Que no hagas terapia ni hayas pasado por la consulta de psicología no quiere decir que no tengas una personalidad narcisista, patológica a más no poder. Al fin y al cabo, ¿dónde ibas a encontrar un facultativo a tu nivel? "En algunos casos, cuando los narcisistas aceptan ir a terapia, la primera premisa es que el facultativo esté a la altura de sus expectativas, tiene que ser de reconocido prestigio y estar altamente capacitado para atenderlo", asiente el psicólogo sanitario José Elías Fernández. O lo que casi es peor. Quizá hay un narcisista a tu alrededor, haciéndote la vida imposible sin que puedas imaginarte cuál es la causa de sus delirios.
En ese caso, hasta que no aprenda a desarrollar la inteligencia emocional, consiga regular sus sentimientos y los de los demás, reconozca sus cualidades y capacidades en su justa medida, acepte las críticas, desarrolle una autoestima y tenga objetivos realistas, más vale que te andes con ojo. Los narcisistas pueden ser muy tóxicos. Pero les costará más esconderse si conoces todos los rasgos de una personalidad narcisista que los psicólogos han detallado para que no bajes la guardia.
Se creen superiores, pero no son nadie sin tu admiración
Los narcisistas son arrogantes y prepotentes, y no lo son por casualidad. Se creen únicos, especiales, dueños y señores de una existencia maravillosa que está muy lejos de la que los demás podrían siquiera imaginarse. "Este concepto grandioso de su personalidad y de su vida les lleva a pensar que no se pueden relacionar con cualquiera, que deben buscar personas de su categoría", explica Fernández, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid. "De ahí que la mayoría de las personas signifiquen muy poco para ellos", añade.
Curiosamente, sí son conscientes de sus defectos, y algunos incluso saben que exageran sus capacidades muy por encima de la realidad. "Por eso necesitan ser admirados constantemente", señala Fernández. Lo malo es que, en su afán por sobresalir, exageran sus logros hasta un límite tan estratosférico que se convierten en personas enojosamente competitivas. "Son los únicos que consiguen triunfos en la vida (otros los alcanzan y ni lo saben), los demás no están a su altura, y se fijan en lo negativo de las personas a su alrededor" para destacar por comparación, señala el psicólogo.
También piensan que sus experiencias tienen más valor que las de los demás, y sienten que deben constituir el ejemplo para aquellos que los rodean. No lo hacen por dar consejos sino para ser el centro del discurso. Eso provoca que sus relaciones sociales se deterioren y necesiten nuevos contactos que les admiren, aunque, con el tiempo, modulan el discurso al asumir que generan rechazo.
Tienen la misma capacidad de escuchar que las piedras
El mundo de los narcisistas es pequeño, se limita a lo que ellos piensan y hacen, en su cabeza solo caben ecos de sus propios pensamientos. "No escuchan a los demás porque no les importan nada. La avidez de admiración les lleva a creer que todo en su vida es excepcional, no existen hechos normales, su existencia es maravillosa, está plagada de triunfos y notoriedad", describe Fernández.
La mentira es uno de los andamios de los narcisistas, pero sus historias son lejanas, difíciles de confirmar
Sin embargo, en sus relaciones personales y sociales impera la envidia, tanto la que sienten por los éxitos ajenos como por la que creen que los demás tienen por sus logros. La cautela es la norma si un narcisista se acerca a ti, pues si tienen que apoyarse en sus compañeros para sobresalir, no dudarán en hacerlo.
Son los peores camaradas que uno pueda tener porque su falta de receptividad los hace incapaces de ayudar a los demás. "En situaciones como ir de viaje, cuando se hace con alguien a quien no se conoce bien, hay que tener cuidado porque afloran muchas personalidades. Las narcisistas nos la pueden jugar en cualquier momento", advierte el experto.
El éxito ilimitado, esa fantasía sobre la que cabalgan
Formarse una realidad paralela también es uno de los rasgos identificativos de los narcisistas. "La mayor parte del tiempo no viven en la realidad. Sus conceptos erróneos sobre sus capacidades los introducen en un mundo de fantasías y de poder sobre los demás. Lo único que hacen, con la esperanza de alcanzar el éxito a toda costa, es engañarse a ellos mismos y a los demás", reflexiona Fernández.
