POR ARTURO ARIAS-POLO Blanca Rosa Gil asegura que cantará ``todo lo que el público le pida' durante su concierto de mañana en el Teatro Manuel Artime. Un reto difícil cuando se tiene una trayectoria de más de medio siglo, 45 discos, premios y miles de fanáticos que aguardan su retorno para escucharla en Sombras, Cristal, Hambre y un sinfín de títulos que hoy alborotan las nostalgias de los amantes del bolero. Con ella se presentará Annia Linares, otra cultivadora del género que aguarda el momento de conocerla.
``¡Ya pasé a ser una leyenda!', dice Blanca Rosa en tono burlón mientras organiza sus recuerdos con la ayuda del boricua Tony Figueroa, su esposo desde hace 38 años, con quien vive en la ciudad de Caguas, Puerto Rico. El compañero del ministerio evangélico que crearon tres décadas atrás. Directa, sencilla y libre de esas poses que distinguen a ciertas divas del ayer, la cantante cubana confiesa que el próximo 26 de agosto cumplirá 73 años, y que antes de comprometerse con Figueroa, lo pensó bastante porque se trataba de un hombre 10 años menor que ella. Tampoco niega que para alcanzar la armonía con su pareja atravesó por un camino espinoso.
``El era muy fiestero y yo lo seguía en sus juergas para no perderlo. Pero un día, después de una actuación en Barcelona, le pedí al Señor con todas mis fuerzas que me lo cambiara', evoca en alusión a aquella súplica que tuvo un efecto mágico. ``Cuando Tony gritó el nombre de Jesús nos abrazamos llorando y me prometí servir a mi Dios por la obra que había hecho con él. ¡Dios me quitó uno y puso otro!'.
Lejos de lo que muchos piensan, el debut de Blanca Rosa Gil no fue en Cuba. Su despegue profesional ocurrió en el programa de la televisión venezolana Humo y fantasía, siendo apenas una adolescente. ``Yo tenía 15 años cuando viajé a Caracas acompañando a mi prima Katy Rentería, que era bailarina del Ballet Folklórico de Venezuela. Y un día de su cumpleaños el empresario Arístides Borrego me escuchó cantar y decidió lanzarme en la televisión', recuerda. Poco tiempo después, el productor Gaspar Pumarejo la descubriría en un centro nocturno caraqueño y no tardaría en invitarla a la isla en 1957.
Para el investigador musical Cristóbal Díaz Ayala, ``la clave del éxito de Blanca Rosa radicó en su juventud, su dominio escénico, su voz afinada y la sensualidad que imprimía a sus interpretaciones'. Cualidades que se aprecian en una versión de Vuélveme a querer grabada por Gil en los estudios de la emisora cubana Radio Progreso en 1959, que el musicólogo incluyó en el box set de su proyecto 100 canciones del milenio, en el año 2000.
``Quien la escucha por primera vez sin saber la historia de Blanca Rosa, aseguraría que ella le está cantando a Dios', afirmó Díaz Ayala desde Puerto Rico.
``No puedo decir que me costó trabajo abrirme paso en Cuba porque entré con el pie derecho', agrega la intérprete, cuyo decir desafiante se impuso en las vitrolas gracias a Besos de fuego, Besos brujos, Quiero hablar contigo y una lista interminable de boleros que grabó para el sello Moliner. Para colmo, el mote de ``la muñequita que canta', inventado por Pumarejo, disparó la popularidad de la cantante a tal extremo que no tardó en compartir escenarios con figuras de la talla de Beny Moré.
``Aunque al principio de mi carrera era admiradora de Olga Guillot y La Lupe, siempre traté de imponer mi estilo', aclara Gil. ``Lo del movimiento de las manos vino mucho después, cuando se lo vi a unas bailarinas en Hawai'.
En 1960, en pleno apogeo de su fama, la cantante se marchó de Cuba, vía México. Allí fue recibida por la legendaria Lola Beltrán, su madrina artística, y no tardó en presentarse en el programa Cita con Pedro Vargas y grabar un par de discos. A los dos años, tras la firma de un contrato con el sello Velvet, la vocalista se estableció en Miami.
``Durante más de 30 años el contacto con mis padres se redujo a llamadas telefónicas y algunos encuentros en otros países. En 1991 regresé a La Habana de incógnito por la gravedad de mi madre', recuerda Gil, nacida en Perico, Matanzas, y criada en la barriada habanera de El Naranjito.
``La alegría de reencontrarme con mi familia después de tantos años evitó que me deprimiera mucho más en aquella visita', comenta reflexiva.
Blanca Rosa es la hermana menor de las cantantes Rita y Mercedes, quienes ejercen sus carreras respectivas en La Habana y Miami. Su hija Blanca Rosa, de su primer matrimonio, es la mamá de Natalia, su nieta de 5 años, que ya despunta como artista.
En el concierto del Artime, que estará producido por Rosy Saavedra y Maribel García, de Señales Productions, la cantante contará con el respaldo de una orquesta de ocho músicos dirigida por Dyron Orta y Humberto Upierre. Antes de la función, el público podrá adquirir Blanca Rosa Gil. Ayer y hoy, su producción más reciente, así como Abrazando mis recuerdos, el nuevo trabajo discográfico de Annia Linares.
``Me han dicho que Annia Linares es muy buena cantante. Ya nos conoceremos en el ensayo', dice la bolerista a manera de despedida, sin descartar la posibilidad de que hagan juntas alguno de sus éxitos. •
Concierto de Blanca Rosa Gil con la participación de Annia Linares, Teatro Manuel Artime, 900 SW 1 St. Mañana a las 8:30 PM. 305-559-4740 / 305-856-0536 / 305-649-1400