|
De: JoKeR-MaN (Mensaje original) |
Enviado: 08/10/2014 02:33 |
.. |
|
|
|
*Sin ninguna consideración, siguiendo su propia naturaleza, la razón de ser creadas, las líneas azules de la técnica del invasor, pasan por el hombro izquierdo y espalda del Nórdico, y cual si fuese la garra opuesta, pasa por la ropa, la piel y la carne, separando, escindiendo los tejidos. La sangre se filtra por las heridas, mancha el Ropaje de Epsilon, y cae sin orgullo alguno al suelo, tinturando la fría nieve. Pocos metros más allá, otra sangre, otra nieve, pero una misma causa. Hermanos caídos, unos irrecuperables, otros lastimados en su cuerpo y espíritu, pero todos unidos en la defensa de Asgard, en la defensa del territorio de los Lobos, en defensa del invasor. "No permitiré que nada de ésto sea en vano!!" Los ojos adquieren más furia que en ningún otro momento, brillan debajo de los visores que se prolongan desde el casco. Las manos se cierran, el dolor se camufla, pero al presión estimula la sangre. El polvo empieza a caer y justo cuando pareciera volver a la normalidad, un torbellino azulado se levanta en el lugar, convocado por la energía acumulada y conjurada por el Lobo Solitario. "No permitiré que ningún invasor acabe con mi familia, no permitiré que otro oso acabe con todo, como cuando era niño!!". El ánimo del Dos Guerrero se hace uno con su propia energía, con su espíritu, con su alma y el alma de sus hermanos. - Noozan!! - Su puño diestro se junta a su tórax, mientras que en un arranque de adrenalina, el Lobo cae con esa velocidad tan potente, que pareciera un rayo, más la figura de varios lobos empieza a sobre ponerse a la figura del Nórdico. - GUNRöKEN!! - En una sola batida, los lobos que ahora suman decenas, se hacen un ejército luminoso, dotado de garras, colmillos y la herencia de su país. Y detrás de todos ellos, el de cabellos grises cae desde las alturas, con su puño que guía todo ese poder, apuntando directamente a la humanidad de su oponente, misma que es asechada en un radia amplio por los lobos, descendiendo todos en un sólo movimiento organizado y letal, buscando impactar sobre cada miembro, cada centímetro, cada lugar de la figura del invasor, más fuerte es la presión que se dirige hacia la garganta de aquél, buscando la cálida y merecida sangre bocado predilecto para los lobos del Norte.*
Fenrir de Alioth |
|
|
|
*Cuando el orgulloso General Marino siente la perturbación cósmica del ambiente, propia a la ejecución de la técnica del escandinavo, lo único que puede hacer es elevar ambos brazos en posición defensiva, cubriendo su rostro y su garganta con sus antebrazos, protegidos de una mejor manera por la Escama de Scylla, pues el tiempo que las fauces y garras le otorgan para reaccionar es mínimo. Un parpadeo después, su cuerpo es envuelto en incontables luces violeta que asemejan una brava y hambrienta jauría, clavando sus dientes y garras sobre su humanidad. La mayor parte de aquellos bocados, cuyo objetivo era la desprotegida garganta del Marino, ahora se impactan contra los dorados antebrazos de su ropaje; sin embargo muchos otros más se reparten por todo el cuerpo de Eo. -¡Argh!- exclama con dolor aquel hombre que parece ser devorado vivo por los lobos de pesadilla, mientras siente como las fauces logran abrir su carne y hacen brotar su tibia sangre a la par que lanzan su cuerpo hacia atrás sin mucha dificultad varios metros. Cuando por fin la jauría acaba su ataque, Scylla se encuentra tirado sobre la nieve sin mover un músculo: Su armadura muestra los signos de la batalla, e incontables mordidas y rasguños pueden verse por toda su escama, ahora manchada de sangre al igual que los copos alrededor de su cuerpo. Los protectores de sus antebrazos han desparecido, y solo un triste recuerdo de lo que eran sus guanteletes y muñequeras aún vive. Sin saberlo, Fenrir logró acabar con el águila que asesino a sus hermanos los lobos pues sin aquella parte de la Scale, Eo no podría conjurar de nuevo al Águila Poderosa. °°Si no hubiera sido por mi Escama Sagrada, esos lobos hubieran hecho jirones mi cuerpo.