Reinaldo Arenas
Con la publicación en español del libro “Las cartas a Margarita y Jorge Camacho” (1967-1990), que recoge el testimonio sobre el sufrimiento y los avatares que vivió el cubano Reinaldo Arenas al ser perseguido por el régimen de Fidel Castro, se rinde un homenaje al escritor, quien se suicidó el 7 de diciembre de 1990.
El volumen, publicado originalmente en Francia, reúne 144 cartas que abarcan casi media vida, en las que el autor habla de política, de sus viajes, de literatura, de colegas a los que critica por apoyar el régimen de Fidel Castro, y también de su salud y de la plaga del Sida.
También, editorial Tusquets ha vuelto a publicar su novela autobiográfica “Antes que anochezca”, según reporta hoy una página española de noticias en línea.
Arenas era poseedor de una exquisita capacidad para narrar, su técnica literaria, su irreverencia y sus reflexiones, constituyen toda una riqueza para las letras hispanoamericanas.
Sus tres rasgos malditos, como él mismo destacó -ser homosexual, no religioso y anticastrista-retrasaron su reconocimiento internacional. Las circunstancias han hecho que sea conocido antes por su vida que por su obra, máxima y última versión del llamado realismo mágico.
Nacido en Holguín (Aguas Claras) el 16 de julio de 1943, su adolescencia campesina y precoz se vio marcada por el manifiesto enfrentamiento contra la dictadura de Batista.
Colaboró con la revolución cubana, hasta que, debido a la exclusión a que fue sometido, optó por la disidencia.
Su presencia pública e intelectual le granjeó marcadas antipatías en las más altas instancias del estado, lo cual, unido a su homosexualidad, provocó una implacable y manifiesta persecución en su contra.
Fue contemporáneo y amigo de José Lezama Lima y Virgilio Piñera, encarcelado y torturado, llegando a admitir lo inconfesable y a renegar de sí mismo.
Ello provocó, en la sensible personalidad del escritor, un arrepentimiento que fue más allá de los muros de la prisión de El Morro (entre 1974 y 1976), calando tan hondo en su corazón que acabó por odiar todo cuanto le rodeaba. En esta época escribió su autobiografía, titulada “Antes que anochezca”.
Durante los años 70, intentó en varias ocasiones escapar de la opresión política, pero falló. Finalmente en 1980 salió de Cuba cuando Fidel Castro autorizó un éxodo masivo de disidentes y otras personas consideradas indeseables por el régimen.
Por la prohibición que pesaba sobre su trabajo, Arenas no tenía autorización para salir, pero logró hacerlo cambiando su primer apellido por Arinas.
En 1980 pudo salir y pasó primero por Miami. Estableció su residencia en Nueva York, donde en 1987 le fue diagnosticado Sida.
Su libro “El mundo alucinante” fue prohibido por contrarrevolucionario, y de ese momento en adelante tuvo que esconder sus manuscritos.
“Otra vez el mar”, que ocultó bajo tierra y en el tejado, fue hallado y destruido, pero lo rehizo tres veces. El ambiente en Cuba se enrarecía: la campaña de la zafra de los 10 millones, en la que el escritor fue obligado a contribuir cortando caña en una plantación, y las torturas al poeta disidente Heberto Padilla fueron para Arenas síntomas de su arriesgada situación, que trató de paliar al casarse con la actriz Ingrávida González.
Entre sus novelas destacan: “Un mundo alucinante” (1969), “Otra vez el mar” (1982), “El asalto” (1988), “El portero” (1989), “Viaje a La Habana” (1990), “El color del verano” o “Nuevo Jardín de las delicias”, así como las antologías poéticas: “El central” (1981) y “Voluntad de vivir manifestándose” (1989).
Además de cinco obras de teatro bajo el título “Persecución”, en 1986. Posterior a su muerte se publicó “Inferno”, poesía completa con prólogo de Juan Abreu, en 2001.
El 7 de diciembre de 1990, Arenas se suicidó. Envió a la prensa y a sus amigos una sentida carta de despedida, en la que culpaba a Fidel Castro de todos los sufrimientos que padeció en el exilio. En su nota de despedida escribió: “Cuba será libre. Yo ya lo soy”
En 2000 se estrenó la versión cinematográfica de “Antes que anochezca”, película sobre su libro autobiográfico que dirigió Julián Schnabel, donde el rol principal lo interpretó Javier Bardem.
Del mismo título es la ópera que le dedicara el compositor Jorge Martín, presentada en el Lincoln Center de Nueva York.