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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 21/09/2009 15:52 |
Juanes canta por la paz en La Habana
Primero el ritmo, luego la política Más música que consignas en el concierto organizado por Juanes en La Habana
El cantante colombiano Juanes vitoreó a Estados Unidos y Miami
MAURICIO VICENT | La Habana
Más de un millón de personas y un calor asfixiante. Mucha humedad y más de 30 grados de temperatura. Nada de eso impidió que a las 14.05 hora de La Habana, la puertorriqueña Olga Tañón se subiera al escenario en la Plaza de la Revolución. Fue la primera de los 14 artistas que acompañaron a Juanes en su concierto 'Paz sin fronteras' o 'El concierto de la discordia', según Telemundo y Univisión, las dos cadenas hispanas más importantes de Estados Unidos.
Un rugido descomunal del público y el merengue endemoniado de la portorriqueña Olga Tañón abrieron este domingo el histórico concierto Paz sin Fronteras en la Plaza de la Revolución de La Habana. Eran las 2 de la tarde (seis horas después en España), y atrás quedaban meses de tensiones y desgastadoras batallas extra musicales. Frente al escenario blanco, montado en el mismo lugar donde hace 11 años al Papa Juan Pablo II pidió "que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba", una masa de más de un millón de jóvenes cubanos parecía un único y gigantesco animal hambriento de espectáculo.
Tremendo. Salió Olga Tañón del brazo de Miguel Bosé y el cantante colombiano Juanes, y a nombre de los quince participantes en el concierto leyó una pequeña presentación: "it`s time to change", dijo. Mencionó también con todas sus letras al "exilio". Uff... Algo absolutamente excepcional.
"He tenido los huevos como para estar aquí a pesar de las críticas de una parte del exilio de Miami", dijo la artista en un mensaje enviado hacia los espectadores que seguían el concierto 90 millas de la plaza de la revolución. Había estado cuidándose la voz los últimos días pero la recuperó para cantar a los cubanos y enfadar a la cantante Olga Guillot y a la periodista Ninotcka Pérez Castellón, que la calificaron de vulgar desde un plató de televisión en Miami.
"It´s time to change" ('Es tiempo de cambio') fue el ambiguo mensaje de la salsera que cada uno se tomó como más le convenía.
La plaza, desbordada hasta los jardines del Palacio de la Revolución, tembló cuando a media tarde empezó el ritmo violento de Juanes. "Es tiempo de cambiar el odio por amor", dijo. Y aquello se vino abajo. Se palpaba la energía y la emoción. Era algo que los cubanos necesitaban hace mucho tiempo. Nada más sonar el primer bongó de la Tañón , Yoraidis, una estudiante situada en primera fila, espetó a este corresponsal: "Chico, no seas 'pesao': mejor mover el culo que hablar de política". Buen resumen de la situación nada más comenzar...
Para Juanes y los participantes en el concierto la iniciativa pretendía ser un puente de paz, un grito de tolerancia y por la reconciliación entre los cubanos. Según el exilio duro de Miami, Paz sin fronteras era sobre todo "un regalo al régimen dictatorial de los hermanos Castro". Para Yoraidis y la mayoría de los que se reunieron este domingo en la plaza, el macroconcierto - de cinco horas de duración - era simplemente la oportunidad de escuchar en directo a artistas de fama mundial, en un país excluido de los circuitos comerciales de la música internacional.
"Que vengan todos, Ricardo Arjona, Willy Chirino, todos", decía casi llorando Leslie Morales, una habanera de 25 años que decía estar "soñando".
Si insistías en preguntar al público cosas profundas, las ideas más repetidas eran que ojalá la iniciativa de Juanes sirviera para "tender puentes" entre Cuba y Estados Unidos y "abrir caminos" que puedan transitar otros artistas famosos.
Pocos, o casi ningún discurso acartonado. La gente, en su inmensa mayoría jóvenes, hablaba y vibraba de corazón.
Antes del concierto hubo algunas tensiones por el excesivo control. Una anécdota. Cuatro horas antes del concierto, Víctor Manuel, de anónimo, se quiso dar un paseo por los alrededores de la Plaza de la Revolución. En un cordón policial, a medio kilómetro del escenario, le pararon. No le querían dejar pasar porque no llevaba camisa blanca, como había pedido la televisión. Al exceso de celo del uniformado se sumaron otros roces. Juanes y Miguel Bosé se quejaron a la contraparte cubana por el control exagerado y por haberse colocado vallas en la plaza separando una especie de zona vip, pegada al escenario. Al final, después de las protestas - hubo un encuentro de última hora con el ministro de Cultura, Abel Prieto - desaparecieron las vallas y nada pasó.