°° piensa para sí, aún inmóvil sobre el piso y con los ojos cerrados. Eo siente cada herida abierta de su cuerpo, y como la sangre brota de las partes de su cuerpo que no son protegidas por su armadura como los muslos y los antebrazos, ahora cubiertos de arañazos, y manchan su dorada protección en carmesí. El silencio reina aquel paraje y sólo el rugir del viento, que mueve la rosácea cabellera del inerte guerrero del mar, llora por la bestia de Scylla. Una cabeza de la bestia del mar cayó, sin embargo cinco más ahora buscarán devorar al lobo del Norte como éste lo hizo con Scylla.*
Sukyura no Io » Kaitoshi Marīna
|
|
|
|
*La nieve se levanta en cúmulos, se alza entre el viento y parece suspenderse, mientras que en medio de ella el Nórdico cae con agilidad y termina su avance, pecho agitado, músculos tensos, boca abierta saboreando el olor a sangre en el aire, buscando su presa en el horizonte. La nieve cae, el viento barre algunos de los copos y lo asienta en todos lugares. El fulgor de los lobos baja un tanto, hasta observarse al carnívoro prácticamente desprovisto de su aura de energía, reducida a una capa que cubre el cuerpo de aquél. Fríos ojos que se descubren del antifaz observan el cuerpo caído de su oponente y en su espíritu se enfrentan dos posturas clásica en la cacería, arremeter a la presa cuando está herida, con el posible ataque por sorpresa, o dejar que se debilite aún más. Olfatea el aire y escucha atento mientras su enemigo yace manchando la nieve y en ello hay una sensación de triunfo, de venganza. "Tú y todos los demás dejarán su sangre en nuestra nieve" Sin embargo no se decide a moverse dejando que su cuerpo se recupere, dejando que el aire gélido inunde sus pulmones y que el oxígeno alimente sus células. Poco a poco se distienden los músculos y la postura es más descansada. Un aullido perfora el aire, uno de los hermanos, uno que sigue vivo, uno que permanece aún a la defensa de su territorio. - Invasor, eres vanidoso. Tu cuerpo no saldrá de éste lugar, ninguno de ustedes regresará con vida. - Diciendo esto, se agazapa y con gran fuerza y velocidad realiza un salto ágil, sus manos se cierran y las garras arremeten contra la nieve. Copos y copos de ésta quedan desprendidos y en una sola ola, se dirigen hacia el cuerpo caído. "Aquí será donde te entierre y cuando mis lobos tengan hambre será tu cuerpo congelado su alimento"*
Fenrir de Alioth |
|
|
|
*De súbito, cuando los helados copos que caen besan el cálido rostro de Eo buscando enterrarlo y hacer de aquel olvidado paraje su tumba, los ardientes ojos avellana de Scylla se abren demostrando que el Marino aún no ha muerto. Poniéndose de pie con la velocidad que le permiten sus heridas, y sacudiendo la nieve de su cuerpo, el marino dirige una colérica mirada al Lobo del Norte. -¡Miserable!- exclama furioso mientras ve el daño a su Escama y la pérdida de una de sus magníficas bestias, además de los rasguños y mordidas en su cuerpo. Sus heridas, poco a poco, han dejado de sangrar en con tanta opulencia sin embargo, la pérdida del tibio líquido carmesí en combinación con el frío extremo que reina Asgard ha entorpecido ligeramente sus movimientos. -¡Quién morirá aquí, junto a los otros pulgosos animales, serás tú!- . Alimentado por la furia del Marino y su orgullo herido, el cosmos de Scylla arde una vez más materializándose como una luz turquesa que rodea la humanidad de su invocador brillando con un fulgor parecido al de una estrella. Sus ojos brillan en cólera, y sus cabellos se elevan dándole una aterradora apariencia sin mencionar que su poder se hace sentir por todo aquel valle congelado. -¡Serás alimento para las bestias de Scylla!- concluye, mientras la energía a su alrededor cobra cierta violencia y agresividad, como un animal herido a punto de soltar el primer zarpazo.*
Sukyura no Io » Kaitoshi Marīna
|
|
|
|
