ECUADOR: PEDAZO DE MAJADERO - Cuba Eterna

Si usted es burócrata, policía, militar o tiene un puesto sobre el que Rafael Correa tenga injerencia directa, ya sabe lo que tiene que hacer: cerrar la boca. Ni se le ocurra decir lo que ya sabemos: que aquí no hubo secuestro ni intento de golpe de Estado. O se encontrará con una aclaración como la de este sábado: “Soy el Presidente de la República, pedazo de majadero. Tú eres mi subalterno y no puedes estar… tratando de hacer quedar como mentiroso a quien es tu jefe”.

Correa no acepta que contradigan sus teorías de conspiración, secuestro y golpe de Estado. Por eso dio la orden de que se separe del hospital y de la Policía Nacional al coronel César Carrión.

El ahora ex director del Hospital de la Policía dijo en una entrevista con la cadena CNN que la seguridad del Presidente nunca estuvo amenazada en su habitación del hospital, que estaba bien resguardado, que nadie lo tenía secuestrado. Suficiente para que Correa lo llame “mentiroso”, “conspirador”, “tipejo”, “mal policía”, “mal doctor de la República” y “pedazo de majadero”.

El mensaje es clarísimo. O aceptas la versión oficial de los hechos, o te conviertes en conspirador. Después del falso golpe de Estado, el Gobierno convierte a los opositores en conspiradores y potenciales terroristas. La persecución es descarada. O que lo cuente Mery Zamora, presidente de la UNE, a quien el Gobierno pretende encarcelar.

Correa dice que Zamora debe ser juzgada por poner en riesgo a nuestros jóvenes estudiantes al incitarlos a salir a las calles a protestar. Zamora, más allá del rechazo que pueda causar por sus posturas radicales, está en libertad de hacer oposición. Antes, cuando los revoltosos y lanza piedras de la UNE y MPD apoyaban al Gobierno, eran buenos revolucionarios. Ahora son conspiradores.

Así funciona esta falsa revolución. Mientras funcionarios comecheques se pasean tranquilamente, los opositores deben esconderse. Si lo de Zamora es por poner en riesgo a los jóvenes, que detengan entonces de inmediato a Ricardo Patiño. Nuestro “Canciller” fue el primero en poner varias vidas en riesgo al incitar a la gente a salir a dizque rescatar al Presidente del Hospital de la Policía.

Los numerosos medios gubernamentales y las incontables cadenas nacionales acentúan esta persecución política a opositores. ‘En Busca de la Verdad’, programa con nombre irónico, ha transmitido una serie de reportajes sobre los supuestos conspiradores detrás del “golpe”. Pura propaganda gubernamental y teorías de conspiración. Canales de ecuatorianos, que nosotros financiamos, atacando a los mismos ecuatorianos. Al menos el Gobierno no puede controlar la televisión internacional y el internet. ¿Se animarán los canales independientes a investigar a fondo lo ocurrido el 30 de septiembre?

Cuando el Presidente equipara oposición con conspiración, la democracia se vuelve ficción. No hay justicia en un país que persigue al que contradice al Gobierno. Correa olvida que él debe servir a los ecuatorianos, no servirse de ellos. Que su palabra no es la ley. Pretende que agachemos la cabeza ante su presencia. Que aceptemos cualquier cuento que nos venda.

Tal vez Correa logre intimidar a la oposición. Pero su actitud terminará destruyéndolo. Al final, él es su único conspirador.

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Mensaje 2 de 2 en el tema

De: cubanet201

Enviado: 30/10/2010 14:53

El mejor golpe a un mes

Alfonso Oramas Gross
A un mes de la insubordinación policial que puso en vilo a la democracia ecuatoriana, el gobierno de Rafael Correa ha cumplido con uno de sus objetivos primordiales, el que la gran mayoría de ecuatorianos piense que lo del pasado 30 de septiembre fue inobjetablemente un golpe de Estado; dicha percepción, es decir la del golpe de Estado, ha sido alimentada por la vía oficial, convirtiéndose en una virtual cuestión de Estado, para cuyo efecto la propaganda política solo ha permitido una vía posible: o fue golpe de Estado o fue golpe de estado

Resulta válido señalar que el hecho de que la mayoría de la opinión pública crea que la insubordinación policial fue un golpe, no lo convierte necesariamente en golpe de Estado. En otras palabras, la gente puede estar convencida de algo, sin que necesariamente esa creencia encaje plenamente con la realidad. Insisto en la idea que los hechos del 30 de septiembre fueron un golpe bajo a la democracia y un insulto a la investidura presidencial, pero eso no los transforma automáticamente en un coup d’etat (conocida expresión francesa utilizada por James Howell en el año 1646 en el libro Louis XIII), más allá de que la teoría política haya incorporado varias interpretaciones de golpes de Estado en los últimos años. Posiblemente, solo el rigor histórico permitirá, en algún tiempo, afirmar o desmentir lo que ahora el Gobierno mantiene como verdad irrefutable.

Por otra parte, resulta interesante referirse al entusiasmo con que el presidente Correa previene de cualquier rebelión similar, expresando que cualquier manifestación de ese tipo se encontrará “con la fuerza decidida de un pueblo que no se esconde ni se rinde”; es decir que el mandatario sugiere una militante fuerza popular preparada a contrarrestar cualquier intento de golpe o alteración del orden constituido. Con ese antecedente, supongo que el Gobierno ha revisado –sin apasionamientos– la verdadera respuesta popular que se dio en las calles del país a raíz de la insurrección policial, pues no fueron decenas de miles los que se movilizaron en Quito. (A propósito, ¿cuántas personas fueron realmente a la Plaza de la Independencia o a los alrededores del Hospital de la Policía?). Señalo esto ya que no es lo mismo asegurar que cerca de cien mil personas respaldaron al régimen en las calles, que constatar el número final de movilizados ese día.

Aún más, ¿cuál hubiese sido la respuesta popular si es que el pasado 30 de septiembre el presidente Correa era removido del cargo presidencial a la fuerza? La pregunta es demasiado especulativa para sostener, al menos si se recuerda la indiferencia ciudadana ante los golpes de Estado sufridos por gobernantes ecuatorianos en las últimas décadas. Sin embargo, dado su alto nivel de aceptación, el presidente Correa podría tener razones suficientes para creer que un sector de la población se movilizaría en contra de un intento de golpe de Estado, pero ni el más consumado seguidor del régimen podría asegurar aquello. Por eso alguien dijo con razón, hace mucho tiempo, que no hay mejor golpe que el que nunca se da.