En su esfuerzo por confeccionar un universo personalísimo e intransferible, Julio Medem ha acabado devorando a Julio Medem. Caótica Ana, su última película, fue la máxima expresión de ese viaje improductivo hacia la cima del exceso de autoría que inició en Lucía y el sexo. Ana y Lucía fueron -con resltados dispares- dos personaje al servicio de los caprichos visuales de un cineasta superdotado para la concepción formal de su selecto imaginario visual, tan transgresor, iconoclasta y sugerente por momentos, como vacío e ingenuo el resto.
Tras el fracaso comercial y el varapalo de la crítica sesuda a su último film, Medem parecía pedir clemencia subiéndose al carro de un proyecto de encargo, la adaptación –probablemente innecesaria- de un film solvente del chileno Matías Bize, En la cama (2005). Habitación en roma es el resultado de esa metamorfosis penitente que, en realidad, cabía esperarlo de alguien como Medem, es mucho menos metamórfica de lo que sugiere.
El sexo como elemento primordial de comunicación; el azar como piedra angular del destino de sus personajes; la poesía como hilo conductor de la narración… Medem sigue siendo Medem en Habitación en Roma. Incluso cabe entender la historia de estas dos mujeres encerradas entre las cuatro paredes de la habitación de un hotel durante toda la película, como una gran elipsis temporal, otra de las constantes de su cine, que nos retrotrae a su pasado permanentemente; no mediante el flashback o el flashforward, sino a través del diálogo y el uso desconcertante de Internet.
De todos los recursos narrativos de la cinta, sin duda este es el más contradictorio. Bize conseguía crear en el film original una atmósfera cerrada. Dos personas hablan, se acercan, se alejan, se aman… en un diálogo sin fisuras. Habitación en Roma rompe ese pretendido hermetismo con la utilización de la Red como resorte argumental en el que apoyar los relatos biográficos de sus protagonistas, como si el diálogo por sí sólo no hubiera sido capaz de conseguirlo.
De todos modos, el mayor obstáculo para Medem vuelve a ser aquí el de siempre. El director es un funámbulo kamikaze que camina conscientemente por el hilo endeble que separa lo ridículo de lo sublime. Ese formalismo desbordante acompañado de una pedantería con ínfulas de honda poesía que no sobrepasa, salvo en ocasiones muy concretas, la epidermis. Y por eso Medem cobra con el paso de los minutos visos de lírico modernista: magistral en la forma, pero endeble en el contenido.
LO MEJOR: La química entre las dos bellezas que protagonizan esta noche de sexo y conversación. La iluminación, la colocación de la cámara en cada plano, la dirección artística… Todo esto es obra de un genio superior.
LO PEOR: La sensación de estar ante un cuadro perfectamente pintado, pero carente de alma. Y si la tiene, desde luego es demasiado pedante y obtusa como para acercarse a ella sin prejuicios.
Wuaaooo,esta pelicula no me la pierdo,promete,Habitación en Roma,si no me equivoco,su extreno en España es este mes.. Así que a los que les gusta el cine,apoyen la pelicula... Bueno, lo de amor extraño,para mi no existe, el amor es sublime,bello,único y no tiene sexo,cada cuál es libre de amar a quien le corresponda,siempre y cuando tenga ese sentimiento que es amor.
Pero lo más importante para poder amar, es amarce a uno mismo,ya que él que no se ama a sí mismo,no puede amar a nadie.
Una habitación de hotel en el centro de Roma es el escenario interior en el que dos mujeres jóvenes que se acaban de conocer, se internan juntas en una aventura física que les tocará el alma.Todo transcurre en una noche y en las primeras horas de la mañana de un día del comienzo del verano de 2008, antes de que Roma lance a cada una de ellas al lugar al que pertenecen; por la tarde Alba volará a España, y Natasha a Rusia.La habitación del hotel, que parece haberlas estado esperando siempre con la emoción de la Historia incrustada en sus viejas paredes, sugestiona una atmósfera cargada de erotismo y sensualidad, con una extraña fuerza que engancha sus miradas apuntando hacia lo desconocido. Nacen sentimientos nuevos que Alba y Natasha aceptan, y al mismo tiempo quitan importancia hablándose con soltura y buen humor. Un pacto natural de ligereza que propicia situaciones tan cómicas como enigmáticas, antes del ataque inesperado de un amor punzante como una flecha lanzada desde lo alto. Durante doce horas, de noche y de día, estas dos mujeres desvelarán sus vidas, primero ocultándose y protegiéndose por miedo a la atracción sin retorno, luego dejándose acompañar hacia el paisaje desconocido de la otra, habitado por sus compromisos y el amor sincero hacia sus respectivas parejas; en el caso de Alba, una mujer que tiene dos hijos; y el de Natasha, su profesor de Renacimiento con el que se va a casar la próxima semana.Ambas girarán sobre sí mismas hasta ponerse boca arriba mirando juntas hacia otra verdad, un abismo compartido, el secreto guardado en una habitación en Roma, una sorpresa del tiempo anterior que les adelanta, un regalo del destino para que hagan con él lo que más deseen. Así nace para ellas su nueva libertad.