivos de la FNCA, así como grupos contrarrevolucionarios radicados en Venezuela y Miami. Entre los primeros se encontraban Salvador Romaní, Ricardo Koesling, Francisco Pimentel, Hermes Rojas Peralta, Pedro Morales y Nelly Rojas, esposa de este último. Entre los contrarrevolucionarios radicados en la Florida, vinculados todos a la FNCA, se encontraban Alberto Hernández, Francisco José Hernández Calvo, Alfredo Domingo Otero, José Antonio Llamas, Horacio Salvador García Cordero, Pedro Martín Pérez y otros.
La célula venezolana de Posada Carriles, a su vez, se encargó de realizar estudios en Isla Margarita que contemplaron el descubrimiento y análisis de las medidas gubernamentales de seguridad en la misma, el examen del recorrido posible de la aeronave cubana que transportaría a Fidel, previo a su aterrizaje, sus vías de desplazamiento en el lugar, así como otras importantes tareas logísticas.
Detenidos por el FBI, los cuatro terroristas hicieron disparatadas y contradictorias versiones sobre el plan. Más adelante se esclarecerían los hechos. Pocos días después, durante el proceso investigativo, los fiscales federales se encontraron que el plan de atentado no era un hecho realizado aisladamente por estos individuos, sino una de las madejas de una conspiración. Ante los abrumadores hechos acusadores, la portavoz del Buró en San Juan, Sara Lema, se vio obligada a declarar, totalmente ajena a las maniobras que ulteriormente tejería su jefe, el Agente Especial a Cargo, Héctor Pesquera, para exculpar a los magnicidas, lo siguiente: “Estamos conduciendo la investigación y la indagación continúa para constatar el supuesto atentado contra la vida del presidente cubano”.
Las inexactitudes del proceso investigativo llevado a cabo por el FBI, a todas luces deliberadas y comprometidas con la mafia de Miami, el ocultamiento y omisión de pruebas y declaraciones de los acusados, los controvertidos vínculos entre la parte acusadora y la defensa, que planteaban un lógico conflicto de intereses, así como otras actuaciones controvertidas, anunciaron desde un inicio el triunfo de la impunidad sobre la justicia. Un ejemplo de ello es que la Oficina del Fiscal de EEUU en Puerto Rico evaluó inicialmente que el proceso fuera conducido por un Gran Jurado Federal para procesar a los terroristas, pero luego se dedicó a exculpar primero a los autores intelectuales y, posteriormente, a propiciar la absolución de los implicados directos.
Lo primero en aparecer en la fase investigativa fue una cuenta bancaria a nombre de Juan Bautista Márquez en el CITIBANK de Miami, con un depósito de $2,000. Sospechosamente, esta cuenta fue incrementándose en los próximos días al recibir una transferencia inicial de $2,990 y un depósito ulterior de $127.00. Hoy se ha comprobado que estas sumas de dinero fueron entregados a Juan Bautista por Alfredo Domingo Otero, uno de los jefes de operaciones del grupo paramilitar de la FNCA. Asimismo, las investigaciones arrojaron que los dos fusiles Barret fueron comprados por Francisco "Pepe" Hernández, presidente de la FNCA y Juan Evelio Pou, otro de los integrantes de esta organización terrorista. Más adelante, el jurado de instrucción comprobó que el dueño de la nave era José Antonio Llama, otro de los directivos de la FNCA. Incomprensiblemente, no se molestó a ninguno de los autores intelectuales comprometidos en el magnicidio.
A pesar de que todos los tripulantes capturados por la embarcación “Barnoff”, de la Guardia Costera, tenían amplios antecedentes que los vinculaban a acciones terroristas contra Cuba, poco se hizo por investigar sus antecedentes delictivos y evaluar su potencial peligrosidad. Ángel Manuel Alfonso Alemán había estado condenado en Cuba por actividades terroristas y era vicepresidente de la Asociación de Ex Presos Políticos en el Exilio, así como era un reconocido traficante de armas. Francisco Córdova, por su parte, participó en la derrotada invasión de Playa Girón en 1961 y se había mantenido realizando acciones violentas contra Cuba en los años anteriores. Juan Bautista Márquez, fue ex capitán de buque de la CIA y también un reconocido narcotraficante vigilado por la DEA.
Lo sorprendente de todo fue que, a pesar de los delitos cometidos, los acusados fueron liberados bajo fianza. Miles de dólares fueron desembolsados por la FNCA para pagar las fianzas impuestas y los gastos de la defensa. Sorpresivamente, cuando se esperaba que ellos purgaran su crimen con sanciones adecuadas con su delito, fueron acusados simplemente de dos delitos menores. Por arte de magia, fueron escamoteados los delitos de más peso: conspiración para cometer asesinato, tráfico de armas y falsos testimonios. Era, sin lugar a dudas, una muestra más de la parcialidad de la justicia norteamericana con los terroristas de origen cubano. A la larga, luego de clamar por la realización de este en juicio en Miami, la mafia logró la absolución de los detenidos en diciembre de 1999. Uno de los exonerados por falta de pruebas en 1999, Juan Bautista Márquez, quien se encontraba aún bajo fianza, fue capturado después por la DEA, en enero de 1998, con un cargamento de 365 kilos de cocaína, Fue acusado de varios delitos, entre ellos el de tráfico de drogas y lavado de dinero.
Mientras tanto, muchos de los agentes del FBI en la División de Miami, como el propio Paul R. Philip, el agente especial en el cargo de la oficina de Miami del FBI; el Agente Especial Raúl Fernández, asignado a la Dirección Operativa de Miami desde 1987 y David A. Cardona, agente especial a cargo de Supervisión, teniendo a varios infiltrados dentro de la FNCA y los grupos terroristas asentados en Miami, tácitamente dieron luz verde al operativo de muerte, sin impedir la salida de La Esperanza del Puerto de Miami. Ni tan siquiera se limitaron a comunicar este hecho a su homólogo de la División de San Juan, Héctor Pesquera y, si lo hicieron, éste tampoco hizo algo por detenerlo.
La captura casual del yate La Esperanza, colocó al jefe del FBI en Puerto Rico desde 1992 en una situación complicada. No tuvo más remedio que actuar contra los cuatro terroristas, pero en contubernio con Ricardo Pesquera, su propio hermano, acudió a las más impensables triquiñuelas para lograr, definitivamente, para que los cargos contra ellos fueran retirados. Fue, sin lugar a dudas, otro de los bochornosos capítulos que almacena el FBI en su larga historia.
NUEVOS PLANES MAGNICIDAS.
La mano de Posada, confabulada en este estropeado plan, no descansó luego de ver frustrados sus objetivos. En los primeros meses de 1998, Posada estuvo realmente ocupado con la preparación de otro atentado contra Fidel Castro durante su esperada visita a República Dominicana, en ocasión de la Cumbre de Jefes de Estados Asociados del Caribe, a celebrarse meses después, entre los días 20 y 25 de agosto de ese año.
Su primer paso fue viajar a Estados Unidos el 10 de abril de 1998, entrando a este país con total impunidad y empleando un pasaporte falso, presumiblemente para encontrarse con altos dirigentes de la FNCA, entre los que se encontraban Alberto Hernández, Francisco José Hernández Calvo y Roberto Martín Pérez, entre otros. De Arnaldo Monzón Plasencia recibió 10 mil dólares para gastos iniciales. Como segundo paso, ya coordinado el plan con sus socios de la FNCA, convocó a una importante reunión pública en el Hotel Holliday Inn, de Ciudad Guatemala, entre los días 19 y 21 de julio de 1998, en la que participaron junto a él, entre otros, los contrarrevolucionarios de origen cubano Enrique Bassas, Ramón Font y Luis Orlando Rodríguez. Con total desenfado, Posada explicó a sus socios de correrías el empleo de dos cohetes tierra aire, como primera opción, o el uso de cargas explosivas en las rutas de tránsito de de la delegación oficial cubana o en algún lugar al que ésta asistiera. Todo, en realidad, estaba preparado. Cuatro meses antes, Posada ingresó a Nicaragua por el Aeropuerto Internacional “Augusto César Sandino”, precisamente el 26 de marzo de 1998, con falsa identidad a nombre de Franco Rodríguez Mena, avalada con el pasaporte salvadoreño el Nro. 143258, empleado por él en varias oportunidades y que usaría en noviembre del año 2000 durante el fallido atentado contra Fidel en Panamá, para adquirir los medios necesarios para perpetrar el atentado contra el jefe de estado cubano. Desde Managua viajó a la ciudad de Estelí, donde contactó a un grupo de contrarrevolucionarios cubanos, miembros de su extendida célula, a los que encargaría adquirir una cierta cantidad de explosivo plástico C-4 y dos lanzacohetes portátiles.
Posada Carriles estaba entusiasmado con el plan y presionó a sus abastecedores de armas para obtener los explosivos y los lanzacohetes ya solicitados. Por tal motivo, volvió a viajar a Nicaragua, esta vez por vía terrestre, utilizando el Paso de Las Manos el 7 de mayo de 1998, procedente de Honduras. Su apuro se debía, sobre todo, porque era conocedor de que otros miembros de la FNCA también estaban inmersos en otras variantes para ejecutar el atentado contra la vida de Fidel. Posada no desconocía que Roberto Martín Pérez, otro de los directivos de la Fundación, había realizado varios viajes a República Dominicana, ávido de protagonismo, para ser él quien dirigiera la liquidación de Castro. Martín Pérez usó sus viejas relaciones con el contrarrevolucionario Frank Castro, residente en República Dominicana, y con Ramón Ignacio Orozco Crespo, para cumplir tal cometido. El hecho de que Orozco perteneciera al PUND, organización terrorista radicada el 215 W 17th. Avenue, en Miami, y dueña de un campo de entrenamiento en Facahatchee Park, en Miami, así como sus vínculos con miembros de la misma como Sergio González Rosquete, y otros criminales como Darío López, Higinio Díaz y Enrique J. Rabade, le daban cierta ventaja sobre Posada en la ejecución del pretendido magnicidio.
Posada y Martín Pérez corrían contra reloj, pues eran sabedores que Rufino Álvarez Oquendo, jefe del auto titulado Ejército de Resistencia Interna, muy amigo de Martín Pérez y de Horacio Salvador García Cordero, en ese entonces miembros de la Junta de Directores de la FNCA, se encontraba también preparando otro plan alternativo de atentado contra Fidel Castro cuando éste visitara Santo Domingo en el venidero agosto. Fue esta visita de Fidel al exterior, sin lugar a dudas, una de las más peligrosas por la impunidad y el frenesí empleado por los mafiosos anticubanos por privarlo de su vida.
Lo interesante de estos planes es que el FBI tenía pleno conocimiento de los mismos. Enrique Bassas, uno de los participantes del plan urdido en Guatemala, había sido recientemente investigado por agentes del Buró, el ATF y la DEA sobre la base de sospechas de narcotráfico mediante su agencia naviera Bassas Cargo Internacional y por el uso de sus embarcaciones y bodegas para el ocultamiento de grandes cantidades de armamento. El FBI también conocía las actividades ilícitas de Ramón Font, implicado desde los años sesenta a la guerra sucia de la CIA contra Cuba y en operaciones terroristas que vulneraban la Ley de Neutralidad norteamericana. Por su parte, Luis Orlando Rodríguez fue el encargado de sufragar los gastos de los asistentes al encuentro en el Holliday Inn. Estaba claro que ese dinero no salió de su bolsillo sino de las arcas de la FNCA. Su vida, a grandes rasgos, demuestra su eterna vinculación a causas cuestionables: ex escolta de Fulgencio Batista en el Campamento de Columbia, integrante de una organización terrorista fruto de la CIA, el Frente Democrático Revolucionario; ex mercenario de la brigada 2506 y jefe de la 2da Compañía del Batallón; especialista de la CIA entrenado en Fort Benning; ex militar de la US Army en Vietnam; así como participante en las operaciones de la CIA en la Base de Ilopango en la sucia contra la Nicaragua Sandinista.
Otro de los implicados en estos planes, Francisco José Hernández Calvo, presidente de la FNCA, fue citado en 1997 por los oficiales del FBI bajo el mando del SAC Paul R. Philip, por hallarse involucrado en un plan que contemplaba ataques contra Cuba, empleando aviones teledirigidos y cargados de explosivos, a un precio de 50 000 dólares cada uno, los que se lanzarían contra algunos de los objetivos de los que yo, supuestamente, había identificado en 1994 con el GPS. SAC Paul R. Philip se limitó a hacer una tímida advertencia al prominente jefe de la FNCA, luego de darle un efusivo apretón de manos. Ni siquiera un documento dejó constancia de la citación.
