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General: CUBA ....EFEMÉRIDES DE FEBRERO
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 01/02/2016 00:30 |
- Portada .... Cuba .-
- Efemérides de Febrero
Día |
Año |
Efeméride |
1 |
1751 |
Fundación de Holguín (se llamó primeramente San Isidoro de Holguín). |
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1873 |
Muere la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda. |
2 |
1514 |
Se funda la villa de Santa María del Puerto de Príncipe, hoy Camagüey. |
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1849 |
Nace José Maceo y Grajales, en Majaguabo, Oriente. |
3 |
1934 |
Muere tuberculoso el revolucionario, Gabriel Barceló. |
4 |
1891 |
José Martí participa en la Comisión Monetaria Internacional Americana. |
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1919 |
Nace el revolucionario Fernando Chenard Piña. Murió en el asalto al Moncada. |
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1959 |
El gobierno de los EE.UU. amenaza con rebajar la cuota azucarera cubana por las medidas revolucionarias que se estaban aplicando. |
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1962 |
Segunda Declaración de La Habana. |
6 |
1879 |
Autorizan a José Martí a impartir clases de segunda enseñanza en La Habana. |
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1932 |
Nace el Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán. |
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1962 |
Se crea la Dirección Nacional de Círculos Infantiles. |
7 |
1901 |
Muere en Madrid Ana Betancourt, pionera del movimiento por la emancipación de la mujer. |
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1958 |
Es detenido y asesinado el revolucionario Gerardo Abreu (Fontán). |
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1959 |
El Guerrillero Heroico, Comandante Ernesto Che Guevara es declarado ciudadano cubano. |
9 |
1873 |
El mayor general Ignacio Agramonte combate en san Miguel, Puerto Príncipe. |
11 |
1959 |
Se inicia en Ciudad Libertad curso de alfabetización para miembros del Ejército Rebelde. |
12 |
1867 |
Fracaso de la Junta de Información. |
13 |
1953 |
Muere el estudiante Rubén Batista a consecuencia de las heridas recibidas durante la manifestación estudiantil del 15 de enero. Asesinato del líder comunista Paquito Rosales, en Manzanillo. |
15 |
1898 |
Explosión del Maine, hecho volar por los propios Estados Unidos, en plena bahía habanera para intervenir en la guerra Hispano-Cubana. |
16 |
1903 |
Estrada Palma, firma el "acuerdo" de cesión del territorio de Caimanera a Estados Unidos. |
19 |
1963 |
Muere el célebre cantante popular Benny Moré. |
20 |
1962 |
El Gobierno Revolucionario crea la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba. |
21 |
1723 |
Sublevación y muerte de los vegueros en Jesús del Monte. |
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1901 |
Se firma en La Habana la Constitución de 1901. Permaneció inalterable hasta 1928. |
22 |
1877 |
Muere el patriota Francisco Vicente Aguilera. |
23 |
1896 |
Antonio Maceo llega a Matanzas. |
24 |
1832 |
Nace en Bayamo el poeta Juan Clemente Zenea. |
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1895 |
Reinicio de las guerras de independencia, con alzamientos en Matanzas, Las Villas y Oriente. |
25 |
1802 |
Nace en La Habana, el famoso obispo Espada. |
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1853 |
Muere el filósofo Félix Varela. |
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1931 |
Nace el revolucionario Rafael Freyre Torres. Murió en el ataque al Cuartel Moncada. |
26 |
1869 |
La Asamblea Patriótica de Camagüey declara abolida la esclavitud. |
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1962 |
Comienza la primera campaña de vacunación antipolio. |
27 |
1874 |
Muere combatiendo frente a tropas españolas el padre de la patria, Carlos Manuel de Céspedes líder de la gesta del 68. | |
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Síntesis biográfica
Nació en Bayamo. Su familia era una de las más distinguidas y acaudaladas de la zona oriental que contaba con la admiración y reconocimiento de los pobladores y vecindarios de Bayamo, Manzanillo,Las Tunas y Holguín. Hijo del coronel Antonio María Aguilera y su mamá Juana Tamayo Infante. Tuvieron dos hijos: Antonio María y Francisco Vicente. El primero era el mayor y residía en La Habana donde murió siendo muy joven. De modo que Francisco Vicente Aguilera quedó como el único hijo en quien depositaron todo su amor y las riquezas y propiedades que tenían para que nunca le faltara nada. Siendo niño sus padres lo enviaron a Santiago de Cuba a recibir la primera instrucción y parte de la secundaria.
Luego, en 1836, se trasladó hacia La Habana para completar sus estudios superiores e iniciar la carrera de abogacía. Ingresó en el famoso Colegio de Carraguao y allí tuvo entre sus profesores a José Silverio Jorrín.
En 1843, motivado por sus ideas de libertad e inquietudes políticas juveniles, hizo un viaje de paseo a los Estados Unidos de Norteaméricacosteado por sus padres. De regreso a La Habana continuó sus estudios hasta graduarse de bachiller en leyes en el año de 1846. Por esa época al morir su progenitor retornó a Bayamo para acompañar a su mamá y ocuparse de los negocios y propiedades de la familia.
Al fallecer su padre, quien le dejó el cometido de obtener para la familia, utilizando las rentas del ingenio azucarero Pilar de Jucaibama, un título nobiliario de Castilla, aparte de continuar la tradición de poseer los de Regidor Alcalde Mayor y el grado militar de coronel de los Reales Ejércitos y del Batallón de Milicias Blancas Disciplinadas de Infantería de Bayamo y Santiago de Cuba.
El joven Francisco Vicente Aguilera, no cumplió esta encomienda. Su aspiración era subvertir la sujeción colonial que ataba a Cuba de España. Y es que en el transcurso de una generación se había operado una transformación en el pensamiento político de la familia Aguilera, como sucedió en casi toda la sociedad bayamesa. De un ideario monárquico y pro español, se evolucionó al republicano independentista.
En el año de 1848 contrajo matrimonio en Santiago de Cuba con la señorita Ana Kindelán y Griñán. Con ella tuvo diez hijos. Para él la familia constituía uno de sus principales encantos. Por eso disfrutaba bastante llevando a sus hijas a las fiestas y actividades sociales.
La toma de conciencia en Aguilera se manifiesta desde su juventud. En 1851, con 30 años, ya era miembro de la conspiración y su jefe en Bayamo, liderada por el camagüeyano Joaquín de Agüero, quien proyectaba un alzamiento separatista nacional. También participó en un proyecto, en unión de Carlos Manuel de Céspedes, que pretendía iniciar un levantamiento contra el Colonialismo español y cuyas primeras acciones serían tomar las ciudades de Bayamo y Manzanillo.
Después de la muerte de su madre, Juana Tamayo, ocurrida en 1863, inició un periplo por diferentes países de Europa y por los Estados Unidos. Este incidió en su formación, pues lo puso en contacto con las ideas políticas y económicas más avanzadas. Desde su arribo a Bayamo comenzó a elevar proyectos al Gobierno de la Isla, para desarrollar económicamente la jurisdicción, en los que se aplicaran los adelantos de la ciencia y la técnica. El más importante era la construcción de un ferrocarril entre Bayamo y Santiago de Cuba.
En el lugar donde se ubicaba su casa natal en Bayamo, ahora es la sede de la Biblioteca 1868. A partir de este momento es un revolucionario en extensión y profundidad. Su acción se manifiesta en dos aristas definidas: el logro de la independencia de Cuba, y, mientras esto no suceda, la transformación del régimen económico arcaico existente enBayamo. Este ímpetu capitalista lo llevó a convertirse en el hombre de mayor fortuna en la región oriental de Cuba. En 1868 su caudal activo ascendía a dos millones 168 mil 54 pesos.
Trayectoria revolucionaria
En 1867 fundó el Comité Revolucionario de Bayamo. Su pensamiento revolucionario se radicalizaba. Se discutía la fecha del alzamiento subordinándola a la existencia de pertrechos militares con que enfrentar al Ejército Español. Aguilera era de la opinión que debía posponerse para poder acopiar armas. Y es en este momento cuando se compromete a trasladarse a los Estados Unidos y regresar antes del 24 de diciembre, fecha máxima aceptada por los conspiradores para pronunciarse, con suficiente material de guerra para dar comienzo a la Revolución. Los hechos se precipitaron y el 10 de octubre de 1868, en el Ingenio La Demajagua, Céspedes protagonizó el alzamiento.