Las personas narcisistas solo pueden alcanzar el objetivo con una imaginación desbordada. "Suelen mentir. Un clásico es que te hablen de cosas lejanas que nunca podrás comprobar, pero cuanto más se engañan a sí mismos, más se lo creen. Con su fantasía ilimitada maximizan y rentabilizan lo bueno, que en buena parte se han atribuido de otros", destaca el psicólogo. Todos mentimos, pero no más de dos veces al día, la cifra que marca cuándo podría ser un problema. Por supuesto, no les hagas caso si te echan la culpa, en la vida del narcisista el fracaso siempre pertenece al mundo exterior.
Ocultan sus emociones, sobre todo su vulnerabilidad
"Si alguien cercano a un narcisista está pasando un mal momento, no le hará el mínimo caso. Pero cuando ellos se sienten mal sí buscan que los demás le brinden su apoyo", explica Fernández. Su problema es que, al pretender situarse en el centro de gravedad de sus relaciones, están despojados de empatía, y eso les impide ponerse en el lugar de los otros. Pero suelen ser vulnerables.
Lo que pasa es que los narcisistas sienten la necesidad de esconder sus defectos a toda costa, y convierten su inseguridad en una falsa fortaleza cuyo objetivo es que nadie pueda hacerles daño. "Para conseguir no mostrar su vulnerabilidad harán todo lo que sea necesario, como hablar excesivamente, reconducir las conversaciones, menospreciar a los demás, señalar sus defectos... todo con tal de no mostrarse débiles", recalca el profesional.
Son adictos al control... y no solo a eso
Los narcisistas no pueden mantener las manos lejos del timón. "Quieren que nadie pueda desvelar su inseguridad y su falta de autoestima", y por eso tratan por todos los medios de llevar cada situación a su terreno, señala Fernández.
Al contrario de lo que se piensa, los narcisistas huyen de las redes sociales porque no tienen control sobre ellas
Suele decirse que las redes sociales son un campo abonado para el narcisismo, pero la afirmación no es del todo correcta. El carácter visual y estético de estas plataformas puede intensificar su conducta, pero no es un escenario cómodo para ellos porque es un mundo que no pueden controlar. "Su personalidad no tolera las críticas, y al final salen de la red social porque no la aguantan", añade el psicólogo clínico Jorge Barraca. Además, son incapaces de asumir la cruda realiad, que los selfies que se publican en las redes no le interesan a nadie.
Una vía frecuente para compensar los sentimientos de dolor o frustración son las adicciones, ya sea hacia las compras, el alcohol, otras drogas, el deporte, el sexo o el juego. "La adicción, que interfiere en su vida personal, laboral y social se relaciona con la necesidad de sentir euforia constantemente y amortiguar el malestar, porque la persona narcisista no puede consentir que en su vida haya dolor, siente intolerancia al apagamiento y la tristeza", explica Barraca.
Si se hacen contigo serás su marioneta
Si mirásemos los contactos de la agenda de un narcisista, apunta el psicólogo clínico Barraca, veríamos que el criterio para clasificarlos distingue a quienes les pueden servir de los que no. "Los narcisistas suelen aprovecharse de los demás. Lo hacen, por ejemplo, con personas bien posicionadas para ganarse su confianza. Esto suele pasar mucho en política. Echan mano de asesores que les ayudan a ascender y se apropian de los aciertos de los que le rodean para ascender", describe el profesional.
Y es que los narcisistas dominan el sutil arte de llevar a su terreno tanto a las personas como las situaciones, impidiendo el libre fluir de los acontecimientos. Siempre están al acecho, prestos a reconducir a quienes intenten decir o hacer algo que no les guste, o que no les permita manifestar su grandiosidad y poder frente a los demás. Amigos de este tipo solo traen problemas, todos los días, pues siempre se sitúan por encima de ti, constantemente quieren rebajarte e intentan que sirvas a sus propósitos.
Un narcisista nunca se identifica como tal
Si tras leer todas estas características piensas que lo mejor que puedes hacer es llamar a la consulta del psicólogo más caro de tu agenda, puedes estar tranquilo. Un auténtico narcisista nunca se identificará con estos rasgos."Para la persona narcisista, las aspiraciones nunca son desmedidas. Si son el centro de atención, es porque lo merecen. Para esas personas es ridículo intentar identificarse con estos puntos", indica Barraca.
