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General: Raúl no habló,Fidel no asistió
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet20  (Mensaje original) Enviado: 27/07/2010 05:05

 

ELPAIS.COM
El regimen de Castro hará los cambios a su ritmo y sin presiones de la prensa extranjera
El vicepresidente Machado Ventura pronuncia un discurso inmovilista
  
 El presidente Raúl Castro saluda militarmente en la ceremonia celebrada ayer en Santa Clara.
Gobierno de viejos,parados en los años 50.
 
Raúl no habló, Fidel no asistió
POR MAURICIO VICENT - La Habana
Tres ideas: nosotros a nuestro ritmo; cambios sí, pero solo los necesarios para hacer sostenible el socialismo en "este momento histórico"; y nada de dejarse llevar por "precipitaciones" ni "presiones externas", mucho menos por agendas y "campañas de la prensa extranjera". Los mensajes del 57º aniversario del asalto al cuartel Moncada, la fecha revolucionaria más importante de Cuba, fueron bastante claros. Otras cosas quedaron más difusas en la ciudad de Santa Clara, sede del acto político.
 
Raúl Castro, el orador esperado, estuvo presente pero por razones que se desconocen prefirió no hacer uso de la palabra. El discurso lo pronunció el vicepresidente primero, José Ramón Machado Ventura, de 79 años, que muchos analistas ven como símbolo de la ortodoxia y el inmovilismo.
 
Desde luego, no fue el de Machado Ventura un discurso aperturista. Al contrario, transmitió una sensación de frenazo en el peor momento, cuando algunos vaticinaban que, ahora sí, las reformas podrían avanzar en paralelo al proceso de excarcelación de 52 prisioneros de conciencia, actualmente en marcha. Se sabía que, en una fecha como el 26 de julio, este tema ni se mencionaría. Pero ni ese, ni otros.
 
La crisis económica galopante que sacude al país la tocó solo de refilón, y sobre todo para enfatizar lo imprescindible que resulta "ahorrar" y "racionalizar recursos" en todas las esferas, incluidas la educación y la salud, los grandes emblemas de la revolución. Nada de menciones a "liberar las fuerzas productivas" o a los famosos "cambios estructurales y de concepto" de los discursos anteriores de Raúl Castro.
 
Tampoco hubo comentarios ni pistas sobre las reformas que supuestamente el Gobierno realizará a partir de septiembre para reactivar la economía, algo que la sociedad demanda a gritos desde hace tiempo. Entre las medidas a adoptar, estarían la ampliación del trabajo por cuenta propia así como la cooperativización de algunos servicios, además de otras para eliminar subsidios y aligerar unas plantillas infladas en casi un tercio de la población activa de Cuba, 1.300.000 trabajadores.
 
Sin embargo, las palabras de Ventura más que dar ánimo reforzaron la tesis del inmovilismo crónico en Cuba. "Actuaremos sin soluciones populistas, demagógicas o engañosas. No nos conduciremos por campañas de la prensa extranjera", dijo el número dos del Gobierno, y agregó: "Progresaremos con sentido de la responsabilidad, paso a paso, al ritmo que determinemos nosotros, sin improvisaciones ni precipitaciones, para no errar...". Un mensaje bien clarito a quien lo quiera escuchar.
 
Lo que más llamó la atención este 26 de julio fue el silencio de Raúl. Desde 1959, en las conmemoraciones del Asalto al Moncada siempre habían hablado Fidel o Raúl Castro. Solían, incluso, aprovechar la fecha -que marca el inicio de la lucha revolucionaria en Cuba- para pronunciar el discurso más importante del año, en el que se delineaban directrices políticas y económicas de futuro. Esta vez Raúl decidió no hablar y surgieron las especulaciones: que si la reciente reaparición de Fidel ha cambiado la correlación de fuerzas entre "reformistas" e inmovilistas"; que si Raúl no cree en la línea de barricada del discurso de ayer y por eso calló; que si la cohabitación entre Fidel y Raúl es perfecta, y que el menor de los Castro simplemente se reserva para su intervención ante el Parlamento, el próximo 1 de agosto, donde podría esbozar la futura línea económica....
 
