Pablo Pacheco:
el disidente cubano de la playa de La Malagueta
No todos se quejan,este ya se siente como en su segunda patria
Pablo Pacheco junto a su esposa, Oleivys Garcia, y el hijo de ambos, Jimmy
Desde que salió de Cuba, el periodista Pablo Pacheco estrena mirada. Esta vez lejos de La Habana. Ahora, a 100 metros del Mediterráneo. Espera en un banco del Paseo de Reding, esquina con la calle Fernando Camino, en la zona noble de La Malagueta. Vive con su mujer e hijo en este barrio malagueño, en la casa de acogida de la Cruz Roja, sabiendo que resulta “imposible” olvidar lo vivido. “Lo difícil no se puede olvidar fácil”, sentencia.
Pacheco, de 40 años, sufrió el 19 de marzo de 2003 las consecuencias de la Primavera Negra: una condena de siete años y cuatro meses. El día de su cumpleaños, el 4 de abril de este mismo año, le informaron que estaría 20 años en prisión. Salió hace menos de dos meses. Estuvo en la cárcel por ejercer libremente el periodismo, opinar con libertad, guardar en su casa libros de Cabrera Infante (Mea Cuba) o manuales de periodismo. Ante todo, por no seguir la línea oficial de la dictadura de los hermanos Castro. Le acusaron de ser “mafia cubana americana”.
En la Cruz Roja él y su familia reciben comida y alojamiento gratuito. Además cuenta con una asignación mensual de 100 euros. Se levanta a las siete de la mañana, compra algún periódico en el kiosco, lee la prensa online y actualiza su blog, Voces tras las rejas (que dictaba por teléfono desde la cárcel). También prepara un libro (que llevará por título Pruebas de amor) sobre su experiencia en el destacamento 3, galera 43, de la prisión de Canaletas (provincia cubana de Ciego de Ávila), donde se hacinaban junto a él 27 personas en apenas 30 metros cuadrados.
“España ya es para mí la segunda patria. No pienso irme. Tengo familia en Estados Unidos, en Miami y en Tampa [Florida], pero yo me quedo aquí. Quiero rehacer mi vida. En unos meses me independizaré y espero poder trabajar”, habla el periodista, mientras bebe una Coca-Cola y mordisquea un bocadillo de jamón serrano, “vedado en Cuba”. Se está acostumbrando a comer tarde, le sorprende que aquí exista la merienda y que se cene más allá de las 20 horas. También que los comercios cierren entre las dos y cinco de la tarde.
“Las dictaduras de izquierdas te matan poco a poco”