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De: JoKeR-MaN (Mensaje original) |
Enviado: 08/10/2014 02:33 |
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*Los ojos del Marino están entrenados para luchar a velocidades extremas, y en contra de un Dios Guerrero esta habilidad es necesaria. Sus ojos avellana siguen el errante movimiento enemigo, y su cosmos arde con fervor ante el calor de la batalla. Mientras el lobo vikingo avanza a pasos veloces en su contra, Eo toma una rápida posición de combate con las piernas flexionadas y manos, con las palmas abiertas, se postran a la altura de su pecho. Un brillo dorado comienza a surgir en las palmas de Scylla, mientras miles y miles de diminutas esferas de luz se fusionan y funden hasta crear un ken de energía luminosa del tamaño de un pomelo en cada una de sus manos. Cuando Fenrir ya está cerca, lanzando sus afiladas garras como una bestia, Eo flexiona aún más sus rodillas y encorvando su espalda, perdiendo así estatura y dejando que los cortes pasen justo por encima de su cabeza. Aprovechando la corta distancia que el lobo ha creado entre ellos, el Marino extiende ambas manos abiertas, portando cada una un dorado ken, en dirección del pecho de Épsilon con la firme intención de detonar la energía ahí y herir a su rival. El destello de luz se hace presente en todo aquel congelado paraje, dejando a la expectativa el resultado.*
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*Sorpresa en los ojos ávidos del lobo, cuando garras perforan el aire, un brillo llama su atención y con apenas tiempo de respuesta entrecruza sus brazos delante de su pecho. El sonido sub siguiente retumba en el paisaje y algunos copos de nieve se ven iluminados para luego caer tras la vibración transmitida por aire. El lobo es expelido y la nieve se encarga de recoger su espalda y dando un giro sobre la misma, vuelve a erguirse con su ánimo afectado. "Qué clase de guerrero es éste? sólo con luz evitó a mis lobos y ahora se mueve más rápido que otra persona que conociera..." sus pensamientos alimentan la fiereza de su rostro, mientras que aullidos acompañan su meditar, mismos que sacuden la fortaleza de su ser, en la forma de un sonido gutural que busca mantener controlados a sus demás camaradas. "No se preocupen, nadie destruirá nuestro hogar, mucho menos un humano con aires de suficiencia, muchos como ése vi a la corte de mi familia... Despreciables!" Con suavidad el antifaz se recoge dejando ver sus ojos fieros centrados en la figura del insospechado oponente.*
Fenrir de Alioth |
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*El guardián del Pacífico Sur no pierde detalle de su rival a pesar de su aparente ventaja. Sus sentidos se agudizan, clavando su centellante mirar avellana sobre la lobuna máscara del lobo de Asgard mientras sus piernas se flexionan y sus puños se elevan en guardia. El cosmos azulado que desprende el adónico cuerpo de Eo, protegido por la mítica escama de Scylla, perdió momentáneamente su fulgor debido al par de kens que impacto sobre el abdomen rival, sin embargo la energía no ha sido extinguida por completo y, poco a poco, recupera su fulgor cálido como las aguas de los mares del sur. -Morirás junto con tu patética terquedad.- exclama con mayor seriedad, tensando los músculos de su cuerpo y dejando que el poder cósmico fluya através de cada una de sus células. La nieve continua su eterno caer sobre las congeladas tierras del norte, pero pronto el agua purificadora del océano lo cubrirá todo bajo el designio del Señor de los Mares.*
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*De forma suave, como si estirase sus patas, los brazos son sacudidos dejando pasar el entumecimiento por el impacto, sin embargo una fisura en la hombrera diestra llama su atención. El sonido gutural se hace más fuerte y ante ésto los cuadrúpedos erizan su pelaje, las gargantas de éstos se abren y las garras perforan la nieve, sin embargo ningún movimiento es realizado por estos, en tanto el alfa del grupo permanece atento. El frío del viento se alimenta del frío de la nieve y a su vez de la energía del Nórdico, recreando el ligero brillo de su energía, cual si fuese una nube que de aspecto azulado recubre al Lobo Humano. - Esbirro de los mares, hablas tu de terquedad defendiendo a un Dios cobarde y ambicioso! Humano despreciable, no conoces la pureza de la naturaleza y no la conocerás nunca! Tu asquerosa sangre manchará ésta nieve, pero en pocos días será cubierta y en todas partes nadie recordará tu nombre! - Con ese salvajismo propio de su comportamiento, ataca el suelo para elevarse grácilmente sobre el paisaje y dejar su espalda pegada a la roca a algunos metros de la ubicación de su oponente, mientras que dichas rocas se bañan con el color de su aura y la nieve misma parece fundirse con su espíritu, como si enfriara aún más. Las manos del alfa se abren y cierran hasta adoptar una posición cómoda, misma que representa el asecho de un cánido seguro de su poder y de su manada.*
