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General: Murió Mario del emblemático dúo romántico cubano Clara y Mario
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 17/03/2011 02:58
Murió Mario Rodríguez,
Del emblemático dúo romántico cubano Clara y Mario
 
 Clara Morales y Mario Rodríguez del dúo romántico cubano Clara y Mario.
 
Clara Morales y Mario Rodríguez del dúo romántico cubano Clara y Mario

Mario Rodríguez, conocido cantante cubano que integró por más de 25 años el emblemático dúo romántico "Clara y Mario', murió en La Habana a los 76 años, informó el telediario local, sin precisar las causas del deceso.
 
Rodríguez formó el dúo en 1953 con su vecina y amiga Clara Morales, alcanzando la plenitud artística en los años 60, cuando eran frecuentes en los selectos programas musicales de la radio y televisión de la isla.
 
Intérprete de antológicos boleros como "Cuenta conmigo' del compositor Carlos Puebla -el llamado "cantor del pueblo'-, el dúo se mantuvo en los primeros lugares de la preferencia musical de los cubanos hasta fines de los años 70, cuando Clara Morales enfermó y murió en 1980.
 
Desde entonces, Rodríguez cantó solo en los principales cabarés de La Habana, con pocas presentaciones en los medios.
 
Al igual que Clara, Mario fue sepultado este miércoles en el cementerio de su natal Regla, municipio del este de La Habana, a orillas de la bahía.
 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 17/03/2011 04:03
 Clara y Mario
es considerado el Dúo Romántico de Cuba 
 
 
Un poco de Historia:
El dúo de Clara y Mario surge en el año 1953 en su pueblo natal, Regla y alcanza su plenitud y popularidad en 1961 cuando comienzan sus actuaciones en la radio y en la televisión.
  
Desde ese mismo momento se ganaron el cariño y la admiración de una gran parte del público cubano y extranjero.
 
Su forma de cantar y de proyectarse era con tanta entrega que todavía muchos de sus admiradores piensan que constituían un matrimonio en la vida real.
 
La verdadera historia de Clara y Mario comienza desde que eran niños donde unían sus voces para cantar en fiestas familiares, en la escuela, haciéndose acompañar por el piano de la propia Clara.
 
Como buenos reglanos y para no romper la tradición de los grandes que han surgido en este poblado marino, como es el caso de Roberto Faz, Tania Castellanos, y Juan Arrondo entre otros, Clara y Mario también crecieron hasta convertirse en virtuosos de su pueblo natal.
 
Clara y Mario se presentaban habitualmente en los principales y más disimiles espacios de la Televisión Cubana, como es el caso del estelar de los martes "Música y Estrellas" que dirigía Manolo Rifat, "El álbum de Cuba", conducido por la diva Esther Borja, o en el tele juvenil "Buenas Tardes".
 
En la radio era difícil no escuchar en varias ocasiones en el día a Clara y Mario con sus temas románticos y no había espectáculo de teatro o cabaret que no tuviera siempre la presencia de estas voces únicas e inolvidables.
 
El dúo romántico de Cuba
 
Mario Rodríguez Marrero añora su época de oro durante las décadas de los 50, 60 y 70 del pasado siglo, se mantiene en contacto con sus grandes colegas de los escenarios cubanos: Rosita Fornés, Luis Carbonell, Lourdes Torres, Cary de Castro, Mundito González y muchos otros amigos de la canción popular del patio y del mundo.
 
«Conocí a Clara Morales Vicente —como se llamaba mi compañera del dúo— siendo niños los dos, en la casa de una amiguita de ella, Mercedes, en Perdomo y Recreo, en mi barrio natal, en Regla, vivienda donde me crié. Precisamente allí Clara y yo cantamos por primera vez a dúo y lo hicimos después muchas veces en muchos cumpleaños y fiestas de la localidad».
 
Así, con el tiempo, ella al piano, se conformó el que sería uno de los más grandes y gustados dúos de la música popular romántica de la Isla.
 
«Perfectamente acompañado por ella como pianista, con un repertorio enorme y sólidamente montado, llegó un día la hora de darnos a conocer nacionalmente; como se dice, salir de las tinieblas, sin pretenderlo entonces.
 
«Fuimos a La Habana los tres —Mercedes, Clara y yo— con la idea de ir a pasear un poco por la ciudad y de entrar al cine Wagner, conocido después por Radiocentro, sede de la inolvidable CMQ, y hoy por Yara. Al salir del cine, temprano, al mediodía, vimos una cola, y era que Gaspar Pumarejo estaba probando en el edificio de la Ambar Motors, en la calle 23, en la Rampa, a personas para presentarse y actuar en la televisión.
 
«No queríamos salir entonces en la recién inaugurada pequeña pantalla, pero sí deseábamos cantar, que nos oyeran e irnos después para la casa. Entramos. Nos sobraba tiempo. Dijimos que queríamos cantar a dúo. El pianista acompañante era David Rendón, famoso, de La Corte Suprema del Arte, pero Clara fue la que se sentó al piano.
 