Mereció la pena. Las palabras anteriores al evento y los meses de difíciles preparativos y amenazas fueron barridos por la música. La gente, ajena a estos intríngulis, bailó y disfruto de lo lindo. El concierto blanco de Juanes sirvió de catarsis colectiva a cientos de miles de cubanos ansiosos de buen arte.
Exactamente 1.150.000 cubanos, según dijo Juanes. Era lo que se pretendía. Primero el movimiento y después la política, como decía Yoraidis, saturada de tanta ideología. La intransigencia burda del otro lado -hay que recordar que en Miami destrozaron discos de Juanes con martillos y cachiporras - también fue derrotada por la cinturita cubana.
Representación 'made in Spain' El sexto artista en intervenir fue Víctor Manuel. Los locutores televisivos se apresuraron a explicar que el español no tiene nada que ver con un salsero puertorriqueño de igual nombre. El asturiano no tuvo la mejor actuación de su vida. Enrojecido y sudoroso por el calor —y con la poca ayuda del sistema de sonido— tuvo problemas para no desafinar con sus clásicos 'Soy un corazón tendido al sol' o 'Sólo pienso en ti'.
"La situación de la isla la veo muy mal como cualquiera que tenga ojos. Cada minuto que siga Fidel en el poder será un minuto más de deterioro. Ese modelo se agotó hace mucho tiempo". Esto era lo que pensaba Víctor Manuel en 2001. Lo dijo como respuesta a un internauta en un encuentro digital de elmundo.es. O ya no piensa lo mismo o el concierto no era el mejor momento para recordarlo aunque en una de sus intervenciones antes de cantar el tema 'Como voy a olvidarme', aseguró que "la memoria es el arma más poderosa que tenemos".
Y llegó el turno de Miguel Bosé. Vestido de blanco y haciendo gala de su faceta más seductora se ganó a los asistentes con 'Te amaré'. "Hoy y siempre" les juró a los cubanos. Después vinieron 'Amante bandido', 'Si tu no vuelves' y 'Partisano'. "Sueño con la paz, la concordia… La guerra es una mierda. Los conflictos también". Más ambigüedad 'made in Spain' que iba enervando los ánimos de los tertulianos de los programas en Miami. Además de Telemundo y Univisión, América TV, Mega y Telefutura retransmitieron el concierto. El rockero cubano Gorki Aguilar encarcelado en la Isla en varias ocasiones discrepaba de sus colegas de profesión.
Y llegó la locura Juanes, con otros participantes.Mientras en la Pequeña Habana de Miami, un grupo de anticastristas se disponía a hacer trizas un montón de CDs del cantante colombiano, poco antes de las 17 horas, Juanes saltó al escenario tras los Orishas.
El público se había calentando con el trío y aplaudió al promotor del concierto durante varios minutos. Y con 'A Dios le pido' llegó la locura… Atrás quedaban semanas de polémica en las que todo el mundo dio su opinión. Hasta el mismísimo Obama terció en la discusión para desmarcarse.
"Ha sido la mayor demostración de amor después del nacimiento de mis hijos", gritó Juanes. Su música se pudo escuchar en La Habana y en Miami con la misma fuerza. Al final del concierto todos los artistas sobre el escenario se despidieron de los asistentes. Juanes tuvo dos gestos que a buen seguro van a ser analizados en los próximos días. El colombiano visiblemente emocionado gritó a un público entregado "Cuba libre, Cuba libre.. Por una sola familia cubana". ¿Cómo le habrá sentado a la jerarquía comunista? ¿Será suficiente la frase de Juanes para ser perdonado por el exilio .
La lista de artistas era larga (X Alfonso, Miguel Bosé, Silvio Rodríguez, Jovanotti, Amaury Pérez, Luís Eduardo Aute, Carlos VarelaVictor Manuel...), unos con más cadera que mensaje, otros con más mensaje que cadera. Quince en total. El primer gran climax llegó con Orishas, grupo de raperos cubanos emigrados que llevaba diez años sin actuar en la isla. Muchos lloraron mientras bailaban al escuchar sus temas marchosos, cubanos y desgarrados.
