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General: CUBA O LAS PROMESAS ROTAS
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De: cubanet201  (Mensagem original) Enviado: 07/10/2010 16:02
 
Cuba o las promesas rotas
 
Un hombre corta el pelo a un niño en una calle de La Habana. I AP
Un hombre corta el pelo a un niño en una calle de La Habana
Por Gina Montaner
El otoño se presenta desapacible en Cuba. No es la primera vez que el gobierno decreta arbitrariamente políticas económicas que son la negación de otras anteriores, pero en esta ocasión ya no hay norte, si es que alguna vez lo hubo en este medio siglo desperdiciado.
 
El resultado de esta terapia de choque lanzada por Raúl Castro ha sido el despido fulminante de 500,000 empleados públicos, con el objetivo de llegar a un millón de parados que deben convertirse en cuentapropistas capaces de crear pequeñas empresas, siempre y cuando no excedan la lista de 178 (ni una más ni una menos) actividades aprobadas por el gobierno.
 
Por si fuera poco, esta semana el periódico oficial Granma anunciaba que habrá recortes drásticos en el sistema sanitario y educativo, los dos grandes logros de una revolución famélica y totalitaria. En cualquier país del primer mundo medidas menos drásticas habrían provocado una huelga general pero, irónicamente, en el paraíso del proletariado la calle no es de los trabajadores.
 
Es un otoño áspero de decepciones. Desde hace años los cubanos están habituados a llevar sus propias sábanas y gasas a los centros hospitalarios. Y en las aulas de los colegios y universidades el costo de la educación gratuita ha sido el del adoctrinamiento. No obstante, en medio del desaliento consolaban los dispensarios subvencionados, la alfabetización masiva y los escasos víveres que garantizaba la libreta de racionamiento.
 
Un mínimo de estabilidad en la precariedad insular. Ahora se tambalean los frágiles cimientos de un sistema construido sobre arena movediza. El comunicado del Granma lamenta informarle a los ciudadanos que es imposible seguir destinando casi un 47% del presupuesto nacional en salud y educación. En verdad siempre fue una cifra insostenible que tarde o temprano tenía que colapsar. Tan imposible como la pretensión de mantener al 84% de la población trabajando para el estado.
 
Heridos por la recesión global y con el fantasma de la miseria que se vivió en la isla bajo el Periodo Especial tras la caída del bloque soviético, Raúl Castro pretende poner parches con una dosis de apertura controlada, pero la fórmula se vendrá abajo por una sencilla razón: de acuerdo a un certero análisis del politólogo Javier Corrales, de Amherst College, los cubanos no confían en un gobierno que a lo largo de los años ha promulgado reformas y contrarreformas que han echado por tierra cualquier iniciativa privada como los mercados libres campesinos, la gerencia de paladares o la gestión de parcelas de tierras.
 
Todavía recuerdan la ofensiva revolucionaria de 1968, que acabó con más de 55,000 pequeños negocios que quedaban de la etapa prerrevolucionaria; o la campaña de Rectificación de Errores en 1986, con la clausura de los pocos mercados que entonces funcionaban. Demasiados palos para tan pocas zanahorias. Lo único que los ha salvado de estos vaivenes esquizofrénicos ha sido el flujo constante de remesas que desde la diáspora envían los exiliados. Se calcula que dicho monto alcanza la impresionante cifra de dos mil millones de dólares anuales.
 
Estas nuevas (viejas) medidas con las que Raúl pretende sanear el régimen sólo han generado más melancolía. Basta con entrar en el Blog de Yoani Sánchez: "De ahí que el escepticismo ronde al anuncio que estas 'flexibilizaciones' a la inventiva privada contribuirían a solucionar los graves problemas de nuestra economía". En Cuba el otoño ha traído más promesas rotas.
 
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