Caos en Ecuador
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, recibe atención tras ser alcanzado por gas lacrimógeno durante una protesta de policías en el aeropuerto de Quito.
Por ANTONIO MARIA DELGADO
Fuerzas leales al gobierno rescataron el jueves en la noche al presidente ecuatoriano Rafael Correa, en un audaz operativo en que el grupo de Operaciones Especiales del Ejercito se enfrentó a tiros con el grupo de policías sublevados que mantuvo al mandatario en cautiverio durante la mayor parte del día.
Alrededor de unos 500 militares que portaban máscaras antigases participaron en el operativo para rescatar al mandatario del Hospital de la Policía, donde Correa permanecía detenido por agentes de la policía que se habían sublevado en protesta por una nueva ley que afectaba sus beneficios.
Tras su liberación, el propio Correa dijo que al menos cinco integrantes de las fuerzas leales habían resultado heridos. Las autoridades no habían informado de bajas entre los policías o los civiles que estaban en el hospital.
"Este es un día de profunda tristeza', dijo Correa ante un nutrido grupo de seguidores reunidos en el Palacio de Carondelet. "La culpa de esto lo tienen los conspiradores de siempre, quienes emprenden campañas de desinformación para conseguir lo que no pueden conseguir a traves de las urnas'.
El gobierno ecuatoriano había decretado previamente el estado de excepción y ordenó a las Fuerzas Armadas salir a las calles para mantener el orden público, en respuesta a la sublevación del amplio grupo de policías y militares.
Correa, quien había sido internado en el hospital tras salir lesionado en una refriega entre los manifestantes, calificó la sublevación de los efectivos como un intento de golpe de Estado.
"Tienen prácticamente secuestrado al presidente', había dicho en la tarde Correa a una estación de radio, explicando que no podía salir del hospital porque las instalaciones se encontraban rodeadas por los policías en rebelión. "Si algo me pasa, la responsabilidad es de ellos. Yo sólo quiero decirles que mi amor por la patria es infinito y que donde esté siempre amaré a mi familia'.
Durante el cautiverio, Correa dijo que no estaba dispuesto a negociar con los policias sublevados.
"Primero muerto', respondió Correa cuando le preguntaron si estaba dispuesto a negociar. "Con esa medida de hecho olvídense de cualquier acuerdo o diálogo. Mientras continúen estas medidas de hecho no hay nada que dialogar, nada que acordar, ni se les ocurra traerme nada para firmar'.
Expertos consultados por El Nuevo Herald habían calificado de poco probable que la crisis condujera al tipo de eventos que propiciaron la salida en los últimos años de los presidentes ecuatorianos Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.
Las afueras del centro hospitalario fueron escenario de varios choques en la tarde del jueves entre simpatizantes de Correa y los agentes de la policía que habían establecido un cerco alrededor del edificio.
Cientos de agentes se tomaron el jueves varios de los principales cuarteles de policía del país, y cerraron calles con llantas incendiadas, mientras que integrantes de la Fuerza Aérea tomaron el control de los aeropuertos de Quito y de Guayaquil, para protestar por una nueva ley que modifica las bonificaciones que recibían.
Los efectivos también se declararon en huelga y dejaron de patrullar las calles en las principales ciudades del país. La falta de presencia de los organismos de seguridad desató una ola de asaltos y de saqueos.
"Guayaquil está bajo un caos total en este momento', dijo desde esa ciudad el analista político Héctor Céspedes. "Más del 80 por ciento de la fuerza policial del país se encuentra en huelga y las calles están totalmente desatendidas. Ha habido muchos asaltos, saqueos en tiendas y supermercados y varios robos de bancos'.
En Guayaquil, el principal centro económico del país, medios locales reportaron que al menos tres bancos habían sido asaltados por delincuentes mientras que miles de negocios cerraron sus puertas y muchas personas estaban encerrandas en sus casas en para evitar los robos.