Ruinas del hogar de los Aguilera. Como todos los bayameses patriotas, le dio fuego a su casa durante el incendio de la ciudad. Ya en la guerra, Aguilera ocupó importantes responsabilidades político-militares. Carlos Manuel de Céspedes decidió enviarlo aEstados Unidos para unificar a los emigrados y lograr el envío de expediciones con logística con las cuales abastecer las tropas del Ejército Libertador.
En esta determinación de Céspedes debieron pesar varias causas, entre ellas que Aguilera había sido partidario de esta idea antes del inicio de la Revolución, por los conocimientos que poseía en el manejo de fondos, pues había creado una fortuna millonaria, así como por su pensamiento y forma de actuar, que lo habían convertido en paradigma del pensamiento unitario. Las distintas fracciones políticas, civiles y militares, lo veían como un hombre íntegro, ético y revolucionario.
Aguilera partió a cumplir esta misión a pesar de las opiniones contrarias de sus amigos que insistían que era una habilidad política del Presidente para alejarlo de la escena política cubana, quitarlo como posible rival, y aspirante a la presidencia. A pesar de estos criterios, estaba convencido de que en esos momentos la Patria era allí donde lo necesitaba, para resolver los problemas existentes.
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Francisco Vicente Aguilera y Tamayo. Mayor general. Abogado y político cubano que luchó en la guerra del 68. Poseía una gran fortuna que sacrificó por la libertad de la Patria; además fue propietario de ingenios, fincas, abundante ganado y grandes haciendas, pero un cubano dotado de noble corazón y excelentes sentimientos patrióticos. Trataba como iguales y con respeto y consideración a las personas más humildes, por lo cual era muy querido. Siempre rechazó los numerosos cargos públicos y empleos que le ofrecían los gobernantes y autoridades coloniales de la Isla. Incluso, el de "regidor perpetuo del Ilustre Ayuntamiento de Bayamo". Se incorporó a las fuerzas insurrectas, en las que alcanzó el grado de Mayor General y desempeñó primero el cargo de Secretario de Guerra, y luego el de vicepresidente de la República en Armas.
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El Vicepresidente
En una época en la que eran comunes las divisiones, las pujas y las intrigas, muchos no pudieron entender otra de las decisiones de Aguilera: reconocer a Carlos Manuel de Céspedes como el líder de la Revolución.
Y es que «Pancho» Aguilera había sido en realidad el fundador y cabeza de la primera Junta Revolucionaria de Oriente, creada en agosto de 1867. Un año después los conspiradores revolucionarios de esta región de Cuba lo reconocen como el jefe máximo del movimiento que se gestaba.
Por eso, después del alzamiento de la Demajagua, algunos le van con chismes mal intencionados y le deslizan la posibilidad de que se haga cargo de la jefatura independentista.
Pero es evidente que al hacendado le interesaba más la redención de la nación que la jerarquía personal, por eso, al adelantarse súbitamente la fecha del levantamiento y al asumir Céspedes el liderazgo de la contienda, se pone al servicio del Iniciador, desde su hacienda en Cabaniguán, en Las Tunas. Al respecto escribió el investigador Raúl Rodríguez La O:
«Con una tropa compuesta por sus mayorales, empleados y esclavos, a los cuales les había concedido la libertad, marchó con rumbo hacia Bayamo, con el objetivo de reforzar a los cubanos en el ataque a esa ciudad, el 18 de octubre»
Proceder con esa humildad le valió para que en ese propio mes Céspedes lo nombrara General de División. Tiempo después se le confieren por sus méritos el grado de Mayor General y luego los cargos de Lugarteniente General de Oriente, Secretario de Guerra y Vicepresidente de la República en Armas.
Precisamente con ese alto cargo partió a Estados Unidos en 1871, país en el que, entre otras misiones, debía de zanjar las diferencias irreconciliables entre dos facciones de emigrados cubanos que decían apoyar la Revolución.
Tras la absurda deposición de Céspedes en 1873, «Pancho» Aguilera hubiera asumido la presidencia de la República, pero cuando le comunicaron esa posibilidad, señaló que no retornaría a la patria hasta que no trajera una gran expedición de armas, algo por lo que luchó con su alma.
La afirmación no nace como un cumplido. Los hechos lo demuestran: en el primer semestre de 1875 salió hacia Cuba como líder de la expedición del vapor Charles Miller, pero infinidad de problemas en la navegación hicieron retornar el barco a Nueva York, la ciudad donde se había radicado y desde donde escribió tiempo después, según recoge la historiadora Onoria Céspedes Argote:
«Estos yanquis son la personificación del egoísmo. Este es hoy por hoy el concepto y las esperanzas que me inspiran».
Como si este fracaso fuera poco, en 1876 trató de alistarse en una expedición en el vapor Anna, pero otro contratiempo lo hizo desistir de sus planes.
Latinoamericanista
El período vivido en la emigración contribuyó a radicalizar su visión sobre los Estados Unidos. Muchos cubanos soñaban con la ayuda de este país para el logro de la independencia. Como resultado de las relaciones que estableció con políticos norteamericanos y ser víctima de promesas incumplidas, evasivas, obstáculos directos que hicieron fracasar expediciones y no permitir las recaudaciones necesarias, llegó a la conclusión de que el Gobierno de esa nación nunca apoyaría a los cubanos para obtener la independencia y sentenció:
"Ayudarán a Cuba cuando Cuba se haya ayudado a sí misma. Esperar más que eso es una vaga ilusión".
Allí, además, trató con hombres de un profundo pensamiento latinoamericanista como el puertorriqueño Eugenio María de Hostos, con quien compartió una profunda amistad, lo que le permitió ser, también, el fundador del pensamiento latinoamericanista cubano, al plantear la necesidad de crear una Confederación Antillana que le hiciera frente a la política expansionista de los Estados Unidos.
Escaso fue el dinero que pudo recaudar Aguilera en los primeros meses de su estancia en Nueva York. Por eso decidió, en junio de 1872, iniciar un periplo porEuropa. Le habían prometido que los capitalistas cubanos emigrados en Francia le financiarían una gran expedición.
La realidad fue diferente, y comenzó a padecer desaires, subterfugios, el dinero no fluía, las discusiones se dilataban, y los burgueses, temerosos de que sus propiedades fueran embargadas, no contribuían, o querían hacerlo sin que se supiera su nombre y por ello las cantidades que entregaban eran irrisorias. Estas limitaciones lo convencieron de que no podía obtener los recursos necesarios en París, pero aún así continuó insistiendo. Se convirtió en un misionero por la independencia de Cuba.
El periplo europeo definió el pensamiento de Aguilera respecto a la burguesía cubana que poseía importantes capitales que proteger en Cuba. Finalmente cuando abandonó París, en marzo de 1873, como resultado de un llamado imperioso que le hacen desde Nueva York al conocerse que Céspedes lo había destituido como Agente General en el exterior, tiene la plena convicción de que no regresaría jamás porque este sector de la burguesía cubana no financiaría la independencia de Cuba.
Estancia en Europa
La estancia en Europa le posibilitó establecer una ruptura que quizás hubiese sido imposible de concebir en otro momento, por que tal vez pensó que todos los propietarios cubanos tenían la misma decisión que él en sacrificar su fortuna y bienestar por la independencia de la Patria.
En sus últimos días europeos se comienza a mostrar en Aguilera una actitud a gestionar fondos con banqueros de diferentes nacionalidades, que podían contribuir a la causa cubana por los beneficios económicos que obtendrían. Se alejó, definitivamente, de la burguesía.
Su retorno a Nueva York significó continuar trabajando en el envío de una gran expedición a Cuba. Pero ahora la situación había cambiado. Ya no era el Agente General, sino un emigrado, solo lo diferenciaba el hecho de ser iniciador de la revolución y el prestigio que poseía por su honradez y desinterés por la independencia de Cuba. En estas circunstancias desarrolló su obra, sin incorporarse a las luchas intestinas que desangraban a la emigración. Y es a partir de este momento cuando quedó plasmado el perfil que hoy poseemos de él. Las dificultades por las que tuvo que atravesar, la miseria en que vivió y murió, las penurias de su familia dejó estupefactos a quienes lo conocieron.