*Fieros los ojos que no dejan de observar a su oponente cuando resurge entre los copos, dispersándolos hacia todas partes. El aroma que aquél despide se filtra en la nariz del Lobo Alfa, alterando tanta sangre la estabilidad de su comportamiento. Cada partícula de olor llega hasta lo más profundo de los receptores nerviosos y cada segundo se vuelve más y más insistente para el Nórdico. - Has logrado levantarte... He cambiado de parecer... No te permitiré que te pudras entre la nieve, seré yo mismo quien te desolle!! Y te compartiré en este mismo lugar con mis hermanos! - Dicho ésto el de la estrella de Epsilon se afianza sobre el sustrato, posando con fuerza en la nieve sus piernas y abriendo sus manos, como si capturara con toda su piel la situación, como si sintiera con todos sus sentidos el cuerpo de su oponente. "Hincaré mis dientes antes de que te desangres... Ni tú ni tus bestias lograrán avanzar! Te demostraré que sobre los lobos antropófagos no hay bestia superior!" La tensión muscular vuelve a suceder, mientras que sus manos se cierran una vez más y las garras quedan expuestas de forma asesina y peligrosa. El aura que otrora envolviera el cuerpo del Nórdico, resurge en torno de él, elevándose poco a poco, adquiriendo un matiz azulado y blanquecino símil a la nieve. Ágil y veloz, el Lobo se lanza zigzagueando, casi alcanzando la ubicación de su oponente, sin embargo en el último momento gira la dirección, lanzándose con furia, hasta impulsarse desde el sustrato sobre una roca y, luego otra, hasta impactar sus garras en la pared de la cascada congelada, incrustándose ahí, firme, presto y asechando a su contrario desde la altura del hielo. Y desde esa posición, todo su cuerpo continua recubriéndose con esa aura perfecta, recreando un juego de colores entre los azules de su energía y los azules del hielo, perfilando con atención sus ojos, sus dientes, su aliento.*
Fenrir de Alioth |
|
|
|
*El bravo cosmos de ambos guerreros de hace sentir en aquel paisaje congelado, colisionando uno contra otro y creando un magnífico espectáculo de luces azuladas que recorre el aire en forma de relámpagos y truenos. Los ojos de Scylla, agudos como los de un halcón, se clavan sobre los movimientos de Fenrir mientras que sus músculos, heridos pero no derrotados, se preparan para cualquier contingencia. Sin embargo cuando, de último momento, el Lobo del Norte cambia su trayectoria y toma un terreno alto el dolor de las heridas regresa a la mente del Marino, sabiendo que debe acabar con el líder de la manada de manera inmediata. Sus músculos se tensan, tomando una agresiva posición y su cosmos, llegando a un pináculo de energía alimentado por su orgullo, comienza a arremolinarse en al peto dorado que muestra marcas de garras y dientes, sin embargo, aún no está destruido. –Mi siguiente bestia acabará contigo, Dios Guerrero. ¡Conocerás el poder del Gran Oso!- exclama mientras sus iris, antes avellana, toman un tono rojizo parecido al de la sangre que rápidamente se expande por todo su globo ocular. Sus facciones, de un segundo a otro, cambian a las de un feroz y gigantesco oso Grizzly que muestra sus colmillos en dirección de Fenrir y ruge con inigualable fiereza. -¡Grizzly Slap!- se escucha la voz autoritaria de Eo por todo el valle, mientras la bestia lanza un poderoso zarpazo en dirección del Lobo del Norte, convirtiéndose aquel ataque en una terrible ráfaga de cosmos que avanza a velocidades que rozan a la de la luz en contra de Fenrir. El zarpazo del grizzly es una técnica infernal con el poder suficiente de desgarrar sin mucha dificultad el cuerpo de su víctima, además de contar con una fuerza sobrehumana impresionante. El plan de Eo busca no sólo impactar al guardián de Épsilon, y destrozar su cuerpo en el proceso, sino romper la milenaria cascada sobre el que se encuentra asechando y enterrarlo sobre toneladas de hielo macizo dándole así una muerte definitiva. Además, inconscientemente, la figura del oso intentará remover oscuros recuerdos de la mente del Lobo pues solo un segundo de temor o duda hace falta para que las garras del Grizzli se claven sobre él.*
