Esperanzas y polémicas en diálogo con la Iglesia
Fotografía del miércoles 19 de mayo de 2010,
de la reunión sostenida entre el gobernante cubano Raúl Castro , el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega,
y el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de la isla, Dionisio García Ibáñez
Por JUAN O. TAMAYO
Cinco semanas después que Raúl Castro y representantes de la Iglesia Católica celebraron conversaciones sin precedentes sobre los prisioneros políticos, el resultado ha sido mejoras modestas, mucha esperanza y grandes polémicas.
Los críticos dicen que las mejoras han sido puramente cosméticas, que los abusos a los derechos humanos continúan y que Castro dialoga con la jerarquía católica sólo porque la Iglesia no tiene la fuerza necesaria para conseguir concesiones significativas.
Los partidarios dicen que esperan mejoras y alegan que Castro, de he hecho, ha reconocido a la Iglesia, la mayor organización no gubernamental del país, como una voz legítima en los asuntos cubanos.
Un académico izquierdista en México incluso advirtió la semana pasada que Castro está jugando con fuego, cediendo poder y espacio de maniobra a un Vaticano empeñado en derrocar el régimen comunista de La Habana, igual que sucedió en Polonia.
No cabe duda de que Castro, quien se reunió el 19 de mayo en La Habana con el cardenal Jaime Ortega y monseñor Dionisio García, presidente de la Conferencia de Obispos de Cuba y obispo de Santiago de Cuba, ha hecho algunos gestos positivos, aunque ninguno se ha mencionado en los medios de noticias de la isla, controlados por el gobierno.
Ariel Sigler Amaya, preso político postrado en una silla de ruedas, que cumplía una sentencia de 25 años, fue liberado; y Darsi Ferrer, un disidente encarcelado durante 11 meses, finalmente fue llevado a juicio y sentenciado al tiempo que llevaba preso.
Una decena de disidentes encarcelados fueron trasladados a prisiones cerca de sus lugares de origen y las Damas de Blanco han realizado sus marchas de protesta los domingos en La Habana sin el acoso de turbas progubernamentales.
Más aún, la Iglesia celebró la semana pasada varias discusiones de panel en que se hicieron exhortaciones a reformas en los sectores económico, social y político, así como libertad religiosa, en un país que expulsó a numerosos sacerdotes y monjas en los años 60 y que fue oficialmente ateo hasta 1991.
Los gestos fueron recibidos con la aprobación cautelosa del gobierno del presidente Barack Obama y la Unión Europea pospuso una votación sobre el levantamiento de sus condiciones a las relaciones con Cuba, con la esperanza de que Castro tome nuevas medidas para entonces.
Líderes religiosos dicen que esperan la liberación de más prisioneros, pero afirman que el diálogo con Castro es un "proceso' y piden más tiempo.
"En cosas tan delicadas como estas, es bueno tener paciencia', dijo a los reporteros Juan de Dios Hernández, arzobispo auxiliar de La Habana. "El término ‘proceso' implica tiempo'.
Sin embargo, incluso los partidarios del diálogo dicen que los gestos de Castro se han producido con demasiada lentitud.
"Pienso que van a haber más excarcelaciones, pero parece que como aquí en Cuba todo está tan escaso, hasta para soltar a los presos lo hacen a cuentagotas', dijo Laura Pollán, portavoz de las Damas de Blanco, familiares de 75 disidentes encarcelados en una ola represiva en el 2003.
"Pero también estoy convencida de que no serán todos porque son moneda de cambio' para concesiones de Estados Unidos y la Unión Europea a Castro, declaró por teléfono Pollán a El Nuevo Herald desde La Habana. En Cuba hay aproximadamente 190 presos políticos.
Enrique López Oliva, académico habanero que se especializa en asuntos religiosos, coincidió.
"Vivimos un momento de esperanza. Hay la esperanza de que a estas medidas [de Castro] les sigan otras, pero yo lo vería como pasos graduales', dijo.
Entre los críticos más enconados del diálogo está Oswaldo Payá, activista católico y presidente del oposicionista Movimiento Cristiano Liberación, quien se ha quejado de que los representantes de la Iglesia han excluido a los disidentes de las conversaciones.
"Creemos que los cubanos no deben quedar como espectadores de esta u otra negociación o interlocución', expresó en una declaración. "La disidencia es mucho más que una temática que pueden tratar el gobierno y representantes de la Iglesia sin escucharnos o considerarnos'.
Castro dialoga con la Iglesia solamente debido a las condenas que provocaron anteriormente este año la muerte del preso político Orlando Zapata después de una prolongada huelga de hambre y varias agresiones de turbas a las Damas de Blanco, dijo Elizardo Sánchez, activista de los derechos humanos.
Lo que es más, las autoridades católicas han guardado demasiado silencio durante 50 años de gobierno totalitario para jugar ahora un papel efectivo en las conversaciones con Castro, dijo Dora Amador, activista católica cubana de Miami.
"La jerarquía, el liderazgo, ha traicionado su deber', dijo Amador.
Bernardo Benes, quien encabezó el polémico diálogo entre Fidel Castro y el exilio cubano en 1978, que llevó a la liberación de un grupo de presos políticos, respondió que ‘‘si la Iglesia fuera más fuerte el gobierno no dialogaría con ella'.
Recientes visitas a Cuba por parte del secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Dominique Mamberti, y el cardenal Francis George, de Chicago, presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, se consideraron intentos de fortalecer la postura de la Iglesia en el diálogo con Castro.
Pero Heinz Dieterich, sociólogo izquierdista que vive en México, alegó que la Iglesia cubana y el Vaticano -- junto con grupos de derechos humanos, Washington y Europa -- están presionando a Castro a implementar reformas peligrosas para superar la crisis económica, política y social de la isla.
Si el gobierno cubano "logra reactivar a las masas con profundas y prontas reformas autodeterminadas, puede ganar. Si pierde su tiempo con los payasos y [la Iglesia] terminará como Polonia', escribió en la página electrónica izquierdista Kaosenlared.com.
Otros tienen una visión mucho menos amenazadora de la Iglesia cubana, y López Oliva señala que la asistencia a misa ha bajado desde la visita del papa Juan Pablo II a la isla en 1998.
Los medios oficiales cubanos reportaron la visita de Mamberti pero prácticamente nada sobre la X Semana Social Católica, a la asistieron sacerdotes y activistas laicos de toda la isla, así como varios economistas cubanos y tres prominentes académicos cubanoamericanos.
Durante una conferencia de prensa con Mamberti, el canciller cubano Bruno Rodríguez alabó el "papel constructivo' de la Iglesia en Cuba, pero no mencionó las décadas de hostilidad del Estado hacia la Iglesia y los todavía severos controles a sus actividades.
"Vemos todas las condiciones para que, en plena observancia de la Constitución cubana y de nuestras leyes que aseguran plena libertad religiosa y el papel de la Iglesia Católica en Cuba, continúen estos fructíferos intercambios', dijo el canciller.