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General: "LA REVOLUCIÓN PROMETIDA"
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 26/12/2010 15:23
¿Y esto era la revolución prometida?
El condicionamiento ideológico de una izquierda extrema latinoamericana, adicta al Gobierno cubano y ahora al de Venezuela,  se mantiene aún muy fuerte en los medios académicos
 
 
Un hombre espera pacientemente por clientes para llenar encendedores con gas
en La Habana (Foto: Desmond Boylan/Reuters)

 Por Javier Campos
Mi historia aquí no es nada que los cubanos que viven fuera o dentro de la Isla desconozcan. Parte de esta columna se publicó en Chile este año en un periódico. El 98% de los comentarios a mi artículo trató de derechista al autor, de vendido al imperio yanqui, aparte de desacreditarlo como escritor. Es que cuando se está en desacuerdo con la izquierda más dogmatica, el articulista es puesto automáticamente en la lista de la extrema derecha. Y no pocos usan el calificativo de fascista. Los que antes eran amigos ya dejaron de serlo, porque por vivir en EEUU somos parte del imperio. Contar mi experiencia en Chile por ejemplo, viajando a Cuba, aún no es creíble. El condicionamiento ideológico de una izquierda dura latinoamericana adicta al Gobierno cubano, y ahora a Venezuela, conserva aún muy fuerte un reflejo condicionado. Oír Cuba es para ellos, como si estuviéramos en 1959, el “territorio libre de América”. Y allí está el Partido Comunista chileno, y otros, la izquierda más dogmática, vivos ejemplos de ceguera ideológica.
 
Me ha pasado en mi propia universidad norteamericana. Un académico, socialista norteamericano, por yo opinar distinto sobre Cuba, consideró que yo era un panfletario y que estaba haciendo proselitismo por el solo hecho de enviar artículos míos publicados en medios latinoamericanos a colegas del programa de estudios latinoamericanos. Pero en cambio era “aceptable” cuando un colega norteamericano pidió que varios académicos de ese mismo programa nos solidarizáramos con académicos cubanos y les ofreciéramos gratis el acceso de nuestra biblioteca norteamericana, vía Internet, para sus investigaciones. Yo me opuse, el único de los diez académicos de ese programa de estudios latinoamericanos que lo hizo. Sabemos, comenté, que el acceso a Internet no es libre en Cuba. O lo es para académicos cubanos adictos ciegamente al régimen, autorizados por su universidad y el Gobierno a conectarse a la red. Comenté también sobre la disidencia en la Isla que también necesitaba esa ayuda, pero mi cometario cayó en un pozo de silencio. Ninguno de esos académicos dijo nada. Y nadie apoyó mi iniciativa.
 
¿Cuántos académicos norteamericanos conocimos en los 80 que organizaban paneles y manifestaciones apoyando las guerrillas centroamericanas, a la revolución sandinista, y la cubana? ¿O invitaban a activistas, dirigentes, músicos, etc.? En ese momento si un académico opinaba distinto, como decir que la ex URSS financiaba a Nicaragua, o que Cuba entrenaba a militantes del MIR chileno, era considerado un despistado políticamente, aparte de que lo calificaban de derecha, y de que apoyaba al imperialismo yanqui. Quiero decir que muchos de los socialistas norteamericanos están ahora en una crisis porque siguen funcionando como si estuviéramos en los 60, 70 y 80. O más bien tienen una incapacidad de desprenderse de una perspectiva marxista que ya no funciona en estos tiempos globales. Y lo que sigue es lo que aquel profesor consideró panfletario y proselitista sin dar más razones. Menos contradecirme con argumentos de por qué estaba en desacuerdo. Los demás académicos guardaron silencio sepulcral.
 
Hace siete años que no regresaba a Cuba cuando este febrero de 2010 estuve en Habana. En este nuevo viaje podría dar muchos ejemplos tomados de la realidad cotidiana de los cubanos para demostrar que allí no ha llegado la modernidad en ningún sentido. No se ve por ninguna parte o probabilidades de que aparezca en un futuro próximo. Es una isla cercada por murallas, como un pintor cubano la dibujó hace unos años. Ir a Cuba es viajar al pasado y salir de allí es regresar a otro mundo con el que sueñan en la Isla más de 12 millones de personas. La reciente autorización de más de cien oficios permitidos a ciudadanos cubanos (“los por cuenta propia”) para que ejerzan legalmente un negocio privado indica que desde 1959 el crecimiento de la economía de mercado ha sido inexistente en esa isla, aun inflando descaradamente el PIB, asunto que la CEPAL muchas veces ha criticado. Si en algún país del mundo cualquier presidente inflara el PIB, inmediatamente habría alguien que demostraría lo contrario. Es la democracia que permite revelar por qué se está en desacuerdo con el Gobierno. Procedimiento democrático que no existe en Cuba.
 
