Hasta qué punto esta iniciativa pasará de ser un hit publicitario y un intento por lavar la imagen de estas fortunas gigantescas
Por: Ana María Correa
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Probablemente, el paradigma del millonario se esté transformando; la imagen, ahora políticamente incorrecta, del hombre rico, desocupado y despilfarrador esté pasando de moda. Al menos, eso indicaría el reciente anuncio realizado por las 40 personas más ricas de los EEUU, que han decidido donar la mitad de sus fortunas a la caridad. Esta es una iniciativa de Bill y Melinda Gates, pero la lista incluye a gente tan diversa como el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, a Warren Buffet, Ted Turner, George Lucas, director y magnate de la Guerra de las galaxias, y a Larry Ellison, fundador de Oracle. El mismo Buffet ha prometido donar el 99% de su riqueza, que fue estimada en el mes de marzo por la revista Forbes en $47 000 millones de dólares.
Si bien los EEUU tienen una larga tradición de filantropía, son la crisis financiera reciente y su consecuente shock al sistema capitalista contemporáneo y a sus pilares los que probablemente mueven una iniciativa a una escala tan grande como esta. El sistema capitalista de hoy es ciertamente distinto al de décadas atrás, cuando se tomaba por seguro que toda ganancia era "moralmente buena". Sobre todo, cambiaron ciertos paradigmas y valores y se cayeron otros. Ahora, rondan el escepticismo y las dudas frente a las gigantescas fortunas de Wall Street. Es entonces probable que muchos de los adherentes de esta iniciativa hayan decidido curarse en sano frente a los excesos cometidos en la escena financiera del mundo años y meses antes de la crisis. Esta iniciativa, que pretende reactivar los flujos de dinero filantrópico que se redujeron sustancialmente durante la crisis financiera, quiere también motivar a magnates de otras partes del mundo a seguir el ejemplo y que la cultura filantrópica se instale cada vez más profundamente entre los millonarios del planeta.
El programa, que se llama "The Giving Pledge", ha generado debate. Una de las aristas de la controversia gira alrededor de hasta qué punto esta iniciativa pasará de ser un hit publicitario y de un intento por lavar la imagen de estas fortunas gigantescas que generan ahora suspicacia dentro del ánimo de los estadounidenses.
Pero hay cuestiones más fundamentales. David Rockefeller, filántropo consumado, ha afirmado que su familia se mantiene sólida en la creencia de que aquellos que se han beneficiado más del sistema económico tienen una responsabilidad mayor de devolver a la sociedad de formas realmente significativas. Esta creencia ciertamente loable, sin embargo, no resuelve el problema más grande de cómo resolver los problemas de inequidad y exclusión en una sociedad en el largo plazo. La filantropía resulta ciertamente insuficiente para eso y es un paliativo, antes que una solución estructural. Esta filantropía surge de la imperfección del sistema, pues, teóricamente, en un sistema capitalista perfecto, los empresarios no deberían tener que entregar -aunque sea libremente- la mitad de aquello que el sistema les permite amasar, pues el beneficio común se derramaría automáticamente hacia los menos favorecidos. Más paradójico aún, y sintomático de los tiempos, resulta que esta crema y nata empresarial piense que ya tiene demasiado como para seguir acumulado y decida regalar la mitad. ¡Ese sí es un cambio de época!