El peregrinaje por los Estados Unidos lo puso en contacto con la burguesía cubana que había enfrentado a la metrópoli española. Aquí, al igual que en París, pudo comprobar que no obtendría los recursos necesarios. Inició un recorrido por ciudades norteamericanas con el objeto de buscar un vapor que lo trasladase a Cuba, así como para recaudar dinero. Visitó Baltimore, Filadelfia, Nueva Orleans y Cayo Hueso. En esta última se comenzaba a desarrollar un importante concentrado de emigrados cubanos, los que aportaron una cifra considerable de dinero, unos siete mil pesos, entre los meses de febrero-abril de 1874. Este desprendimiento le causó profunda impresión.
A pesar de esta demostración su pensamiento continuó considerando que las sumas para el financiamiento de las expediciones debían aportarlas los emigrados cubanos que mayor capital poseían. Por ello siguió vinculado a sectores de la burguesía cubana del occidente de la Isla, así como a terratenientes, que muchos entraban en componendas con las autoridades españoles. Estos descartaban un pensamiento independentista cubano radical. No percibió las diferencias que existían entre este sector y el que había iniciado la contienda independentista.
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Últimos años
Fue tanta la desidia que padeció Aguilera que finalmente, al no poder armar una gran expedición y carente de recursos, decidió regresar a Cuba.
El 22 de abril de 1876 efectuó su último intento. Llegó a Las Bahamas, donde pretendía abordar el Buque Anna, y al no encontrarlo se dirigió a Nassau. El 12 de junio embarcó rumbo a Haití. El viaje resultó imposible. Arribó a Nueva York el 15 de agosto de 1876. Ya se encontraba gravemente enfermo del cáncer de laringeque lo aquejaba, pero aún así insistía en volver a la Patria, aunque fuera en un bote.
El 22 de febrero de 1877 falleció Francisco Vicente Aguilera en Nueva York, mientras trabajaba por la unidad de la emigración cubana rodeado de su esposa e hijos, sin haber podido cumplir su mayor anhelo: libertar a su Patria; ni su sueño de regresar a Cuba con una fuerte expedición.
Las aspiraciones de Francisco Vicente Aguilera fueron más ambiciosas que las de sus ancestros y se centró en fundar un pensamiento político que contemplaba la idea de lograr la independencia de Cuba del colonialismo español empuñando las armas. El engrandecimiento que le reportaría a su familia no sería en el orden de lo que soñó su padre, o sea en la obtención de un título nobiliario, detentar cargos políticos en la estructura de gobierno de la villa o provincia, o en la milicia, sino al convertir, al linaje Aguilera, en uno de los fundadores de la nación cubana.
El millonario que murió por la Patria
Era tremendamente rico; tenía tanto dinero que podía pasarse el resto de sus días gastando en lo que quisiera. Y poseía tantas extensiones de tierra que podía salir niño de sus haciendas primeras y llegar ya adulto a las últimas. A algunos les parecerá acaso una hipérbole demasiado grande. Sin embargo, cuando se subraya que contaba con más de dos millones de escudos en el año 1868, se podrá entender su montaña de riquezas. Y a pesar de tanto oro y caudal, Francisco Antonio Vicente Aguilera, aquel bayamés de finos modales poco estudiado por pasadas y actuales generaciones, se fue a la guerra renunciando a todo lo material para tratar de conseguir la espiritualidad de la nación.
Murió finalmente pobre y casi congelado por el frío de Nueva York, con los zapatos agujereados y frustración en el alma por no poder retornar.
De Aguilera se puede escribir sin temblar la mano: «Lo dio todo por la Patria», una frase que a veces se ha gastado de tanta repetición, pero que en su caso es doblemente convincente. Con él, como con otros, se tiene una deuda: la de estudiar más su ejemplo, no solo en días de «cumpleaños cerrados» o de conferencias científicas sobre el prócer.
Riquezas
No en vano se ha señalado que Francisco Vicente, apodado «Pancho» Aguilera, era uno de los hombres más ricos del Oriente en los días de conspiraciones previas al estallido independentista.
Con frecuencia se ha escrito que poseía más de tres millones de escudos y unas 10 000 caballerías, además de centenares de esclavos asi como algunos comercios entre Bayamo y Manzanillo: varias casas, miles de cabezas de ganado, centenares de caballos de distintos tipos, una panadería, una confitería y otras propiedades dispersas por todo el valle del Cauto, hasta el sur de Las Tunas.
Sin embargo, Ludín Fonseca, historiador de la ciudad de Bayamo y autor del libro Francisco Vicente Aguilera. Proyecto modernizador en el valle del Cauto, señala sobre las primeras cifras que el patriota poseía en realidad unos 2 700 000 pesos y 4 136,50 caballerías entre fincas, potreros, ingenios azucareros, un cafetal, haciendas y otras extensiones de tierra.
Sobre la cantidad de sus esclavos, la investigadora bayamesa Idelmis Mari apunta que, aunque «ascendió a centenares no ocupaban un lugar preponderante en el monto de las propiedades, pues en los ingenios, rama donde eran mayormente empleados, laboraban 191 en Santa Gertrudis, 87 en Jucaibama y 14 en Santa Isabel».
Pero más allá de las discusiones sobre su caudal, lo primero es reconocer su conducta de desprendimiento y patriotismo, que pasma a muchos en estos tiempos modernos.
Tengamos en cuenta que Aguilera tuvo 11 hijos —diez de ellos con la santiaguera Ana Kindelán Griñán, también acaudalada y con quien se había casado en 1848—, y que la guerra liberadora contra España implicaba dejar las comodidades, irse a la manigua y exponer a los suyos al propio monte o al exilio.
Un héroe de la talla de Manuel Sanguily, sobre ese ejemplo de Francisco Vicente Aguilera, expuso:
«No sé que haya vida superior a la suya, ni hombre alguno que haya depositado en los cimientos de su país y en su nación mayor suma de energía moral, más sustancia propia, más privaciones de su familia adorada ni más afanes ni tormentos del alma».
Mientras José Martí, con su pluma ardiente, lo calificó en el periódico Patria, el 16 de abril de 1892, nada más y nada menos que como «el millonario heroico, el caballero intachable, el padre de la república».
Estas afirmaciones de alguien como el Maestro no son gratuitas. Aguilera, acaso en el pasaje más conocido de su vida y que lo inmortalizó como revolucionario, fue capaz de decir cuando le consultaron sobre la decisión de quemar la ciudad de Bayamo, donde estaban algunas de sus propiedades domésticas:
«Nada tengo mientras no tenga patria».
Mausoleo
Los restos de Aguilera reposan en Bayamo desde 1910. Sin embargo, es tan rica la historia sobre el traslado de sus despojos mortales a la patria y los consiguientes enterramientos que bien valen otro reportaje periodístico.
Incluso, fueron sustraídos del cementerio de San Juan para que no se trasladaran a la necrópolis santiaguera de Santa Ifigenia. Este capítulo y otros involucraron a miles de bayameses, defensores de su patricio y de la cuna de este hombre, que fue bachiller en leyes y ocupó diversos cargos públicos antes de lanzarse a la manigua redentora.
Lo cierto es que, en 1958, fue inaugurado el mausoleo en homenaje al patriota, en cuya base reposan sus restos. Cerca de este se levantan las figuras de otros bayameses ilustres, por lo que el conjunto monumentario se llama Retablo de los Héroes.
Desde ese lugar, Aguilera mira a los suyos no como fría roca, sino como hombre vivo y luchador. Desde su corazón parecen trepidar las palabras que le enviara a su compatriota José María Izaguirre:
«El día que tengamos Patria no tocaremos las ruinas de nuestro viejo Bayamo, las conservaremos tal y como están, que nuestros descendientes vean de lo que eran capaces sus abuelos».
Fuentes
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1896 -
- Antonio Maceo se dirige hacia el norte en la Provincia de Matanzas.
- José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 91-93 describe los acontecimientos del 24 de febrero de 1896 en la Historia de Cuba:
“El lunes 24 de Febrero, aniversario de la Revolución, nos dirigimos hacia la zona de Cárdenas por las lomas pintorescas de Coliseo, sitio famoso en la historia de Cuba porque en él se ventiló el último combate contra Martínez Campos en la tarde del 23 de Diciembre de 1895, y en donde se eclipsó para siempre la fortuna del caudillo español cuando corría desolado en pos de la victoria. Siempre el viajero detendrá su paso en los umbrales de Coliseo, para contemplar el escenario del memorable episodio, si lo conoce por los relatos escritos, para contemplarlo también y reflexionar sobre aquel asunto, si tuvo la suerte de ser testigo presencial de los sucesos. En Coliseo, como en Peralejo, el entusiasmo patriótico luchó solo contra el poderío y autoridad de España, y en ambos casos el entusiasmo patriótico, hizo lo que la autoridad de la metrópoli y la opinión de los técnicos declararon absurdo. Sólo habían transcurrido dos meses. Estaban fehacientes los vestigios de la batalla: cercas hendidas, montones de escombros de los edificios calcinados, destruidas las plantaciones, acribillada la arboleda. No había ya nada que demoler, porque la guerra devastadora hizo resonar allí sus más trágicos acentos.