Pero el siguiente ejemplo habla por sí solo donde la modernidad allí no ha llegado aún. Y quién sabe cuándo llegará. Hace 9 años vi a un hombre cerca del Coppelia vendiendo líquido para los encendedores. El hombre tenía unos tubos y de allí con una pajita rustica ponía el líquido a los encendedores. Este febrero de 2010 estaba aquel mismo hombre vendiendo lo mismo. Hace dos años Raúl Castro autorizó que los cubanos pudieran tener celulares. “Autorizó” es la palabra clave en este caso donde el destino de 12 millones de cubanos depende de los ánimos de una sola persona o del Consejo de Estado. Esta vez vi a gente con celulares. A muchachitas jóvenes con celulares. A otros con teléfonos BlackBerry, que un mesero cubano me dijo era como un objeto de otro planeta. El jamás los había visto y no podía creer hasta donde había llegado la tecnología fuera de la Isla. Ellos jamás se habían enterado de que existía ese objeto maravilloso. Y para el mesero, que ganaba en pesos cubanos, era insólito. Era estar marginado para siempre de los beneficios de esa tecnología en la Isla.
 
Pero los celulares cuestan desde 60 dólares para arriba. Y entonces hay que comprar una tarjeta de 10 dólares para usar el teléfono (nada de eso se vende en pesos cubanos sino en pesos convertibles). O se compra la tarjeta única por ese precio o no se compra. O sea que el uso de la tecnología es otra vez un apartheid para una minoría que incluye a personas del Gobierno u otras instituciones, y a los que en Cuba pueden obtener los milagrosos pesos convertibles o reciben ayuda de fuera de la Isla que les envían sus familiares. El turista apenas se entera de la existencia de esta doble moneda. Piensan que todos en Cuba usan esos pesos convertibles.
 
Pero los turistas más avispados ya conocen la realidad cubana. Aunque, por lo general, sólo van a las bellas playas cubanas y son recibidos en un terminal especial en el aeropuerto donde los recogen rápidamente unos bellos buses modernos y los llevan directamente a los hoteles. Estos, que han aumentado mucho en la Isla, son enclaves turísticos donde se come y se bebe de lo mejor, de lo que no existe en la mesa del cubano normal. Aquél que gana 15 dólares (o 15 pesos convertibles o cuc) al mes, pero en pesos cubanos (360 pesos), ¿cómo puede ir a comer a un restaurante para turistas donde el buffet cuesta 15 cuc y que hay que pagar sólo en esa moneda? La ironía es que esta situación de apartheid en la Cuba actual es lo que la revolución quería destruir en 1959 al sacar al dictador Batista.
 
A Cuba viajan miles de turistas. Únicamente les interesa pasarlo bien y ser bien servidos. O viajan turistas revolucionarios invitados por el régimen que no ven nada raro allí porque la realidad puede verse de otra manera bajo una dogmática perspectiva ideológica. Pero esta vez noté que los cubanos, los millones que deben vivir encerrados en su isla, hablan abiertamente en la calle con cualquiera que no es de Cuba de lo mal que se vive en ese país. Porque en esa isla hay horrorosas condiciones de vida que no se pueden ocultar, excepto en los medios masivos del Gobierno, en su “Radio reloj”, en sus controlados canales de televisión, y en la izquierda dura fuera de Cuba que se niega a hablar de lo que realmente ocurre allí.
 
Conversé con un cubano que trabajaba en un bar frente al Malecón. Como si adivinara lo que vendría me dijo: “Raúl Castro tiene que dar más autorización para los porcuenta propia”. Ya él sabía por la “radio bemba” que habría despidos en Cuba. “Y muchos” me dijo, diciéndolo con gestos como si fueran miles y miles. Pero no sabía cómo iba a ser la autorización. Me lo imagino ahora mirando cabizbajo en el Malecón hacia un punto sin límite cuando supo que allí no se instalaría nunca una sociedad de mercado porque “nadie se hará rico con esta apertura y nadie deberá acumular riqueza”, en palabras de Raúl Castro. O lo peor, que se impondrían altos impuestos a lo que un “por cuentapropia” ganara. Se dice que será cerca del 40%.
 