Sukyura no Io » Kaitoshi Marīna
|
|
|
|
*Pareciera que el aire se hace más frío, más fuerte, como si el cosmos de los dos contendientes alterara la estabilidad de ese lugar, haciendo que el curso del viento siga derroteros diferentes, escabullendose entre los recodos, avanzando por todas partes, creando en algunos lugares ciertos ruidos que se convierten en silbidos algunos muy agudos, otros casi inaudibles. Por encima de tales sucesos la figura ágil y poderosa del Lobo del Norte, permanece firme y sujeto entre los hielos de la enhiesta cascada, congelada durante siglos, prueba de la ferocidad del lugar y de sus personas. Cada garra de sus guantes sigue adentro en el hielo, cada músculo de sus brazos continua tenso, de igual forma cada fibra de sus piernas se mantiene en su lugar, mientras que desde cada poro el aura del Lobo se filtra entre sus ropas y su ropaje divino, adquiriendo mayores dimensiones y un brillo más fuerte. - Estúpido humano, eres predecible, te has cegado por tu furia y tu propia debilidad. - Los ojos se esconden detrás del antifaz amarillo, la sonrisa se hace más laxa, adquiriendo toda su expresión una apariencia mucho más furiosa, más cruel y salvaje. En ese preciso instante, el Lobo dirige hacia abajo su mirada, mientras apuntala mucho más sus piernas y brazos sobre el hielo. Es entonces cuando la expresión del Nórdico transmuta y de inmediato recuerdos antiguos pasan por su mente, específicamente el momento que un oso acaba con su familia, en tanto que los viejos amigos de sus padres se alejan y el heredero final de la casta de los Fenrir es abandonado, pero entonces su historia cambia por completo a la vez que se inicia en la vida comunitaria de la jauría lobuna. "Ese oso será tu destrucción! Sabía que atacarías, pero en realidad sólo has convocado tu propia muerte." Con tal pensamiento y siguiendo su propio plan, el Alfa presiona con toda su fuerza el hielo, especialmente los antebrazos son los que más fuerza ejercen sobre el hielo, cada célula muscular llega al límite de fuerza y elasticidad. Y con toda esa potencia, se impulsa hacia arriba, liberando sus garras del hielo, dejando pequeños agujeros en donde éstas se encontraban. De tal forma el Lobo, conocedor de la Cascada procura emerger hacia arriba y es entonces cuando el hielo es impactado, sin embargo ese brevísimo instante de recuerdo se cobra en la pierna derecha del Nórdico la cual parece ser parte del área afectada por la técnica del invasor. En ese momento la gravedad atrae la Cascada fracturada y con gran caos, enormes trozos caen entre una marejada de ruido, hielo y nieve, todos ellos buscando inundar el valle, con gran fuerza y potencia.*
Fenrir de Alioth |
|
|
|
*La lujuria de victoria ha embriagado los sentidos del orgulloso General Marino, en cuyos ojos avellana ahora se refleja el derrumbe de la milenaria cascada de hielo en medio de bruma y gigantescos trozos que caen sobre el suelo con tremenda violencia. Eo, al saber que puede caer presa de su propia estrategia, flexiona con velocidad sus rodillas y concentra su fuerza física en muslos y tobillos para dar un poderoso y largo, tan largo como sus heridas le permiten, salto hacia atrás en busca de alejarse del derrumbe. Repitiendo este proceso tres veces, pues el alcance del arrase es extenso, durante su último intento de salto, una de las profundas heridas de su pierna izquierda se abre, derramando roja sangre sobre la blanca nieve y haciendo que el guardián de las bestias de Scylla caiga de espaldas sobre el hielo para, un segundo después, ser cubierto por la avalancha de nieve y pedazos de hielo que caen desde las alturas. Después, todo es silencio. El campo de batalla, ahora completamente desfigurado por hielo y nieve, es envuelto en bruma blanca y el crujir del hielo chocando entre si es reemplazado por el aullar del viento. ¿Qué será de ambos guerreros? ¿Habrán perecido bajo el hielo?*
Nota: Después de la temporada navideña, continuemos con nuestro combate. ¡Saludos!