Uno de los defectos que reiteradamente ha traicionado a Posada Carriles es su ego desmesurado y su afán de protagonismo. Y fue ese ego quien lo hizo dar un paso en falso: mientras se encontraba envuelto en la tarea de realizar los planes de atentado contra Fidel Castro en República Dominicana, Posada concedió una entrevista a dos periodistas del New York Times, Ann Louise Bardach y Larry Rohter, el 13 de julio de 1998, a los que impuso con desfachatez su participación en las actividades terroristas contra Cuba en las últimas décadas. Olvidándose de dos refranes que uno debe tener siempre presente en la vida: “El habla es plata; el silencio es oro” (alemán) y “Luego que has soltado la palabra, ésta te domina. Pero mientras no la has soltado, eres su dominador” (árabe), Posada no tuvo el menor reparo en sobredimensionar su papel en la guerra sucia contra Cuba e implicar en atentados terroristas y planes magnicidas a la FNCA, particularmente a sus más prominentes jefes como Jorge Mas Canosa y su hijo Jorge Mas Santos, Alberto Hernández, Francisco José Hernández Calvo, Feliciano Foyo, Arnaldo Monzón Plasencia, José Antonio Llamas, Roberto Martín Pérez y otros directivos de la Fundación, algunos de los cuales la abandonaron en el cisma del 2001 para integrar el Consejo por la Libertad de Cuba. También involucró en sus declaraciones a otros compañeros de correrías criminales como Gaspar Jiménez Escobedo, Ramón Orozco, Félix Rodríguez Mendigutía, Guillermo Novo Sampoll, Pedro Crispín Remón y otros, de amplios records criminales. No pudo faltar en su alardoso discurso su vinculación estrecha con la CIA y el FBI, a los que dijo reconocer como sus patrocinadores y protectores.
El nuevo milenio sorprendió a Posada Carriles y a sus socios de la FNCA tramando nuevos planes de terrorismo contra la Revolución Cubana, como si no bastaran para ellos el tiempo y el cansancio para desistir de su obcecada beligerancia. Posada Carriles entró ilegalmente a los Estados Unidos el 26 de abril del 2000, procedente de Centroamérica, haciendo uso de un pasaporte falso salvadoreño a nombre de Franco Rodríguez Mena. El propósito de su visita era, sin lugar a dudas, organizar y coordinar un futuro atentado contra Fidel Castro en noviembre de ese año, cuando éste visitara Panamá. Allí se reunió con sus viejos compinches residentes en Miami con vistas a recabar fondos para la operación y organizar el team terrorista que lo ejecutaría. Fue recibido particularmente por Alberto Hernández y Francisco José Hernández Calvo, quienes se encargarían de financiar la operación. Dentro de este plan contaba, desde luego, con la infraestructura terrorista que había creado en Centroamérica durante largos años.
El 3 de noviembre del 2000 Posada Carriles arribó a Panamá procedente de Costa Rica. En esta oportunidad volvió a emplear el mismo pasaporte salvadoreño A-143258 a nombre de Franco Rodríguez Mena, usado para su viaje a EE UU unos meses antes y que empleó también en agosto de ese año para desplazarse por la región. Una vez en Ciudad Panamá, se hospedó en la habitación 215 del Aparta hotel Las Vegas, donde contactó con uno de los miembros de la célula centroamericana, el cubano César Matamoros. Con el mismo analizó las cuestiones logísticas para la futura y tenebrosa operación de asesinar al mandatario cubano Fidel Castro Ruz.
Como una medida de lógica precaución y haciendo gala de su experiencia operativa, Posada Carriles se cambió al Coral Suites el día 8 de noviembre, comunicando previamente su intención a César Matamoros. De esta forma trataba de escabullirse de cualquier posible seguimiento de las autoridades panameñas o de otras personas. Un día después, el 9 de noviembre, arribó a Panamá por el Aeropuerto Internacional de Tocumen otro de los miembros de la célula terrorista centroamericana de Posada, el salvadoreño de origen cubano Raúl Hamouzova, quien integraría el comando magnicida. Tanto el recién llegado, como su cómplice, alquilaron un Mitsubishi Lancer de color rojo y con matrícula 223 251, en la agencia “Dollar-Rent-A-Car”, que les serviría para sus desplazamientos por la ciudad y que sería manejado por un empleado de Matamoros nombrado José Manuel Hurtado.
Posada dedicó los próximos días para preparar y organizar el futuro operativo terrorista sobre el terreno, chequeándose y contra chequeándose sistemáticamente. Dentro de los planes alternativos de fuga ha previsto el apoyo de otro contrarrevolucionario de origen cubano nombrado José Valladares, conocido como “Pepe, el Cubano”, a quien visitó en su hacienda en Chiriquí el 14 de noviembre. La ubicación de esta hacienda nombrada Jacu, en la zona fronteriza con Costa Rica, cerca del Puerto de Paso Canoa, punto fronterizo por donde él entró a Panamá apenas unos días antes, la hacía favorable como punto de recepción de los otros implicados. Allí esperará una noche el arribo de Guillermo Novo Sampoll, quien llegó un día después.
El 16 de noviembre ambos esperaron el arribo de Pedro Crispín Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, quienes entraron a Panamá por el mismo Puerto fronterizo de Paso Canoa. Con total impunidad y con la posible ayuda de funcionarios aduanales lograron introducir dentro del equipaje la cantidad de 33,4 kilogramos de explosivos de nueva generación, así como los medios detonantes necesarios. Otra versión plausible es que los explosivos entraron a Panamá por uno de los senderos secretos fronterizos dedicados al frecuente contrabando en la zona y que Pedro Crispín Remón los recogió al adentrarse en la espesura aledaña a la frontera. No cabe duda que, de ser cierta esta versión, fueron previamente colocados allí por cómplices de su célula centroamericana residentes en Costa Rica.
Lo sorprendente de este paso por la frontera es que, si bien Guillermo Novo y Pedro Remón utilizaron pasaportes norteamericanos legales con números 043788076 y 084987631, respectivamente, Gaspar Jiménez Escobedo empleó un pasaporte falso de la misma nacionalidad a nombre de Manuel Díaz y con número 044172940. Nadie se percató ni de los explosivos ni del pasaporte falso empleado por Jiménez Escobedo.
Una vez reunidos todos en la hacienda Jacu discutieron el plan operativo para el atentado y analizaron las orientaciones provenientes de sus socios de Miami. Posteriormente, ese mismo día, todos se desplazaron hacia Ciudad Panamá. Posada Carriles, Guillermo Novo y Pedro Crispín Remón lo hicieron en una avioneta alquilada previamente por su socio Valladares, mientras Gaspar Jiménez Escobedo lo hizo por tierra, en el Mitsubishi Lancer manejado por José Manuel Hurtado, haciéndose acompañar por la poderosa carga explosiva. Ya reunidos todos en Ciudad Panamá, se hospedaron en el Coral Suites: Posada y Remón en la habitación 310, mientras Jiménez Escobedo y Novo Sampoll lo hacían en la 509. Indudablemente fue un error operativo el concentrarse todos en el mismo hotel, lo que permitió su fácil y posterior captura. Posiblemente fue un exceso de confianza del tradicionalmente desconfiado Luis Posada Carriles o que hizo “honor” a uno de sus seudónimos (Lupo/Lobo), acostumbrado a deambular en manadas tras su presa.
Como una medida lógica, propia de un experimentado conspirador, se deshizo del Mitsubishi Lancer que emplearon en los días iníciales, rentando dos autos diferentes: un Mitsubishi Lancer de color negro y otro Mitsubishi modelo Galant. Novo y Gaspar Jiménez se movieron en el primero, empleando a Hurtado como chofer, mientras Posada Carriles y Remón usaron el Galant para desplazarse por la ciudad. En el Mitsubishi negro se dedicaron Novo Sampoll y Gaspar Jiménez a realizar los primeros estudios operativos con vistas a seleccionar el lugar del futuro atentado contra Fidel Castro. Recorrieron inicialmente las áreas aledañas al Ceasar Park, hotel en que se llevarían a cabo las sesiones de la Décima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, comprobando la existencia de severas medidas de seguridad, lo que les hizo descartar este sitio. Posteriormente se dirigieron a la Universidad y se acercaron al Paraninfo, lugar en que se reuniría Fidel Castro con más de un millar de estudiantes universitarios. En horas de la noche del 17 de noviembre ya estaba claro que el lugar idóneo para el magnicidio sería el Paraninfo de la Universidad de Panamá, sin importarles poner en riesgo la vida de numerosas personas inocentes. Novo y Gaspar Jiménez Escobedo emplearon a José Hurtado para que realizara un estudio “in situ” dentro de las áreas de la Universidad de Panamá.
Mientras los terroristas daban punto final a la organización de su criminal operativo, Hurtado llevaba el Mitsubishi rojo a un punto de fregado, ya que sería entregado al día siguiente, 18 de noviembre. Al revisar el auto, José Hurtado se percató del inexplicable olvido por parte de Luis Posada Carriles de la maleta negra portadora de los explosivos. Al llamar a su jefe, César Matamoros, éste le indicó que la devolviera a sus dueños. Todavía hoy sorprende este “olvido” del material explosivo por parte de los operativos contrarrevolucionarios, los que contaban con amplia experiencia en operaciones encubiertas dada su larga actividad como expertos de la CIA.
Los acontecimientos se sucedieron de manera precipitada una vez que el Comandante en Jefe Fidel Castro denunció en una conferencia de prensa los planes de magnicidio que involucraban a Posada Carriles y sus cómplices. Todos los complicados en el fallido atentado fueron capturados sobre las 4 de la tarde del 17 de noviembre en el Coral Suites y sus áreas aledañas, viéndose Hurtado imposibilitado de devolverles la maleta con los explosivos. Ante este imprevisto escondió la maleta con los explosivos en un terreno baldío cercano al aeropuerto de Tocumen. La detención de Posada Carriles y sus cómplices por parte de efectivos de la Dirección de Seguridad de la Policía Técnico Judicial, dirigidos por Roger Díaz Quintero, dio paso a los interrogatorios preliminares en que los detenidos negaron su vínculo con el Mitsubishi Lancer en que Hurtado logró fugarse inicialmente.
El día 19 de noviembre, una vez capturado Hurtado, éste indicó a la Policía Técnico Judicial el lugar en que se encontraban ocultos los explosivos. Al abrirla se comprobó su peligroso contenido. A los 33,44 kilos de explosivo plástico le acompañaban todos los medios iniciadores y de control remoto requeridos para asegurar la detonación. De la misma manera, las indagaciones periciales corroboraron la presencia de muestras y trazos humanos dentro del contenido. Posada y sus cómplices negaron su vinculación al plan magnicida en la indagación judicial en los primeros días de diciembre del año 2000, lo que despertó profundas sospechas en los investigadores.
Los otros confabulados corrieron diferente suerte. Por su parte, Raúl Hamouzova consiguió evadir a la justicia panameña, mientras César Matamoros logró evadir la prisión mediante diversos vericuetos legales. Otro de los implicados, José Valladares Acosta, falleció en su hacienda Jacu el 7 de octubre de 2003 mientras se encontraba bajo arresto domiciliario y en espera de la realización del juicio a sus cómplices. Era, sin lugar a dudas, uno de los miembros de la célula terrorista centroamericana, confabulado en la preparación y aseguramientos de acciones violentas, así como uno de los miembros de las actividades de narcotráfico en la región, en unión de su socio Orestes Cosío, deportado a EE UU por actividades de narcotráfico.
La mafia miamense estaba nerviosa. Durante la celebración del juicio a los cuatro terroristas en la sede del Tribunal Marítimo en Ciudad Panamá, llamó la atención la presencia de un sinnúmero de contrarrevolucionarios de origen cubano entre los que se destacaron Francisco Pimentel, Osiel González Rodríguez, Pedro Gómez, Ernesto Abreu y Alicia del Busto.
El juicio en Panamá fue una verdadera farsa. Los terroristas juzgados recibieron condenas irrisorias entre 8 y 7 años de prisión en el 2004, sin tenerse en cuenta sus antecedentes criminales y la magnitud de los delitos cometidos por ellos, ya que algunos, como Posada Carriles y Gaspar Jiménez Escobedo, se encontraban prófugos de la justicia venezolana y mejicana respectivamente, mientras que todos contaban con abultados dosieres como terroristas e, incluso, como narcotraficantes.
