Por Aleaga Pesant La cola del cine, al atardecer, era larga, compuesta por adultos con orientaciones sexuales varias. Pero mientras los heterosexuales se mantenían tensos y encerrados en sí mismos, los homosexuales manifestaban esa alegría contagiosa de la libertad grupal.
Estaban convocados a la actividad mensual del cine club Diferente, que se realiza el tercer jueves de cada mes en el Cine 23 y 12. Se proyectaba ese día un filme que aborda el tema de la sexualidad, como introito a un debate-catarsis sobre la obra, según las habilidades del moderador y el humor de los participantes.
Para algunos de los presentes en la cola se trataba de un día especial, por la gran cantidad de personas concentradas a la entrada de la sala. Las razones, según unos y otros eran tres factores, la película No se lo digas a nadie fue realizada por Francisco Lombardi, el más importante director de cine peruano. Está basada en una novela de Jaime Bayly, y fue promovida en el diario Juventud Rebelde en un artículo de Frank Padrón, titulado Secretos y mentiras.
El realizador Gerardo Chijona presentó un spot publicitario promoviendo la figura de Santa Mariela de los gays, como sarcásticamente se le llama en ciertos círculos a Mariela Castro Espín, hija de Raúl Castro, y directora del Centro Nacional de Educación Sexual. El audiovisual incorpora imágenes de la “conguita de Mariela”, definición del periodista independiente Lucas Garve sobre el espectáculo político cultural que promovió el 17 de mayo, día de la diversidad sexual en la isla.
Luego se presentó la película de Lombardi, quizás una de las más importantes del cine peruano, pero no para los cinéfilos criollos que la disfrutaron. Lombardi cuenta en su filmografía con películas como La boca del Lobo, La ciudad y los perros y Pantaleón y las visitadoras, todas de un alto contenido social y basadas en obras de Mario Vargas Llosa.
La propuesta que presenta el cine club Diferente, según Aliomar Janjaque, directivo de la Fundación Cubana de Lesbianas, gays, bisexuales y transexuales “es un paso y es importante, pero no suficiente para el amplio espectro de posibilidades que tiene la sociedad cubana a través de su cultura y su historia”.
“Debieran –afirma Aliomar- existir cines, teatros y locales públicos donde los homosexuales pudieran encontrarse sin temor a ser reprimidos o atacados por la parte intolerante de la sociedad. El gobierno propone que todos debemos estar en el mismo espacio, lo que me parece bien, pero, además, cada cual debe tener su espacio, como una forma de convivencia más armónica y de representación de intereses”.