Sukyura no Io » Kaitoshi Marīna
|
|
|
|
*Pareciera que todo había acabado, sin embargo en lugar de encontrarse con la muerte, con el no existir, un fondo blanco se dibuja en la mirada del Nórdico. Bien podía reflejar el hogar de los Dioses y su llegada a tal lugar, sin embargo su piel aún acuciaba el frío, no un frío doloroso, sino la sensación conocida de nieve y algo de viento gélido. De tal forma el cuerpo casi adormilado permanece estático, mientras que la mente del Alfa aterriza a la actual situación, como si hubiese perdido la conciencia por unos instantes, y no sólo el tacto y la vista le hablan de la vida, también el olfato cuando capta el olor de la roca desnuda que estaba debajo de la Cascada, de la nieve revuelta y de sus viejos amigos. Ahora el oído también le habla de la vida en la forma de los aullidos de sus hermanos, de las patas de aquellos raspando la nieve y de las respiraciones aceleradas de ellos. Al fin y entre esfuerzos el cuerpo del Nórdico emerge del hielo y la nieve, observando el drástico cambio sobre ese lugar tan conocido. De inmediato recorre el lugar con la mirada buscando cualquier indicio de su oponente, mientras brinda consuelo entre caricias a sus hermanos que aún resisten. En ese momento una intensa onda de dolor brinda evidencia del ataque. A la altura del tobillo la piel se observa descubierta tras la rotura del Ropaje Divino, a la par que en algunos sectores la carne está expuesta y el ángulo de la articulación es inusual. Pese a tal agonía el lobo aferrándose a su pie derecho, realiza un movimiento brusco y preciso, pretendiendo calzar en la postura correcta la articulación. Sentado entre el derrumbe, el Lobo enfrenta estoico el dolor, mientras sigue buscando al Marino. "Hasta que mis hermanos no saboreen tu carne, ésto no habrá acabado."*
Fenrir de Alioth |
|
|
|
*Hielo, nieve y bruma es lo que tapiza escenario de la batalla que parece estar cerca de su final. El encuentro entre el feroz lobo vikingo y el guardián de las bestias de Scylla ha cambiado completamente el paisaje y la destrucción de la milenaria cascada congelada es solo muestra del gran poder de ambos combatientes. El aullido del viento del norte serpenteando entre las escarpadas montañas en el horizonte es el único sonido audible tras el ensordecedor rugir del derrumbe de la cascada. Por largos instantes no hay señal del orgulloso General Marino entre los pedazos de hielo y nieve, sin embargo cuando parece que la muerte es inminente para el enterrado guerrero, una herida mano cubierta por un resquebrajado guantelete de oro emerge de entre la blancura de la nieve. Lentamente la figura de Eo surge de ese mismo punto, abriéndose paso entre las toneladas de hielo sobre él hasta estar completamente libre de su prisión. Su respiración es agitada y su tez ha empalidecido debido a las bajas temperaturas a las que se ha visto sometido; su alborotada melena muestra nieve enredada en sus cabellos y raspones en su rostro y cualquier parte descubierta de su piel aparecen. Su armadura también muestra las señales de la presión, pues su hombrera izquierda ha desaparecido por completo al igual que su casco, denotando que otra de las bestias ha muerto. Diminutos pedazos dorados aquí y allá han desaparecido de su escama, pero está aún cubre su cuerpo herido y le ha salvado la vida. °°Maldito Fenrir…°° maldice en su mente a su enemigo, sabiendo que las heridas recibidas en el combate casi han acabado con él °°Su zafiro Odín será una ofrenda para mi señor Poseidón, aunque me cueste la vida°° con estas palabras busca, aunque sea de forma ligera, recuperar un poco de energía mientras con los ojos avellana busca al lobo enemigo entre el hielo y la nieve.*
Sukyura no Io » Kaitoshi Marīna
|
|
|
|
