Estás despedido
El próximo lunes 15 de noviembre Jaime Bayly
reaparecerá en Mega a las 10 de la noche hora de Miami.
POR JAIME BAYLY
Hace pocas semanas fui despedido de un canal de televisión peruano.
La carta que me informó de tal despido alegó que yo ``había violado la línea editorial del canal'.
¿Por qué o cómo había violado la línea editorial del canal peruano?
Según la carta, yo había perpetrado tal violación al decir en mi programa que el canal le tiene miedo al presidente del Perú y está hincado de rodillas ante él.
Como no he leído un texto o manual que describa la línea editorial del canal que me despidió, debo suponer que dicha línea consiste, al menos en parte, en no tenerle miedo al presidente del Perú ni hincarse de rodillas ante él.
Sin embargo, el contrato que me unía al canal decía que yo tenía ``plena libertad para expresar mis opiniones en mi programa de televisión'. Pero antes advertía que dichas opiniones debían ceñirse a la línea editorial del canal, de modo que mi libertad no era plena e irrestricta, se hallaba restringida por la línea editorial del canal, una línea que era incierta y no estaba (no está, creo) expresamente delineada.
En cualquier caso, si nos atenemos a la carta que me despidió, fui acusado de violar la línea editorial del canal por decir que el canal estaba de rodillas ante el presidente del Perú. De lo que puede desprenderse que el canal considera que no está de rodillas ante el presidente del Perú.
Si el canal que me despidió es benévolo, adulón o amable con el presidente del Perú, es un asunto debatible, subjetivo. Si el canal le tiene miedo al presidente peruano, es un asunto imposible de probar, porque en este caso, cuando aludimos al canal, estamos en realidad aludiendo a su dueño, y yo no puedo demostrar que el dueño del canal le tenga miedo al presidente del Perú
Sólo sé que el dueño del canal que me despidió es amigo del presidente del Perú. Pero eso no implica que le tenga miedo o se arrodille ante él. Yo también me considero amigo del presidente del Perú y no le tengo miedo ni le hago genuflexiones.
Por lo tanto, podemos llegar a dos conclusiones: el canal no podría probar de modo irrefutable que yo violé su línea editorial (puesto que no recibí al firmar el contrato un texto que fijase la línea editorial del canal) y yo no podría probar que el canal está de rodillas ante el presidente del Perú o le tiene miedo.
Lo que no parece debatible es que fui despedido por decir en mi programa de televisión en Perú unas opiniones que disgustaron y contrariaron al dueño del canal.
Lo que nos lleva a la siguiente cuestión: Si el contrato decía que yo tenía plena libertad para dar mis opiniones, ¿es justo que el dueño me despida por dar libremente mis opiniones?
Esto nos remite al conflicto entre la libertad de empresa y la libertad de expresión, o entre quién manda a quién: ¿es el dueño del medio de comunicación quien decide qué se opina en su empresa, o son los periodistas que trabajan en ese medio los que deciden libremente qué se opina, aun si lo que opinan desafía o contradice las opiniones del dueño?
Mi posición es clara: aunque parezca injusto que me contraten para dar mis opiniones y luego me despidan precisamente por darlas, creo que es justo que el dueño de un medio de comunicación sea quien finalmente decida quién opina o qué se opina en su empresa.
En ese sentido, creo que sería razonable decir que cuando hablamos de la línea editorial del canal que me despidió (o de un medio de comunicación en general) en realidad estamos hablando de la opinión del dueño de esa empresa. Dicho más crudamente, la línea editorial es la opinión del dueño.
De modo que, aunque me duela, creo que es absolutamente justo que el dueño del canal peruano me haya despedido porque no comparte mis opiniones políticas.
La lección aprendida es simple: Cuando un canal de televisión te contrata y estipula que tienes ``pleno derecho a divulgar tus opiniones sin restricción alguna', lo que no dice el contrato es que si esas opiniones no le gustan al dueño del canal, entonces serás despedido, de modo tal que podríamos afirmar que la libertad de opinar del periodista termina cuando colisiona con la opinión del dueño del medio de comunicación en el que trabaja. Puestas en conflicto la opinión del periodista y la del dueño que le paga su salario, por supuesto prevalece la opinión del dueño y el periodista es despedido.
PD. El próximo lunes 15 de noviembre mi programa Bayly reaparecerá en Mega a las 10 de la noche hora de Miami. Haré mi mejor esfuerzo para que se diviertan.