Como perder el miedo a la muerte
Todas las religiones, incluso las más primitivas, coinciden en considerar la muerte como un momento de transición, en el que una parte de nosotros se traslada en el tiempo y el espacio para encontrarse con el Gran Misterio; mientras que otra parte, la visible, desaparece del mundo material. Este punto de vista místico ha sido, en los últimos años, analizado en profundidad por la biología. Esta disciplina científica -junto con los aportes de la ética- ha ayudado a diseñar una serie de valiosas técnicas para enfrentar nuestra propia muerte y la de los seres que amamos.
Qué es la muerte?
Según la organoterapia post-reichiana, es la elaboración actual de milenarias creencia funerarias. Así fue bautizada por haber surgido gracias a los invalorables aportes del psicólogo William Reich. La muerte es aquello que no existe en sentido absoluto. Nada desaparece, todo se transforma y por eso podemos interpretar el morir como un proceso más del ciclo vital, una verdadera metamorfosis de cambio y anulación de una estructura determinada. La transformación de la oruga que abandona su envoltorio y se libera, convertida en mariposa.
Muerte con cara
"Vivir con la muerte al lado" es un modo sabio de potenciar nuestro día a día, tal como lo afirmaba el Chamán Don Juan. Así figura en los relatos del antropólogo Carlos Castañeda y numerosos ascetas de diversos cultos que habían descubierto el impulso que habita en la ida de la muerte. Para William Reich, saber que algún día conoceremos nuestro fin nos moviliza y contrarresta la tendencia a "esperar sentados". Una fuerza a la cual nos conduce el consumismo, el conformismo, la incomunicación, el aislamiento y el anquilosamiento de nuestros hábitos cotidianos.
El mayor beneficio de la muerte
Abrir nuestra conciencia a la vida, permitiéndonos disfrutar con intensidad del aquí y ahora de cada momento. ¿Y el beneficio de la vida? Si aceptamos nuestro yo espiritual, el beneficio reside en prepararnos correctamente para la muerte, entendiendo que nuestra existencia carnal no es más que una etapa de purificación para que el alma pase luego a habitar el mundo de los Deseos o Astral, hasta su ascensión final.
Para la muerte no hay diferencias: no hay ricos o pobres, o buenos o malos, o bellos, o feos; su guadaña implacable cae sobre todos, no como castigo, sino como símbolo de un ciclo que termina y otro que se inicia: nacemos y morimos; a veces, una balanza reemplaza la guadaña, recordándonos la misma imparcialidad.
El mundo es un mensaje aún más claro: la Tierra es toda suya, le pertenece, sin fronteras ni distinciones.