Nadie en su sano juicio puede comprender cómo un hombre que lleva sometiéndose a la más rigurosa inanición durante 129 días puede seguir con vida. Lo cierto es que el periodista y psicólogo cubano, Guillermo Fariñas se embarcó en una larga y difícil huelga de hambre no para figurar en el libro de Récord Guinnes, sino en un intento por lograr la liberación de 25 presos políticos del régimen castrista cuyo estado de salud es delicado.
los únicos consuelos que recibe el desnutrida humanidad del “Coco” Fariñas para continuar. Desde el 24 de febrero este periodista natural de la localidad de Santa Clara, ha sometido a su organismo al ayuno más extremo para poner en el mapa de la Comunidad Internacional la nulidad de derechos civiles y la crítica situación de los presos de conciencia de Cuba, en un intento por continuar la senda trazada por el disidente Orlando Zapata, quien murió de hambre por exigir libertad de los 75 cubanos encarcelados durante la “Primavera negra” de 2003.
Fariñas, tal como lo hiciera Zapata, ha recurrido al único lugar en donde el poder de los hermanos Castro no puede llegar: su cuerpo. La inanición ha supuesto la medida más contundente e incensurable contra un gobierno que para sus detractores cercena las libertades fundamentales del pueblo para sostenerse. No en vano, 200 son los nombres que conforman la lista de los llamados “criminales políticos” que se encuentran dispersos en las cárceles de máxima seguridad cubanas, por el sólo hecho de disentir el castrismo.
Con esta, ya son 23 las huelgas de hambre a las que se ha sometido Guillermo Fariñas desde 1995, siendo una de las más sonadas la que llevó a cabo 2005 para exigir el libre acceso a Internet dentro de la isla y que llegó a prolongarse por siete meses dejándole graves secuelas en su organismo que perduran hasta día de hoy, lo que ha hecho aún más difícil su última protesta.
De las Juventudes Comunistas a la disidencia
Hijo de un guerrillero que llegó a combatir en las filas del ’Che’ Guevara durante la Crisis del Congo de 1965, El “Coco” Fariñas fue un férreo defensor y soldado leal del la Revolución. Cursó estudios en la escuela militar “Camilo Cienfuegos” y formó parte de las tropas de apoyo que protegieron a la embajada de Perú en 1980 durante la irrupción de 10.000 ciudadanos cubanos que pedían asilo político a ese país, desencadenando el “Éxodo del Mariel”. Asimismo fue asignado a uno de los cinco batallones que participaron en la Guerra de Angola, en donde recibió múltiples impactos de balas en el pecho y la espalda.
La inhalación de un gas neurparalizante durante un entrenamiento en la Academia de Desembarco Aéreo de Tambov (Rusia), le generó un lapsus epiléptico que terminó por interrumpir su prometedora carrera militar. Esto lo llevó a enrolarse en Facultad de Psicología de la Universidad Central de las Villas en donde se licenció en 1988.
Durante este tiempo Fariñas gozaba de los poco privilegios que confiere el estado cubano a sus adeptos más fieles, en especial porque ostentaba el cargo de Secretario General de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Sin embargo, el fusilamiento del General de División, Arnaldo Ochoa Sánchez el 13 de julio de 1983, marcó un antes y un después en su vida.
Su oposición a la ejecución del funcionario militar le costó tanto su cargo en la UJC como su carné de militante, que fue reemplazado por el de “ciudadano no confiable”. A partir de ese instante, Guillermo Fariñas se embarcaría en las lindes de la disidencia cubana, exigiendo derechos civiles y denunciando las irregularidades en los centros hospitalarios de la isla, al extremo de plantarse en 1993 ante el mismísimo Fidel Castro delante de prensa extrajera para que se comprometiera a cumplir la promesa hecha a los trabajadores de reabrir el Hospital Pediátrico “Pedro Borrás” a los seis meses de su reconstrucción.
Asimismo, en 1995 denunció la corrupción por parte de la dirección de este centro hospitalario y a los miembros del Comité Central, que se apropiaron de las donaciones que recibía el pediátrico de la Unión Europea, lo que le costó tres años de cárcel en donde comenzaría un largo camino marcado por huelgas y ayunos que continúan al día de hoy.
A lo largo de dos décadas este ex soldado de la Fuerza Armada Revolucionaria de Cuba ha tenido que sobreponerse a muchas batallas personales tanto fuera como dentro de los barrotes de una cárcel, que le han llevado enfrentarse contra el Gobierno al que ante una bandera le juró lealtad.
Sin casi fuerzas para abrir los ojos, soportando una afección hepática, profundas infecciones y fuertes dolores articulares, Fariñas sobrevive a su huelga de hambre número 23 con el firme propósito de “llevarla hasta las últimas consecuencias”, a fin de que 25 presos políticos enfermos sean liberados. Mientras continuará alimentándose a punta de una imbatible voluntad que ha sido capaz de retar a la propia naturaleza.