Internet bajo control en Cuba
LA HABANA, Cuba
El hecho de que el cable de fibra óptica haya llegado a Cuba hace algunas semanas procedente de Venezuela, nada indica respecto a la posibilidad de que la empresa estatal de comunicaciones (ETECSA), planee brindar a los cubanos servicio de internet en el hogar.
Se hace difícil creer que eso sea posible, cuando todavía es necesario presentar avales políticos para tener derecho a una línea de telefonía fija. Ya aparecerán los “argumentos” para limitar el acceso a la red de redes. Digo esto sin olvidar las especificaciones de algún decreto, que determine prioridades y condiciones para acceder al ciberespacio desde casa.
Si las circunstancias determinan que las autoridades implementen una discreta liberalización en esta área, para evitar críticas de entidades internacionales, es lógico anticipar que los controles serán exhaustivos. Ningún cliente podrá reclamar, con éxito, cualquier intromisión o cese del servicio si así lo deciden los jefes del departamento creado para controlar y reprimir a cibernautas incómodos.
Es de prever que no faltará la asesoría de especialistas chinos en estos menesteres. Son conocidas las restricciones existentes en ese país, que van de la censura al encarcelamiento por colgar en un blog mensajes demasiado críticos con las políticas oficiales.
No fue al azar que se creó la Universidad de Ciencias Informáticas hace varios años. Miles de jóvenes cubanos estarán disponibles para ser usados como censores en la red. Cientos de ellos ya forman parte del ejército oficial especializado en entrar subrepticiamente en los correos electrónicos, bloquear sitios, entre otras maniobras que eviten la libre difusión de ideas y opiniones.
El importante rol jugado por los equipos de comunicaciones en las revueltas sociales ocurridas recientemente en varios países árabes, estaría reforzando los temores del gobierno de La Habana en relación al uso masivo de internet, la telefonía celular y el acceso a la televisión por satélite.
El intercambio de mensajes a través de Facebook y Twitter, es hoy un mecanismo que opera a favor de la libertad individual, además de facilitar las vías para superar los muros de la intolerancia.
Por eso, es quimérico pensar que la dictadura descuide sus controles multiplicando las conexiones a internet con todo su abanico de posibilidades. Hay quienes, en un delirio de subjetividad, anuncian una revolución en la Isla a partir del empleo de esas joyas de la tecnología comunicacional. Se equivocan. El cambio más factible será por otros motivos, quizás no del todo divorciado del internet y sus herramientas.
Según datos oficiales solo 1,6 millones de los 11, 3 millones de habitantes en Cuba son usuarios de servicios online, muchos de ellos de un intranet bajo estricto control del Estado.
Vaticinar una caída del régimen cubano a golpe de Facebook y Twitter es cuando menos una valoración precipitada, que sobredimensiona el alcance de las referidas redes sociales en nuestro país.
La relativamente baja tasa poblacional y la eficacia de los órganos represivos, que no reparan en medios para mantener la estabilidad, hacen posible la permanencia de la élite que está en el poder y se niega a abandonar sus privilegios.
Una ampliación, si es que la hay, de los servicios de internet será lenta y muy condicionada. Es posible que el lento proceso de apertura en este rubro se extienda entre tres y cinco años.
La muerte biológica de los principales referentes de la gerontocracia podría suceder en algún instante de ese período. Entonces habrá razones y esperanzas de navegar por el ciberespacio, sin restricciones ni vergonzantes requisitos.