*El aire gélido lleva rastros del olor del enemigo hasta el Lobo, captando de inmediato no sólo su presencia sino su ubicación y en tal dirección gira su rostro, delineando en su horizonte visual la imagen del Marino. "Sabía que no morirías con éste derrumbe, sin embargo estás donde quería." Pensando de ésta forma el Lobo acaricia a sus hermanos, mientras dedica un tiempo para observarlos. Todos ellos captan la mirada del Alfa, y se acercan mientras se reúnen con sus ojos y alientos orientados hacía su hermano mayor. - Nadie entenderá cómo es nuestra familia... Nuestra misión es proteger éste sitio, no sólo por el Norte del mundo, sino porque acá ha vivido desde siempre nuestra familia lobuna aunque antes no estuviera con ustedes. - Haciendo una pausa, pasa sus manos de uno a otro hermano peludo. - Para nosotros no existe el sacrificio individual, sólo la defensa de nuestro hogar. Así hemos sido siempre, por eso somos una familia limpia, sin la hipocresía de los humanos. - La gentileza y el afecto en la expresión del Alfa causa sobre sus hermanos mayor expectación acercándose más, olfateando y lamiendo. - Pero éste humano no puede causarles más daño... Es hora de que me dejen a mi. Vayan al norte y aguarden ahí. Ésta será siempre su casa... Nuestra casa! - Con un silbido imponente y autoritario, el Alfa despide a sus hermanos, quedando entre sus dedos algunos de los cabellos de aquellos. Con expresión entre melancólica y decidida sigue el rumbo que toman los lobos, más uno de ellos, uno de pelaje gris gira para observarlo y desde él empieza una algarabía de aullidos, no se sabe qué dicen en ellos, pero la figura nórdica se hace más humana y fiera. Cuando ya todos se han perdido en el horizonte, el Alfa observa de nuevo a su enemigo. - Es hora de que pagues por lo que has hecho a mis hermanos y a éste lugar sagrado. - Con toda al fuerza de su cuerpo maltratado, se yergue el Nórdico, apoyándose más en la pierna izquierda, pese a la cual su cuerpo aún se ve ágil y asesino, aunque algunos trozos de Ropaje caen a la nieve al ser atraídos por la gravedad. La mirada se fija con salvajismo en el Marino, y tras un instante se oculta en el antifaz, mientras que la energía de éste guerrero se hace un tanto visible rozando cada parte de su cuerpo, recubriéndolo, mientras que poco a poco una figura cánida aparece detrás de él.*
Fenrir de Alioth |
|
|
|
*Teniendo ya dentro de su campo visual al lobo del norte, el ceño del maltrecho Eo se frunce y clavasus ojos avellanas como dagas sobre los amarillos cristales del antifaz de Fenrir, dejando ver los raspones sobre su rostro y una herida sobre el costado izquierdo de su labio superior. -Te felicito, Fenrir.- exclama sin un gramo de respeto en su voz -Veo que las bestias de Scylla no son suficientes para domar al gran lobo del norte.- Con estas palabras, la herida humanidad del General Marino hace arder su cosmos una vez más, y un aura entre de un azul tan profundo como el del mar hace brillar su persona con un esplendor sin igual. Sus cabellos, ahora sueltos y revueltos, comienzan a flotar desafiando la gravedad y su poder se hace sentir por todos lados. Su pálida piel, manchada de sangre y cubierta en raspones, deja entrever la tensión muscular de su cuerpo y con cada latido de su corazón ardiente la energía cósmica se hace más y más grande. Sus ojos analizan que el zarpazo del oso dejó con poca movilidad al anteriormente ágil Dios Guerrero y, con esto, una oportunidad se le presenta al guardián del Pacífico Sur. -Tu Zafiro Odín será un regalo para el Señor Poseidón. Tu muerte traerá un nuevo mundo a este planeta, castigando a los humanos que se rebelaron contra el mundo que los dioses nos entregaron.- finaliza, mientras sus ojos comienzan a adquirir el mismo fulgor azul, y sus pupilas se pierden por completo en el brillo que emana. El valiente guerrero de Scylla encara a la bestia antropófaga sin miedo, listo para matar o morir. Sabe que se juega todo en aquella ofensiva, pues una vela arde con mayor intensidad cuando está a punto de apagarse.*
Sukyura no Io » Kaitoshi Marīna