“La tropa que iba con Maceo conmemoraba el primer aniversario de la Revolución en un teatro conocido por muchos conceptos memorables. Una gran parte de la misma infeste acompañó al caudillo oriental desde la Sabana de Baraguá hasta los límites occidentales de la isla, marchando a banderas desplegadas por tierras totalmente desconocidas y haciendo retumbar, de uno a otro ámbito del país, la explosión revolucionaria. La rebelión, en un año que contaba de existencia, había arrojado grandes chorros de luz en la senda de los acontecimientos' públicos y alumbrado a trechos el camino de lo porvenir; pero quedaban aún varios espacios cubiertos de sombra y de misterio. La Revolución era como un astro que al seguir su marcada ruta por el firmamento, despedía a intervalos destellos que aclaraban los espacios, y a ratos velase obscurecido por las nubes tropelosas que acumulaba el destino airado de la adversidad. Difícil era predecir el término de la discordia, aunque a juzgar por el curso de los sucesos, podía considerarse lejano. Si el esfuerzo del patriotismo había sido grandioso, ejecutándose a los impulsos de ese sentimiento las más arduas empresas y las más brillantes acciones, nunca imaginadas por el opositor, también era de apreciarse el esfuerzo llevado a cabo por el partido español, de cuya altivez no cabía esperar ninguna concesión justiciera ni cambio alguno en los métodos de hostilidad que empleaba contra los insurrectos, planteados con todo el carácter de una guerra sin cuartel desde el momento que se confiaba a un soldado de ferocidad notoria la ejecución de esos designios. Nunca han faltado durante los primeros pasos de las revoluciones advertencias y rasgos de luz que han hecho adivinar el desastre.
“La Revolución de Febrero, iniciada por un puñado de hombres y combatida de mancomún por los partidos políticos y la acción constante de las armas, podía ostentar con orgullo los trofeos conquistados en su procelosa marcha. Lo capital de la obra revolucionaria era la enorme extensión de sus efectos, que había ocasionado un trastorno económico en las esferas mercantiles del país con la devastación de la riqueza agrícola, y por el empuje de sus parciales obligado a España a equipar miles de soldados y a gastar inútilmente millonadas de pesos. La lección no podía ser más elocuente ni. más instructiva; página grabada por la mano del destino, que mostraba a España lo infructuoso de sus esfuerzos y lo errado de su conducta al volver a caer en los procedimientos utilizados en la otra contienda, de la cual no había sacado provecho en ningún sentido, ni para mantener la paz ni para conducir la guerra.
“Las doctrinas de la Revolución, difundidas durante un año por los pregones marciales del clarín y el estrépito incesante de la fusilería, habían penetrado con ardor en las regiones más refractarias al espíritu de libertad y obligado a reconocer sus mandamientos a los más incrédulos y obstinados. Miedosos y perplejos, los que poco antes negaban con arrogancia el empuje de las armas libertadoras, no se atrevían ahora a levantar la voz, porque habían oído muy cerca el tropel de los insurgentes y los estampidos de las descargas. Al conmemorarse el aniversario del grito de Baire, todo el país estaba perfectamente instruido de la gravedad de los sucesos y contemplaba atónito el vivac de la insurrección.”
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Juan Clemente Zenea y Fornaris. Escritor cubano al cual se le reconoce haber ejercido gran influencia en la literatura cubana al retomar el Romanticismo, marcando una nueva línea en la poesía hispanoamericana. En prisión escribió 16 composiciones que fueron reunidas póstumamente bajo el título Diario de un mártir.
Síntesis biográfica
Nació en Bayamo, Granma, el 24 de febrero de 1832, hijo de un teniente español y de una hermana del poeta cubano José Fornaris. Fue huérfano de madre desde muy pequeño. Su padre se vio forzado a regresar a España cuando aun el futuro poeta era muy joven.
Cursó las primeras letras en una escuela privada de su ciudad natal. A los trece años de edad en 1845 se traslada a La Habana donde su talento literario pronto le abre caminos en el periodismo.
Ingresa en el colegio El Salvador, de José de la Luz y Caballero, donde amplia sus conocimientos, aunque a pesar de ello yde ser sobrino por parte de madre del poeta José Fornarisse estima que la mayor parte de su formación la adquirió autodidacticamente.
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Sus inicios
En 1846 publicó sus primeros poemas en La Prensa, periódico habanero del que llegó a ser redactor en 1849.
Un folletín suyo aparecido en esta publicación durante una semana santa hubiera provocado que el Obispado lo excomulgara, de no mediar su padre, quien publicó una carta de retractación que le hizo firmar.
De esta época datan sus relaciones amorosas con Adah Menken, poetisa y actriz llegada a La Habana con una compañía de Nueva Orleans, que le ayudó a perfeccionar sus conocimientos de inglés y francés.
En colaboración con José Fornaris y Rafael Otero publicó La mujer ¿Es un ángel? ¡No es un ángel! ¿Sí será o no será? (La Habana, Imp. de Soler, 1850). Redactó junto a Idelfonso Estrada Zenea, El Almendares y colaboró en La Voz del Pueblo.
Usó los seudónimos Adolfo de la Azucena, Espejo del corazón, Ego quoque,***, Un amigo de la juventud, Una habanera.
Al igual que la Zambrana y Mendive se levantó contra el Siboneyismo, al comprender que tal movimiento no era más que una forma peculiar de la decadencia romántica.
Vida sentimental
Se enamoró de la actriz estadounidense Adah Menken, quien le correspondió. En su primer destierro se reúne con ella en Nueva Orleáns, de donde ella provenía. La relación terminando poco después pero no logra que el poeta deje de sentir especial admiración romance.
Zenea tenía una personalidad muy fuerte aunque a pesar de ello esta mujer fue el amor de su vida.
Clandestinidad
Complicado en la causa seguida contra Eduardo Facciolo por la publicación de este periódico clandestino, marchó en 1852 a Nueva Orleans.
En esa ciudad reanudó sus relaciones con Adah Menken, se afilió al club El Orden de la joven Cuba y colaboró en El Correo de Luisiana, El Independiente y Faro de Cuba, en el que aparecieron sus campañas contra el gobierno español.
Trasladado a Nueva York, se inscribió en la sociedad La Estrella Solitaria e hizo propaganda anexionista en La Verdad, El Filibustero, El Cubano.
En 1853 fue condenado a muerte en La Habana, pero gracias a una amnistía general pudo regresar al año siguiente a esta ciudad, donde residió por más de diez años con excepción de un viaje a Estados Unidos en 1856.
Poemas suyos fueron incluidos en la recopilación El laúd del desterrado (poesía),(Nueva York, Imp. de La Revolución, 1858). Ejerció como profesor de inglés en el colegio El Salvador.
Colaboraciones
Colaboró en Guirnalda Cubana, La Piragua, Brisas de Cuba, Floresta Cubana, Revista de La Habana, El Regañón, Álbum cubano de lo bueno y de lo bello, La Chamarreta, El Siglo, Ofrenda al Bazar, Revista del Pueblo, de Cuba, y en las publicaciones españolas La Ilustración Republicana Federal y La América, donde publicó una serie de artículos sobre literatura norteamericana.
Fundó y dirigió la Revista Habanera, que fue clausurada por el Capitán General -Domingo Dulce. Por estos años asistía a las tertulias de Nicolás Azcárate.
En 1865 se trasladó a Nueva York. Allí perdió todas sus economías en actividades mercantiles.
Colaboró en La Voz de América y dirigió la Revista del Nuevo Mundo. Invitado por Pedro Santacilia se trasladó a México, donde fue redactor del Diario Oficial. Al comenzar la revolución en 1868, se trasladó a Estados Unidos. Participó en las fracasadas expediciones del Catherine Whiting y el Lillian; redactó el periódico La Revolución, que fundó en unión de Néstor Ponce de León; colaboró en El Mundo Nuevo - América Ilustrada. Dio conferencias en el Ateneo Cubano de Filadelfia.