Hipótesis hay para todos los gustos. Aunque una cosa es cierta. Tras cuatro años de ausencia, Fidel Castro -que el sábado reapareció de verde olivo- está mejor de salud y cada vez más presente. Lo confirmaba así Ventura: su "visible recuperación es motivo de profunda alegría para todos los revolucionarios cubanos y progresistas del mundo"; nadie puede negar ya que " está presente y combatiendo en este día que tanto significa para él".
 
Su amigo Hugo Chávez también estaba invitado a Santa Clara. A última hora el presidente venezolano declinó asistir debido al incremento de las tensiones con Colombia. Pero sentenció Ventura: "Ante las amenazas y provocaciones, Venezuela tiene todo el derecho a defenderse y contará siempre con el firme respaldo de todo el pueblo cubano". Raúl lo miraba sentado junto al vicepresidente bolivariano Rafael Ramírez, ministro de Energía y Petróleo. Lo que pensaba, entre pronunciamientos de barricada, solo él lo sabe.
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: melaocubano Enviado: 27/07/2010 14:36

 

Sin fanfarrias, pero sin resultados el 26 de julio
 
  
Por Yoani Sánchez
El acto por el 26 de julio comenzó temprano, temiéndole a las lluvias vespertinas y huyendo del sol que provoca picor en la nuca y molestias en el auditorio. Tuvo esa solemnidad que ya es inherente al sistema cubano: pesada, anticuada, por momentos polvorienta. Nada parecía salirse del guión si no fuera porque Raúl Castro no subió al podio, no se dirigió a una nación que aguardaba por un programa de cambios. Su ausencia del micrófono no debe leerse como la intención de descentralizar responsabilidades y permitirle a otro hacer uso de la palabra en tal conmemoración. El general no habló porque no tenía nada que decir, no lanzó un paquete de reformas pues sabe que con ellas se juega el poder, el control que su familia ha ejercido durante cinco décadas.
 
En los discursos anteriores -por esta misma fecha- las frases del segundo secretario del PCC habían creado más confusiones que certezas, así que esta vez evitó que los analistas de uno u otro lado lo reinterpretaran. Ya bastantes dudas trajeron sus augurios en 2007 sobre el acceso masivo a la leche, el pronóstico incumplido de no tener listo el acueducto de Santiago de Cuba y la desafortunada frase de “sólo soy una sombra” con la que comenzó su arenga el año pasado. Quizás también por eso prefirió callar y dejar la alocución al hombre más inmovilista de su gobierno: José Ramón Machado Ventura. Unas premonitorias salvas de artillería estremecieron la Ciudad de La Habana, justo cuando el primer vicepresidente se acercó a la tribuna e inició una arenga plagada de lugares comunes y declaraciones de intransigencia.
 
En referencia a las impostergables medidas a aplicar en la economía y la sociedad, Machado Ventura aclaró que se harán “paso a paso al ritmo que determinemos nosotros”. La vieja confusión de la primera persona del plural, la conocida anfibología de lo aparentemente consensuado. El ritmo, la velocidad y la profundidad de esas ansiadas aperturas se decide en un pequeño grupo que tiene mucho que perder si las aplica y tiempo que ganar si las dilata. Habrá quienes digan que este silencio de Raúl Castro se inscribe en su estrategia de no desplegar demasiadas fanfarrias. Pero, más que discreción política, lo de hoy es puro secretismo de estado. No hacer compromisos públicos con los cambios, no implicarse visiblemente en una secuencia de transformaciones puede ser la manera de advertirnos de que éstas no obedecen a su voluntad política, sino a un desespero momentáneo que –piensa él- terminará por pasar. Al no pronunciarse, nos ha enviado su mensaje más completo: “no les debo explicaciones, ni promesas, ni resultados”.
Fuente de la  información : Generación Y


 
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