Fenrir de Alioth |
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*El espectáculo de luces es impresionante; tanto el cosmos del vikingo como el del general marino danzan en el aire en sus diversos tonos, generando estática entre las partículas de oxígeno e hidrógeno y liberando ciertas descargas eléctricas por el campo de batalla. Los ojos de Eo siguen cautelosamente a la bestia del Norte, no perdiendo detalle de sus salvajes movimientos, sin embargo el General del Pacífico Sur no mueve un músculo a pesar de estar listo para reaccionar en cualquier segundo. °°No tengo tiempo de jugar con este Dios Guerrero. Es momento de ponerle fin a esta batalla..°° y con esos pensamientos, confiados y orgullosos, su cosmos ardiente comienza a manifestarse de una manera más violenta, creando un ligero vórtice de nieve a su alrededor y agitando sus rosáceos cabellos.*
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*Con fuerza y agilidad el Lobo Antropófago despega de su posición, su andar parece errático, sin un objetivo claro, andando en una especie de zigzagueo por todas partes, como si pretendiera camuflarse entre la nieve. Las gargantas de los peludos acompañan su movimiento con un rugido que va en aumento. A cada paso, a cada salto a cada deslizada el Nórdico sacude sus garras y envía ondas de corte hacia la nieve, en otras ocasiones montículos son sacudidos con una patada y en el aire son atacados por las garras, así sucesivamente recorre toda la extensión de aquella explanada, elevando gránulos de nieve que se funden en el aire, mientras son despedazados en mínimas partículas, levantando una especie de neblina que en lugar de contar con agua en forma de vapor, es con agua en forma de hielo, reduciendo en pocos instantes la visibilidad y causando cierto efecto acústico extraño, pues ahora los rugidos de las gargantas parecen venir de todas partes y rebotan en cada sinuosidad del lugar, en cada recodo, en cada piedra, aumentando no sólo el volumen de dicho sonido sino el efecto de eco. La neblina comienza a subir y casi todo el escenario parece sumido en esa cortina blanca, que alcanza gran altura a medida que las ondas de corte y aire empujan hacia arriba las partículas de nieve desde abajo, formando una especie de cápsula completamente antinatural, una verdadera trampa para los sentidos, una trampa creada por el cazador que de un lugar a otro, parece fusionarse con el lugar.*
Fenrir de Alioth |
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*En cuestión de instantes, el campo de batalla se ve envuelto en aquel extraño manto de hielo que busca opacar los sentidos del Marino. Los seis sentidos del siervo de Poseidón se agudizan, buscando en cada rincón del lugar la presencia de Fenrir con los ojos y los oídos, sin resultado alguno. °°Es rápido…°° reflexiona mientras una gota de sudor resbala por su mejilla, y por primera vez en todo el combate siente una amenaza real en su rival. Aun así, su cosmos arde con fuerza, haciendo que su cuerpo brille en tonos aguamarina con suma intensidad. El clímax de su energía es tal que su poder se siente no sólo en aquel paraje sino por todo el reino de hielo. -¡De nada sirve esconderte!- exclama, sabiendo que su enemigo se deja cegar por la ira, aunque provocar a un lobo hambriento pudiera resultar contraproducente. Su cosmos comienza a arremolinarse, de forma casi imperceptible, en distintas partes de su Escama dorada, mientras la guardia del Marino no baja ni por un instante pues sabe que el lobo está listo para hundir sus colmillos.*