El desenlace de este circo ya es conocido por todos: Los terroristas fueron perdonados por Mireya Moscoso, entonces presidenta de Panamá, a cambio de una cifra millonaria. Luego, todos arribarían por diversas vías a Miami.
El ingreso de Posada Carriles a Miami fue preparado por las altas esferas del poder en Estados Unidos y la mafia miamense, con el visto bueno del entonces Agente Especial a Cargo (SAC) Jonathan I. Salomón. Sin lugar a dudas tuvo que ser así, pues ¿de qué otra forma se podía burlar la férrea vigilancia del entonces Agente Especial Auxiliar a Cargo en la División de Miami, Stu MacArthur, responsable del cuarto Programa de Contraterrorismo más grande del FBI en EE UU y jefe de la South Task Force, con 150 investigadores y analistas de 38 agencias bajo su control, para permitir el acceso impune de Posada carriles a Los EE UU?
A MANERA DE CONCLUSIONES
Fidel ha sido uno de los líderes más perseguido por sus enemigos en la historia de la humanidad, a la par que uno de los más admirados por la gran mayoría de los hombres de su tiempo. Es un ícono que representa las ansias de libertad de los oprimidos, la verdad y la justicia. Centenas de planes se han fraguado contra él y ha salido ileso, unas veces por propia intuición y otras por la entrega desinteresada de quienes lo protegen y cuidan, que es su propio pueblo. Sobre esta entrega por protegerlo y preservarlo de las sucias maquinaciones criminales, expresó Carlos Rafael Rodríguez en el acto por el XX aniversario de la Revolución: “Cuidar a Fidel es cuidar a la Revolución en su conjunto. Fidel es el tesoro de nuestra patria, es el punto coagulante del proceso revolucionario”.
Fidel ya no es solo de los cubanos. Es, indudablemente, parte del mundo y, por tanto, trascenderá en la historia por encima de sus enemigos. Podrá un día sucumbir de muerte natural y nadie más convencido que él de este hecho. Es por ello que expresó el 22 de enero de 2009 en una de sus Reflexiones: “He reducido las Reflexiones tal como me había propuesto para el presente año, a fin de no interferir ni estorbar a los compañeros del Partido y el Estado en las decisiones constantes que deben tomar frente a dificultades objetivas derivadas de la crisis económica mundial. Yo estoy bien, pero insisto, ninguno de ellos debe sentirse comprometido por mis eventuales Reflexiones, mi gravedad o mi muerte.”
“He tenido el raro privilegio de observar los acontecimientos durante tanto tiempo. Recibo información y medito sosegadamente sobre los acontecimientos. Espero no disfrutar de tal privilegio dentro de cuatro años, cuando el primer período presidencial de Obama haya concluido.”
Sin embargo, confío, que el Jefe todavía dará mucha lucha a nuestros enemigos. Simplemente ha sido, y es, un batallador.
EL FBI Y SU COMPLICIDAD EN EL ASESINATO DE KENNEDY.
Muchas veces el ex presidente John F. Kennedy fue centro de varias conspiraciones en las que el FBI, al menos, tuvo una sospechosa participación, sobre todo partiendo del supuesto de las serias contradicciones existentes entre los hermanos Kennedy y el entonces jefe del Buró, J Edgar Hoover. El propio The Washington Post confirmó que el presidente iba a ser asesinado en mayo de 1961, por un operativo de la CIA en Argelia, nada menos que cuando éste visitara al presidente francés, general Charles de Gaulle, en París. Según la denuncia, estuvieron implicados varios agentes de la CIA como el cubano José Luis Romero, Frank Sturgis y a Bernard Barker. Existieron, sin lugar a dudas, evidencias de que Hoover conoció de este plan e hizo mutis al respecto, frustrándose el mismo por los servicios secretos francés y norteamericano, y la existencia de varios imprevistos.
Otro intento de asesinato, casi silenciado, fue el que se iba a realizar contra él en La Florida. El 11 de enero 1962, el detective A. Tarabochia, escribió a su supervisor, el teniente de la Policía de Miami de apellido Bromley, acerca de un plan para asesinar al presidente Kennedy, con previo conocimiento del agente del Servicio Secreto Ernesto Aragón, el cual implicaba a un dominicano nombrado Rafael Anselmo Rodríguez Molins, residente en Chicago, quien viajaría a Miami con el fin de atentar contra la vida de JFK durante una posible visita del mismo a West Palm Beach. Para tal fin, se vinculó al contrarrevolucionario de origen cubano Pablo Armando López Estrada, ex miembro de Bragada 2506 y en esos momentos radicado en Nueva York.
Al día siguiente, Tarabochia, ya a cargo del Caso, identificado como 2415 E, esclareció en otra nota a su supervisor que López Estrada, vecino de 42-26 81 Street, apartamento 5H, Jackson Heights, en Nueva York, era mantenido económicamente por una organización denominada Consejo Revolucionario Cubano. Misteriosamente, el caso fue cerrado sin explicaciones posteriores, lo que se dio a conocer al jefe de la División de Miami, T.A. Buchanan.
La implicación de la CIA y de varios contrarrevolucionarios de origen cubano contra el presidente Kennedy en varias conspiraciones, tuvo como raíz esencial el hecho de que la CIA prácticamente lo embarcó en relación con la frustrada invasión por Playa Girón, manteniéndole relativamente desinformado de las peculiaridades de la agresión contra Cuba y sus posibles resultados, y Kennedy, en respuesta, se enfureció y despidió a algunos altos oficiales de la Agencia involucrados directamente con el fracaso y muy ligados a la mafia terrorista anticubana, particularmente al entonces director de la Agencia, Allan Dulles, el 27 de septiembre de 1961, el que, a su vez, fue el fundador de la misma. El camino del despido afectaría a otros altos jefes como Richard Mersin Bissell, Frank Bender, Howard Hunt, Bernard Barker muchos otros.
Por su parte, los contrarrevolucionarios cubanos no le perdonaron a Kennedy su negación a enviar aviones de guerra norteamericanos para apoyarlos y otras formas de intervención directa de EE UU en el conflicto de abril de 1961. Por tanto, Kennedy siempre fue visto como el culpable de la derrota deshonrosa de la Brigada 2506 y del fracaso de la Operación Pluto, así como un peligro potencial para la CIA y los planes en los que ésta los involucraba.
De tal forma, no imaginando los riesgos que corría, 35avo. Presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, labró su propio camino hacia la muerte, al ganarse tan poderosos enemigos que no vacilaron en confabularse para acabar con su vida un fatídico mediodía del 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas, hace casi 48 años. Con su muerte, empero, se abrió un enredo tal de especulaciones sobre los móviles y sus potenciales asesinos, recayendo las sospechas principales en la CIA, la Cosa Nostra, la contrarrevolución cubana, Richard Nixon, la ultraderecha conservadora norteamericana e, incluso, en el propio J Edgar Hoover, Director del FBI. Decenas de miles de páginas con diferentes especulaciones e implicados han sido redactadas por las tres investigaciones oficiales llevadas a cabo en torno a su asesinato, la de la Comisión Warren, las investigaciones del fiscal Jim Garrison y el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos (HSCA), sin llegar al fondo de la verdad y limitándose a reducir la culpabilidad a una sola persona: Lee Harvey Oswald. Sin embargo, en 1979, la HSCA se vio obligada a admitir la posibilidad de la existencia de otro tirador, y, por tanto, la posibilidad de la existencia de una conspiración.
ESCLARECIENDO UN POCO LA VERDAD.
JKK estaba obligado a visitar Texas por razones políticas, fundamentalmente, ante las venideras elecciones para la presidencia en 1964, y su periplo incluía las ciudades de Houston, San Antonio, Fort Worth y Dallas. Unos días antes había visitado la Florida con ese mismo propósito. Era cuestión vital para él aumentar una popularidad seriamente cuestionada, sobre todo en los estados sureños.
La limusina descapotada, un Lincoln Continental de 1961, conducida por William Greer, y que tenía como pasajeros a Kennedy y su esposa Jacqueline, al igual que a John B. Connally, gobernador del estado y a su esposa, así como al agente del servicio secreto, Roy Kellerman, se adentró en la calle Houston, pasando por la Plaza Dealey sobre las 12.30 del mediodía y tratando de girar en la intersección con la calle Elm, para luego pasar frente al Almacén de Libros Escolares de Texas. Allí, precisamente allí, se produjo el magnicidio. Tres disparos anunciaron para el norteamericano común que alguien, quien aún permanece en el más oscuro anonimato, atentó contra la vida de su presidente. Uno de los dos que impactaron en su cuerpo, fue el que le hirió mortalmente y le privó de la vida 30 minutos después.
Después del aterrizaje del avión presidencial (Air Force One) en la Base Aérea de Andrews, a las afueras de Washington DC, el cuerpo de Kennedy fue trasladado al para su autopsia.
La autopsia fue realizada por tres médicos de la Armada, ante una treintena de testigos, entre ellos dos oficiales del FBI, en el Hospital Naval de Bethesda. Por su parte, el informe del FBI sobre la autopsia de JFK fue realizado por los agentes especiales Sibert y O'Neill. Un apresurado informe del Buró, cargado de incongruencias, fue entregado a la Comisión Warren el 9 de diciembre de 1963, basándose en la teoría de que los tres disparos fueron hechos únicamente por Oswald, abriendo camino para que dicha Comisión excluyera la existencia de una conspiración contra el presidente, en un informe dado a conocer en septiembre de 1964, y ocultando tácitamente la verdad sobre los hechos. A pesar de todo, aún persiste la sospecha no poco infundada de que se ha querido tapar la verdad, tal como lo demostró una encuesta de la ABC News, realizada en el 2003, en la que más del 70 % de los norteamericanos reconocen la existencia de una conspiración contra Kennedy como motivo de su desaparición física.
EL FBI CHANTAJEÓ A KENNEDY DE MANERA SISTEMATICA
J Edgar Hoover se dedicó a chantajear permanentemente a JFK en relación con sus asuntos de faldas extramatrimoniales. En varios dossiers, que guardaba celosamente, implicó al presidente con varias féminas, entre ellas Mimi Beardsley Alford, una joven becaria de la Casa Blanca con la que mantuvo relaciones entre 1962 y 1963. Sin embargo, el asunto más escabroso para JFK era la relación mantenida con una supuesta agente nazi, corresponsal de un periódico de Copenhague, de apellido Arvad. Otros nombres se vincularon románticamente con JFK hasta alcanzar más de una treintena, entre los que sobresalieron Alicia Darr Clark, Angie Dickison, Marlene Dietrich, Judith Campbell Exner, Durie Malcolm, Mary Meyer, Marilyn Monroe, Ellen Rometsch (supuesta espía soviética), Pamela Turnure, Marion Fahnestock, entre otras. Por tales motivos, Hoover trató de usar a Kennedy a su antojo y para mantenerse indemne en las esferas del poder. Tuvo a su favor, y supo usarlo, un gran poder: el de la información.
Con independencia de que han existido varias teorías sobre el asesinato del Presidente John F. Kennedy, que involucran a un sinnúmero de personas y entidades, como son los casos del Sistema de Reserva Federal, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la KGB, la Mafia, al director de la Oficina Federal de Investigación (FBI) J. Edgar Hoover, al Vice-presidente Lyndon B. Johnson, a Richard Nixon, a Fidel Castro, a George H. W. Bush, a la mafia anticubana de Miami, a sectores ultraconservadores sureños, al Pentágono y a otros potenciales conspiradores, no cabe la menor duda que el FBI manipuló deliberadamente las pruebas y que sirvió de soporte desinformativo para ocultar a los más posibles culpables: la CIA, la Cosa Nostra y la mafia contrarrevolucionaria radicada en Miami y Nueva Jersey, todos ellos mancomunadamente actuando en una macabra y bien urdida conspiración.
Luego del asesinato de Kennedy se desataría una descontrolada ola de asesinatos y sospechosas desapariciones de todos aquellos de los que, de alguna manera, se creía estuvieran implicados en el magnicidio. El primero de ellos fue Lee Harvey Oswald, presunto culpable de la muerte de JFK, quien fue ultimado por Jack Ruby al mediodía del 24 de Noviembre, ante los ojos estupefactos de la prensa y en la propia entrada de la estación policíaca de Dallas. Curiosamente, Oswald fue declarado muerto en el mismo lugar en que muriera Kennedy y alrededor de la misma hora, facilitándoles a los interesados que, con el deceso del presunto homicida, se cerrara aparentemente el caso policial por el homicidio del presidente. La policía de Dallas ignoraba, por supuesto, algunos hechos importantes relacionados con Oswald:
1) Aunque Oswald era monitoreado permanentemente por el FBI y su presencia en Dallas fue conocida por el Buró mediante el agente especial James P. Hosty, quien era el agente encargado de vigilarle permanentemente.