Los líderes de las sectas presentan personalidades perturbadas y también perturbadoras, llevando hasta los comportamientos más extravagantes, agresivos y demoledores a sus propios seguidores, al tiempo que sobre el líder sólo recaen alabanzas, agasajos, dinero y encumbramiento personal. Un círculo de ansia por el poder y la gloria que como una mala hierba se sirve de los miembros del grupo sectario para chuparles de manera lenta o medianamente rápida su dinero y su vitalidad, su confianza y sus esperanzas a cambio de horror, esclavitud, finanzas en bancarrota o mermadas, salud perdida y frustración, cuando no la rotura psíquica, la inestabilidad afectiva, la pérdida de la familia y los amigos e incluso la vida misma. Les ofrecemos a continuación el relato realizado para Caso Siete, Canarias Sucesossobre los líderes sectarios.
La problemática de las sectas sigue estando vigente, pese a que pudiera parecer que fue un tema más propio del pasado cambio de milenio. Las incertidumbres abiertas sobre la crisis económica actual hacen que muchos ciudadanos pudieran buscar un consuelo fácil y rápido en grupos que practican peligrosas técnicas de control mental. Caso Siete ha podido hablar con uno de los mayores expertos del país en dinámicas sectarias, según cuenta su redactor Alfonso Ferrer.
A la hora de enfocar el problema, se hace necesario definirlo de una manera apropiada; y esto, en sí mismo, es otro problema, ya que se corre el riesgo de meter en el mismo saco a todo tipo de grupos, ya sean éstos religiosos, sociales o terapéuticos. José Miguel Cuevas, profesor de Psicología Social de la Universidad de Málaga y experto en dependencias grupales, intenta acotar la terminología empleada: “Prefiero no utilizar el término ‘secta’ en solitario, ya que suele equipararse a otros grupos sociales. Tampoco me gusta el término ‘Nuevos Movimientos Religiosos’. Prefiero hablar de Secta Destructiva (SD) o ‘Grupos de manipulación psicológica’”.
No es fácil delimitar qué clase de grupos podrían entrar dentro de esta categoría ya que, tal y como manifiesta Cuevas, “la manipulación psicológica se puede dar en cualquier grupo social, en una pareja, por ejemplo”. El problema surge cuando estas técnicas se emplean de forma muy exagerada y sistemática. “Yo he descrito hasta 18 técnicas de manipulación, propias de las SD: el castigo, la hipnosis… En estos grupos, estas técnicas se dan de una manera muy concreta. Para valorar el grado de manipulación de una persona, aplico también una entrevista de 66 preguntas, que está en mi libro Sectas: Cómo funcionan, cómo son sus líderes, efectos destructivos y cómo combatirlas”, aclara el psicólogo.
El hecho de determinar si una secta es peligrosa exige, en cierta manera, el ejercicio de una labor detectivesca por parte del experto. “En principio si a mí me viene solo una persona acusando a una secta, eso no me dice nada. Si ya me vienen cuatro o cinco personas, ya la cosa cambia. Además, hay que valorar otras cosas, como que la persona no persiga ningún interés. Hay que hacer un peritaje que sea objetivo para evitar que el problema se trate realmente de una simple percepción por parte de la persona afirma ser víctima del abuso” revela Cuevas.
Sin embargo, se hace necesario el uso de una herramienta estándar que permitiera establecer objetivamente cuando se ha producido un episodio de manipulación psicológica por parte de un grupo. Esta herramienta existe y está plenamente validada en España, según nuestro entrevistado. Se trata de la Escala de Abuso Psicológico, elaborada por la profesora Carmen Almendros. El experto afirma que para dilucidar la realidad de problema, suele emplear dicha escala y una entrevista de 66 preguntas elaborada por él mismo.
Perfil del sectario
Sobre la forma en que una persona llega a formar parte de una SD se hace necesario subrayar que no hay un perfil único de adepto y que puede afectar a cualquier persona, incluyendo, al contrario de lo que se suele pensar, a personas de cierto nivel cultural, licenciados universitarios, etc. Muchas veces el adepto potencial está pasando por una situación de crisis emocional, sentimental o laboral económica: el fallecimiento de un ser querido, una ruptura matrimonial, falta de dinero o falta de expectativas de trabajo.