|
|
|
|
*El aire gélido trae el aroma de la furia del marino, la disposición a combatir y la fuerza energética que despliega en todo el sector, todo ello captado por el Nórdico, quien no deja de observar con profunda atención a su oponente detrás del antifaz. "Así que ya no usarás tus bestias, pero aún debes tener algún truco humano... Un truco que tal vez venga del mito de tu escama." El rostro lleno de furia y determinación del Lobo cambia un tanto, sin gran notoriedad, un cambio que mas bien parece reflejar el de un cánido rastreando a su presa, y al igual que cualquiera de sus hermanos, para la caza, todo lobo traza una estrategia. Sin perder la concentración sobre su oponente, el Asgardiano mantiene igual o mayor presión sobre sus sentidos, mientras que uno a uno, aquellos parecen acoplarse perfectamente, generando mayor envergadura del aura que se levanta por todas partes en su entorno, tiñendo cada gránulo de nieve, cada piedra, cada rastro de polvo. Las garras en ambas manos parecen brillar más que el resto de su cuerpo, a la vez que parecieran cambiar ligeramente, aparentando mayor filo, extensión y energía. La lengua relame los labios, como si saboreara a su oponente. Con suavidad el Nórdico extiende su pierna derecha, apoyándola dentro de los límites del dolor soportable, casi estimulante, mientras que la pierna izquierda se retrae hasta que en su rodilla se apoya su abdomen, y delante de su cuerpo se extienden los brazos para darle total equilibrio. - Es tiempo que tu y los demás se rindan ante su pretensión de imponernos a su Dios. No lograrán nada! Estos son tus últimos momentos!! - Con el orgullo herido ante el insulto de ser sometido a un agente invasor, y con el orgullo de un Dios Guerrero, el Lobo se mantiene agazapado, mientras que sus garras casi alcanzan a tocar la nieve, sin embargo ésta se sacude en todas direcciones por la presión de su campo energético. El Lobo del Norte, la gran figura mítica, que incluso es una amenaza para el Dios forjador de Asgard, se delinea perfectamente a espaldas del de cabellos grises, incluso sobre poniéndose a su imagen, dejando ver en primera escena al magnífico cánido elevando su testa en un aullido de batalla*
Fenrir de Alioth |
|
|
|
*Con ambos guerreros cubiertos de graves heridas, parece que el combate por el Zafiro Odín de Épsilon está por llegar a su fin. Aun así, tanto el Dios Guerrero como el General Marino hacen arder sus cosmos al máximo con el fin de hacerse con la victoria a su favor. Los luminiscentes ojos de Eo no pierden detalle del enemigo; y a pesar de sentir la poderos aura cósmica y contemplar la imagen casi holográfica legendario lobo devorador de dioses a espaldas de Fenrir, el guerrero del mar no teme a la batalla ni a la muerte. -Siéntete orgulloso, eres el primero que me obliga a utilizar mi técnica más poderosa… ¡Este es tu fin, Fenrir de Épsilon!- exclama con su cosmos ardiendo con todo el poder que el cansancio, las heridas y el desgaste le permiten mientras eleva sus brazos extendidos sobre su cabeza e interpone el izquierdo sobre el derecho a la altura de las muñecas. Una fuerte corriente de aire comienza a circular alrededor del cuerpo de Eo, haciendo agitar su rosada cabellera con violencia y dándole un feroz aspecto mientras su cosmos azulado parece formar un espiral de luz teniendo como centro al mismo Marino. -¡BIG..- exclama mientras tensa cada músculo de su cuerpo y arremolina todo su poder restante en las palmas abiertas y cruzadas de su mano. -…TORNADO!