2) Oswald trabajaba desde mediados de 1963 para Reilly Coffee Company, cuyo dueño tenía vínculos estrechos con los grupos contrarrevolucionarios Alpha 66 y el Directorio Estudiantil Revolucionario (DRE), y cuyas oficinas estaban situadas casi aledañas a la sede del FBI y el Servicio Secreto en Dallas.
3) La CIA y el propio FBI habían creado para Oswald una fachada como simpatizante de la Cuba revolucionaria, dedicándolo a repartir volantes en defensa de la Isla y usando una oficina que, en realidad, era subvencionada por la CIA y por un agente del FBI nombrado Guy F. Banister. Precisamente cuando Oswald repartía estos supuestos volantes pro Cuba, se formó una trifulca, en realidad un montaje, entre éste y el contrarrevolucionario Carlos Bringuier. Luego de ser arrestados, ambos fueron liberados de inmediato por el FBI.
4) La policía de Dallas ignoraba, igualmente, que Oswald era acreedor de un expediente CIA identificado como 201-289248 CI/SIG, el cual fue creado el 9 de diciembre de 1960, y que lo vinculaba a los servicios de Contrainteligencia de la misma.
LOS PRINCIPALES SOSPECHOSOS EN LA MUERTE DE KENNEDY.
Muchos son los sospechosos de estar envueltos en la conspiración que dio al traste con la vida de Kennedy y muchas han sido, igualmente, las teorías sustentadas por diferentes investigadores, algunas de ellas sin fundamento real y otras que, sin embargo, esclarecen al menos el ambiente de contradicciones entre los grupos de poder en EE UU en esa época. Algunas de ellas son:
1) Una de las teorías implicaron al entonces vice-presidente Lyndon B. Johnson, vinculado a sectores conservadores tejanos y que asumió directamente la presidencia al morir JFK. No era oculto para nadie que Johnson atravesaba un mal momento político y corría dos serios peligros en esos momentos: en primer lugar, Kennedy valoraba no incluirlo en su fórmula para las presidenciales de 1964 y, por otro, estaba inmerso en serios problemas legales al estar sujeto a cuatro investigaciones de envergadura: una por violación de contratos gubernamentales, otra por prevaricación, otra por lavado de dinero y otra por soborno. Corría, indudablemente el riesgo de ser sometido a un impeachment, es decir, a su expulsión del cargo como vicepresidente. Desde luego, al asumir la presidencia, paralizó dichas investigaciones.
Un hecho particular pone en el brasero de la conspiración a Johnson, pues él fue quien organizó el cambio de ruta de la caravana presidencial en Dallas y la CIA comunicó a Oswald este cambio de recorrido casi de inmediato.
2) Otra teoría vinculó a la conspiración nada menos que a Richard Nixon, basándose en su seria frustración por la derrota sufrida ante Kennedy en la campaña presidencial de 1960. Uno de los implicados en el magnicidio de Dallas, Frank Sturgis, reconoció el 7 de mayo de 1990, ante un periodista del San Francisco Chronicle, que Richard Nixon estuvo interesado en escamotear la verdad sobre el asesinato de Kennedy, a la par que reconocía su participación en este hecho, cuando declaró: "… la razón por la que nosotros robamos en Watergate fue porque Nixon estaba interesado en parar las filtraciones de noticias relacionadas con las fotos de nuestro rol en el asesinato del Presidente John F. Kennedy."
3) Una de las teorías con mayor fundamento fue la que ha implicado a lo largo de los años a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), tras la posición férrea de Kennedy ante la misma luego del fracaso de la invasión de Playa Girón. Sin embargo, JFK cuestionaba a la Agencia por planear tenebrosas conspiraciones para asesinar a líderes de otras naciones. Kennedy dispuso de evidencias de que la CIA había participado en los asesinatos del dictador dominicano Leónidas Trujillo, del presidente vietnamita Ngo Dinh Diem, del presidente congolés Patricio Lumumba y del líder cubano, Fidel Castro. Iracundo, le expresó a su ayudante Clark Clifford, su deseo de desaparecer a la Agencia: “Algo muy malo está ocurriendo dentro de la CIA y quiero saber qué es. Quiero desmantelar en mil pedazos a la CIA y moverlos a los cuatro vientos.”
Aunque Kennedy sacó prácticamente al Jefe de la CIA, Allen Dulles de su cargo en septiembre de 1961, luego Johnson lo exoneró y lo colocó, nada menos, que como uno de los miembros de la Comisión Warren para investigar el asesinato del presidente que lo separó de su cargo. ¡Vaya, paradoja!
Todos estos desmanes criticados por Kennedy en su momento, salieron a luz pública, aunque solo en parte, entre 1975 y 1976, tras las investigaciones del Church Committee del Congreso norteamericano. La verdad es que durante décadas la CIA ha estado haciendo todo lo imposible por evitar la desclasificación de sus archivos secretos relacionados con el asesinato de ex presidente norteamericano John F. Kennedy, sabiéndose copartícipe de los conspiradores y de soporte de los contrarrevolucionarios de origen cubano, matones de la Cosa Nostra y agentes de la CIA involucrados en el magnicidio.
Como lobos tras su presa, varios mafiosos italianos como John Roselli, Chauncey Holt y otros; junto a terroristas de origen cubano como Luis Posada Carriles, Félix Rodríguez Mendigutía, Antonio Veciana Blanch, Jorge Mas Canosa, Ceferino Eladio del Valle y sus congéneres del DRE, Alpha 66 y la Operación 40; así como los oficiales de la CIA Frank Sturgis, David Sánchez Morales, David Attle Phillips, Howard Hunt, Barry Seal, William Harvey, Gerry Hemming y Porter Goss, se involucraron en el mayor silencio para lograr su terrible y tenebroso cometido.
4) Otra versión involucró a J Edgar Hoover y al FBI como confabulados en la conspiración contra Kennedy, sobre todo porque el Director del Buró mantenía estrechos vínculos con la Cosa Nostra en EE UU y era reticente a desplegar una acción radical contra la misma. Dos elementos de presión pudieron haber sido usados por la mafia italiana contra Hoover: el chantaje permanente de Meyer Lansky por saberlo homosexual y el hecho de que Hoover recibiera sobornos mediante un representante de los mafiosos nombrado Clint Murchison. Sin embargo, Kennedy aprobó las acciones anti mafia de su hermano Bob, a cargo de la Secretaría de Justicia, persecución que superó notablemente a la administración anterior. Bob Kennedy sometió a los principales jefes de la mafia en Chicago, Tampa y Nueva Orleans, así como al corrupto líder del sindicato de los Unión Teamsters, Jimmy Hoffa, a cerca de 12 juicios. A partir de allí, la Cosa Nostra buscaría a los aliados perfectos: la CIA, el FBI y la contrarrevolución cubana, para matar a Kennedy.
5) Existen también teorías que involucran a Israel en una conspiración Kennedy, supuestamente por la reticencia de éste al programa nuclear secreto de los sionistas y por una aparente posición de condescendencia de JFK hacia los países árabes.
7) Por último, el Servicio Secreto de los Estados Unidos tampoco escapa a las indagaciones de quienes escarban tras las herméticas puertas de la conspiración contra JFK. No fue casual que algunos agentes de este órgano no estuvieran en sus puestos de protección adosados a la limusina presidencial para proteger con sus cuerpos al mandatario de la acción de un francotirador. También se sabe hoy que parte del Servicio Secreto se había quedado disperso en las otras ciudades que como Miami, Houston, San Antonio y Fort Worth, fueron visitadas con anterioridad por el presidente, dejando la parte principal de su custodia al ineficiente cuerpo policial de Dallas. El Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos (HSCA) arribó a la conclusión de que el Presidente Kennedy no recibió protección adecuada en Dallas, pecando el Servicio Secreto de falta de profesionalidad al no analizar la información de que disponía sobre la potencial peligrosidad del ambiente en Dallas, así como por emplear a agentes que no estaban adecuadamente preparados para proteger al Presidente de un francotirador.
LA MAFIA ANTICUBANA Y EL ASESINATO DE KENNEDY
Varios grupos contrarrevolucionarios estuvieron involucrados de alguna forma a los planes de asesinato contra Kennedy, contratados por la CIA y la Cosa Nostra, luego de recibir la consiguiente bendición del FBI que los monitoreaba permanentemente e, incluso, tenía agentes encubiertos dentro de ellos. Uno de ellos fue el DRE, o sea, el Directorio Revolucionario Estudiantil, organización que alcanzó gran notoriedad por ser una de las canteras principales de la CIA para llevar a cabo su guerra sucia contra Cuba, así como para realizar todo tipo de acción que le orientaran sus jefes de la Agencia. El DRE estuvo inicialmente integrado por terroristas del calibre de Alberto Muller, Ernesto Travieso y Juan Manuel Salvat, quienes lo fundaron en febrero de 1960. Una vez que sus jefes escaparon hacia Miami, recibieron de inmediato el sostén de la CIA, particularmente por parte de David Atlle Phillips y Howard Hunt, quienes les facilitaron recursos, medios de guerra y entrenamiento necesario para realizar alzamientos de bandidos en las zonas montañosas, ataques piratas a pueblos costeros, así como otros tipos de acciones de corte terrorista. El propio Muller fue capturado luego de infiltrarse en Cuba en 1961 y permaneció en prisión hasta 1980. Otro de sus jefes, Juan Manuel Salvat, junto a José Basulto, lanzó un ataque desde una lancha artillada contra el edificio Rosita Hornedo, situado en calle 0 y Primera avenida, en Miramar, en agosto de 1962.
Los estrechos vínculos de la CIA con los miembros del DRE, particularmente a través de George E. Joannides, posibilitaron que varios de sus miembros estuvieran involucrados de diversas maneras en el asesinato de Kennedy, pues llegaron a mantener contactos, incluso, con Lee Harvey Oswald en New Orleans durante el mes de agosto de 1963. Muchos de sus miembros como Carlos Bringuier, José Basulto, Jorge Mas Canosa,
Existen otras versiones que implican a la mafia anticubana de Miami en el atentado contra JFK sostenida por el investigador cubano más identificado con los pormenores de la conspiración contra Kennedy, el general Fabián Escalante Font, ex viceministro del Ministerio del Interior de Cuba, quien ha ofrecido, en varios libros y entrevistas, diversos elementos que confirman, sin lugar a dudas, la confabulación del CIA con la contrarrevolución cubana para cometer el magnicidio de Dallas. Tal es el caso de "La Guerra Secreta: Operaciones Encubiertas de la CIA Contra Cuba, 1959-1962", y "El Complot", escritos por Escalante en los últimos años.
Según este investigador, solo los miembros de la llamada Operación 40, un operativo de la CIA creado con la bendición del Consejo Nacional de Seguridad, poseían las habilidades requeridas para perpetrar el magnicidio, destacándose entre ellos los norteamericanos David Sánchez Morales, David Attle Phillips, Howard Hunt, Barry Seal, William Harvey, Frank Sturgis, Gerry Hemming, John Rosselli y Porter Goss. Por su parte, entre los cubanos pertenecientes a este operativo de la CIA se encontraban Luis Posada Carriles, Orlando Bosch Ávila, Félix Rodríguez Mendigutía, los hermanos Novo Sampoll, José Dionisio Suárez Esquivel, José Basulto León, José Miguel Battle, Pedro Luis Díaz Lanz, Gaspar Jiménez Escobedo, Rafael Quintero Ibarbia, Ricardo Morales Navarrete, Eugenio Rolando Martínez, Antonio Veciana Blanch, Rolando Mansferrer Rojas, Pedro Crispín Remón Rodríguez, Antonio Cuesta del Valle, Manuel Artime Buesa, Herminio Díaz García, Eduardo Arocena Pérez, Jorge Mas Canosa, Jorge Robreño, Juan Manuel Salvat Roque, Andrés Nazario Sargent, Virgilio González, José Joaquín Sanjenis Perdomo, Virgilio Paz Zamora, Alvin Ross Díaz, Manuel Rodríguez Orcaberro y Eladio Ceferino del Valle. Esta larga lista de criminales estuvo involucrada en el asesinato de Kennedy mediante un complejo operativo que incluyó desde la planificación, organización, financiamiento y ejecución del atentado magnicida, hasta tareas de distracción, aseguramiento y eliminación de las posibles trazas y brechas dejadas tras la consumación del plan.
