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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 21/03/2011 15:14
 
Los rebeldes tratan de recuperar terreno en el este tras la segunda noche de bombardeos
Los aliados derriban un edificio del palacio de Gadafi en Trípoli.
Diferencias entre EE UU y Reino Unido sobre la posibilidad de atacar al dictador.
 
Ataque en el complejo residencial de Gadafi
Soldados libios comprueban el estado del edificio administrativo en el complejo residencial de Gadafi destruido esta madrugada por el impacto de un misil.
A. DE CÓZAR / AGENCIAS | Trípoli / Bengasi
Por segunda noche consecutiva, Trípoli y el entorno de Bengasi han sido objetivos de los ataques de la alianza internacional que pretende frenar los abusos de Muamar Gadafi sobre su población. Con el control del aire en sus manos, la coalición intenta ahora inutilizar las fuerzas terrestres del coronel, que aún siguen presentes en puntos del este y en la ciudad de Misrata, a unos 200 kilómetros de Trípoli. Ante el castigo de los bombardeos internacionales, las fuerzas de Gadafi retroceden en el este y los rebeldes tratan de recuperar terreno. En Trípoli, un misil británico ha impactado contra un edificio del complejo presidencial donde reside Gadafi. Londres ha informado de que era un "centro de control" desde el que el coronel dirigía los movimientos de sus tropas. El golpe tan cercano al dictador ha dejado aflorar ciertas diferencias entre EE UU y Reino Unido en cuanto al futuro del dictador y si puede o no ser objetivo de la operación Amanecer de la Odisea, a la que se han incorporado hoy los primeros aviones españoles, dos cazas F-18.
 
El sábado, las fuerzas leales a Gadafi atacaron Bengasi, último reducto de los rebeldes, la ciudad que habían tomado como capital. Los ataques aéreos de los aviones franceses, iniciados el sábado, los han hecho recular hacia el sur, hacia la localidad de Ajdabiya. Decenas de vehículos y blindados quedaron ayer calcinados en la carretera que une ambas localidades. Ahora, las fuerzas de Gadafi han retrocedido hasta Ajdabiya, aunque los combates con los rebeldes siguen. Según informa la agencia AFP, varios centenares de milicianos rebeldes, armados con cohetes Katiusha y baterías antiaéreas montadas sobre camiones, se han concentrado por la mañana a escasos kilómetros de Ajdabiya, con el objetivo de arrebatársela a los gadafistas. "Incluso si morimos, vamos a entrar en Ajdabiya hoy", ha declarado un comandante rebelde. Desde el interior de la ciudad, los leales al dictador han disparado fuego de artillería. Un fotógrafo de la agencia dice haber visto a tres víctimas, muertos o muy gravemente heridos. Dentro de la ciudad, donde no hay electricidad ni agua, también se levantaban columnas de humo. En este punto, los insurrectos esperan más bombardeos aliados y la llegada de suministros para tomar la ciudad.
 
Los rebeldes han contado hasta primera hora de la mañana con los bombardeos de la coalición. Los aviones implicados en la operación Amanecer de la Odisea han bombardeado posiciones de los leales a Gadafi en torno a Ajdabiya desde primera hora de la noche hasta poco después del amanecer, informa Reuters. También han atacado a los soldados entre Ajdabiya y Brega. Los rebeldes celebraban el sonido de los aviones aliados, cuando el mismo sábado temblaban ante el mismo sonido, esta vez de los aviones de Gadafi. Los rebeldes han recuperado Zueitina, una localidad con terminal petrolera.
 
Misión española
 
A la operación Amanecer de la Odisea se han incorporado hoy los primeros dos cazas F-18 españoles, de los cuatro desplazados ayer a la isla de Cerdeña. Los dos aparatos tienen como misión garantizar que ninguna aeronave hostil invada el espacio aéreo libio. Para ello, han sido armados con misiles aire-aire. Los aparatos tienen autorización para abrir fuego si se topan con dificultades en sus misiones de patrulla aérea.
 
Atacado el complejo presidencial en Trípoli
 
También en Trípoli se ha vivido una segunda noche de bombardeos. Pasadas las ocho de la tarde locales (una hora más en la España peninsular) comenzaron a oírse explosiones acompañadas de un resplandor. Luego ráfagas de disparos seguidos de unas luces rojas que surcaban el cielo. Esta vez no había escudos humanos. Nadie los esperaba. Los jóvenes que se habían colocado frente a algunos objetivos militares en la noche del sábado para protegerlos salieron corriendo en cuanto se supo que algunas bases de Trípoli estaban siendo atacadas. Poco después, una columna de humo comenzó a salir de Bab al Azizia, el complejo palaciego en el que reside Gadafi a las afueras de la capital. Inmediatamente el régimen cogió a un puñado de periodistas y lo llevó a ver los destrozos. Un edificio administrativo de cuatro plantas, a 50 metros de la jaima en la que el coronel recibe a sus invitados, había quedado reducido a polvo, aparentemente por un misil crucero.
 
