Luces y sombras de Omara
Por Miriam Leiva LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org)
A los ochenta años, Omara Portuondo tiene la dicha de haber recibido el premio Grammy Latino, como reconocimiento a sus valores artísticos. El acto de entrega de los premios se realizó en Las Vegas, Nevada, el pasado 6 de noviembre. El premio se concedió en la categoría Mejor Álbum Tropical Contemporáneo. La cantante realizó conciertos en San Francisco y Los Ángeles, y visitó en Miami a su hermana, exiliada desde 1965.
Satisface la muestra de tolerancia de la administración Obama, de los prisioneros de conciencia de los 75 que ella ultrajó en 2003, así como de todas las personas que en Cuba, Estados Unidos y el mundo abogamos por la libertad de expresión, las oportunidades para enmendar errores humanos y la reconciliación. Recibió visa para visitar Estados Unidos y, por supuesto, el permiso de salida que tradicionalmente no le han negado, como debería ser con todos los ciudadanos cubanos. Fue la primera luminaria residente en Cuba en participar y fungir como presentadora en esas ceremonias.
Bebo Valdés, gloria de la música cubana, de 91 años, con siete galardones similares, y cuya música está prohibida en Cuba desde que emigró a Suecia a comienzos de la década de 1960, ganó el Grammy al Mejor Álbum de Jazz Latino con el disco Juntos para Siempre, donde sobresalen sus composiciones y las de su hijo Chucho, ganador del Grammy en seis ocasiones.
El programa Mesa Redonda, de la televisión cubana, y otros medios, sólo han divulgado el premio de Chucho, porque él sí tiene permiso para salir y regresar.
Tanto Omara como Chucho firmaron la declaración del gobierno en 2003, colmada de injurias y mentiras, contra 75 opositores pacíficos y periodistas independientes. La declaración estaba encaminada a justificar las condenas de hasta 28 años de cárcel que han destruido la salud de los prisioneros.
Aunque se dice que fueron muchos los firmantes, como para disminuir y justificar la infamia, la mayoría de los intelectuales y artistas cubanos no se sumaron a la falacia.
Fueron en total 26: Alicia Alonso, Miguel Barnet, Leo Brower, Abelardo Estorino, Roberto Fabelo, Pablo Armando Fernández, Julio García Espinosa, Fina García Marruz, Harold Gramatges, Alfredo Guevara, Eusebio Leal, Octavio Cortázar, José Loyola, Carlos Martí, Raquel Revuelta, Nancy Morejón, Silvio Rodríguez, Senel Paz, Amaury Pérez, Graziela Pogolotti, César Portillo de la Luz, Omara Portuondo, Roberto Fernández Retamar, Marta Valdés, Chucho Valdés y Cintio Vitier.
Para que Cuba sobrepase las persecuciones, los odios y las discriminaciones, quienes han sufrido la injusticia no guardan resentimientos y abogan por la equidad de derechos y oportunidades. Ellos merecen las disculpas de quienes se han confabulado para legitimar su injusto calvario y el de sus madres, padres, hijos, esposas.
Es hora de que a los cubanos no se les impida actuar libremente en el extranjero. El gobierno ha abierto tímidamente el diapasón de los permisos para actuar, publicar, vender y regresar a voluntad, pero circunscritos a la esfera cultural. Especiales ataduras aprietan a grandes deportistas, principalmente los peloteros y boxeadores.
Compartimos la esperanza de que Omara Portuondo haya abierto el camino hacia el libre intercambio entre Cuba y Estados Unidos, y que los artistas, escritores, peloteros, profesionales, científicos y tantos otros cubanos que partieron al exilio, puedan
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