Realmente, ni existen evidencias sobre su participación como tirador, sino más bien como factor de distracción, no fue solo Lee Harvey Oswald quien disparó contra Kennedy aquel fatídico mediodía de noviembre. Varios fueron los tiradores, agrupados en dos equipos: uno dirigido por Jack Ruby y el segundo por Frank Sturgis, en los que se agrupaban francotiradores experimentados como Luis Posada Carriles, Eladio del Valle y Herminio Díaz, de origen cubano, así como los agentes de la CIA Howard Hunt y Frank Sturgis.
Otro grupo contrarrevolucionario implicado en el plan magnicida contra JFK fue Alpha 66, uno de cuyos jefes, Manuel Rodríguez Orcarberro, viajó a Dallas dos meses antes del magnicidio, usando la casa de Jorge Salazar, ubicada en el 3126 Harlandale Avenue, en Dallas, como centro de mando de la operación. De esa vivienda salieron al menos varios de los asesinos con sofisticados fusiles dotados de mirillas telescópicas y otro armamento de apoyo, entre los que se encontraban Eladio Ceferino del Valle y Herminio Díaz García.
Alpha 66 era atendido directamente por David Attle Phillips o Maurice Bishop, quien orientó la participación de operativos de Alpha 66, como Antonio Veciana Blanch y los ya nombrados Eladio Ceferino del Valle y Herminio Díaz García, en la conspiración. El propio Veciana reconoció posteriormente haber tenido contactos con Lee Harvey Oswald. Otro elemento probatorio de la participación de Alpha 66 en la conspiración es un documento del gobierno norteamericano, con referencia R-759-2-91 / 2, del 9 de enero de 1963 09, en que se hace referencia a una carta que Veciana envió a Elizabeth T. Babcock, vecina de Woodbury, Long Island, New York, donde relató las acciones de Alpha 66 contra Cuba y su desacuerdo con la política de Kennedy hacia la Isla. Babcock entregó la carta al FBI y la misma llegó directamente al Fiscal General Robert Kennedy, quien hizo caso omiso al peligroso papel de Alpha 66 y su violación de la Ley de Neutralidad, así como a las amenazas contra su hermano.
Muchos de ellos se convertirían, a su vez, en cabos sueltos, a los que había que hacer desaparecer, como fueron los casos de Ceferino Eladio del Valle, John Roselli, David W. Ferrie y otros. En el caso de Ceferino Eladio del Valle, también conocido como "Lado", éste fue sospechoso de estar emparentado con el asesinato de JFK, por su larga trayectoria vinculada al batistato y a las actividades de la CIA contra Cuba, así como en actividades de tráfico de armas. Su asesinato en el centro comercial Plaza Central, ubicada en Avenida 37 del NW y la calle 7, ocurrido el 23 de febrero de 1967, luego de haber sido sospechoso de haber sido uno de los implicados en el magnicidio, levantó serias suspicacias sobre la existencia de una conspiración contra Kennedy y la implicación de terroristas cubanos en la misma. Su muerte estaba encaminada a hacer desaparecer una huella sucia tras la maquinación. En resumen, un cabo suelto menos.
Por su parte, John Rosselli, quien actuó como coordinador entre la CIA y el capo mafioso Santos Trafficante, fue salvajemente asesinado y descuartizado el 9 de agosto de 1976, sin que se conocieran sus asesinos. Estos colocaron sus miembros, al viejo estilo de Jack el Destripador, dentro de un barril de petróleo que apareció flotando en Biscayne Bay, en Miami. Otro implicado, David W. Ferrie, había manifestado públicamente su odio hacia Kennedy en un discurso realizado en Nueva Orleans en julio de 1961. Estuvo vinculado con el Frente Revolucionario Democrático Cubano de Nueva Orleans, llegando incluso a robar cuantiosas armas y explosivos de un depósito oficial en Houma, Luisiana, para preparar agresiones contra Cuba.
Temiendo la CIA que Ferrie hablara sobre su participación en la conspiración contra Kennedy, fue asesinado el 22 de febrero de 1967 en su apartamento en la ciudad de Nueva Orleans. Aunque el dictamen No. W67-2-255 del médico forense de Nueva Orleans, Ronald A. Gales MD, asumió oficialmente que la causa de la muerte fue un aneurisma de Berry, aparecieron dos sospechosas notas del occiso declarando que se suicidaría. El cuerpo de Ferrie, marcado con etiqueta de identificación NOPD # 1440, se llevó a la tumba el secreto de las verdaderas causas de su deceso. No hay dudas que la mano de la CIA intervino para deshacerse de este eslabón comprometedor.
Por supuesto, casi todos los confabulados han tratado de protegerse a su manera, principalmente chantajeando a la CIA, al FBI y a las administraciones norteamericanas para salvar sus pellejos o, al menos, evitar cualquier tipo de acción legal contra ellos. El caso más sonado es el de Luis Posada Carriles, quien se encarga de chantajear descaradamente al gobierno estadounidense para evitar su deportación de EE UU so pretexto de decir todo lo que ha callado hasta ahora. Sus socios de correrías hicieron lo mismo a su debido momento. En una entrevista concedida a Gaetón Fonzi, el terrorista Antonio Veciana Blanch le confesó en esa oportunidad: "Yo tengo información muy gorda, pero esa la guardo porque es mi seguro de vida". Lo mismo haría Rafael Quintero Ibarbia, otro servidor de la CIA vinculado a la Operación 40 y al asesinato de Kennedy, quien ya falleció, aunque siempre se mantuvo temeroso de que ésta lo eliminara. Por eso la sirvió sin rechistar, aunque no dejó de declarar: “Si yo alguna vez digo lo que yo sé sobre Dallas y Bahía de Cochinos, eso sería el mayor escándalo que jamás haya sacudido a la nación."
Otros, por su parte, como Orlando Bosch, según consta en JFK Document No. 009363, p.2, negó haber participado en el viaje a Dallas o estar en dicha ciudad, aunque no negó haber mantenido contactos con la CIA en 1962. Ese mismo artilugio, u otras invenciones, fueron usados, ante el Comité Selecto de la Cámara de Representantes en 1978, por Gerry Patrick Hemming, Frank Sturgis y Pedro Luis Díaz Lanz. Contradictoriamente, la agente de la CIA, Marita Lorenz, implicó a varios de ellos en un testimonio ante el HSCA, en una declaración jurada en el día 31 de mayo de 1978, donde relató haber estado presente en una reunión efectuada en casa de Orlando Bosch Ávila, en septiembre de 1963, en la que participaron Lee Harvey Oswald, Frank Sturgis, Pedro Luis Díaz Lanz y el propio Bosch. Según ella, el 15 de noviembre de 1963 partió de Miami una caravana de dos autos con destino a Dallas, Texas, en la que ella viajó junto a Gerry Patrick Hemming, los hermanos Novo Sampoll, Pedro Luis Díaz Lanz, Frank Sturgis, Orlando Bosch y Lee Harvey Oswald. En un punto del viaje fueron contactados por Jack Ruby.
OTROS PLANES MAGNICIDAS CONTRA KENNEDY PREPARADOS POR LA MAFIA DE MIAMI.
Mucha verdad de oculta en los archivos de la División Miami del FBI y la policía de esa ciudad, capaces de involucrar a la contrarrevolución de origen cubano en planes magnicidas contra Kennedy. Uno de ellos, oculto y casi ignorado, se fabricó el 18 de noviembre de 1963, protegido hoy de ser desentrañado a la luz pública por la férrea censura del Estatuto de la Florida 119.07.3 (d), en ocasión de la visita de JFK a Miami para asistir a la inauguración de un evento de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). El bochorno sufrido por la derrota de la Brigada 2506, la devoradora frustración de ver viva a la Revolución Cubana, así como la negativa del presidente de brindar apoyo aéreo o de involucrar directamente a EE UU es la invasión de Playa Girón, generó un odio irracional hacia su persona y su administración. Fue el momento en que muchos pensaron en que única manera de limpiar la afrenta, era matando a Kennedy.
De acuerdo con un reporte de la Oficina del Sheriff de Miami y del departamento de Seguridad Pública, emitido el 19 de noviembre de 1963 por el Teniente L J Van Buskirk de la Sección de Inteligencia Criminal, tres días antes del asesinato de Kennedy, y mientras éste visitaba esa ciudad, se dio a conocer que, en correspondencia con el caso identificado como 71498 F, se había recibido una tarjeta el día anterior con amenazas al presidente. La citada tarjeta, recibida el 16 de noviembre, decía: “Los comandos cubanos tienen bombas listas para matar a JFK”.
El 30 de diciembre de 1963, ya consumado el magnicidio, el entonces jefe del Servicio Secreto de Estados Unidos, James J. Rowley, se enteró, solo entonces, que Orlando Bosch Ávila, jefe del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) había preparado una protesta contra Kennedy, lo que había sido informado en un mensaje interno del FBI denominado NBR 6225 y escrito por el Agente Especial L F de Freese. Según cita el documento, se identifica a Bosch de la siguiente manera: “Orlando Bosch Ávila, nacido en Cuba el 18 de agosto de 1926, entró en Miami, Florida, el 28 de julio de 1960, y se le asigna el Servicio de Inmigración N º A 11 881 810. En la actualidad labora como pediatra para el Servicio de Salud Pública del Condado de Dade, y reside en el 2121 SW 11th Street, Miami, Florida.”
Unos días antes de la visita de Kennedy a Miami, Orlando Bosch Ávila fue entrevistado personalmente en su residencia y negó las acusaciones. Se le advirtió que sería responsable de cualquier incidente provocado contra Kennedy en Miami. Sin embargo, según Marita Lorenz, se hallaba confabulado con el magnicidio a realizarse unos días después, el 22 noviembre de 1963.
Otro incidente preparado contra Kennedy en su visita del 18 de noviembre de 1963 a Miami, fue llevado a cabo por contrarrevolucionarios vinculados a la Brigada Invasora 2506. En ese entonces, la Unidad de Inteligencia del Departamento de Policía de Miami, reconoció disponer de información de que Enrique Llaca, Jr., así como Roberto Torres Fernández, Antonio Franco, René Gutiérrez Quintanilla y Raúl Artiles, integrantes de la Brigada 2506, previeron realizar manifestaciones contra Kennedy. Enrique Llaca, Jr. y René Gutiérrez Quintanilla, fueron convocados en la unidad de inteligencia del Departamento de Policía de Miami y se les advirtió que se abstuvieran de realizar cualquier acto de hostilidad contra el presidente.
El clima anti Kennedy existente en Miami en 1963 llevó al Servicio Secreto, a la Policía Metropolitana y al FBI a tomar fuertes medidas de protección hacia el presidente. Un informe al jefe del Servicio Secreto de EE.UU., fechado días después, detalla las medidas de seguridad adoptadas en Miami, tanto para garantizar la seguridad del mandatario en el Aeropuerto Internacional de Miami, el en Hotel Panamericana donde se realizó el encuentro de la SIP, así como durante el recorrido por la Ciudad. En realidad, fueron superiores a las adoptadas en San Antonio, Houston, Fort Worth y Dallas. ¿Casualidad?
En un informe dirigido a James J. Rowley, Jefe del Servicio Secreto de EE.UU., el 30 de diciembre 1963, por John A. Marshall, Agente Especial a Cargo del Secret Service, y por el Agente Especial Ernest I. Aragón, se pudo conocer que previo a la visita de Kennedy a Miami se realizaron reuniones de coordinación entre la CIA, el FBI y la Policía de Miami para establecer el control de las actividades de los grupos terroristas cubanos asentados en esa ciudad. De esta reunión salieron como acuerdos:
1) Mantener un estricto control sobre los integrantes de la Brigada 2506. En esta dirección, mantener contactos con los jefes de la Brigada como Juan José Peruyero Rodríguez, Andrés Aurelio Bassols Pozo y Rodolfo Corondo Quintana, para mantener controlados a sus miembros.
2) Ejercer vigilancia contra Pedro Díaz Lanz, quien había manifestado intenciones de acosar verbalmente al presidente Kennedy y acusarlo de traicionar a “los exiliados”. En tal sentido, se estableció vigilancia sobre el mismo y sobre su vivienda situada en el 120 St SW 71. Ave., Miami, Fla. Asimismo, como medida profiláctica, el funcionario Charles Yeager presionó a Díaz Lanz para que se mantuviera alejado del presidente durante su visita a Miami.
