“Aquella Gloria que Tuve Contigo:
Jesús dice en Juan 17:5: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. Para los Trinitarios este pasaje “prueba” que Cristo preexistió en el cielo antes de hacerse hombre. Pero algo similar pasa en Génesis 15:18 donde se lee que Dios le prometió a Abraham: “Ha tu descendencia he dado (tiempo pasado) esta tierra...” (V.B.A), a pesar de que aún no existía su descendencia. Ahora observe lo que dice Jesús en Juan 17:22: “La gloria que me diste yo les he dado (tiempo pasado, a los apóstoles)”. ¿Notó? ¡Jesús y sus apóstoles compartieron la gloria de Dios! Pero: ¿Son del todo literales esas palabras de Jesús?¿Tienen la gloria los apóstoles? En 1 Pedro 5:1 el apóstol Pedro reconocía que “participaba” de la gloria ¡que aún no había sido revelada! Sus palabras son como siguen: “...que soy también participante de la gloria que será revelada”. Pedro “recibió” la gloria como una promesa, pero que tendría que esperar la segunda venida de Cristo para recibirla (1 Pedro 5:4).
Concluimos entonces que Cristo “tuvo” su gloria con el Padre, pero que en verdad la recibió en su resurrección (Hechos 3:13-15). Recuerde que Cristo tuvo su gloria con el Padre, del mismo modo que sus discípulos tuvieron su gloria con Jesús. Pero ambas glorias se reciben después de la resurrección o de la transformación de nuestros cuerpos mortales (Colosenses 3:4, Filipenses 3:20,21; 1 Corintios 15:43).
En Apocalipsis 13:8 dice: “...del cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”. ¿Cómo es posible que el cordero haya sido inmolado desde el principio del mundo, si en realidad ello ocurrió hace casi dos milenios? La única explicación posible es que Cristo fue sacrificado desde el principio del mundo en los planes redentores de Dios.
El profesor de Teología en Heidelberg, H.H. Wendt, escribió: “...Jesús mismo, el Mesías, realmente no existió desde el comienzo con Dios, pero fue el objeto del amor de Dios, de sus pensamientos de amor, planes y propósitos” (Comentando sobre Juan 17:5). Ver “La Enseñanza de Jesús”, Edinburg: T&T Clark, 1982, 169-172.
El profesor de Lenguaje y Literatura del Nuevo Testamento, del Seminario Teológico de Chicago, escribió en su obra “Revelación de Jesús, un Estudio de las Fuentes Primarias del Cristianismo” su opinión sobre Juan 17:5; 8:58; 6:62, de este modo: “Jesús poseyó esta gloria antes de la fundación del mundo en el sentido que fue propuesta divinamente para él. Él supo que su obra mesiánica había sido planeada por Dios desde la eternidad, y que el glorioso resultado de él... Concluimos, entonces, que estos tres pasajes en Juan (6:62; 8:58; 17:5), en los cuales Jesús alude su preexistencia, no envuelve la afirmación de que esta preexistencia era personal y real.” (páginas 221,222).