En 1870 viajó clandestinamente a Cuba en circunstancias ambiguas, pues traía dos misiones; una de información, encomendada por la Junta Cubana de Nueva York, y otra del gobierno español, que proponía a los insurrectos la autonomía a cambio de la capitulación.
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Encarcelado y fusilado
Cuando intentaba regresar a Estados Unidos, después de una infructuosa entrevista con Carlos Manuel de Céspedes, presidente de la República en Armas, fue sorprendido por una columna española y detenido, a pesar del salvoconducto que le había entregado el embajador de España en Estados Unidos.
Tras ocho meses de incomunicación en la fortaleza de La Cabaña, en La Habana, fue fusilado.
En prisión nuevamente, mientras esperaba la consumación de la condena, Zenea escribió un largo poema titulado Infelicia, donde recordaba los días felices vividos junto a Adelaida Mac Cord:
¨Del baile y de emociones fatigados Salimos al jardín a errar dichosos; En frente de un ciprés nos detuvimos, Y en el sabroso platicar, sentados Al pie de unos rosales olorosos, ¡Oh! ¡qué cosas tan dulces nos dijimos! Y la tristeza de la separación definitiva: Los hados implacables Entre nosotros dos, dando un gemido, Como abriendo los antros de la muerte, Nos abrieron abismos insondables De soledad separación y olvido¨
Homenaje
Al comienzo del Paseo de Martí o El Prado de La Habana
en la década de los años 1920 por gestiones de la hija del poeta, Piedad Zenea de Bobadilla, fue erigido el Monumento a Juan Clemente Zenea.
La figura del poeta es de bronce de medidas naturales el cual se presenta sentado meditando al extremo de una peña representada por un gran bloque de mármol blanco.
En la parte inferior de la peña se destaca una figura desnuda de mujer con una lira en el brazo izquierdo la cual simboliza la inspiración romántica del poeta.
En la parte posterior del bloque de mármol aparecen grabados los versos escritos por él “A una golondrina”.
El monumento fue hecho Ramón Mateu, escultor español que vivió muchos años en Cuba.
Obras inéditas
Dejó inéditas Jaquelina y Reginaldo, novela escrita en verso; La azucena del valle, leyenda en verso escrita en colaboración con José Agustín Quintero y una edición crítico-bibliográfica de las poesías de José María Heredia.
Tradujo al inglés la Plegaria a Dios, de Plácido (seud. de Gabriel de la Concepción Valdés) y al español el drama Andrea, del Sarto, de Musset.
Cuentos de niños, de Laboulaye, y poesías de Longfellow, Leoparti, Musset y Lamartine. Ha sido traducido al ruso, inglés. y francés.
Obras publicadas
- 1855 Poesías
- 1859 Lejos de la patria. Memorias de un joven poeta
- 1860 Cantos de la tarde
- 1861 Sobre la literatura de Estados Unidos
Poemas más reconocidos
- En un álbum
- Fidelia
- A una golondrina
- Ausencia
- En Greenwood
- Nocturno
- Las sombras
- Retorno
- Oriente y Ocaso
- Diario de un mártir
Enlaces externos
Fuente
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Alzamiento del 24 de febrero de 1895Historia, Cuba
Alzamiento del 24 de febrero de 1895. Fecha de suma relevancia en la historia de Cuba, pues marcó el inicio de la Guerra de Independencia organizada por José Martí.
Terminada la Guerra de los Diez Años (1868-1878), los principales luchadores independentistas cubanos emigraron a varios países del continente americano. Desde Jamaica, República Dominicana, Honduras, Colombia, México, Estados Unidos y otras naciones, los patriotas continuaron conspirando por la independencia nacional. La llegada de una nueva generación de independentistas que no habían participado en la anterior contienda, al sumarse a los veteranos del primer conflicto, contribuyó a hacer más compleja la organización de la lucha emancipadora entre los exiliados.
En medio de esa difícil situación, José Martí desempeñó un destacado papel para la unidad revolucionaria. Él supo y logró, como otros no lo consiguieron, aunar voluntades, esfuerzos y recursos para la gestación de una nueva etapa independentista. Con la fundación del Partido Revolucionario Cubano, el 10 de abril de 1892, Martí creó condiciones para el estallido de la rebeldía emancipadora en Cuba.
A finales de 1894 todo estaba listo para reiniciar la contienda, pero la abstención de los patriotas camagüeyanos a incorporarse a la guerra inminente, hizo retrasar unas semanas el levantamiento. El 12 de enero de 1895, en el puerto de La Fernandina (La Florida, Estados Unidos), las autoridades detuvieron y confiscaron una expedición militar organizada por Martí, compuesta por tres buques que debían desembarcar en Cuba de manera simultánea, conduciendo a los principales jefes revolucionarios. El fatal acontecimiento fue consecuencia del espionaje español y la delación de un alto oficial cubano del Ejército Libertador.
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Ante las circunstancias, José Martí -en nombre del Partido Revolucionario Cubano-, José Mayía Rodríguez, por el Ejército Libertador, y Enrique Collazo, en representación de los revolucionarios de la Isla, tomaron el 29 de enero de 1895 la decisión de ordenar el alzamiento para dar inicio a la guerra. La orden, escrita en la ciudad de Nueva York, establecía, de manera concreta, que se coordinaran a la mayor brevedad una serie de alzamientos simultáneos por todo el territorio insular, a partir de los focos conspirativos ya existentes, en los cuales se habían nucleado previamente los insurgentes en la Isla.
La orden indicaba, además, que el alzamiento nacional debía comenzar en la segunda quincena del mes de febrero de 1895, pues, con pretexto en las festividades carnavalescas, se podrían lograr desplazamientos de hombres de una a otra población sin levantar sospechas.
La orden fue recibida en Cuba por Juan Gualberto Gómez, mientras los tres firmantes viajaban de Nueva York a República Dominicana, al encuentro de Máximo Gómez. Juan Gualberto Gómez dio a conocer que se aceptaba decisión con una frase en clave, que escribió en un telegrama dirigido a Martí: "Giros aceptados". El día escogido para el alzamiento fue el domingo 24 de febrero.
No obstante las coordinaciones y los esfuerzos de los principales dirigentes revolucionarios para reiniciar la lucha contra el colonialismo español, los distintos alzamientos tuvieron matices y resultados desiguales, debido, entre otros factores, a los diferentes contextos históricos y conspirativos de cada región de la Isla, que explican el comportamiento desigual de cada pronunciamiento.
En la región más occidental de la Isla, la provincia de Pinar del Río -que había tenido poca participación en la Guerra de los Díez Años- no efectuó los levantamientos mambises necesarios, más allá de la disposición y el ánimo de varios patriotas de la región. Tampoco La Habana y su capital respondieron a la orden como se esperaba. El jefe máximo de la insurrección en la región, el mayor general Julio Sanguily, fue hecho prisionero en la mañana del 24 de febrero a la puerta de su propia casa. Se le condujo al Castillo de San Carlos de La Cabaña y, tras un controvertido proceso judicial, fue deportado a Estados Unidos, por su calidad de ciudadano de ese país.
En la provincia de Matanzas, Juan Gualberto Gómez se alzó con dieciséis hombres, junto a Antonio López Coloma, en el pequeño pueblo de Ibarra. En Jagüey Grande, otro punto de la geografía matancera, el doctor en medicina Martín Marrero también respondió al llamado de insurrección, con una pequeña partida de hombres. Pero, lamentablemente, ambas partidas no tuvieron el apoyo y la coordinación precisa del general matancero Pedro Betancourt -el jefe con mayor graduación militar y experiencia combativa en la provincia-, quien había sido detenido en su casa el mismo día 24.
En esa crítica situación, los pequeños grupos revolucionarios fueron perseguidos con tenacidad por el ejército español. El día 28 de febrero fue capturado López de Coloma, quien fue fusilado a mediados de 1896 en la fortaleza de La Cabaña. Juan Gualberto Gómez y Martín Marrero, al verse prácticamente solos y sin apoyos, se acogieron al indulto decretado por la administración española, aunque Marrero se reincorporó más adelante a la contienda. Juan Gualberto Gómez fue deportado al presidio africano de Ceuta. Así, el alzamiento matancero también fracasó.