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*Desde cada lugar, cada recodo, cada sector de aquel escenario, se escuchan aullidos, en varios tonos, expresando sin embargo la misma sensación de alerta y ataque. Sin embargo, aunque no parezco un aullido, una especie de rumor, más parecido a un hálito de energía, se diluye por todo el lugar, haciendo sentir algo de pesadez, confiriendo a un ya caótico lugar, un elemento más, un barullo inindentificable en su distancia o dirección. Zarpas y colmillos, en diverso número, y desde varias direcciones emergen de la ventisca. Uno a uno, decenas de lobos superan la margen de la nieve y sin temor o pausa alguna se lanzan fieros, unos al cuello, otros a las piernas, otros al abdomen, otros a los brazos, todos en un sólo movimiento, cohesionados como un sólo animal, todos una familia defendiendo su hogar, hiriendo la nieve y el aire con sus garras y dientes, saturando el aire de cierto olor característico de los cánidos en furia. - Matenlo!! - Orden impertérrita, como un nuevo aullido, uno más agudo, que hace morder con más violencia y atacar con las zarpas con mayor potencia.*
Fenrir de Alioth |
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*Para los sentidos del Marino, alerta incluso en aquella artificial tormenta, no pasa desapercibido el ataque de la jauría quienes, con garras y colmillos, buscan su muerte. La confiada sonrisa regresa al rostro de Eo a la vez que se atreve a exclamar -Te lo advertí.- mientras su ardiente cosmos se arremolina alrededor de la muñequera izquierda de su Escama que, de forma casi abstracta, parece la cabeza de una venenosa víbora cuyos ojos brillan con malicia debido al azulado cosmos que el Marino emana. -¡Serpent Strangle!– exclama mientras la energía a su alrededor toma la forma de una Boa luminiscente, mostrando sus colmillos afilados y sus ojos rojos. En un instante, aquel reptil se lanza a una velocidad que supera por mucho a la de un común animal buscando atrapar entre su gigantesco cuerpo a todo lobo que se atrevió a atacar a Scylla, como una cuerda tan larga para atrapar a toda la jauría, con la intención de enredarse en estos frágiles seres solo protegidos por pelo e inmovilizarlos. Aquella manada no es rival alguno para las bestias de Scylla y la confianza de Fenrir en sus hermanos será la perdición de la jauría.*
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*Aullidos y barullos demuestran unos dolor y otros profunda rabia, mientras que todas las gargantas expresan su sentimiento como una manada. - No! - El grito, aunque humano, parece más un sonido lobuno. De repente la furia en el alfa de la manada es tal que la misma nieve sin necesidad de ser golpeada se revuelve y se fragmenta por la misma fuerza energética de su cosmos que arroja en todas direcciones la nieve, manteniendo la poca visibilidad en la zona, sin embargo el hombre siente más que por el oído o la vista, por una especie de sentido extra sensorial, ubicando a cada uno de sus hermanos oprimidos entre la serpiente. "Nadie logrará entendernos nunca. Nuestra pelea no es temporal, nuestro sacrificio es para siempre!" Cada parte de su cuerpo vibra intensamente mientras que de cada punto de su cuerpo emana una fuerza energética que no se deja ver como un ente definido, la nieve cubre su figura y así parece una especie de espectro, cual si pareciera una nube. Un aullido poderoso surge de la garganta del Alfa, estruendoso, una orden imperiosa que resuena en todas partes, y cada cuerpo, cada hermano se revuelve pretendiendo confundirse entre la nieve, y aquellos presos, se baten por liberarse. Con una rapidez indefinible, el Nórdico repite la danza de pasos anteriores. - Cruelty!! - Las garras del Lobo empiezan a brillar hasta tomar un color blanco potente. - Kibaro Ken!! - De nuevo el hombre lanza su voz que parece más un ladrido. El brazo derecho se lanza con una potencia deslumbrante, despidiendo ondas cortantes con tal velocidad y poder que fracciona por completo el aire, buscando la parte baja del costado izquierdo del oponente, más sin dar tregua la danza de pasos continua, y ahora es el momento del brazo izquierdo, mismo que ahora se lanza con fuerza, despidiendo dos haces cortantes de gran poder que avanzan en dirección del cuello del Marino, y como si fuese un sólo parpadeo, el Lobo del Norte danza al rededor de su oponente, atacando alternadamente con sus brazos, buscando impactar los sitios que eran objetivo de sus hermanos de cuatro patas.*
Fenrir de Alioth |