3) Otro objetivo de la vigilancia de las autoridades de Miami fue el doctor Emilio Núñez Portuondo, quien en un discurso durante un homenaje al antiguo propietario del Diario de la Marina en el Bayfront Park de Miami, José Ignacio Rivero, atacó duramente a Kennedy ante cerca de 6 000 personas. Díaz Lanz estuvo presente en el acto.
Todo ese flujo de información anti Kennedy fue debidamente identificada por el FBI y el Servicio Secreto, pero indudablemente respondía a un montaje de distracción elaborado por los complotados en el futuro magnicidio de Dallas, quienes fortalecieron excesivamente la protección del presidente en Miami, pero la dejaron debilitada en Dallas. Todo salió, sin lugar a dudas, “viento en popa y a toda vela”.
Sin embargo, para bochorno de la gran nación americana, la verdad total y completa aparecerá algún día no muy lejano. Ese día se sabrá más del oscuro papel de la CIA y, particularmente, el FBI, en el asesinato de John F. Kennedy.
Luis Posada Carriles, eterno protegido del FBI (III)
Por Percy Francisco Alvarado Godoy
Luego de la oleada terrorista de 1997 contra instalaciones hoteleras cubanas y su fracaso en cuanto a la desestimulación de la actividad turística, Posada Carriles estuvo realmente ocupado en los primeros meses de 1998, con la preparación de otro atentado contra Fidel Castro, durante la esperada visita de éste a República Dominicana, en ocasión de la Cumbre de Jefes de Estados Asociados del Caribe, a celebrarse meses después, entre los días 20 y 25 de agosto de ese año.
Luego de viajar e Estados Unidos el 10 de abril de 1998, presumiblemente para encontrarse con altos dirigentes de la FNCA, entre los que se entrevistó con Alberto Hernández y Francisco José Hernández Calvo, convocó a una importante reunión en el Hotel Holliday Inn, de Ciudad Guatemala, en la que participaron, entre otros, los contrarrevolucionarios de origen cubano Enrique Bassas, Ramón Font y Luis Orlando Rodríguez. La que se celebró entre los días 19 y 21 de julio de 1998. La reunión preparada en el Holliday Inn tenía el propósito de ultimar detalles y de recibir las instrucciones provenientes de sus jefes de la FNCA.
El plan inicial estipulaba realizar el atentado contra el jefe de estado cubano empleando dos lanzacohetes tierra aire o mediante la colocación de cargas explosivas durante su recorrido por Santo Domingo o en algún lugar al que éste asistiera. Mientras tanto, otros terroristas de origen cubano ensayaban distintos potenciales atentados en Miami y Santo Domingo como planes alternativos.
Los pasos previos a esta operación, y con fines logísticos, los había realizado Posada Carriles desde hacía cuatro meses. Para cumplir este objetivo, el terrorista ingresó a Nicaragua por el Aeropuerto Internacional “Augusto César Sandino” el 26 de marzo de 1998, con falsa identidad a nombre de Franco Rodríguez Mena avalada con el pasaporte El FBI en Panamá: ¿Ceguera o complicidad?
La total impunidad con la que se movió Posada Carriles en Centroamérica es una prueba de la confabulación de los Oficiales del FBI acreditados en la embajadas norteamericanas como attaches jurídicos (Legats), con su avatar terrorista, incluso cuando los federales incrementaron en esa zona los cursos denominados “Panorámicas y técnicas de investigación”, impartidos a jueces y a otros estamentos policiales. De la misma manera, el caso omiso del Buró al terrorismo contra Cuba se puso de manifiesto de que la representación del Buró en Panamá no estuvo al tanto de los planes magnicidas contra Fidel durante la realización de la X Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado en el país del Istmo. La ineficacia o deliberado silencio de la Oficina del FBI en Panamá ante el plan terrorista y la falta de contacto con la Interpol, la CIA y otras agencias federales norteamericanas, tiende a levantar serias sospechas sobre su conocimiento o no de este plan.
Con independencia de existir varios antecedentes de hechos terroristas en Panamá, tales como el atentado contra la embajada de Panamá en Caracas el 1 de octubre de 1974; la destrucción el 11 de julio de 1976 de las oficinas de “Air Panamá,” en Bogotá, Colombia, por hombres al mando de Orlando Bosch; así como el atentado contra las oficinas de “Cubana de Aviación” en Ciudad Panamá, el 18 de agosto de 1976; el plan de atentado contra Fidel si éste asistía a los funerales del mandatario panameño Omar Torrijos, luego que falleciera en un hecho no dilucidado cuando su helicóptero se precipitó a tierra el 31 de julio de 1981, organizado por Huber Matos; la preparación en Panamá de una célula del CID con fines terroristas en 1982; plan de atentado contra el Ministro del MININT cubano durante una posible visita de éste a Panamá en 1989, organizado por Gaspar Jiménez Escobedo y que incluía la participación de un comando terrorista, el cual fue capturado por la policía panameña; la presencia en Panamá desde 1994 de Raymond Molina, de amplio pasado terrorista y prófugo de la justicia norteamericana por el delito de fraude electoral; amenaza de bomba contra la Embajada de Cuba en Panamá, el 11 de enero de 1997; la presencia en Panamá en abril de 1998, de dos connotados terroristas, Jorge Enrique Bringuier y “Cuco” Bringuier, posiblemente para preparar acciones extremistas; ni las autoridades panameñas ni el FBI tomaron acciones contra los terroristas involucrados en el plan magnicida, permitiendo su entrada al país con total libertad.
Por su parte, la Oficina del FBI de Miami, dirigida por Héctor Pesquera desde 1998 hasta el 2003, ignoró la partida de estos terroristas hacia el país istmeño, sabiendo que ésta coincidía con un evento internacional en el que participaría Fidel, ignorando la participación de estos en el plan de atentado “investigado” por él en 1997.
El meses siguientes, mientras se encontraban detenidos en el centro penitenciario “El Renacer”, a media hora por carretera de Ciudad Panamá, los cuatro terroristas cubanos gozaron de privilegios excesivos, tales como disponer libremente de los teléfonos, el fax y el internet situados en las propias oficinas del Director de la prisión, Ricardo Apú. Para ellos todo parecía ir viento en popa sabiendo que los hilos de varias conspiraciones para excarcelarlos se iban tejiendo en Miami por sus socios de la FNCA y, particularmente, por Santiago Álvarez Magriñá. Realmente sus prerrogativas eran bastantes y recibían libremente las visitas de muchas personas con los que no los unían lazos familiares, sino otros lazos más complicados y uno de ellos era el de ser sus cómplices del intento de magnicidio en Panamá, entre los que se encontraba Nelsy Ignacio Castro Matos y el propio Santiago. Así iban pasando los días y se mantenían debidamente informados por sus socios de los avances de los planes de excarcelación. Ya otras veces habían salido de iguales atolladeros pensaba cada uno. Solo les quedaba esperar y hacer acopio de paciencia.
Mientras tanto, por indicaciones de su abogado Rogelio Cruz se presentaban como un grupo de abuelos indefensos a los que se acusaba falsamente. Apoyados en el veneno nocivo de la prensa mediática controlada por sus socios, acusaban una imagen de hombres enfermos y desvalidos. Esos pretendidos abuelitos pretendieron engañar al mundo mostrando un aparente estado de salud frágil y delicado. Sin lugar a dudas, se estaba preparando la opción de fuga con la complicidad de su narco leguleyo abogado Rogelio Cruz y miembros del gobierno de la ex presidenta Mireya Moscoso. Prueba de ello es que, a fines de junio de 2002, Posada Carriles fue trasladado al hospital privado San Fernando, aludiendo un cuadro clínico totalmente dudoso, entre el que se encontraban un sinnúmero de dolencia y padecimientos tales como insuficiencia circulatoria en el cerebro, atrofia encefálica, arterioesclerosis múltiple con degeneración de los tejidos, insuficiencia cerebro vascular, cáncer de piel, hipertensión y afecciones auditivas.
Un rol destacado en los planes de fuga durante el período carcelario de Posada Carriles lo tuvo, como ya señalamos, el abogado panameño Rogelio Cruz vinculado con traficantes como Gilberto Rodríguez Orihuela, Jorge Ochoa, jefes en los carteles de Cali y Medellín, respectivamente. Otros de los narcotraficantes con los que mantuvo relaciones fueron Celso Fernández Espina y José Castrillón Henao, este ultimo sucesor en la dirigencia del cartel de Cali.
Mientras Posada Carriles y sus cómplices se encontraban en prisión, Santiago Álvarez y la FNCA organizaron una infiltración el 26 de abril de 2001. En esa oportunidad fueron capturados Ihosvany Suris de la Torre, Santiago Padrón Quintero y Máximo Robaina con cuatro fusiles automáticos AK-47 de procedencia rumana, un fusil M-3, tres pistolas Makarov, visores nocturnos, radios y abundante dinero.
Otro hecho que puso al desnudo la complicidad del FBI con Posada Carriles y sus cómplices, fue que todos los documentos originales de su expediente, conservados durante años en la cámara fuerte del FBI de Miami, fueron destruidos por órdenes de Héctor Pesquera, el mismo oficial que decidió y realizó, el 12 de septiembre de 1998, el arresto de los Cinco Héroes cubanos bajo falsas acusaciones de espionaje. Si algo se ofreció al gobierno panameño fue solo lo que el FBI quiso, solo eso y nada más.
Pesquera no fue el único cómplice de Posada. Otro agente del FBI, George Kiszynski, el oficial del FBI que se reunió con Posada Carriles en Honduras en 1992, fue quien recibió de los detectives Sergio Pinion y Ozzie Austin la información de las actividades del CORU y todo parece indicar que Kiszynski la hizo llegar a miembros de esa organización terrorista unos días después. Ya diez años antes, en 1982, otra vez el FBI había entorpecido la actividad de la policía de Miami sobre Omega 7 y Pedro Crispín Remón.
La complicidad de Kiszynski con Posada Carriles quedó evidenciada cuando en julio 1998 se dio a conocer la frustración del ingeniero guatemalteco Antonio Jorge Álvarez, quien dijo haberse comunicado con el FBI ante las sospechas de que Posada Carriles participaría en un atentado contra Fidel Castro en Isla Margarita, Venezuela, así como una serie de sabotajes en Cuba. Para sorpresa del guatemalteco, un agente del FBI lo llamó desde Miami para interesarse por su declaración y alertarlo de que abandonara el país, pero realmente el Buró no hizo nada contra el terrorista. Mucho después se supo que el federal que mantuvo sin divulgar los temores de Álvarez no era otro que George Kiszynski.
El 18 de marzo de 2004 terminó el juicio relámpago contra Posada Carriles y sus cómplices. Fue en realidad un juicio complicado, lleno de inconsistencias y que por su esencia y debilidades daría como solución legal a una irrisoria condena: penas de entre 4, 7 y 8 años de privación de libertad. De inmediato, sentenciados ya, se arreciarían las gestiones para excarcelarlos por cualquier vía.
El 24 de abril de 2004 se dieron los primeros pasos cuando la mafia se alborotó para tratar de liberar a sus ya sentenciados congéneres. Con bombo y platillo, anunciaron su esfuerzo por recabar fondos para apoyarlos. Cumpliendo este cometido, se llevó a cabo una cena en el Reinassance Ballroom de West Miami, la que sobresalió por sus peculiaridades: recabar fondos para ayudar a Posada Carriles y a sus cómplices, detenidos en Panamá. Participaron 400 personas con un valor por cubierto de 100 dólares. Entre los presentes se encontraban decenas de ex integrantes de la Brigada 2506, vapuleada una vez en las arenas de Girón por los cubanos dignos de la Isla.
Francisco José Hernández Calvo, Humberto Hernández, Santiago Álvarez, Luis Zúñiga Rey, Ninoska Pérez Castellón y muchos más. Por su parte, el narco defensor de los terroristas, Rogelio Cruz, alardeaba públicamente de que sus defendidos pronto estarían en la calle.
La componenda no se hizo esperar: la presidenta mafiosa Mireya Moscoso indultó arbitrariamente a los terroristas el 26 de agosto de 2004, seis meses después de la condena y cinco días antes de que expirara su mandato presidencial. En una madrugada, tomando extremas precauciones, fueron extraídos de la prisión “El Renacer” y conducidos al aeropuerto bajo fuerte custodia, sin el conocimiento del director de la prisión, los fiscales del caso y el propio juez Ho Justiniani. Allí los esperaban uno o dos aviones que los transportarían fuera de Panamá, los que fueron alquilados por Santiago Álvarez y la FNCA.