En la provincia de Las Villas hubo igualmente graves contratiempos, pues el general Francisco Carrillo, jefe designado por José Martí para encabezar la lucha, fue detenido el día 24 en la mañana en su propia residencia; por lo que, a pesar de que ocurrieron en la región algunos alzamientos menores -como los de Aguada de Pasajeros y Siguanea-, estos no tuvieron la fuerza necesaria para resistir más que horas o días.
La provincia de Camagüey, que desde finales de 1894 había expresado su negativa a secundar la insurrección, no se alzó. Por el contrario, la región oriental fue la que más y mejor respondió a la nueva gesta independentista, por obra de factores históricos, geográficos y políticos. Allí ocurrieron más de veinte alzamientos simultáneos, en las ciudades e inmediaciones de Santiago de Cuba, Guantánamo, Jiguaní, Baire, Manzanillo, Bayamo, Holguín, Bayate, Calicito, La Confianza y otros. Los levantamientos de Jiguaní y Baire fueron muy difundidos, porque los patriotas Saturnino Lora y Florencio Salcedo dieron vivas a la independencia y la revolución, mientras disparaban al aire a pleno día, en presencia de la guardia civil española.
Varios jefes, como el mayor general Guillermo Moncada, Pedro Pérez y Rafael Portuondo, marcharon a la manigua con sus partidas de hombres desde el 19 de febrero, para esperar la fecha convenida ya sublevados. Otros patriotas levantados en armas a la hora acordada fueron Emilio Giró, Enrique Tudela, José Miró Argenter, Amador Guerra, Esteban Tamayo, Francisco Estrada, Florencio Salcedo, Saturnino Lora, Jesús Rabí y Enrique Céspedes.
El general Bartolomé Masó fue designado como jefe civil y militar de la insurrección en toda la región oriental, hasta la llegada de los principales dirigentes: Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí.
La prensa colonial –tanto en España como en la Isla- presentó la circunstancia de que el alzamiento insurreccional quedara reducido a la provincia de Oriente, como un aliento tranquilizador, argumentando que los cubanos no habían podido iniciar una guerra de carácter nacional, y, por tanto, les resultaría bien difícil convertirla en tal. Pero el cálculo de la Metrópoli quedó deshecho, porque la guerra liberadora, a pesar de haberse inaugurado con esa dificultad, fue creciendo hasta convertirse en hazaña de magnitud más que nacional. Así lo demuestra su propia historia.
Bibliografía
Centro de Estudios de Historia Militar: Mayor General Máximo Gómez Báez. Sus campañas militares, Editora Política, La Habana, 1986.
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Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa (1756-1832). Segundo obispo de La Habana. Gobernó la diócesis durante treinta años y fue uno de los artífices del proceso de renovación del pensamiento, la educación, la salud pública y la beneficencia en Cuba. Espada fue una de las más importantes figuras de la primera mitad del siglo XIX en Cuba. En la actualidad, su labor renovadora y modernizadora se considera determinante en los inicios del proceso de formación de una cultura y un pensamiento cubanos.
Síntesis biográfica
Nació el 20 de abril de 1756 en Arróyabe, en la provincia de Álava, España. Su familia pertenecía a la nobleza vasco-alavés, y varios de sus miembros siguieron la carrera eclesiástica.
Las provincias vascas constituyeron una especie de puerta de entrada de las ideas de La Ilustración en España. En ellas surgió la primera de las sociedades patrióticas, que se convertirían en instrumento esencial de los intentos de renovación del pensamiento, la educación y la sociedad española en sentido general.
Espada cursó estudios en Salamanca, uno de los principales centros de desarrollo de las ideas en la Península, tal vez en la universidad, en el colegio de Santa María de los Ángeles y en el Mayor de San Bartolomé, del cual se afirma llegó a ser rector. Al parecer, tomó partido tempranamente por el movimiento modernista ilustrado, como lo muestra su incorporación a la Real Sociedad Patriótica de Salamanca.
A los veintiséis años de edad inició su carrera sacerdotal, al ser ordenado presbítero por el obispo de Segovia. En enero de 1792 se le nombró provisor y vicario general de la abadía y territorio de Villafranca del Vierzo, donde se estima impartió sus primeras lecciones de filosofía, en la colegiata de la Asunción. En junio de 1799 fue nombrado promotor fiscal del Santo Oficio de Mallorca. José de la Luz y Caballero afirmaba que de esa época databa la licencia que recibió para leer «libros prohibidos».
Entre las preferencias de Espada estaban los fisiócratas españoles, los enciclopedistas franceses moderados, los autores de la Iglesia que concordaban con estas corrientes, los reformistas españoles y los clásicos grecolatinos. Posteriormente fue propuesto para provisor del obispado de Chiapas, pero nunca llegó a ocupar ese cargo.
En esa etapa, Espada adquirió amplia experiencia eclesiástica y profundo conocimiento de las leyes canónicas y civiles, así como habilidades como profesor de filosofía; se convirtió en un hombre a la altura de los conocimientos de la época, partidario de las reformas de la educación, de las costumbres, de la vida social y de la economía, influido por la Ilustración y las ciencias modernas.
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Llegada a Cuba
Tras la muerte del primer obispo de La Habana, Felipe José de Trespalacios y Verdeja, la Corona propuso para ocupar la sede vacante a Espada -nombrado el 11 de agosto de 1800. El 15 de diciembre siguiente fue informado el Cabildo habanero, que tomó nota en sesión de 7 de julio de 1801. Espada llegó a La Habana el 25 de febrero de 1802 y fue consagrado en la Catedral de La Habana, el 28 de febrero, por el habanero monseñor Luis Ignacio María Peñalver y Cárdenas, arzobispo designado de Guatemala. Ese mismo año se le nombró Socio Honorario de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) de La Habana, cuya dirección asumió en 1803.
Desde los inicios de su episcopado, Espada desarrolló una constante actividad dirigida a regular el funcionamiento de la Iglesia. Para ello emitió una serie de edictos contra costumbres entronizadas en el obispado, como el Edicto de campanas y el Mandato contra los matrimonios clandestinos. En 1803 inició una visita pastoral que culminó al año siguiente y tuvo como resultado la elaboración de un informe que denominó Diezmos reservados (1808). Desarrolló la red parroquial de la diócesis, reforzando la presencia institucional y las posibilidades de regular el cobro de los diezmos, lo que lo llevó a conflictos con los plantadores azucareros.
La compleja circunstancia creada por la ocupación napoleónica en España y la guerra popular de liberación (1808-1814), permitieron a Espada manifestar las tendencias moderadamente liberales de sus ideas políticas. En 1810 abogó por la autonomía de Cuba, en consonancia con los intereses de las elites criollas. En1811 emitió una carta pastoral, en la cual exhortaba al patriotismo y expresaba el deber de los reyes para con sus vasallos. En 1812 respaldó de manera activa laConstitución de Cádiz, cuyo juramento presidió en La Habana. Tras la restauración absolutista de 1814, publicó una carta pastoral en la cual manifestaba su rechazo a la solución independentista para Cuba.
En 1820, la Sociedad Económica le solicitó la creación de una Cátedra de Constitución, que el obispo encargó al presbítero Félix Varela y Morales, figura clave en la historia cultural y política de la época en Cuba. Ese mismo año defendió públicamente el régimen constitucional y las libertades públicas, y en 1824 emitió una pastoral en la cual pedía clemencia para los liberales ante la nueva restauración del absolutismo.
Esta actitud provocó graves acusaciones que condujeron a una orden de arresto y envío a España contra el obispo, suspendida temporalmente en 1825 por su delicado estado de salud, y anulada de manera definitiva en 1830. No obstante, en 1828, el Vaticano había abierto un proceso contra Espada, también resultado de las acusaciones de sus enemigos, quienes lo tildaban de jansenista, hereje y masón.
Muerte
Su salud continuó empeorando, y en 1830 sufrió un primer ataque de apoplejía. Un segundo ataque causó su muerte, el 13 de agosto de 1832. El día 17, en laCatedral de La Habana, Juan Bernardo O’Gaban celebró la misa y los oficios fúnebres en su honor. Fue sepultado en el primer patio del cementerio que él fundara. En 1881, sus restos se trasladaron a la nueva Necrópolis Cristóbal Colón.
Reformas y Contribuciones
La formación ilustrada de Espada permite comprender su temprano interés por introducir reformas en diversos ámbitos de la vida social de su diócesis: salud pública, beneficencia y educación, entre otras. Todo se integraba en un proyecto de signo opuesto al desarrollo esclavista cubano de la época y los intereses de las élites azucareras.
