Se conocieron en misa. Ambos son creyentes, católicos y practicantes. Tuvieron momentos desagradables con el párroco de la iglesia a la que asistían. Pero igual su fe sigue intacta. Pronto se casarán civilmente gracias a la nueva ley de matrimonio igualitario. Compartimos esta nota del blog Boquitas Pintadas.
Iban siempre a misa. Se miraron. Se gustaron. Allí, en la iglesia, frente al Dios en el que aún hoy creen, nació el amor entre Elbio (39) y Emilio (36). De esto hace ya 13 años y medio: el 28 de este mes dan el sí. Se convertirán, entonces, en una de las casi mil parejas en casarse desde que se aprobó la ley de matrimonio igualitario, según cifras de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans. hogar que comparten hace más de diez años es pequeño, acogedor; cada espacio está ocupado por algún objeto preciado, de gran valor sentimental: cajitas, adornos, portarretratos. En el hall de entrada armaron, por ejemplo, una especie de altar: en una caja vidriada hay una virgen, una vela que se enciende cada tanto y algunas estampitas alineadas.
Allí mismo está la computadora prendida. Hace rato que nadie la usa y el protector de pantalla muestra una a una cientos de fotos de la pareja: de viaje, en casa, con familiares, solos, en el mar, casi adolescentes, actuales.
¿Conflictos con la religión? “Nos conocimos en misa, con Dios siempre presente”, dice Emiliano, egresado de una escuela católica de Buenos Aires. “La religión nos tiene que aceptar”.
Su pareja, no se contiene y agrega: “Tuvimos una situación triste en la iglesia del Rosario de San Nicolás, donde el sacerdote no le quiso dar el perdón para comulgar. Desde ese día, decidimos no confesarnos más, considerando que para hablarle a Dios no hace falta hacerlo a través de una persona Cuentan que, más allá de que algunos sacerdotes los condenen, ellos siguen yendo a misa y que son devotos, justamente, de la virgen del Rosario. “Le agradecemos todo el tiempo que estamos juntos, que estamos bien”, dice Elbio y mira a su pareja. Sonríen. Por momentos, parece que se abrazaran con sólo mirarse.
Conversan animados en el departamento que comparten en Don Torcuato sobre el tema del año que se fue: el logro que significó la ley de matrimonio igualitario. “Para nosotros, lo importante es saber que si a uno le pasa algo, el otro va a tener derechos”, dice Elbio. “Por eso queremos legalizar esta convivencia”.
Así, aunque poder casarse por iglesia es una ilusión de ambos, no hay mandato religioso que los detenga. ¿Cómo se resuelve la cuestión religiosa? “Nuestra vida es así y no hay que resolver nada”, responde Elbio no bien la pregunta suena en el aire caliente de verano. Sobre todo están ocupados en gozar de las vísperas de una boda que anticipan como el preludio de una celebración sin fin.
Se miden anillos, repasan las manifestaciones de afecto de sus amigos, hablan de cómo será la reunión familiar, se imaginan de luna de miel en Mina Clavero, en las sierras de Córdoba. Es la fiesta que soñaron siempre y que llegaron a pensar que nunca podrían vivir