A esto hay que sumar que la persona entra en contacto con estos grupos de una forma muy sutil, casi sin darse cuenta, generalmente, para realizar algún curso o actividad aparentemente inocua, y al final se cae en una dependencia. “Da la impresión de que la persona entre voluntariamente a la secta y eso no es verdad” sentencia Cuevas. Sobre el perfil del líder sectario, “aunque hay de todo, caraduras y convencidos de su doctrina”, el psicólogo no duda en establecer tres aspectos que se suelen dar en su personalidad: “suelen ser narcisistas, con comportamiento paranoide y antisociales”.
Narcisista porque “cree que puede abusar de los demás”. Busca la “veneración del maestro”. Antisocial porque “construye un submundo propio que entra en contraposición con los de la sociedad”. En este ámbito se emplea el discurso del “ellos contra nosotros” en el que se acusa al resto del mundo de ser materialista, egoísta, etc. Según el entrevistado “los sectarios suelen emplear una terminología concreta para referirse a los demás. En el caso de los Hare Krishna, llaman ‘karmis’ a los no adeptos”. Este término hace referencia a los que son cautivos de sus malos actos o su karma. “Esta es una forma de actuar muy propia de los grupos piramidales de venta”. Y son antisociales porque “el líder nunca va a mirar por ti, solo por sus intereses personales, aunque inicialmente parezca lo contrario”.
Problemas jurídicos
Dado que es posible establecer, de forma objetiva, el abuso grupal, se hace necesario que las autoridades policiales y judiciales se impliquen en este asunto, algo, que a juicio de nuestro interlocutor, forma parte del problema. Así, considera que “puede haber falta de motivaciones por parte de las autoridades. No existen unas normas de seguridad para tratar este tema. En Europa no existe un observatorio para vigilar estas dinámicas sectarias”.
El problema en España es a nivel jurídico; no existe jurisprudencia sobre grupos sectarios. Los juicios a las sectas no suelen ser por asociación ilícita, generalmente se producen cuando se cometen actos delictivos muy concretos como estafa, delitos sexuales o agresiones. Demostrar que ha habido manipulación psicológica, ante un tribunal, es muy complicado.
Sin embargo, en breve, podría haber en nuestro país un antes y un después si prospera la iniciativa impulsada por la Fiscalía en relación a la secta conocida como Casa Yoga, afincada en Granada. “Aquí ahora parece que dos fiscales, de Granada y Alicante, se han animado a ello . Vamos a intentar aplicar el artículo 515 del Código Penal, que hasta ahora solo se utilizaba con otros grupos como los terroristas. En este caso, la Fiscalía ha visto mi informe y la cosa parece que está yendo bien. Espero que el juez sea comprensivo en este asunto” considera.
El citado artículo 515, en su apartado 3, establece como asociaciones ilícitas, “las que, aún teniendo por objeto un fin lícito, empleen medios violentos o de alteración o control de la personalidad para su consecución”. Las penas contempladas para los fundadores de estos grupos pueden variar entre 2 y 4 años de prisión, y entre 1 y 3 para sus miembros activos.
“En estos casos, siempre tenemos que lidiar con una cuestión fundamental, que es el derecho a la libertad de culto. Con este pretexto, estos grupos muchas veces vulneran derechos fundamentales. Cuando los derechos religiosos chocan con los derechos sociales tenemos un problema” concluyó el experto.
LA BIBLIA SE ESTUDIA TEXTO Y CONTEXTO O EL MARCO DEL TEXTO. POR ESO LA MAYORIA DE LAS DENOMINACIONES CAEN EN LA MENTIRA DE LA CREENCIA DE QUE CRISTO ES UN DIOS TODOPODEROSO, PORQUE DESGRACIADAMENTE SE BASAN EN UNOS POCOS VERSICULOS NEGANDO EL MARCO DE LA BIBLIA. SI SE ESTUDIARA EL MARCO, OBVIAMENTE EL MUNDO ENTENDERIA DE QUE CRISTO FUE UN HOMBRE 100%, QUE NO TUVO PREEXISTENCIA, CASADO CON UNA MUJER Y OBVIAMENTE CON UN HIJO. EL DRAMA DE BABILONIA ES QUE NO ESTUDIA EL MARCO.