- finaliza con más un grito que palabras mientras lanza ambos brazos en dirección del lobo. A pesar de que el dolor lo muerde como una bestia a su presa y el cansancio hace estragos con su mente, Eo no flaquea. Siguiendo los designios del señor del mar, una poderosa y violenta corriente de aire en forma de torbellino cubierto de luz entre azul y verde sale disparada a una velocidad cercana a la de la luz en contra del herido lobo. La fuerza del viento es tal que incluso envuelve en su ciclón grandes pedazos de hielo, nieve y piedra del suelo; y ahora ese poderoso ken y su alta velocidad de rotación busca golpear al lobo con la pierna herida y atraparlo en su interior, cometiéndolo a una presión gigantesca y elevándolo a una gran altura de la cual, espera Eo, caiga a su muerte definitiva. La técnica convocada por Eo carece de la fuerza y la velocidad de su ejecución normal debido al desgaste del Marino, sin embargo, el amo de las bestias del mar espera que sea suficiente para derrotar a su enemigo.*
Sukyura no Io » Kaitoshi Marīna
|
|
|
|
*Hace mucho tiempo, en la vieja época del mito, un lobo cuyas mandíbulas tocaban el cielo y la tierra, retó en varias ocasiones a los Dioses, y un día capturó al mayor de los dioses, devorando su carne, bañándose en sangre divina, perpetuándose en la historia por su fiereza. Ahora, siglos y siglos después el Lobo Fenrir, vuelve a posar sus patas en la nieve, levantando su rugido contra sus enemigos, azotando su cola con violencia sobre el suelo, agitando el aire con su sola presencia. Los ojos ocultos detrás del antifaz hierven con gran fiereza, cerrando en su horizonte visual la figura de su oponente, mientras que toda su apariencia refleja profundas ganas de devorarlo, refrenándose lo justo analizando la situación. - Ja!! Has firmado tu muerte!!! - Cada aspecto de la técnica de su oponente es captada y analizada, observando con especial interés la forma de torbellino, y el centro hueco de aquel. Todo su cuerpo vibra preparándose para el último ataque a la par que tensa cada músculo de su pierna útil, así como de sus brazos, aprovechando tal posición para aumentar no sólo la capacidad de respuesta, sino la carga de energía potencial. De inmediato la figura del lobo de energía retruena en un rugido potente, levantando su hocico emitiendo lo que además parece un llamado. Entre tanto el Nórdico, se lanza en el momento preciso impulsándose con sus brazos y pierna izquierda, refulgiendo entre haces violetas y azules, lanzándose prácticamente de lleno contra el torbellino, especialmente a la abertura en su centro. "Si bien los torbellinos son destructivos, su centro aunque frío y agitado, no es tan destructivo como las paredes, y será por ahí donde la jauría de lobos acabe contigo maldito invasor!!" Pensando de esta forma y decidido por completo, avanza buscando el centro del ataque de su oponente. La presión es enorme, cada paso se dificulta y la estabilidad empieza a verse afectada. Con un último impulso, el nórdico se lanza, siendo seguido por el lobo de energía. - NOOZAN!! - Cada fibra muscular de su cuerpo se tensa fuertemente, en tanto que uno a uno empiezan a aparecer más lobos rodeando la figura del Guerrero. - GUNRöREN!!! - El puño diestro y luego el siniestro se lanzan en repetidas ocasiones. El gran lobo de energía recordando a su viejo pariente de la época de los Dioses, emerge con gran poder, refulgiendo imponentemente, mientras finaliza su aullido y con la tenacidad de las bestias, se lanza en pocos pero largos y precisos pasos, yendo directamente hacia su objetivo, y detrás de éste, toda una jauría de lobos feroces, avanzan sin pensar en nada, siguiendo la orden de quien los ha convocado, cada uno de ellos recubierto por energía que parecen despedir por ellos mismos, rugiendo con fuerza, todos en una sola voz que retunda por todo el lugar, haciendo que la nieve se sacuda con fuerza, elevándose y estrellándose en todas partes, el aire se agita y choca con brutalidad en las rocas, paredes y cúmulos. Toda el escenario parece ser tomado con violencia por aquellos lobos devoradores de dioses y aquel torbellino que por un momento parece cumplir con su objetivo y arrancar del suelo al heredero mitológico del gran Fenrir.*
Fenrir de Alioth |
|
|
Primer
Anterior
30 a 44 de 59
Siguiente
Último
|