Años después este indulto fue declarado como violatorio de la constitucionalidad panameña por parte de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, la que adoptó esta decisión por unanimidad. Un juicio contra los implicados dentro del gobierno panameño se realizaría el día 3 de septiembre de 2005, con vistas a juzgar su implicación en estos hechos.
Cuando la presidenta Mireya Moscoso, por obra y gracia de su unilateral voluntad, liberó a Posada Carriles y sus cómplices, santificó una nueva forma de fuga: aquella en la que la impunidad es capaz de maniatar a la justicia y no dejarle el más mínimo espacio a la razón. Fuga al fin, fraguada en silencio y efectuada en las sombras, ejecutada sobre la base de subterfugios y falsificación de identidades, conspiraciones y sobornos, consumó una de las iniquidades más repudiables de nuestros tiempos. Fue, sin lugar a dudas, la mayor ofensa cometida contra el antiterrorismo.
En el Aeropuerto Internacional de Tocumen los terroristas fueron despedidos por Carlos Barés, en ese entonces director de la Policía Nacional de Panamá, así como por Javier Tapia, subdirector de Inmigración, y Arnulfo Escobar, jefe de la Dirección de Investigación e Información de la Policía por aquellos tiempos.
Hoy se han podido aclarar las verdaderas motivaciones que tuvo la ex presidenta panameña para indultar arbitrariamente a los terroristas. Su decisión no fue solamente provocada por su identificación ideológica con los mismos y por las presiones del Departamento de Estado norteamericano, entre éstas las realizadas por el propio Collin Powell, Secretario de Estado, en diciembre de 2003, y por Otto Reich, Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, el 20 de enero de 2004. Previamente había recibido la propuesta de recibir cuatro millones de dólares, los que le fueron entregados mediante una operación que involucró al Mellon United National Bank y un auto titulado Comité Pro Libertad de los Hermanos Presos en Panamá. El pago se realizó mediante gestiones de Ruby Moscoso, hermana de la ex presidenta, a través de un banco de Liechtenstein.
Detrás de estos hechos pudo haber estado la anuencia y presiones de la CIA, cuyo director en agosto de 2004, nombra por George W. Bush, era nada más y nada menos que Porter Goss, socio de correrías de Luis Posada Carriles durante la Operación 40. Desde 1997 era el Presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja de Estados Unidos.
Los hechos hablan por sí solos: Los recién indultados recibieron falsas identidades. Posada Carriles recibió un pasaporte norteamericano a nombre de Melvin Cloyde Thompson, hurtado a su dueño meses antes en Costa Rica. Por su parte, Guillermo Novo Sampoll, Pedro Crispín Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, utilizarían en su periplo Panamá - Honduras - Miami, los pasaportes de Ernesto Abreu, Orlando González y Miguel Álvarez, respectivamente.
Horas después de su despegue, ambos aviones aterrizaron en el aeropuerto “Ramón Villeda Morales” de San Pedro Sula, Honduras, sobre las 7.30 a.m. de dicho jueves 26 de septiembre. Los cuatro terroristas eran esperados allí por Rafael H. Nodarse quien realizó los trámites migratorios requeridos por las autoridades hondureñas sin ninguna dificultad. Momentos después acompañaron a Rafael Nodarse en su camioneta Nissan Pathfinder. Regresaron horas después para partir rumbo a Miami, sobre las 11.45 a.m., en una avioneta Lear. Posada Carriles se quedó en San Pedro Sula en compañía de los dos hijos de Nodarse.
Fue Santiago Álvarez Fernández Magriñá y otros miembros de la FNCA quienes rentaron los dos aviones ejecutivos usados para recoger a Posada, Gaspar Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón. En las aeronaves llegó una comparsa de terroristas radicados en Miami, integrada por Ernesto Abreu, Orlando González y Miguel Álvarez para fiscalizar el operativo. Luego, al despegar las aeronaves, Luis Posada Carriles se uniría a ellos en una de ellas.
Mientras los terrorista salían de Panamá rumbo a Honduras, la presidenta Moscoso telefoneó al entonces embajador de Estados Unidos en Panamá, Simón Ferro, informándole de la excarcelación de los terroristas, tal como previamente se había acordado con el Secretario de Estado Collin Powell.
Posada Carriles fue identificado en Honduras en diferentes ocasiones. Se le vio en una oportunidad saliendo del aeropuerto “Ramón Villeda Morales” y, en otra, almorzando con Ralph Nodarse en un lujoso restaurante. Está claro, pues, que el entonces presidente hondureño Ricardo Maduro y sus Ministro de Seguridad y Vice ministro de la misma institución, Oscar Álvarez y Armando Calidonio, respectivamente, ignoraron la presencia de este criminal en su país. Las noticias sobre el escandaloso refugio de Posada Carriles en Honduras, durante un tiempo, luego de su excarcelación por la Moscoso, han creado fuertes denuncias contra miembros del gobierno del ex presidenteRicardo Maduro, quien gobernaba ese país en aquellos momentos.
Maduro, quien participó en el criminal golpe de estado contra el presidente constitucional, Manuel Zelaya, visitó Washington en julio de 2009, donde fue recibido por los congresistas cubanoamericanos de la Florida, Ileana Ros Lehtinen y los hermanos Díaz Balart, así como el ex candidato presidencial John Mc Cain. Era, sin lugar a dudas, un justo premio y un “merecido” espaldarazo a quien gobernaba honduras y permitió que Posada carriles obtuviera refugio allí mientras se preparaba su ulterior ingreso a los Estados Unidos.
La presencia de John McCain en el encuentro con Ricardo Maduro no resultó sorprendente ya que se conocía que este personaje mantuvo fuertes vínculos con la derecha hondureña desde los años 80 del siglo pasado. Por esa época fue Asesor del Consejo Norteamericano para la Libertad Mundial, el capitulo USA de la Liga Anticomunista Mundial. La LAM fue una asociación internacional radicada en Taipéi y que aglutinaba a lo más selecto de la ultraderecha y el anticomunismo internacional.
Otro de los elementos que descartan cualquier sorpresa del recibimiento dado por Mc Cain al ex presidente Maduro y su asociación con los congresistas de la derecha norteamericana, lo es el hecho de que siempre ha apoyado abiertamente el terrorismo contra Cuba. No en balde, recibió el apoyo del Foro Patriótico Cubano de Miami, integrado por lo más cavernario de la mafia miamense, como lo son el Consejo por la Libertad de Cuba, la Brigada 2506 y otras organizaciones, en agosto de 2008.
Finalmente, como todos conocemos, Posada Carriles logró regresar a los Estados Unidos, bajo la anuencia de la mafia terrorista de Miami y la confabulación del entonces jefe de la oficina del FBI en Miami, Johnatan I. Salomon. Otra vez la impunidad campeaba por su libre albedrío.
Luis Posada Carriles, eterno protegido del FBI (III)
Por Percy Francisco Alvarado Godoy
Luego de la oleada terrorista de 1997 contra instalaciones hoteleras cubanas y su fracaso en cuanto a la desestimulación de la actividad turística, Posada Carriles estuvo realmente ocupado en los primeros meses de 1998, con la preparación de otro atentado contra Fidel Castro, durante la esperada visita de éste a República Dominicana, en ocasión de la Cumbre de Jefes de Estados Asociados del Caribe, a celebrarse meses después, entre los días 20 y 25 de agosto de ese año.
Luego de viajar e Estados Unidos el 10 de abril de 1998, presumiblemente para encontrarse con altos dirigentes de la FNCA, entre los que se entrevistó con Alberto Hernández y Francisco José Hernández Calvo, convocó a una importante reunión en el Hotel Holliday Inn, de Ciudad Guatemala, en la que participaron, entre otros, los contrarrevolucionarios de origen cubano Enrique Bassas, Ramón Font y Luis Orlando Rodríguez. La que se celebró entre los días 19 y 21 de julio de 1998. La reunión preparada en el Holliday Inn tenía el propósito de ultimar detalles y de recibir las instrucciones provenientes de sus jefes de la FNCA.
El plan inicial estipulaba realizar el atentado contra el jefe de estado cubano empleando dos lanzacohetes tierra aire o mediante la colocación de cargas explosivas durante su recorrido por Santo Domingo o en algún lugar al que éste asistiera. Mientras tanto, otros terroristas de origen cubano ensayaban distintos potenciales atentados en Miami y Santo Domingo como planes alternativos.
Los pasos previos a esta operación, y con fines logísticos, los había realizado Posada Carriles desde hacía cuatro meses. Para cumplir este objetivo, el terrorista ingresó a Nicaragua por el Aeropuerto Internacional “Augusto César Sandino” el 26 de marzo de 1998, con falsa identidad a nombre de Franco Rodríguez Mena avalada con el pasaporte El FBI en Panamá: ¿Ceguera o complicidad?
La total impunidad con la que se movió Posada Carriles en Centroamérica es una prueba de la confabulación de los Oficiales del FBI acreditados en la embajadas norteamericanas como attaches jurídicos (Legats), con su avatar terrorista, incluso cuando los federales incrementaron en esa zona los cursos denominados “Panorámicas y técnicas de investigación”, impartidos a jueces y a otros estamentos policiales. De la misma manera, el caso omiso del Buró al terrorismo contra Cuba se puso de manifiesto de que la representación del Buró en Panamá no estuvo al tanto de los planes magnicidas contra Fidel durante la realización de la X Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado en el país del Istmo. La ineficacia o deliberado silencio de la Oficina del FBI en Panamá ante el plan terrorista y la falta de contacto con la Interpol, la CIA y otras agencias federales norteamericanas, tiende a levantar serias sospechas sobre su conocimiento o no de este plan.
Con independencia de existir varios antecedentes de hechos terroristas en Panamá, tales como el atentado contra la embajada de Panamá en Caracas el 1 de octubre de 1974; la destrucción el 11 de julio de 1976 de las oficinas de “Air Panamá,” en Bogotá, Colombia, por hombres al mando de Orlando Bosch; así como el atentado contra las oficinas de “Cubana de Aviación” en Ciudad Panamá, el 18 de agosto de 1976; el plan de atentado contra Fidel si éste asistía a los funerales del mandatario panameño Omar Torrijos, luego que falleciera en un hecho no dilucidado cuando su helicóptero se precipitó a tierra el 31 de julio de 1981, organizado por Huber Matos; la preparación en Panamá de una célula del CID con fines terroristas en 1982; plan de atentado contra el Ministro del MININT cubano durante una posible visita de éste a Panamá en 1989, organizado por Gaspar Jiménez Escobedo y que incluía la participación de un comando terrorista, el cual fue capturado por la policía panameña; la presencia en Panamá desde 1994 de Raymond Molina, de amplio pasado terrorista y prófugo de la justicia norteamericana por el delito de fraude electoral; amenaza de bomba contra la Embajada de Cuba en Panamá, el 11 de enero de 1997; la presencia en Panamá en abril de 1998, de dos connotados terroristas, Jorge Enrique Bringuier y “Cuco” Bringuier, posiblemente para preparar acciones extremistas; ni las autoridades panameñas ni el FBI tomaron acciones contra los terroristas involucrados en el plan magnicida, permitiendo su entrada al país con total libertad.
Por su parte, la Oficina del FBI de Miami, dirigida por Héctor Pesquera desde 1998 hasta el 2003, ignoró la partida de estos terroristas hacia el país istmeño, sabiendo que ésta coincidía con un evento internacional en el que participaría Fidel, ignorando la participación de estos en el plan de atentado “investigado” por él en 1997.
El meses siguientes, mientras se encontraban detenidos en el centro penitenciario “El Renacer”, a media hora por carretera de Ciudad Panamá, los cuatro terroristas cubanos gozaron de privilegios excesivos, tales como disponer libremente de los teléfonos, el fax y el internet situados en las propias oficinas del Director de la prisión, Ricardo Apú. Para ellos todo parecía ir viento en popa sabiendo que los hilos de varias conspiraciones para excarcelarlos se iban tejiendo en Miami por sus socios de la FNCA y, particularmente, por Santiago Álvarez Magriñá. Realmente sus prerrogativas eran bastantes y recibían libremente las visitas de muchas personas con los que no los unían lazos familiares, sino otros lazos más complicados y uno de ellos era el de ser sus cómplices del intento de magnicidio en Panamá, entre los que se encontraba Nelsy Ignacio Castro Matos y el propio Santiago. Así iban pasando los días y se mantenían debidamente informados por sus socios de los avances de los planes de excarcelación. Ya otras veces habían salido de iguales atolladeros pensaba cada uno. Solo les quedaba esperar y hacer acopio de paciencia.