El mismo amigo cubano me dijo esta frase que se me quedó en la cabeza mientras me hablaba “¿Y esto era la revolución prometida?” Me imagino en este momento su profunda frustración al saber cómo verdaderamente funcionará la “apertura económica” en la Isla.
 
Javier Campos el autor de este escrito es un escritor y profesor universitario chileno .
 
 FUENTE cubaencuentro.com cuba encuentro


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 26/12/2010 15:25
¿Y esto era la revolución?
bb Ambulantes y pregoneros en La Habana

 
Por Javier Campos Poeta y columnista. Profesor de Literatura Latinoamericana, Fairfield University, Connecticut.
Hace siete años que no regresaba a Cuba.  Escribí una crónica sobre ese viaje  en ese entonces . En este nuevo,  podría dar miles de ejemplos tomados de la realidad cotidiana de los cubanos para demostrar que allí no ha llegado la modernidad en ningún sentido. No se ve por ninguna parte o probabilidades de que aparezca en un futuro próximo. Es una isla  cercada por murallas como un pintor cubano la dibujó hace unos años.  Pero ir a Cuba es ir al pasado y salir de allí  es regresar a otro mundo con el que sueñan en la isla más de 12 millones de personas.
 
Es vivir prisionero toda una vida en un lugar donde se le obliga a uno no poder viajar a ninguna parta de mundo. No tener ni las mínimas comodidades. Tener que ganar en pesos cubanos porque lo mejor está en cuc o pesos convertibles (equivalente a dólares). Esta última moneda es  con la que pagan los turistas y con la que se compra las mejores cosas en Cuba, Incluida la mejor comida, ropa, celulares, etc. Un peso convertible es igual a 22 pesos cubanos. Un cubano gana cerca de 360 pesos cubanos que es más o menos 14 dólares al mes. Un jeans cuesta 120 dólares. Unas zapatillas made in China 80 dólares, una camiseta 14 dólares, una lata en conserva de porotos y carne (importada de España o de Estados Unidos) de cuatro a ocho dólares.  Una pechuga de pollo congelada (made in USA) cuesta cinco dólares y alcanza para una sola persona (con el hambre en Cuba, quizás puedan dividirla mágicamente para tres personas).
 
No hay prensa internacional por ningún lado tampoco – me extrañó-  en los hoteles donde viven sólo  turistas y se debe pagar  en cuc. Cada día se regalan en los hoteles las ediciones en portugués, inglés, francés, español del “Granma”.  Sólo en los hoteles hay cable, pero el que intente poner una parabólica en su propia casa se la tumba la policía. O sea, nadie debe ver otros canales o información del resto del planeta. Y ahora está incluido el canal en directo donde habla Chávez todas las noches exaltando la nueva sociedad socialista y con eslogans constantes contra el capitalismo, imperialismo, la sociedad de consumo. Escuché una noche la explicación de Chávez sobre cómo funcionará la economía socialista en Venezuela. Era muy parecido a lo que hacia Cantinflas en sus películas cuando hablaba de algún tema.
 
Claro, ningún economista puede rebatirle en su programa “Aló Presidente” que ahora los cubanos deben tragarse obligadamente en sus pantallas. Es una gentileza del régimen cubano a Chávez,  porque ahora está reemplazando a la ex Unión Soviética en ayuda petrolífera. Hasta un terminal exclusivo tienen en el aeropuerto de La Habana los aviones venezolanos. Allí no se puede tomar fotos ni siquiera ir a hacer un reportaje. ¿Y eso no puede llamarse también una “base” venezolana en territorio cubano?
 
Internet es para los turistas y para los adictos al régimen. Cuesta cuatro dólares por media hora conectarse (para turistas). Al cubano normal que pillen entrando a Internet en los hoteles internacionales lo despiden cordialmente y lo conminan a  que se vayal. Menos subir a visitar los cuartos de los turistas. Pero vi que sí un anciano podía llevar a una muchachita cubana a su cuarto luego de darle  10 dólares de propina al cubano que trabaja en el lobby. Y este se hace el que no ha visto nada. Si la doble moneda en Cuba no es apartheid ni tiene efectos directos  en el deterioro económico y humano de la isla, pues no sé qué otra cosa puede ser.
 