Este proyecto había quedado perfilado, como resultado de su visita pastoral de 1803-1804, en el informe Diezmos reservados. En él, Espada criticaba tanto la esclavitud -cuya eliminación proponía- como el latifundio y el desmedido interés en la producción azucarera, que consideraba nocivo para el logro de la «felicidad» del país. A cambio, abogaba por una agricultura diversificada y centrada en las necesidades de la población, la pequeña propiedad agraria, la inmigración familiar europea y el desarrollo de las manufacturas.
Salud y Sanidad
Entre las más significativas contribuciones de Espada al mejoramiento de las condiciones sanitarias de la diócesis estuvo la creación del primer cementerio público de La Habana (1806), fruto en buena medida de su esfuerzo personal y conocido como Cementerio de Espada. Con ello puso fin en la ciudad a la larga tradición de enterramientos en las iglesias, con su secuela de insalubridad, aunque tuvo que afrontar la oposición de parte del clero y los conventos; sobre todo, por los beneficios pecuniarios asociados a la práctica anterior.
También resultó importante la estrecha colaboración de Espada con el doctor Tomás Romay y Chacón en la campaña por la aplicación de la vacuna contra la viruela. Los recursos del obispado financiaron, en buena medida, las expediciones por el país para garantizar que la vacunación alcanzara a la mayor cantidad de personas. Ante la resistencia de ciertos sectores, el obispo emitió una pastoral en la cual exhortaba al uso general de la vacuna mediante la explicación de sus beneficios.
Centros de beneficencia y cárcel
Espada modernizó las instituciones de beneficencia existentes en la diócesis, donde persistían prácticas medievales. Unificó la Casa de Niños Expósitos, la de Beneficencia y la de Recogidas en una sola institución. Para la atención de los enfermos mentales, que en la época deambulaban por la ciudad sin atención alguna, concibió la construcción de un edificio que los albergara de modo independiente, con la atención requerida.
Inaugurado en 1827, el asilo de dementes se conocería con el nombre de San Dionisio. En el colegio de niñas de San Francisco de Sales implantó las visitas a las pupilas y las incorporó al mundo después de terminados sus estudios. Al graduarse, las huérfanas recibían una dote para facilitar su casamiento o asegurar su porvenir.
Otro de los centros de atención del obispo fue la cárcel de La Habana. En concordancia con el ideario ilustrado, presentó un plan de mejoras para el sistema penitenciario dirigido a la rehabilitación del delincuente, basado en el trabajo y el aislamiento, elementos indispensables de la concepción espadista.
Educación
La enseñanza elemental, en la época en que Espada asumió el gobierno del obispado, era objeto de duras críticas por parte de la elite reformista ilustrada criolla. En esta esfera, la acción del obispo estuvo orientada a la estimulación de maestros y estudiantes por diversas vías, pero, sobre todo, a la modernización de las concepciones pedagógicas imperantes. Para ello envió a España al entonces profesor de filosofía del Seminario de San Carlos y San Ambrosio, Juan Bernardo O´Gaban, a estudiar el sistema pedagógico pestalozziano, con el objetivo de aplicarlo en las escuelas cubanas. Después promovió el denominado método lancasteriano, con el mismo fin.
En los niveles superiores de educación, Espada fue el promotor de los inicios de una renovación profunda de los estudios filosóficos, así como de la introducción del estudio de ciencias como la física, la química y la botánica. El control del Seminario de San Carlos por el obispado permitió que Espada lo convirtiera en el centro de esa renovación, con el apoyo de figuras como José Agustín Caballero y Félix Varela y Morales. Junto a ese grupo de ilustrados criollos, atacó las bases del escolasticismo predominante hasta entonces en el pensamiento y los centros de enseñanza insulares.
Artes
También promovió la renovación en las artes, sirviendo de mecenas a artistas extranjeros como José Perovani y Juan Bautista Vermay, que satisfacían su gusto neoclásico, y a quienes encargó varias obras. El último, en una iniciativa del intendente de Hacienda Alejandro Ramírez apoyada por el obispo, fue el fundador de la escuela de pintura de San Alejandro en La Habana.
Enlaces externos
Fuentes
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Félix Varela. También conocido como el Padre Varela. Sacerdote, maestro, escritor, filósofo y político cubano; el primero que enseñó a los cubanos a pensar en el patriotismo. Estudió filosofía y teología en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y en la Universidad de La Habana. En 1811, ya sacerdote, ocupó la cátedra de filosofía de la primera de esas instituciones. Diputado a Cortes de Cádiz en 1821, en representación de Cuba, defendió el derecho a la autonomía de los territorios americanos, propuso la abolición de la esclavitud en la Isla y la modernización de la enseñanza. El retorno español al absolutismo monárquico lo condenó a muerte. Huyó de España y se estableció en Estados Unidos. Desde allí se consagró a fomentar el independentismo en los cubanos. Junto a notables pensadores criollos publica el Mensajero Semanal ( 1821- 1831), destinado educar y preparar a la población para empeños futuros.
Síntesis biográfica
Nace en La Habana, el 20 de noviembre de 1788, hijo de Don Francisco Varela y Peŕez, teniente del regimiento de fijos de La Habana, natural deTordesillas, Castilla la Vieja, España, y de María Josefa Morales y Medina, santiaguera.[1] Félix era el tercer hijo y sus dos hermanas se llamaban María de Jesús y Cristina. En su bautismo católico fue nombrado Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales.
A la temprana edad de tres años muere la madre de Varela y el niño huérfano, con sus dos hermanas, queda al cuidado de su abuelo Don Bartolomé, quien pronto fue trasladado por sus trabajos como militar a San Agustín de la Florida, a donde se lleva a Félix, que apenas sabía hablar.
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Estudios
Sus estudios de Música, Gramática, Latinidad, y Humanidades los inició con el padre Miguel O'Reilly, quien sin dudas ejerció una fuerte influencia sobre él.[1] Cuando llegó el momento de empezar sus estudios secundarios, Félix regresa a La Habana. Su padre había muerto y el abuelo soñaba con hacer de él un valiente y honrado militar, según la tradición familiar. Cuando tenía 14 años su abuelo le propuso empezar la carrera de cadete en una escuela militar, pero Varela pide entrar a un seminario para hacerse sacerdote.
Al regresar a La Habana en 1801, matriculó en una de las mejores instituciones de su tipo en América Latina: el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Aquí cursó Gramática Latina, Filosofía, Lógica Mayor y Teología. Estudió con el distinguido sacerdote y maestro José Agustín Caballero: Súmulas, Lógica yMetafísica.[1]
Varela fue Preceptor de Latinidad de esa prestigiosa institución, y con posterioridad, Maestro de Filosofía, nombrado por el Obispo Espada. Organizó las tertulias literarias en las que compartió con sus alumnos los temas de cultura, filosofía, ciencia, y patria; sin dudas, sus materias preferidas. Por las mañanas impartía las clases de Filosofía, y por las tardes, las de Constitución.[1]
En 1804 se inscribe en la Universidad de La Habana, simultaneando estos estudios con los del Seminario. Recibe el grado de Bachiller en Filosofía y Artes y de Bachiller en Teología y, con posterioridad el de Licenciado en Filosofía. En este año su carrera eclesiástica fue muy notable. Recibe la primera tonsura de manos del obispo Espada en la Catedral de La Habana, bajo dispensa de edad.[1]
Sacerdocio
En el mes de diciembre de 1807, comienza su servicio religioso en el Monasterio de Santa Catalina. En 1809 solicita y obtiene del distinguido obispo la cuatro órdenes menores y el subdiaconado de la Iglesia Católica. En diciembre de 1810 alcanza el diaconado. Nuevamente con dispensa de edad canónica, es ordenado presbítero en 1811. Su pŕedica moral y humanista era destacada en sus sermones, que pronunció en varias iglesias, entre otras en la Catedral, Santa Catalina, Santa Teresa, San Agustín, la parroquial de La Salud y la del Santo Cristo del Buen Viaje.[1]
Fachada del Seminario de San Carlos y San Ambrosio en la actualidad
Labor docente
Con 24 años de edad el Padre Varela es nombrado por el Obispo Espada, profesor de Filosofía, Física y Ética en el Seminario. Allí prepara el primer laboratorio de Física y Química que tiene el país: cajas galvánicas, tubos de ensayo, máquinas neumáticas, sistema planetario móvil y otros instrumentos para la enseñanza de las ciencias mediante la experimentación.