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*Si bien Eo no encuentra placer en torturar a aquellas bestias, el sonido de los frágiles huesos caninos rompiéndose ante la constricción de la boa y sus aullidos plagados de dolor le recuerdan que aquella tierra se opone a la voluntad de Poseidón, y que el causante del dolor de las bestias es únicamente el Dios Guerrero al que enfrenta. -¡Tú le causaste esto a tus “hermanos”! ¡Tu y tu terquedad!- exclama el Marino, aún concentrado en la técnica con la que, lentamente, toma la vida de los lobos de Asgard sin percatarse que el más feroz de aquellos salvajes lanza un ken en su contra. -¡Argh!- exclama con dolor cuando siente la punzante garra perforar la parte baja de su Escama e incrustarse en su carne, incluso empujándolo algunos centímetros hacia atrás, dejando el camino de sus botas marcado en el hielo. Aquella punzante herida es suficiente para arrancar la concentración del Marino y hacer que la feroz boa que, con sencillez rompía los huesos de los canes, desaparezca en el aire de la misma forma en la que apareció. Tal vez la serpiente no esté, pero la furia que dejó es palpable, pues probablemente ninguno de los lobos que atrapó podrá moverse nunca más e incluso algunos puede que estén muertos ya. Pronto, dos garras más salen de entre la nieve con el objetivo de cortar la garganta de Scylla, sin embargo el guardián del Pacífico Sur se encuentra ya alerta de los ataques, por lo que, con un movimiento que alcanza a la velocidad de la luz, sale de la trayectoria de ambos cortes con un salto hacia atrás, y de los cortes lo único que queda es una superficial herida sobre la mejilla izquierda de Eo, de la cual enseguida comienza a brotar tibia sangre. °°Creí que lo había esquivado…°° reflexiona para si mientras limpia la sangre con sus dedos °°Ahora lo entiendo. Su técnica hace que el aire a su alrededor sea tan afilado como una navaja. Debo tener cuidado.°° Aunque pronto el dolor de su vientre bajo losaca de su pensamiento, pues de ahí la sangre brota en mayor cantidad, resbalando por la pernera izquierda de su Escama, brillando el oro con el escarlata, y manchando la eterna nieve del suelo de Asgard. Con furia en el rostro, Eo exclama con gran determinación -¡Insolente! ¡¿Cómo te atreves?!- Y con estas palabras, el cosmos que no se perdió completamente con la ejecución de la Estrangulación de la Serpiente, brilla nuevamente ahora teñido con la ira del General haciendo que sus cabellos se muevan con violencia y la nieve a su alrededor forme un pequeño torbellino con su humanidad como centro.*
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*Aullidos en varias tonalidades, marcan diferentes pulsaciones en el espíritu del Nórdico. Su cuerpo finalmente da un salto fuerte, hasta posicionarse al otro lado de esa pequeña explanada, erguido de lado a las rocas, y la sombra de éstas cubre en parte la expresión del Lobo. Su rostro contrito no se aparta de los demás cánidos, y a un silbido, precisos saltos alejan a algunos lobos libres, otros con sus hermanos sujetos también se retiran un tanto, hasta cubrirse desde varios puntos en medio de la nieve. La fuerza gravitatoria capta las partículas de nieve y caen éstas entre los cuerpos, las rocas y las melenas. Los dientes se hacen ver y cual si dejasen pasar un ligero gruñido, enmarcan una expresión de furia, con marcados tonos de salvajismo. - No me hables de hermandad invasor! La forma de familia de los humanos es la traición y el engaño! tú que vienes a asesinar en nombre de un ambicioso no sabes lo que es familia... Pero ya no importa, tu y todos los demás serán olvidados entre la nieve pura de Asgard!! - La silueta se remarca con gran notoriedad a medida que de cada sector emergen nuevos y más brillantes corpúsculos lumínicos, que sin orden aparten van a estrellarse a poca distancia, otros avanzan un poco más, otros parecen flotar entre las manos del Nórdico y otros simplemente se funden entre la nieve y es éste elemento el que reacciona ante tal presencia, no como si fuese succionada, sino como si vibrase al compás del ritmo cuántico de tal energía del mismo color del Ropaje de Epsilon, el mismo color de la nieve en las sombras, el mismo color de la estrella regente. "Aguarden hermanos... Pronto comerán." Con un dejo que a la vez parece un guiño el Lobo encoje su postura, acechando, olfateando, sintiendo, detallando en cada aspecto a su presa, especialmente aquellas decoraciones sobre los metales del invasor. Y es la garganta del invasor la que más atención capta del Nórdico, esa vena caliente, esa sangre roja, esa vida que desea tomar.*
