La columna de Horacio Verbitsky sobre Bergoglio
En una nota publicada hoy en un matutino porteño, el periodista y director del Centro de Estudios Legales y Sociales criticó al nuevo Papa. Recordó su vínculo con la última dictadura y lo llamó “populista conservador”.
El periodista de Página/12 y director del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky, consideró que el nuevo Papa Francisco, Jorge Bergoglio, será “un sucedáneo de menor calidad, como el agua con harina que las madres indigentes usan para engañar el hambre de sus hijos”.
Jorge Bergoglio, nuevo Papa
En una columna publicada hoy, el autor de “El Silencio” y “Doble Juego” sostuvo que el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica es un “populista conservador” que tratará de introducir cambios cosméticos con sus dotes actorales. Además, recordó el caso del sacerdote Orlando Yorio, “quien denunció a Bergoglio como el responsable de su secuestro y de las torturas que padeció durante cinco meses de 1976”.
En relación con el vínculo entre Bergoglio y la última dictadura cívico militar, Verbitsky señaló que ante la Justicia “dijo que en el archivo episcopal no había documentos sobre los detenidos-desaparecidos. Pero quien lo sucedió, su actual presidente, José Arancedo, envió a la jueza Martina Forns copia del documento que publiqué aquí, sobre la reunión del dictador Videla con los obispos Raúl Primatesta, Juan Aramburu y Vicente Zazpe, en la que hablaron con extraordinaria franqueza sobre decir o no decir que los detenidos-desaparecidos habían sido asesinados, porque Videla quería proteger a quienes los mataron”. Emilio Mignone, fundador del CELS y autor del libro “Iglesia y dictadura”, la primera obra sobre el tema, le retiró el saludo.
“Su biografía es la de un populista conservador, como lo fueron Pío XII y Juan Pablo II: inflexibles en cuestiones doctrinarias pero con una apertura hacia el mundo, y sobre todo, hacia las masas desposeídas”, afirmó Verbitsky.
En ese sentido, remarcó: “Cuando rece su primera misa en una calle del trastevere o en la stazione termini de Roma y hable de las personas explotadas y prostituidas por los poderosos insensibles que cierran su corazón a Cristo; cuando los periodistas amigos cuenten que viajó en subte o colectivo; cuando los fieles escuchen sus homilías recitadas con los ademanes de un actor y en las que las parábolas bíblicas coexisten con el habla llana del pueblo, habrá quienes deliren por la anhelada renovación eclesiástica. En los tres lustros que lleva al frente de la Arquidiócesis porteña hizo eso y mucho más. Pero al mismo tiempo intentó unificar la oposición contra el primer gobierno que en muchos años adoptó una política favorable a esos sectores, y lo acusó de crispado y confrontativo porque para hacerlo debió lidiar con aquellos poderosos fustigados en el discurso”.
“Su pasada militancia en Guardia de Hierro, el discurso populista que no ha olvidado, y con el que podría incluso adoptar causas históricas como la de las Malvinas, lo habilitan para disputar la orientación de ese proceso, para apostrofar a los explotadores y predicar mansedumbre a los explotados”, concluyó.