El cubano de la calle no aguanta tanta falta de necesidades. Hay ese sentimiento de estar encerrado en un sistema donde nada se puede hacer sino seguir viviendo en una precariedad profunda. Los mismos sociólogos cubanos han dicho que en la isla el 70 o más por ciento de las viviendas necesitan reparación. Y es cierto.  Caminar por La Habana es ver edificios en ruinas donde vive gente en condiciones tan parecidas a las poblaciones marginales de otros países de América Latina, África o la India. Hay un documental  cubano sobre eso, así  que yo nada invento y se llama justamente “El nuevo arte de hacer ruinas” y se puede leer en este link ( http://www.ruinas.de/Ruinas/Download_files/Press%20Book%20English.pdf ) .Todo está igual que  hace nueve años. La mayoría de cubanos dicen que esto “ni se mueve si se cae ni menos se mejora”.
 
Pero el siguiente  ejemplo habla por sí solo de que la modernidad no ha llegado aún. Hace nueve años vi a un hombre cerca del “Copelia” vendiendo líquido para los encendedores. Tenía unos tubos y de allí,   con una pajita rústica, hacía la recarga. Este febrero de 2010 estaba aquel mismo hombre vendiendo lo mismo. Hace dos años Raúl Castro autorizó que los cubanos pudieran tener celulares. “Autorizó” es la palabra clave en este caso donde el destino de 13 millones de cubanos depende de los ánimos de una sola persona o del Consejo de Estado que reciben la orden de los hermanos Castro. Entonces esta vez vi a gente con celulares. A muchachitas jóvenes con celulares.  A otros con blackberies que un mesero cubano me dijo era como un objeto  de otro planeta al  que jamás habían visto y no podía creer hasta donde había llegado la tecnología fuera de la isla y ellos jamás se habían enterado de ese objeto maravilloso. Y eso para el mesero, que ganaba en pesos cubanos, era insólito. Era estar marginado para siempre de los beneficios de esa tecnología en la isla.
 
Pero los celulares cuestan desde 60 dólares para arriba. Y entonces hay que comprar una tarjeta de 10 dólares para usar el teléfono (nada de eso se vende en pesos cubanos sino en pesos convertibles). O se compra la tarjeta única por ese precio o no se compra. O sea que el uso de la tecnología es otra vez un apartheid para una minoría que incluye a personas del gobierno u otras instituciones, y los que en Cuba pueden obtener los milagrosos pesos convertibles o reciben ayuda de fuera de la isla que les envían sus familiares. El turista poco se entera de esta doble moneda. Piensan que todos en Cuba usan esos pesos convertibles.
 
Pero los turistas más avispados ya saben la realidad cubana. Pero en general ellos sólo van a las bellas playas cubanas y son recibidos en un terminal especial en el aeropuerto donde los recogen rápidamente unos bellos buses modernos y los llevan directamente a los hoteles. Estos,  que han aumentado mucho en la isla, son enclaves turísticos donde se come y se bebe de lo mejor que no existe en la mesa del cubano normal. Aquel que gana 15 dólares (o 15 pesos convertibles o cuc)  al mes, pero en pesos cubanos (360 pesos)  ¿cómo puede ir a comer a un restaurante para turistas donde el buffet cuesta 15 cuc y hay que pagar sólo en esa moneda?  La ironía es  que esta situación de apartheid en la  Cuba actual es lo que la revolución quería  destruir en 1959 al sacar al dictador Batista.
 
A Cuba viajan miles de turistas un poco despistados de la realidad cubana y únicamente les interesa pasarlo bien  y ser bien servidos. O viajan turistas revolucionarios invitados por el régimen que no ven nada raro allí porque la realidad puede verse de otra manera bajo una dogmática  perspectiva ideológica.
 
Pero esta vez noté que los cubanos, los millones que  deben vivir encerrados en su isla,  hablan abiertamente en la calle con cualquiera que no es de Cuba de lo mal que se vive en ese país.  Porque en esa isla hay horrorosas condiciones de vida  que no se pueden ocultar,  excepto en los medios masivos del gobierno, en su “Radio reloj”, en sus controlados canales de televisión, y en la izquierda dura que se niega a hablar de lo que ocurre en Cuba.  Por eso los cubanos que viven ese apartheid  obligado por el régimen me decían, y se decían a sí mismos: “¿Y esto era la revolución prometida?”
 
Mientras terminaba esta columna aparece la noticia de que ha muerto Orlando Zapata, encarcelado en Cuba en 2003 por opinar distinto. Hizo huelga de hambre hace 80 días protestando por las condiciones inhumanas en que están esos presos políticos,  pero el gobierno lo dejo morir.  Lo curioso es que cuando Fidel Castro estuvo en prisión por orden de Batista, éste le permitió defenderse y lo dejó en libertad.


 
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