Quito niega que haya un tratamiento inadecuado
hacia los miles de cubanos indocumentados en ese país
Por Michel Suárez
En 2007, Rafael Correa presionó a Bélgica para evitar la expulsión de una ecuatoriana y casi provoca un conflicto diplomático. La gestión del gobierno ecuatoriano se ha caracterizado por la cerrada defensa de los paisanos en el exterior, que sobrepasan la cifra del millón y medio. Sin embargo, cuando se trata del suelo propio, sus posiciones son bien distintas.
A raíz del debate con Bélgica, el presidente ecuatoriano cuestionó la globalización que permite "mover mercancías a cualquier parte del mundo", pero que "impide mover a las personas, seres humanos, a cualquier parte del mundo para encontrar un trabajo digno".
"Para Ecuador y América Latina no existirán seres humanos ilegales", dijo entonces Correa.
No se refería, obviamente, a los miles de cubanos que por medios legales e ilegales han aterrizado en los últimos años en el pobre Ecuador, donde, según las evidencias, existen más oportunidades y libertades que en la Isla. Y se manifiesta así la paradoja de que una de las mayores fábricas de emigrantes de América Latina cuestiona ahora la "invasión cubana".
Como era previsible, la reciente visita a Quito del canciller Bruno Rodríguez no generó beneficio alguno para los emigrantes cubanos con problemas. El representante del régimen se limitó a lo de siempre: a proponer "mano dura".
Acoso policial
"A todos los extranjeros que lo piden, le dan un mes de refugio, pero a los cubanos les dan 48 horas para abandonar el país. Incluso, a los colombianos les ofrecen la residencia permanente. Todo pasa por el tema político", señala a DIARIO DE CUBA el emigrante cubano Néstor Camino.
Sin embargo, en el intento para desembarazarse de tal conflicto, Quito ha chocado con las severas leyes migratorias de la Isla, que impiden el retorno de nacionales después de 11 meses y un día.
Más de un operativo de deportación se ha visto frustrado por las negativas de los amigos de Correa en el Palacio de la Revolución. Según denuncias, el presidente ecuatoriano ha llegado a retener a los indocumentados en calabozos, aunque ahora dispone de un modesto hotel, con fuerte custodia policial, para internar a los "ilegales".
"Hay batidas policiales. Lo que tanto se criticó de Arizona, pasa aquí y no se comenta tanto", apunta Camino, quien en Cuba fue un prestigioso realizador de Radio Progreso.
Luis Roche Fernández, un pastor evangélico independiente que llegó a Quito hace ocho meses, asegura que los cubanos son "acosados y perseguidos".
"Existe xenofobia, y hay refugiados que tienen serios problemas, aunque en mi caso no ha sido así", relata.
A sus dificultades personales, Roche suma la falta de solidaridad de los protestantes locales. "Incluso, los pastores cristianos de aquí no me han recibido bien", admite. Actualmente trabaja en un hotelito de la capital, donde, según narra, le quieren mucho.
Roche, uno de los pocos afortunados en situación de refugio, se ve obligado a renovar la condición cada mes hasta que el gobierno se pronuncie definitivamente.
Quito se lava las manos
En declaraciones a DIARIO DE CUBA, el embajador Hernán Holguín, subjefe de la Secretaría Nacional del Migrante de Ecuador (SENAMI), negó que su gobierno tenga un doble discurso en el tema de la emigración.
"En absoluto. Existe un tratamiento adecuado del gobierno ecuatoriano. Nuestras leyes establecen 90 días de estancia sin visa, luego tienen que regresar. La mayoría de los cubanos cumple con eso", asevera Holguín.
Aunque hayan existido ilegalidades por parte de los afectados, ¿será capaz Ecuador de mostrar generosidad con los emigrantes cubanos mediante, por ejemplo, una regularización masiva?, le pregunta este periódico.
"No existe una ley para eso. Se está cambiando la ley, pero eso llevará tiempo", apunta el funcionario, negando de plano que en lo inmediato vaya a solucionarse el problema de cientos de familias indocumentadas.
El pastor Luis Roche Fernández considera, sin embargo, que "a simple vista" se observa "afinidad" entre La Habana y Quito, por ser ambos gobiernos del ALBA.
"Quizás esto esté influyendo, pues es cierto que los cubanos han cometido ilegalidades para llegar a Ecuador, pero también las han cometido otros, de muchas nacionalidades, a los que se les resuelve el problema", apunta.
La decisión final de Quito sobre los "quedados", es todavía una incógnita. Eso sí, los sin papeles saben que no pueden contar con La Habana ni con sus instituciones en Ecuador.
En vez de mediar por una solución, la Asociación de Cubanos Residentes en Ecuador (Acure, organizada por la Embajada de Cuba) se limita a regañar a sus coterráneos por las "payasadas" en la calle y por "alzar con desmesura la voz" al hablar por los celulares.
"Hay que evitar convertirnos en una comunidad vulnerable por el comportamiento fuera de lugar y por ilegalidades y delitos que las autoridades ecuatorianas persiguen y sancionan", exige el organismo oficialista.
Las prioridades de Acure son otras: la defensa de los cinco espías y la condena al embargo de Estados Unidos, por ejemplo.