Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: "VIVIR EN UN PAIS PENSANDO EN OTRO"
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 14/04/2010 12:45
Por venir a casa
 

 
 
Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, abril 
José Carlos Montero fue uno de aquellos once mil cubanos que en 1980 entraron en la Embajada de Perú, y uno de los que pudieron llegar a Estados Unidos, siendo adolescente.
 
En Nueva York trabajó durante tres años en un banco. Se adaptó a la forma de vivir de los  norteamericanos y se sentía bien. Pero un día se le metió en la mente el bichito de la nostalgia. Se asomaba a la ventana y sólo veía rascacielos. Añoró por primera vez su paisaje. Comenzó a lamentar que en Estados Unidos no estuviera Cuba, y que desde su ventana no pudiera ver La Habana. Así de complicados eran sus pensamientos.
-No es nada bueno vivir en un país pensando en otro -dice, sentado en la sala de mi casa, mientras trae todo a su mente, y me cuenta cómo descubrió un día que llevaba a Cuba demasiado adentro, el mar de la bahía habanera, la familia, los amigos. Confiesa que cuando se fue sólo pensaba en el futuro, sin darse cuenta de que el pasado era un fardo demasiado pesado para él. 
Una mañana tomó un avión que iba para Miami. No llevaba equipaje. Sólo cincuenta hojas de papel donde había escrito en inglés: We want to go to Cuba. Le envió una copia al piloto con la aeromoza, y el resto las repartió entre los pasajeros, quienes comenzaron a  hablar en voz alta, alterados, sin saber lo que ocurría.
 
 En medio de aquella confusión, y como era el deseo de José Carlos, el avión atravesó el Estrecho de Florida y se sintió feliz.
Pero en el aeropuerto de La Habana lo esperaba una sorpresa. Varios policías se acercaron a él y lo subieron esposado a un auto. Al poco tiempo estaba en prisión. Lo demás es una historia tan turbulenta, que contarla, dice José Carlos, le resulta un trago demasiado amargo.
 
Fue condenado a 20 años de cárcel por el delito de piratería aérea. No obstante, a los tres años y medio la sentencia fue revocada por el Fiscal General de La Habana y lo indultaron en 1987.

Como le ocurrió en New York, trató de adaptarse de nuevo a la vida en Cuba. Tenía 23 años. No conseguía trabajo. Su esposa lo abandonó por “irresponsable y loco”. Como en Estados Unidos, comenzó a sentir nostalgia, pero ahora de Estados Unidos.

Por esos días la Comisión de Derechos Humanos de la ONU entrevistaba a los cubanos a quienes les habían violado en sus derechos. Hizo la cola en el hotel Comodoro y explicó su caso a la Comisión, todo lo que había padecido en la cárcel “sólo por venir a casa”.
A la salida del hotel lo detuvieron varios policías vestidos de civil, diciéndole que ahora se iba a podrir en la prisión. Esta vez estuvo preso veintidós años y siete días. El primero de noviembre de 2008 salió en  libertad.

-Ya no trato de adaptarme a la vida de Cuba porque floto como un corcho. No tengo carné de identidad, ni posibilidad de irme. La Oficina de Intereses de Estados Unidos me ha negado tres veces la entrada a ese país.
Tengo casi cincuenta años y ahora más que nunca comprendo lo malo que es vivir en un país pensando en otro.


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados