Siempre se ha rumoreado que es lesbiana La popular biógrafa Kitty Kelley se adentra en los secretos de Oprah Winfrey -
El libro retrata a la presentadora como una tirana que ha inventado su pasado
YOLANDA MONGE - Washington
Puede que la reina esté desnuda pero nadie osará nunca decirlo porque se la teme en la misma medida en que se la quiere: mucho. La reina es la reina y en Estados Unidos esa categoría se traduce en una gran "O". La "O" de Oprah.
La reina no habla con la prensa; la reina no ha querido soltar ni una sola palabra para las 440 páginas que componen la biografía escrita por Kitty Kelley -agradecimientos, bibliografía y epílogo excluidos-; la reina se refiere a sí misma en tercera persona. "Oprah no anda"; "Oprah no sube escaleras". Esas dos afirmaciones son algunas de las perlas que la autora del libro Oprah. Una biografía, atribuye a la presentadora.
El comentario se produjo hace cinco años con ocasión de la visita de la multimillonaria y archiconocida reina de las tardes televisivas a una galería de arte en el barrio washingtoniano de Georgetown. Llegó Winfrey con una comitiva de dos limusinas; secretaria personal; peluquero; maquillador y guardas de seguridad varios. Pero cuando se le sugirió que tenía que andar o subir al segundo piso se negó en redondo. "Oprah no anda". "¿Escaleras?; ¿Escaleras?", dijo Oprah. La reina no sube escaleras, fue informado por ella misma el dueño, cuyo ayudante farfulló hiriente: "Pues la verdad es que deberías hacerlo, hermana. Sin duda te vendría bien un poco de ejercicio".
El relato anterior no está ni desmentido ni confirmado por la interesada. Sencillamente, la presentadora no habla. Para nadie. Oprah Winfrey (Kosciusko, Misisipi, 29 de enero de 1954) ha construido un imperio valorado en cerca de 2.400 millones de dólares basado en la verdad. Pero según Kelley, ella no responde con el ejemplo. Es más: Winfrey no sólo no es transparente, sino que ha inventado parte de su vida para ganarse a la audiencia y hacerse más querida. Ni tuvo una infancia tan pobre como asegura ni fue abusada sexualmente cuando era una niña. La familia de Winfrey lo niega. Oprah insiste en su pasado desgraciado, en el que, a falta de perro -¡tan pobre era!-, tenía dos cucarachas como animales de compañía -Melinda y Sandy- y nunca tuvo el dinero para lucir un vestido comprado en una tienda.
Autora de biografías (no autorizadas) tan sonadas como la de Frank Sinatra; Nancy Reagan; la familia Bush o la familia real británica, Kitty Kelley ha construido el relato de quién es Oprah Winfrey con la ayuda de las entrevistas que la celebridad ha concedido en los últimos 25 años. Por eso, "al final, la propia Oprah es la mayor fuente de información", asegura la autora en el prólogo, que aun así ha hablado con más de 800 personas que conocen a la estrella mediática. Kelley ha dedicado cuatro años en elaborar lo que está llamado a ser otro de sus best sellers.
Sólo hay una aportación realmente novedosa a la figura de la persona de raza negra considerada por la revista Forbes como la más rica del mundo: Kelley asegura saber la identidad del padre biológico de Winfrey, que no es Vernon Winfrey, de quien hay en el libro una intencionada foto susurrando al oído de la escritora. Pero Kelley -¿como favor de una diva a otra diva?- calla. No revela ese dato a los lectores y lo hace por consideración, para que Oprah lo sepa de primera mano, de boca de su madre, Vernita Lee, quien, por cierto, tiene chófer puesto por la hija pero no sabe su número de teléfono móvil, según Kelley.
Dividido en 20 capítulos sin más títulos que el número, el libro rescata de los archivos declaraciones de Oprah en las que se definía a sí misma como "una prostituta" por haber vendido su cuerpo de jovencita a cambio de que los chicos le comprasen tabloides en los supermercados; aporta el certificado de nacimiento del hijo que Winfrey tuvo con tan sólo 15 años y que murió a los pocos meses; asegura que la magnate consumió crack y cocaína; y juega con la duda sobre la identidad sexual de la reina, que siempre ha tenido parejas masculinas pero sobre quien siempre se ha rumoreado que era lesbiana. "¿Adivina quién está colada por Diane
[Sawyer, periodista de ABC y amiga íntima de Winfrey]?", suelen decir los redactores de la cadena cuando llegan a la redacción lujosos regalos para la actual presentadora de las noticias de la noche.
Oprah Winfrey blinda su inmensa fortuna personal La presentadora ficha en exclusiva a un inversor de Wall Street
YOLANDA MONGE - Washington
La política de silencio sobre sus negocios, como sobre su vida, es muy estricta y se sabe lo justo de ella. Sin embargo, es conocido que su fortuna es inmensa -en torno a los 2.400 millones de verdes dólares, unos 2.000 millones de euros-. Ahora, parece ser que por primera vez se abre una puerta. Y todo porque ha trascendido que Oprah Winfrey acaba de contratar un asesor para que maneje sus muchos millones.
El encargado de hacer todavía más rentables los dólares ganados por la reina de las tardes televisivas de Estados Unidos es Peter Adamson, de 47 años, un renombrado inversor que hasta hace poco estaba a sueldo de Eli Broad, un multimillonario y filántropo de Los Ángeles, según informaba ayer el diario The Wall Street Journal.
La decisión de Winfrey de crear "una oficina familiar" (así denominan en la jerga empresarial a un equipo de asesores que trabajan directa y exclusivamente para el cliente) llega cuando la presentadora está a punto de iniciar una nueva vida. Tras 25 años en antena, la presentadora anunció el pasado año que esta sería su última temporada en la pequeña pantalla. A partir de enero de 2011, la mujer hecha a sí misma desde la nada, lanzará su propio canal de televisión, Oprah Winfrey Network. La idea es suya, el dinero es suyo, pero su rostro no viajará por las ondas catódicas. "Veinticinco años de Oprah son suficientes", dijo cuando anunció su retiro.
El dinero ganado por Oprah en sus 56 años no sólo ha servido para que la popularísima periodista viva sumida en lujos que no tuvo en una infancia y adolescencia en el segregado y pobre Sur de Estados Unidos -coches de decenas de miles de dólares, mansiones por todo el mundo, jets privados, ayudantes-, sino que en cierta medida ha sido invertido en labores filantrópicas no exentas de polémica como la creación de una escuela para niñas en Sudáfrica (40 millones) o proyectos caritativos (80 millones) a nivel global.