El Padre Varela enseña con los métodos pedagógicos más adelantados. Pese a que, según testimonio de José de la Luz y Caballero, dominaba el latín como su propia lengua, renovó la enseñanza de la época utilizando el español en sus clases y libros, en los que abandonó el escolasticismo imperante por la filosofía electiva e introdujo la experimentación en el estudio de las ciencias. Da mucha importancia a que sus alumnos aprendan a razonar con sus propias cabezas; lo importante es que aprendan a pensar y a decidir por sí mismos. Por eso, el destacado maestro José de la Luz y Caballero, discípulo de Varela, dijo:
"mientras se piense en la Isla de Cuba, se pensará en quien nos enseñó primero en pensar".
Varela formó en las aulas del Seminario San Carlos a los mejores hombres de su época. Los frutos de su labor como maestro se muestran en aquellos patriotas como: José Antonio Saco, Domingo del Monte, literato y protector de escritores y artistas, y José de la Luz y Caballero. Heredero de las enseñanzas de estos hombres y a su vez alumno del Seminario fue también Rafael María de Mendive, el maestro de Martí.
Varela abrió, el primero, el camino de la [educación] para todos cuando dijo:
“La necesidad de instruir a un pueblo es como la de darle de comer, que no admite demora...”. "Quién puede negar que es más ilustrado un pueblo en que todos saben leer y escribir".
En el tiempo en que el Padre Varela fue profesor en el Seminario realizó otras actividades para el fomento de la cultura cubana: fundó la primera Sociedad Filarmónica de La Habana, ingresó y trabajó en la Sociedad Económica de Amigos del País, escribe obras de teatro que se presentan en escenarios habaneros y escribe libros de textos para estudiantes de Filosofía. En 1817 es admitido como socio de número en la Real Sociedad Económica, que más tarde le confirió el título de Socio de Mérito. Por estos años aparecieron sus discursos en Diario del Gobierno, El Observador Habanero y Memorias de la Real Sociedad Económica de la Habana.
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Cuando en 1820, a raíz del establecimiento en España de la constitución de 1812, fue agregada la cátedra de Constitución al Seminario de San Carlos, la obtuvo por oposición. A los 32 años, el 18 de enero de 1821, el Padre Varela inaugura en el Seminario de San Carlos, lo que resultó ser la primera Cátedra de Derecho de América Latina. Los jóvenes de La Habana se apiñan en las puertas y ventanas donde Varela imparte las clases. Allí se enseña por primera vez en estas tierras la legalidad, la responsabilidad civil y el freno del poder absoluto. Allí se cultiva la semilla de liberación y dignidad humana que el Padre de las Casas había sembrado siglos atrás. El mismo Varela llama a estas clases "la Cátedra de la Libertad y de los Derechos Humanos, la fuente de las Virtudes Cívicas y la base del gran edificio de nuestra felicidad".
Aunque solo pudo ejercerla por tres meses, su contribución al desarrollo del derecho constitucional y su defensa de los derechos humanos frente al despotismo regio y la tiranía estatal tuvo una gran repercusión en la conciencia de la naciente nación cubana. En verdad, aquella Cátedra de Constitución fue donde el padre Varela proclamó por primera vez en Cuba el carácter inalienable y sagrado de los derechos humanos. Allí fue donde defendió con claridad y valentía el derecho de los pueblos a tener su libertad y a elegir sus propios gobernantes. Allí fue en fin donde sembró las ideas políticas que más tarde habrían de conducir inevitablemente a la lucha por la independencia de Cuba.
Varela solo pudo ejercer la cátedra por tres meses en 1821, porque fue electo poco después diputado a las Cortes de 1822, lo que demuestra el valor que el Pueblo daba a sus ideas. El 22 de diciembre del mismo año presentó en las Cortes de Madrid, con otras personalidades, una proposición pidiendo un gobierno económico y político para las Provincias de Ultramar. También presentó un proyecto (reproducido en la Revista Cubana en 1935) pidiendo el reconocimiento de la independencia de Hispanoamérica y escribió una Memoria que demostraba la necesidad de extinguir la esclavitud de los negros en la Isla de Cuba, atendiendo a los intereses de sus propietarios, que no llegó a presentar a las Cortes.Al ser reimplantado el absolutismo por el rey Fernando VII, tuvo que refugiarse en Gibraltar, pues fue condenado a muerte por sus ideas de avanzada.
Monumentoa Félix Varela en parque frente al seminario de San Carlos y San Ambrosio
El 17 de diciembre de ese año llegó a Estados Unidos, donde se vio obligado a vivir el resto de su vida. Primero en Filadelfia y después en Nueva York, publicó el periódico independentista El Habanero, que entraba subrepticiamente en Cuba. Redactó junto a José Antonio Saco, El Mensajero Semanal. En Nueva York publicó en 1830 el periódico The Protestand Abriger and Annotator, en el que defendía la Fe católica frente a los ataques de los Protestantes. Colaboró en El Revisor Político y Literario, Revista Bimestre Cubana y Recreo semanal del bello sexo.
Abrió varias escuelas para niños y desplegó una amplia labor religiosa, lo cual le ganó rápido prestigio. En 1837 fue nombrado vicario general de Nueva York. En 1841 el claustro de Teología del Seminario de Santa María de Baltimore le confirió el grado de Doctor de la Facultad. También publicó muchas obras. En colaboración con Justo Vélez escribió Máximas Morales y Sociales,Instrucciones sociales y morales para la juventud e Instrucciones morales y sociales para el uso de los niños. Con el seudónimo "Un paisano suyo" publicó la primera edición de las Poesías (Nueva York, 1929) de Manuel de Zequeira. Tradujo del inglés elManual de práctica parlamentaria para uso del Senado de los Estados Unidos, (Nueva York, Henrique Newton, 1826), yElementos de Química Aplicada a la agricultura, (Nueva York, Imp. De Juan Gray, 1826) de Humphrey Davy. Discursos suyos aparecieron en Revista de La Habana y El Kaleidoscopio.
Muerte
Habiéndose resentido su salud desde 1846, se vio en la necesidad de viajar tres veces, en busca de mejor clima, a La Florida. Murió en San Agustín, Florida, Estados Unidos el 25 de febrero de 1853. Después de instaurada la República, sus restos fueron trasladados a La Habana, y están colocados en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
Aportes a la Física en Cuba
En el desempeño de la cátedra de Filosofía y como contexto de las "Lecciones de Filosofía" impartió Ciencias y en especial Física, atendiendo a la clasificación actual, ya que en esa época formaban parte de lo que se entendía por Filosofía un grupo apreciable de ciencias que tienen hoy su objeto particular de estudio. Los conocimientos científicos de la época son tratados en la actualidad como parte del proceso enseñanza-aprendizaje de la Física en las diferentes enseñanzas.
Fue el iniciador de la enseñanza experimental de la Física en Cuba, siendo un fervoroso defensor del experimento en la actividad docente y se le reconoce como el primer autor de un Libro de Física en Cuba.
Era partidario de que el aprendizaje siguiera un camino deductivo, para ir poco a poco a la inducción, o sea de lo general a lo particular. Por ello, algunos pedagogos cubanos contemporáneos afirman que Varela se basó en la idea de la globalización de la enseñanza.
Busto de Félix Varela en el "Parque de los Cabezones" de la Universidad de La Habana
Durante su estancia en Estados Unidos su espíritu investigador no decayó, de ahí que se conozcan dos invenciones suyas: un aparato para el asma capaz de acondicionar el aire, librarlo de la contaminación ambiental y mantenerlo a temperatura uniforme.
En 1841 se publicó en el "Repertorio médico de la Habana" la historia de la invención de Varela, así como la descripción del equipo, también se plantea que el aparato fue patentado en los Estados Unidos.
En agosto de 1831 patentó una rueda que facilitaba el movimiento, preservaba el pavimento y no producía ruido, ya que sus elementos constitutivos, además de no estar soldados, interiormente estaban recubiertos de acero.
Referencias
- ↑ Saltar a:1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 1,5 Hart Dávalos, Armando. Perfiles. Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de La Habana, 2002. p.3. ISBN 959-13-0983-X
Bibliografía
- Chávez Rodríguez, Justo A.: Bosquejo histórico de las ideas educativas en Cuba, Ed. Pueblo y Educación, La Habana 1996.
- Cuba en la mano. Enciclopedia Popular Ilustrada. La Habana, 1940.
Fuentes
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