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*Con la energía del guardián de las bestias del mar ardiendo con fulgor, y haciendo sentir su fuerza por todo aquel paraje congelado, el choque de cosmos no se hace esperar generando corrientes eléctricas en el aire y un magnífico pero mortal espectáculo de luces. -No me interesan tus palabras, Dios Guerrero. Estoy harto de tus rabietas.- exclama con cierto hastío en la voz, mientras sus cabellos se agitan con violencia debido a la enorme cantidad de poder que el Marino desprende. Los pequeños copos de nieve detienen su caída alrededor del cuerpo de Scylla, quedándose girando sobre su propio eje como pequeños satélites alrededor de un planeta, e incluso el milenario hielo bajo los pies del Marino comienza, poco a poco, a resquebrajarse. Nuevamente, el ardiente cosmos generado por Eo se arremolina en su Escama, sin embargo ahora es otro punto de su armadura el que brilla con especial fulgor: Las garras que sobresalen de sus antebrazos. Con una impresionante velocidad, Eo retrae ambos brazos y para después lanzarlos simultáneamente en dirección del lobo del Norte. Por un instante, la silueta del guardián del Pacífico Sur parece tomar la forma de una poderosa águila que emprende su veloz caída con las garras abiertas en contra de Fenrir. -¡Eagle Clutch!- exclama orgulloso mientras incontables ráfagas de cosmos azul salen disparadas como navajas en contra del Lobo de Asgard, buscando desgarrar su cuerpo como lo harían las garras del ave con su presa. Una gota de sudor resbala sobre el rostro del General Marino, pues su cuerpo reciente el dolor de la garra del lobo incrustada en su cuerpo y el cansancio del combate, sin embargo tiene plena confianza en su victoria.*
Sukyura no Io » Kaitoshi Marīna
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*El frío de Asgard en baile con sus copos, aullidos y vientos, sigue y vigila la escena, mientras que esos dos núcleos ejercen fuerza y energía causando cambios notables en el lugar. De repente los ojos del Lobo se esconden al momento que emerge el antifaz amarillo, completando el aspecto carnívoro. Los cabellos se levantan por el gélido cosmos que desprende, cuyo brillo se refleja en las piedras cercanas, en cada copo de nieve que parece responder ante la fuerza de tal espíritu, así como de los hermanos que emiten sus ladridos y sus voces altas que ningún humano puede escuchar. - Argghhh!! - Grita con ferocidad en tanto sus cabellos se vuelven a mover, en un arranque fiero, ejemplo de la agilidad del Lobo del Norte. Las garras de éste emergen de nuevo, y el brillo azulado luce con esplendor. "Cuando has visto un lobo ser cazado por un águila?" Si pronunciar palabra, el Lobo se adelanta con presteza, observando con detalle cada haz del ataque del Marino, captando la velocidad y la dirección, mientras desgarra con su mano izquierda las rocas cercanas, lanzando un sin número de piedras y rocas, mismas que son destrozadas por el ataque, y elevan una ligera nube de polvo que se entre mezcla con la nieve diáfana, mientras que un aullido se escucha con fuerza, aumentando su volumen por efecto del eco del lugar a medida que chocan las ondas de sonido una y otra vez en ese escenario caótico.*
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*Las afiladas garras del águila colisionan contra las rocas lanzadas por el lobo del norte, despedazándolas al instante pero perdiendo su objetivo en el proceso. Algunos de los escombros, incluso, logran pasar entre los cortes azules e impactan contra el peto y hombreras de la Escama de Scylla pero sin causar mucho daño sobre la armadura. Pronto, una nube de polvo cubre el lugar pues las piedras pulverizadas se apoderan del campo de batalla. °°Maldición°° piensa Eo para sí, mientras busca con la mirada a su enemigo entre el humo °°Se ha oculto una vez más.°° Sin embargo, el dolor de la herida abierta en la parte inferior izquierda de su abdomen lo saca de sus pensamientos. Aún puede sentir la tibia sangre resbalar entre los dorados ornamentos de su armadura y gotear por encima de la eterna nieve de Asgard, manchando en carmesí el eterno blanco. °°No es momento de ceder ante el dolor°° reflexiona mientras aprieta los dientes como signo del dolor reprimido °°No estando tan cerca de obtener el primero de los zafiros°°. Sus sentidos buscan sin éxito al azote de Odín mientras, segundo a segundo, estabiliza su respiración agitada y se cuestiona si las garras del águila habrán podido herir a Fenrir.*
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