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General: EL PERIODISMO EN CUBA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 19/01/2011 17:05
 El arte de no decir nada
 
Foto: Mojitoto, Trekearth.
 
Periodismo en Cuba
·La realidad cubana y las necesidades informativas de la población no se cubren
·Los periodistas gubernamentales no son un grupo de cínicos y desvergonzados
·Las noticias están precocinadas por los especialistas gubernamentales
·No buscarse problemas es una regla de oro dentro del periodismo oficial
Iván García | La Habana
Los reporteros de los medios oficiales son ilusionistas de la palabra. Magos del discurso retórico y hueco. Profesionales en ocultar la realidad. Expertos en la desinformación. Y el resultado de esa combinación es una prensa sosa y aburrida.
 
Tome un diario nacional o mírese el noticiero de televisión para darse cuenta que la realidad cubana y las necesidades informativas de la población no se cubren. Al tener el Estado el control absoluto de los medios, diseñan las noticias del día a placer.
 
Todo va bien. O casi todo. Habrá más plátanos, arroz y malanga. Aunque los mostradores del mercado sigan vacíos, el presentador del noticiero nacional, con su cara de póker, lo informa con una media risa de satisfacción.
 
Las tibias críticas de la prensa oficial tienen que ser autorizadas desde las oficinas de los censores en el Palacio de la Revolución. Cuando los jefes deciden, se puede reprender con la pluma a los vendedores de productos industriales en la afueras de las tiendas. O a los intermediarios de productos agrícolas. O los conductores de ómnibus que se apropian de una parte del dinero diario recaudado.
 
Los más atrevidos arremeten contra algunas administraciones o personas de poca importancia. Directores municipales sin relevancia en la cadena de mando. Un cuadro medio del partido, que desde las altas instancias se ha dado luz verde para que los medios estatales lo cuelguen en la cruz.
 
Los periodistas gubernamentales no son un grupo de cínicos y desvergonzados. Son buenos profesionales. Pero están atrapados por una red de 'mandamases' que no les permite hacer una labor seria y contundente.
 
Desde sus aulas en las universidades de comunicación llegan a las redacciones con ganas de comerse el mundo. Luego se dan cuenta que, excepto los accidentes de tráfico o los resultados del béisbol, las noticias están precocinadas por los especialistas del departamento de orientación revolucionaria.
 
Su función es servirle al público escribiendo una nota. Sin salirse de los cánones establecidos. A la vuelta de los años se convierten en expertos en no decir nada. Santurrones de la genuflexión. Y diestros en agradar a los líderes. No buscarse problemas es una regla de oro dentro del periodismo oficial. El premio a la obediencia puede ir desde viajes al extranjero, una cuenta de internet en casa o un espacio fijo en la televisión.
 
Aunque dicen poco y es escaso el interés informativo, en su mayoría los reporteros gubernamentales dominan las técnicas periodísticas actuales. Saben bien lo que acontece en la isla y el mundo. A hurtadillas leen la prensa extranjera y lo que escriben blogueros y periodistas independientes. Casi todos tienen tantas carencias como cualquier simple ciudadano. Les falta comida en las despensas. Dinero en la cartera. Y sufren el mal servicio de los ómnibus urbanos.
 
Se quitan el disfraz de la simulación cuando llegan a casa. Al caer la noche, comentan con sus esposas hasta cuándo durara el histrionismo. Están cansados de fingir y callar. Y de ser disciplinados amanuenses.
 


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