La huella de los Estefan
Es difícil entender que ha pasado un cuarto de siglo desde que Gloria y Emilio Estefan llegaron a la cumbre
de la lista de las canciones más populares con su gran éxito Conga.
POR JOE CARDONA
Gloria dijo una vez que los percibían demasiado norteamericanos para ser cubanos y demasiado cubanos para ser norteamericanos. Esa ha sido su magia.
Gloria y Emilio y su Miami Sound Machine lograron llegar a ese dulce punto cultural, siempre elusivo, donde lo extranjero no se presenta como algo extraño o imponente. También dieron inicio a la era de los cubanoamericanos. A través de sus contagiosos ritmos, le indicaron al mundo que formábamos parte del tejido norteamericano.
Hace poco tuve la oportunidad de entrevistar a Gloria y Emilio para un proyecto de documental. Me alentó descubrir que la dinámica pareja se ha convertido en un pilar de nuestra comunidad, ejemplares embajadores de nuestra ciudad, e infatigables defensores de la libertad.
Antes de Gloria y Emilio, la historia de los cubanoamericanos era el secreto mejor guardado de Estados Unidos. Muchos creían que los cubanos de Miami éramos un cruce entre Tony Montana y Ricky Ricardo. Pero entonces llegó Conga.
En el verano de 1985, me encontraba en la universidad en Tampa, que no está lejos geográficamente pero culturalmente está a un millón de millas de mi ciudad natal, Hialeah. Estaba en un club llamado The London Victory Club cuando la contagiosa canción se escuchó por los altavoces y casi instantáneamente me hizo no tan diferente.
De pronto, jóvenes de cercanos enclaves anglos estaban usando los mismos pantalones Jag y las camisas Ton Sur Ton que se habían adueñado de Miami a mediados de los 80. Las chicas se cambiaban el peinado; el cabello rizado era sexy. El acento de Miami con un toque cubano se repetía en lugares tan lejanos como St. Paul, Minnesota, y Nutley, Nueva Jersey. Ser cubano estaba de moda.
La fama del pop tiene un devastador efecto bumerán, ejemplificado en la caída de ídolos como Michael Jackson y Boy George. A pesar de toda la adoración de los fans, es difícil estar a la altura de las expectativas.
A los Estefan les pasó lo mismo. Muchos críticos repetían que nunca podrían llegar de nuevo al primer lugar de la lista de éxitos.
Para delicia de sus fans y para beneficio de nuestra ciudad, los Estefan continuaron su meteórico ascenso. Los éxitos musicales y los premios se repitieron a pesar del aumento del escrutinio.
Pero los hijos de exiliados cubanos --como Gloria y Emilio-- no son ajenos al esfuerzo y al trabajo duro. El camino del éxito de esta comunidad se ha abierto con coraje y sacrificio.
Gloria y Emilio se levantaron de un origen humilde y de circunstancias difíciles. ``De joven pasé hambre. Mientras crecía en Miami, a veces la única comida del día era en el lugar donde interpretaba mi música y podía comer gratis', confesó Emilio.
La situación de Gloria no era menos dificultosa. En su adolescencia, Gloria tuvo que atender a su padre, que tenía esclerosis múltiple y sufría además el dolor de no ver a su país libre de la tiranía de Fidel Castro.
Superar los impedimentos de su juventud y convertirse en sensaciones musicales no pasó de la noche a la mañana. Gloria y Emilio animaron con su música todas las bodas, fiestas de quinces y bar mitzvah al sur del lago Okeechobee. Después de lograr un triunfo inicial con el álbum Primitive Love, que contenía el éxito Conga, los Estefan dieron la batalla y vencieron a medios muy críticos y superaron un accidente casi mortal, todo con una clase y una elegancia extraordinarias.
A lo largo de los años, los Estefan nunca han rehuido su deber como líderes de la comunidad. Dirigieron tareas de alivio a raíz del huracán Andrew y apoyan perpetuamente causas benéficas importantes como United Way.
Como cubanoamericanos también han dado un paso al frente para marcar una pauta política. Recientemente convocaron y encabezaron una protesta pacífica a favor de las Damas de Blanco y recibieron en su casa al presidente Obama para transmitirle el mensaje de los disidentes en la isla esclava.
``La libertad de Cuba es importante para mí no sólo porque nací allí, sino porque mi padre luchó durante toda su vida por la libertad en Cuba y en Estados Unidos. No puedo dejar que eso sea en vano', me comentó Gloria.
Veinticinco años después de Conga, la huella de los Estefan sigue definiendo a nuestra ciudad. Defienden valientemente las esperanzas y las aspiraciones de los abuelitos y abuelitas, a menudo olvidados, que anhelan una Cuba libre, e inspiran a este cubanoamericano cuarentón a transmitir con orgullo a mi hija de tres años un legado tejido en el gran tapiz norteamericano por dos jóvenes de Miami de voluntad firme que una vez fueron demasiado norteamericanos para los cubanos y demasiado cubanos para los norteamericanos.