El ministro de Seguridad, Miguel Carvajal, anunció el estado de excepción y dijo que el gobierno ordenó a las Fuerzas Armadas salir a la calle para tratar de imponer el orden público, al tiempo que el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, el general Ernesto González, instó a los policías en rebelión a poner fin a la sublevación.
"Es mi pedido muy formal a los compañeros de la Policía Nacional, que depongan su actitud y que tengan la seguridad y la confianza en el mando policial y militar de que la situación va a ser solventada, y sobre todo, se garantizarán sus derechos', dijo González en una rueda de prensa.
Pese al anuncio del estado de excepción, residentes de Quito dijeron que no había rastros de ellos en la ciudad.
Correa, quien fue sometido la semana pasada a una operación de rodilla, fue a parar al hospital el jueves tras dirigirse a un cuartel para confrontar a los sublevados y producirse un altercado que fue reprimido con gases lacrimógenos.
En las declaraciones transmitidas desde el hospital, Correa dijo que una de las bombas fue detonada a pocos centímetros de su cara y que luego uno de los manifestantes trató de quitarle la máscara de gas que le habían suministrado.
"Me quitaron la máscara para que me asfixie. Entonces me trajeron [a la clínica]. Es verdad que no podía respirar', relató Correa. "Me tuvieron que ingresar en el hospital [. . .]. Es impresionante nuestra fuerza pública, atacaron al Presidente'.
Las manifestaciones de respaldo a Correa no se hicieron esperar y los gobiernos de Estados Unidos, Brasil, Venezuela, Cuba, México, Colombia, Chile y España condenaron la sublevación de los policías.
"Estados Unidos condena cualquier intento de violar el proceso democrático y el orden constitucional en Ecuador', firmó la representante estadounidense ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Carmen Lomellin, durante una reunión de emergencia del organismo en Washington.
La OEA, que sostuvo el jueves una reunión de emergencia para analizar los eventos en Ecuador, también repudió el alzamiento de los efectivos de la policía.
En una resolución aprobada unánimemente, la OEA rechazó "cualquier intento de alterar la institucionalidad democrática en el Ecuador' y llamó a los "sectores políticos y sociales a evitar todo acto de violencia'.
La ley de servicio público que originó el conflicto ya había provocado una crisis entre Correa y su bloque legislativo, que el miércoles rechazó algunos artículos de la iniciativa, que prevén reducir la nómina estatal.
La ministra de la Política, Doris Solís, había señalado previamente esta semana que Correa estaba evaluando la posibilidad de disolver el Congreso y llamar a elecciones generales anticipadas, haciendo uso del mecanismo constitucional conocido como "Muerte Cruzada', que faculta al presidente hacer uso de estas medidas en casos de crisis o de conmoción interna.
Santiago Nieto, director de la encuestadora ecuatoriana Informe Confidencial, dijo que la sublevación es consecuencia del descontento entre varios sectores de la policía nacional que venía acumulándose desde hace tiempo.
Nieto, sin embargo, desestimó que el enfrentamiento con el organismo policial pudiera convertirse en un movimiento de amplio respaldo popular que termine por provocar la salida del mandatario.
"En el caso del presidente Correa, la situación es muy diferente a la de Bucaram, Mahuad y Gutiérrez', dijo Nieto. "Correa todavía tiene buena imagen a nivel del conjunto de la población. El presidente está muy bien evaluado, tiene buena imagen. No hay ese desencanto que ayudó a ciertos sectores a destituir a los otros presidentes'.
Pero la crisis podría tomar algo de tiempo en ser resuelta ante el hecho de que Correa no está dispuesto a negociar.
"Rafael es un fanático drogado con la droga del poder y los fanáticos no reconocen que se equivocan y prefieren morir a reconocer el error', dijo una fuente familiarizada con figuras del gobierno. "Su discurso de hoy de romperse la camisa, de aflojarse la corbata y poner el pecho para que lo maten, es propio de un fanático que dice: ‘Yo no voy a cambiar y muero en el intento' '.
Añadió que los militares también son afectados por la nueva ley, ya que les rebaja ciertos aguinaldos con los que se compensaban los sueldos bajos.