Carlos Fresneda
El anuncio llega a manos de Charletta, una mujer con cincuenta años bien cumplidos que aún no sabe lo que es tener un orgasmo. Pese a los riesgos del mecanismo, que exige una intervención quirúrica en la espalda para insertarle un cable, Charletta decide jugársela. Pero por más que aprieta el “estimulador” sólo siente un consquilleo en la pierna derecha, seguido de un ataque furibundo de risa...
El Orgasmatron toma su nombre de la famosa escena “El Dormilón” de Woody Allen, pero lo que estamos viendo va totalmente en serio. Durante varios años, y hasta que las pruebas previas demostraron que era un engañifa, el doctor Meloy estuvo esperando a que aprobaran su invento contra la disfunción sexual femenina.
“En el siglo XIX lo llamaron histeria, en el siglo XX frigidez y ahora se han inventado la disfunción sexual para convertirnos a las mujeres en cobayas”, denuncia la combativa Liz Canner, en la presentación neoyorquina de su documental “Orgasm Inc.”. Cualquier parecido con “Sexo en Nueva York” es mera coincidiencia, aunque la televisión forma descaradamente parte del complot...
“El 43% de las mujeres padecen disfunción sexual”, proclama Oprah en hora punta de audiencia. “¡Estamos ante una auténtica epidemia!”. Agitando el bulo del placer femenino, los “malos” de la película son los laboratorios farmacéuticos, que primero se inventaron la “enfermedad” y ahora siguen empeñados en encontrar y patentar el multimillonario Viagra “rosa”.
Liz Canner empezó su particular viaje al fondo el orgasmo hace nueve años y gracias a una farmacéutica, Vivus, que entonces aspiraba a comercializar la píldora mágica “Alista”. Le pidieron que colaborara con ellos y les procurara imágenes eróticas que estimularan a las mujeres. La busca le llevó hasta Kim Airs, intrépida especialista en la autosatisfacción femenina, que al final deja en evidencia a los especialistas de bata blanca y se destapa como la insospechada heroína.
Aunque los auténticos “buenos” del documental son el australiano Ray Moynihan –autor de “Vendiendo la enfermedad- y la psicóloga y feminista Leonore Tiefer, al frente la New View Campaign para "cambiar el punto de vista sobre los problemas sexuales de las mujeres”.
“Gran parte de los problemas sexuales femeninos tienen una raíz psicológica”, sostiene Canner, en el estreno de su película, a tiempo para San Valentín. “Muchos de ellos están relacionados con los abusos sexuales, otros responden a la simple fatiga o sobrecarga... y otros se deben finalmente a la falta de educación sexual. Es rigurosamente cierto que muchas mujeres necesitan la estimulación del clítoris para llegar al orgasmo, y sin embargo sigue siendo un tabú, alimentado por los prejuicios y la ignorancia”.
Píldoras para estimular la vasodilatación sanguínea. Parches de testosterona. Cirujía de “rejuvenecimiento” vaginal... Canner arremete contra el aluvión de falsas soluciones “masculinas” y se suma a la campaña por el cierre de la larga docena de clínicas que ofrecen la reconstrucción vaginal en Nueva York: “Lo que hacen ahí es, ni más ni menos, que una ablación genital”.
Pese al aire de denuncia, Canner admite que hubo un gran componente de placer en el rodaje de “Orgasmos S.A.”. El más sentido de todos fue ver sonreír finalmente a Charletta, la mujer del Orgasmatrón, sin tener que recurrir a ninguna ayuda externa: “Es cierto que no llego al orgasmo cuando hago el amor con mi marido, pero no he dicho toda la verdad... Puedo gozar perfectamente yo sola”.