El final fue apoteósico: la orquesta Van Van, todo el mundo a menearse. Ese era el verdadero puente: disfrutar, cero política, solo cinturita. En Miami, horas antes, un loco había sacado a la calle una apisonadora de dos toneladas a destrozar la música de los participantes. Pero nadie lo mencionó. Solo Juan Formell, el director de Van Van, dijo: "Duelale a quien le duela, el concierto por la paz ya se hizo. Ya esta bueno ya de abusos". Después, con todos en el escenario, sonó el Chan Chan de Compay Segundo.
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Los ánimos se caldearon en la Calle Ocho Reacción al concierto de Juanes
Por VIVIANA MUñOZ Exiliados cubanos se mostraron divididos el domingo respecto al concierto del cantante colombiano Juanes en la Plaza de la Revolución, en La Habana, que hasta último momento encendió pasiones y enfrentamientos en Miami.
En la esquina del tradicional restaurante Versailles, los ánimos se desbordaron y las opiniones se dividieron claramente de acuerdo a diferencias generacionales.
Con banderas de Cuba en sus manos, los jóvenes gritaban "¡Viva Juanes!' mientras que frente a ellos exiliados cubanos de mayor edad, convocados por la organización anticastrista Vigilia Mambisa, expresaban su rechazo al evento y gritaban proclamas, levantando carteles que pedían la libertad de Cuba.
"¡Estoy en contra!', gritó enfurecida, Matilde Correa, de 65 años, mientras no quitaba la vista a los jóvenes que exclamaban a coro: "¡Juanes, Juanes!' "Cien por ciento estoy con Juanes. Por su valentía y su amor a Cuba', dijo con lágrimas en los ojos Diosele Muñoz, un muchacho cubano de 18 años.
"¡Estamos con él [Juanes]!', exclamó agitando una pequeña bandera cubana la adolescente Yanisel Ortegosa, de 16 años. "Porque todos queremos la paz'. A medida que pasaba el tiempo, más y más personas se sumaban a ambos grupos, en aceras opuestas de la avenida 36, esquina a la Calle Ocho del SW, en La Pequeña Habana.
Casi sin voz, y en medio de un mar de fragmentos de discos compactos y fotos de Juanes rotos por una aplanadora, Miguel Saavedra, el presidente de Vigilia Mambisa, seguía minuto a minuto la manifestación.
"Esto ha sido lo más grande que se ha visto', expresó Saavedra.‘‘El 80 por ciento del pueblo cubano en Miami ha reaccionado contra el concierto. Sólo el 20 por ciento lo ha apoyado. Pero todos queremos la libertad de Cuba', dijo Saavedra. "Juanes traidor, amigo de Fidel Castro', decía una de las pancartas de miembros de Vigilia Mambisa.
"Estoy aquí por la libertad de Cuba', manifestó Maritza Rodríguez, una cubana de 59 años.
Agentes del Departamento de Policía de Miami realizaban esfuerzos por mantener el orden y el tráfico estaba prácticamente paralizado.
"Esta gente son extremistas. En Miami los que están contra el concierto son muy pocos', dijo Camilo Hernández, un joven cubano residente en La Pequeña Habana. La diferencias entre unos y otros generaron en un momento un breve enfrentamiento con empujones e intercambio de insultos que exigió la intervención de la policía. Una persona no identificada fue arrestada.
"Es algo totalmente iluso pensar que en un país aplastado por una tiranía de 50 años, unos músicos vestidos de blanco puedan hacer un cambio con sus canciones', declaró Calixto García, de 52 años y originario de Güines, Cuba, quien observaba el concierto en su residencia, en Miami.
Marta Bacallao, de La Habana, también reaccionó al concierto que siguió desde su casa, en Miami.
"Yo creo que los músicos se mantuvieron en un nivel profesional, aunque no creo que el concierto vaya a representar un cambio en Cuba', dijo. A Elena Chomat, de 78 años, le sorprendió que algunas canciones tuvieran un mensaje ‘‘subliminal' para el pueblo cubano.
"Pero esto sólo fue un paréntesis para la terrible realidad de los cubanos', dijo.
Miembros de otras comunidades de Miami también comentaron sus impresiones sobre el megaconcierto de la Plaza de la Revolución. "Definitivamente, un momento histórico y maravilloso para Cuba. Una expresión artística, un llamado a la paz, que no debe politizarse', subrayó Waldo Pérez, peruano, de 45 años.
Alex Valenzuela, un chileno de 58 años, dijo que le parecía una iniciativa justa para el pueblo de Cuba, "que está recibiendo un mensaje de paz, reconciliación y hermandad'.
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