1 Pedro 5:13: La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi HIJO, os saludan.
1. Génesis 28:12 Y soñó: y he aquí una ESCALERA que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.
2. 1 Reyes 6:8 La puerta del aposento de en medio estaba al lado derecho de la casa; y se subía por una ESCALERA de caracol al de en medio, y del aposento de en medio al tercero.
3. Ezequiel 41:7 Y había mayor anchura en las cámaras de más arriba; la ESCALERA de caracol de la casa subía muy alto alrededor por dentro de la casa; por tanto, la casa tenía más anchura arriba. Del piso inferior se podía subir al de en medio, y de éste al superior.
UN RELIGIOSO SANTURRON ANTICATOLICO NUNCA VA A ENTENDER EL GRIAL
EL GRIAL NO ES PARA SANTURRONES ADICTOS A LA DEMONIZACION
EL RELIGIOSO SANTURRON Y FARISEO, ES EL MISMO QUE LE TIRO Y LE TIRA PIEDRAS A MARIA MAGDALENA
EL GRIAL NO ES PARA SANTURRONES Y FARISEOS QUE USAN LA BIBLIA Y USAN EL NOMBRE DE DIOS EN EL CONTEXTO A LA DEMONIZACION
El sadismo también puede representar una clase de actividad disfuncional, como la de utilizar a alguien como “cabeza de turco” o como “chivo expiatorio”. Sentimientos displacenteros como la rabia o la culpa son desplazados hacia fuera de la persona que los siente y proyectados en otra persona: el chivo expiatorio. Ésta es una práctica antigua y con raíces profundas. De acuerdo con el Levítico, Dios les dijo a Moisés y a Aaron que sacrificasen a dos chivos (cabras) cada año. El primer chivo era para ser sacrificado y su sangre derramada en el Arca de Noé. Entonces el Sumo Sacerdote pondría sus manos sobre la cabeza del segundo chivo y confesaría los pecados de la gente. Este segundo chivo, con más suerte que el primero, no sería asesinado, sino que sería abandonado en el desierto llevando la carga del pecado, que es por lo que se le acabaría conociendo como el “chivo expiatorio”. El altar que hay en cada iglesia es un recordatorio simbólico de esta práctica de sacrificio, siendo el último objeto del sacrificio, el propio Jesús.
Para el masoquista, tomar el rol de la subyugación y la impotencia puede ofrecer una liberación frente al estrés o la carga de la responsabilidad o la culpa. También puede evocar sentimientos infantiles de dependencia, seguridad y protección, que pueden servir como un sustitutos de la intimidad. Además, el masoquista puede obtener placer de ganarse la aprobación de la sádica, solicitando su plena atención, y con ello, controlándola.
En casi todas las relaciones, una compañera está más apegada que la otra, llevando a la que está menos apegada a ser la dominante, mientras que la más apegada se infantiliza y se vuelve sumisa para conseguir pacificar, complacer y seducir. Al final, es más que probable que la menos apegada se agobie y tome distancia, pero si se aleja demasiado, la más apegada puede que se enfríe, se cierre o se vaya. Esto puede provocar que la menos apegada cambie de rol y se vuelva la más entusiasta de las dos en la relación. Al final, el equilibrio se restablece, hasta que ocurre algo que rompe ese equilibrio, y así ad infinitum. La dominación y la sumisión son elementos que se encuentran en la mayoría de las relaciones, pero esto no es óbice para que estos componentes las hagan agotadoras, estériles, y, parafraseando a Freud, inmaduras.
En lugar de jugar al gato y al ratón, los amantes necesitan tener confianza (en sí mismos y en el otro) y el valor para elevarse por encima del juego. ¿Cómo? Aprendiendo a confiar cada uno en el otro y atreverse a mirarse como los dos seres humanos de completos que en realidad son, finales en sí mismos y no medios para conseguir un fin. El amor verdadero consiste en respetar, compartir, nutrir y facilitar. ¿Cuántas personas tienen la capacidad y la madurez para esta clase de amor transpersonal?