«Cantamos algo de moda en ese momento, No me quieras tanto, de Avilés, uno de los cantantes del trío mexicano Los Panchos. No estábamos asustados, porque no pretendíamos ser seleccionados para la televisión. Pero el jurado se quedó ¡pasmado! “¿De dónde salieron ustedes?”, nos preguntaron con asombro».
 
Gaspar Pumarejo en persona les dijo que esa misma noche cantarían en la televisión. Los llevó en su carro a Regla y luego les probaron ropa, smoking él, y un traje largo ella. Y cantaron en el Canal 4, en el programa Escuela de Televisión, en Mazón y San Miguel, en la misma casa del conocido empresario.
 
«El gran premio de aquel programa era un contrato fijo para cantar en el concurrido y popular Club 21, frente al Hotel Capri, en el Vedado. Nuestro dúo ganó, pero no podíamos actuar en ese club de madrugada. Eso fue el 22 de mayo de 1950; yo tenía 16 años y Clara menos edad aún. Recuerdo que para ser artistas profesionales tuvimos que presentarnos ante un jurado presidido por el actor Leopoldo Fernández, el “Pototo” de la pareja cómica Pototo y Filomeno. Así obtuvimos el carné de la Asociación Cubana de Artistas».
 
Comenta Mario que el caso de Clara fue excepcional. Hacía una voz segunda extraordinaria, maravillosa. «No lo digo yo, lo dicen los especialistas. Y no era tanto el genio sino que los dos estudiamos música y piano, ella en el Conservatorio Borges y yo en el Bosch, ambas instituciones privadas de Regla».
 
Como ambos sabían música, montaban el repertorio bien, discutían con los arreglistas y directores de orquesta y a primera vista cantaban cualquier número, acoplados como estaban.
 
Evoca que Clara fue, además, la reina de la seriedad y de la disciplina. Muy trabajadora, nunca dejó una actividad «embarcada». Ella tenía su esposo, Victoriano Fernández, gastronómico que aún vive. Tuvieron dos hijos.
 
«El esposo nunca molestó. Nunca puso objeción a ningún trabajo. Nunca nos hizo sombra. Yo les expliqué siempre que tenían 23 horas para ellos y una para mí. Y que en la mía no podían interferir. Y así fue.
 
«Nunca los dos juntos salimos de Cuba, pero nuestra música, grabada, ha recorrido el mundo. Yo sí, solo, he ido varias veces a Colombia, a México y a Estados Unidos».
 
Clara y Mario adoraban las canciones y números viejos de la trova tradicional y otras de compositores extranjeros conocidos. Cantaron obras de Sindo Garay y Manuel Corona. También de Gonzalo Roig, Rodrigo Prats y después de Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Frank Domínguez y más tarde las de Carlos Puebla, Leopoldo Ulloa y Juan Arrondo, quienes componían especialmente para ellos muchos de sus números.
 
Reflexiona que él y Clara amaban inolvidables canciones, por ejemplo, Como mi vida gris, de Graciela Parra; En mi viejo San Juan, de Noel Estrada, y Amorosa guajira, de González Allué. Y, por supuesto, Quién se lo iba a imaginar, de Carlos Puebla; En el balcón aquel, de Leopoldo Ulloa, y Si en un final, de Juan Arrondo.
 
«Yo siempre cuento algo simpático. Ideamos aparentar artísticamente ser una pareja amorosa y esto funcionó. Para muchos éramos un matrimonio. En realidad nos unía en la vida una gran hermandad solamente, pero eso no lo sabía casi nadie. Nos creían esposos.
 
«Por eso en el Festival de Varadero, en 1970, nos dieron una suite preciosa para los dos. Yo dije que no íbamos a dormir juntos y los organizadores se lamentaron de que nos hubiéramos separado. “¿Por qué se han peleado? Eso no puede ser, tan bien que se han llevado siempre en la escena, duerman otra vez juntos”, nos decían, y tuve que confesarles que no éramos marido y mujer, que no éramos nada».
 
En 1970 cuando el gran Festival de Varadero, fue el pueblo quien con su voto seleccionó a la delegación cubana y Clara y Mario estuvieron entre los escogidos.
 
Este es uno de los hechos que demostró en aquellos años quienes eran realmente los más populares.
 
Clara Morales falleció tempranamente en un momento en que el dúo ocupaba un importante lugar dentro del movimiento musical cubano de los finales de los setenta.
 
Al morir Clara tuvo que iniciar su carrera como solista, fue una etapa muy difícil para Mario, no solo por la fuerte imagen que tenía el dúo, sino también, porque después de tantos años junto a Clara le resultaba difícil presentarse en solitario.
 
En los buenos tiempos del dúo nunca nadie la llamó por Clara Morales sino por Clara la de Mario, y a él jamás nadie le dijo,  Mario Rodríguez, sino Mario el de Clara.
 
Los cubanos amantes de la buena música tendremos que agradecerle para toda la eternidad a Clara Morales y a Mario Rodríguez que hayan existido como dúo, y que nos hayan dejado para la posteridad un sinnúmero de grabaciones que sin lugar a dudas constituyen el testimonio más fiel y hermoso de lo que fueron y seguirán siendo dentro de la cultura cubana Clara y Mario, el dúo romántico de Cuba.


 
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