Mientras tanto, por indicaciones de su abogado Rogelio Cruz se presentaban como un grupo de abuelos indefensos a los que se acusaba falsamente. Apoyados en el veneno nocivo de la prensa mediática controlada por sus socios, acusaban una imagen de hombres enfermos y desvalidos. Esos pretendidos abuelitos pretendieron engañar al mundo mostrando un aparente estado de salud frágil y delicado. Sin lugar a dudas, se estaba preparando la opción de fuga con la complicidad de su narco leguleyo abogado Rogelio Cruz y miembros del gobierno de la ex presidenta Mireya Moscoso. Prueba de ello es que, a fines de junio de 2002, Posada Carriles fue trasladado al hospital privado San Fernando, aludiendo un cuadro clínico totalmente dudoso, entre el que se encontraban un sinnúmero de dolencia y padecimientos tales como insuficiencia circulatoria en el cerebro, atrofia encefálica, arterioesclerosis múltiple con degeneración de los tejidos, insuficiencia cerebro vascular, cáncer de piel, hipertensión y afecciones auditivas.
Un rol destacado en los planes de fuga durante el período carcelario de Posada Carriles lo tuvo, como ya señalamos, el abogado panameño Rogelio Cruz vinculado con traficantes como Gilberto Rodríguez Orihuela, Jorge Ochoa, jefes en los carteles de Cali y Medellín, respectivamente. Otros de los narcotraficantes con los que mantuvo relaciones fueron Celso Fernández Espina y José Castrillón Henao, este ultimo sucesor en la dirigencia del cartel de Cali.
Mientras Posada Carriles y sus cómplices se encontraban en prisión, Santiago Álvarez y la FNCA organizaron una infiltración el 26 de abril de 2001. En esa oportunidad fueron capturados Ihosvany Suris de la Torre, Santiago Padrón Quintero y Máximo Robaina con cuatro fusiles automáticos AK-47 de procedencia rumana, un fusil M-3, tres pistolas Makarov, visores nocturnos, radios y abundante dinero.
Otro hecho que puso al desnudo la complicidad del FBI con Posada Carriles y sus cómplices, fue que todos los documentos originales de su expediente, conservados durante años en la cámara fuerte del FBI de Miami, fueron destruidos por órdenes de Héctor Pesquera, el mismo oficial que decidió y realizó, el 12 de septiembre de 1998, el arresto de los Cinco Héroes cubanos bajo falsas acusaciones de espionaje. Si algo se ofreció al gobierno panameño fue solo lo que el FBI quiso, solo eso y nada más.
Pesquera no fue el único cómplice de Posada. Otro agente del FBI, George Kiszynski, el oficial del FBI que se reunió con Posada Carriles en Honduras en 1992, fue quien recibió de los detectives Sergio Pinion y Ozzie Austin la información de las actividades del CORU y todo parece indicar que Kiszynski la hizo llegar a miembros de esa organización terrorista unos días después. Ya diez años antes, en 1982, otra vez el FBI había entorpecido la actividad de la policía de Miami sobre Omega 7 y Pedro Crispín Remón.
La complicidad de Kiszynski con Posada Carriles quedó evidenciada cuando en julio 1998 se dio a conocer la frustración del ingeniero guatemalteco Antonio Jorge Álvarez, quien dijo haberse comunicado con el FBI ante las sospechas de que Posada Carriles participaría en un atentado contra Fidel Castro en Isla Margarita, Venezuela, así como una serie de sabotajes en Cuba. Para sorpresa del guatemalteco, un agente del FBI lo llamó desde Miami para interesarse por su declaración y alertarlo de que abandonara el país, pero realmente el Buró no hizo nada contra el terrorista. Mucho después se supo que el federal que mantuvo sin divulgar los temores de Álvarez no era otro que George Kiszynski.
El 18 de marzo de 2004 terminó el juicio relámpago contra Posada Carriles y sus cómplices. Fue en realidad un juicio complicado, lleno de inconsistencias y que por su esencia y debilidades daría como solución legal a una irrisoria condena: penas de entre 4, 7 y 8 años de privación de libertad. De inmediato, sentenciados ya, se arreciarían las gestiones para excarcelarlos por cualquier vía.
El 24 de abril de 2004 se dieron los primeros pasos cuando la mafia se alborotó para tratar de liberar a sus ya sentenciados congéneres. Con bombo y platillo, anunciaron su esfuerzo por recabar fondos para apoyarlos. Cumpliendo este cometido, se llevó a cabo una cena en el Reinassance Ballroom de West Miami, la que sobresalió por sus peculiaridades: recabar fondos para ayudar a Posada Carriles y a sus cómplices, detenidos en Panamá. Participaron 400 personas con un valor por cubierto de 100 dólares. Entre los presentes se encontraban decenas de ex integrantes de la Brigada 2506, vapuleada una vez en las arenas de Girón por los cubanos dignos de la Isla.
Francisco José Hernández Calvo, Humberto Hernández, Santiago Álvarez, Luis Zúñiga Rey, Ninoska Pérez Castellón y muchos más. Por su parte, el narco defensor de los terroristas, Rogelio Cruz, alardeaba públicamente de que sus defendidos pronto estarían en la calle.
La componenda no se hizo esperar: la presidenta mafiosa Mireya Moscoso indultó arbitrariamente a los terroristas el 26 de agosto de 2004, seis meses después de la condena y cinco días antes de que expirara su mandato presidencial. En una madrugada, tomando extremas precauciones, fueron extraídos de la prisión “El Renacer” y conducidos al aeropuerto bajo fuerte custodia, sin el conocimiento del director de la prisión, los fiscales del caso y el propio juez Ho Justiniani. Allí los esperaban uno o dos aviones que los transportarían fuera de Panamá, los que fueron alquilados por Santiago Álvarez y la FNCA.
Años después este indulto fue declarado como violatorio de la constitucionalidad panameña por parte de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, la que adoptó esta decisión por unanimidad. Un juicio contra los implicados dentro del gobierno panameño se realizaría el día 3 de septiembre de 2005, con vistas a juzgar su implicación en estos hechos.
Cuando la presidenta Mireya Moscoso, por obra y gracia de su unilateral voluntad, liberó a Posada Carriles y sus cómplices, santificó una nueva forma de fuga: aquella en la que la impunidad es capaz de maniatar a la justicia y no dejarle el más mínimo espacio a la razón. Fuga al fin, fraguada en silencio y efectuada en las sombras, ejecutada sobre la base de subterfugios y falsificación de identidades, conspiraciones y sobornos, consumó una de las iniquidades más repudiables de nuestros tiempos. Fue, sin lugar a dudas, la mayor ofensa cometida contra el antiterrorismo.
En el Aeropuerto Internacional de Tocumen los terroristas fueron despedidos por Carlos Barés, en ese entonces director de la Policía Nacional de Panamá, así como por Javier Tapia, subdirector de Inmigración, y Arnulfo Escobar, jefe de la Dirección de Investigación e Información de la Policía por aquellos tiempos.
Hoy se han podido aclarar las verdaderas motivaciones que tuvo la ex presidenta panameña para indultar arbitrariamente a los terroristas. Su decisión no fue solamente provocada por su identificación ideológica con los mismos y por las presiones del Departamento de Estado norteamericano, entre éstas las realizadas por el propio Collin Powell, Secretario de Estado, en diciembre de 2003, y por Otto Reich, Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, el 20 de enero de 2004. Previamente había recibido la propuesta de recibir cuatro millones de dólares, los que le fueron entregados mediante una operación que involucró al Mellon United National Bank y un auto titulado Comité Pro Libertad de los Hermanos Presos en Panamá. El pago se realizó mediante gestiones de Ruby Moscoso, hermana de la ex presidenta, a través de un banco de Liechtenstein.
Detrás de estos hechos pudo haber estado la anuencia y presiones de la CIA, cuyo director en agosto de 2004, nombra por George W. Bush, era nada más y nada menos que Porter Goss, socio de correrías de Luis Posada Carriles durante la Operación 40. Desde 1997 era el Presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja de Estados Unidos.
Los hechos hablan por sí solos: Los recién indultados recibieron falsas identidades. Posada Carriles recibió un pasaporte norteamericano a nombre de Melvin Cloyde Thompson, hurtado a su dueño meses antes en Costa Rica. Por su parte, Guillermo Novo Sampoll, Pedro Crispín Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, utilizarían en su periplo Panamá - Honduras - Miami, los pasaportes de Ernesto Abreu, Orlando González y Miguel Álvarez, respectivamente.
Horas después de su despegue, ambos aviones aterrizaron en el aeropuerto “Ramón Villeda Morales” de San Pedro Sula, Honduras, sobre las 7.30 a.m. de dicho jueves 26 de septiembre. Los cuatro terroristas eran esperados allí por Rafael H. Nodarse quien realizó los trámites migratorios requeridos por las autoridades hondureñas sin ninguna dificultad. Momentos después acompañaron a Rafael Nodarse en su camioneta Nissan Pathfinder. Regresaron horas después para partir rumbo a Miami, sobre las 11.45 a.m., en una avioneta Lear. Posada Carriles se quedó en San Pedro Sula en compañía de los dos hijos de Nodarse.
Fue Santiago Álvarez Fernández Magriñá y otros miembros de la FNCA quienes rentaron los dos aviones ejecutivos usados para recoger a Posada, Gaspar Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón. En las aeronaves llegó una comparsa de terroristas radicados en Miami, integrada por Ernesto Abreu, Orlando González y Miguel Álvarez para fiscalizar el operativo. Luego, al despegar las aeronaves, Luis Posada Carriles se uniría a ellos en una de ellas.
Mientras los terrorista salían de Panamá rumbo a Honduras, la presidenta Moscoso telefoneó al entonces embajador de Estados Unidos en Panamá, Simón Ferro, informándole de la excarcelación de los terroristas, tal como previamente se había acordado con el Secretario de Estado Collin Powell.
Posada Carriles fue identificado en Honduras en diferentes ocasiones. Se le vio en una oportunidad saliendo del aeropuerto “Ramón Villeda Morales” y, en otra, almorzando con Ralph Nodarse en un lujoso restaurante. Está claro, pues, que el entonces presidente hondureño Ricardo Maduro y sus Ministro de Seguridad y Vice ministro de la misma institución, Oscar Álvarez y Armando Calidonio, respectivamente, ignoraron la presencia de este criminal en su país. Las noticias sobre el escandaloso refugio de Posada Carriles en Honduras, durante un tiempo, luego de su excarcelación por la Moscoso, han creado fuertes denuncias contra miembros del gobierno del ex presidenteRicardo Maduro, quien gobernaba ese país en aquellos momentos.
Maduro, quien participó en el criminal golpe de estado contra el presidente constitucional, Manuel Zelaya, visitó Washington en julio de 2009, donde fue recibido por los congresistas cubanoamericanos de la Florida, Ileana Ros Lehtinen y los hermanos Díaz Balart, así como el ex candidato presidencial John Mc Cain. Era, sin lugar a dudas, un justo premio y un “merecido” espaldarazo a quien gobernaba honduras y permitió que Posada carriles obtuviera refugio allí mientras se preparaba su ulterior ingreso a los Estados Unidos.
La presencia de John McCain en el encuentro con Ricardo Maduro no resultó sorprendente ya que se conocía que este personaje mantuvo fuertes vínculos con la derecha hondureña desde los años 80 del siglo pasado. Por esa época fue Asesor del Consejo Norteamericano para la Libertad Mundial, el capitulo USA de la Liga Anticomunista Mundial. La LAM fue una asociación internacional radicada en Taipéi y que aglutinaba a lo más selecto de la ultraderecha y el anticomunismo internacional.
Otro de los elementos que descartan cualquier sorpresa del recibimiento dado por Mc Cain al ex presidente Maduro y su asociación con los congresistas de la derecha norteamericana, lo es el hecho de que siempre ha apoyado abiertamente el terrorismo contra Cuba. No en balde, recibió el apoyo del Foro Patriótico Cubano de Miami, integrado por lo más cavernario de la mafia miamense, como lo son el Consejo por la Libertad de Cuba, la Brigada 2506 y otras organizaciones, en agosto de 2008.
Finalmente, como todos conocemos, Posada Carriles logró regresar a los Estados Unidos, bajo la anuencia de la mafia terrorista de Miami y la confabulación del entonces jefe de la oficina del FBI en Miami, Johnatan I. Salomon. Otra vez la impunidad campeaba por su libre albedrío.