El golpe no solo tiene un fuerte valor emotivo (el complejo de Bab al Azizia es uno de los símbolos del régimen desde que Reagan lo bombardeó en 1986), sino que conjuga mal con lo que había asegurado poco antes un responsable del Pentágono, el vicealmirante William Gortney, que insistió en que el objetivo de la coalición no es en ningún caso abatir al dictador. En unas conversaciones con la prensa a bordo del avión que le lleva a Rusia para una gira de tres días, Robert Gates, el secretario del Departamento de Defensa de EE UU, abundó en la idea de que "sería insensato" matar a Gadafi, igual que sería insensato hacer cualquier cosa que se saliera del plan inicial de crear una zona de exclusión aérea. "Si comenzamos a añadir objetivos adicionales creo que crearemos un problema", afirmó, refiriéndose tácitamente a que intentar descabalgar a Gadafi podría crear fisuras dentro de la coalición aliada.
 
La insistencia de Gates sobre este punto tiene una explicación: horas antes el ministro de Exteriores británico, Liam Fox, había dejado caer que Gadafi podría llegar a ser un blanco de los proyectiles de los aliados dependiendo de cómo se desarrollaran los acontecimientos. EE UU niega con rotundidad ese propósito, lo que no quita que Reino Unido terminara reconociendo avanzada la madrugada que fue uno de sus submarinos el que atacó la residencia presidencial porque era un "centro de control" desde el que el coronel dirigía los movimientos de sus tropas.
 
Misrata
 
También sigue la violencia en Misrata, una ciudad cercana a Trípoli en manos de los rebeldes. Según estos, soldados de Gadafi están llevando al interior de la ciudad a residentes de otras poblaciones para usarlos como escudos humanos. También han denunciado la muerte de siete combatientes rebeldes en enfrentamientos con los gadafistas y de la presencia de tropas del dictador vestidas de civil en el centro de la ciudad, aún rodeada por el Ejército libio. Las fuerzas leales a Gadafi ocuparon ayer, a primera hora de la tarde, el centro de Misrata, también objetivo de los ataques aéreos de las fuerzas aliadas.
 
Un alto el fuego dudoso
 
El comienzo del segundo día de ataques aliados en Libia fue confuso por culpa de una serie de altos al fuego y acusaciones cruzadas de violarlo o mentir sobre la sinceridad de la tregua. Concretamente, unos minutos después de que empezaran los últimos ataques, un portavoz de las fuerzas armadas de Libia había anunciado que el régimen había ordenado a todas sus unidades un alto el fuego inmediato. Esta medida se tomaría, según explicó, como respuesta a "las muertes de civiles" y "la destrucción de edificios civiles y militares". Sin embargo, prácticamente a la vez que hablaba el portavoz, las defensas antiaéreas de Gadafi empezaban a disparar desde Trípoli. Estados Unidos se declaró no demasiado conmovido por el anuncio del coronel y lo calificó de "mentira" al tiempo que volvía a lanzar sus aviones sobre objetivos militares libios. El asesor de Seguridad Nacional de Obama, Tom Donilon, definió las palabras de Gadafi como una sarta de falsedades.
 
El éxito de los primeros bombardeos
 
Los ataques aliados lanzados el sábado sobre Libia han logrado su primer objetivo: imponer una zona de exclusión aérea en apenas 24 horas. Según el vicealmirante William Gortney, del Pentágono, la operación del primer día fue "muy efectiva" y ha disminuido "significativamente" la capacidad aérea y de los radares del régimen de Gadafi. Es solo la primera fase de una operación, bautizada Amanecer de la Odisea, que se adivina más compleja de lo que los éxitos iniciales puedan dar a entender. Primero, porque no está claro ni cuánto puede durar ni qué ha de ocurrir para que acabe. Y, segundo, porque la unidad política ha empezado a resquebrajarse después de que la Liga Árabe, que apoya la resolución de Naciones Unidas en la que se ampara la intervención militar, se quejara ayer de que los bombardeos exceden el mandato de los aliados.
 
Una de las claves de la cara política de la operación es el apoyo recibido de la Liga Árabe. Sin embargo, el secretario general de esa organización, Amro Musa, se quejó ayer de los ataques por entender que el objetivo de la resolución del Consejo de Seguridad "es la protección de los civiles y no el bombardeo de más civiles". También Rusia, que no apoyó la resolución pero no la vetó, dijo que la coalición ha excedido el mandato de la ONU.
 
El Pentágono desmintió que hubiera indicios de víctimas civiles y, en Londres, el Foreign Office contestó de forma igualmente contundente. "Al contrario que Gadafi, la coalición no está atacando civiles. La resolución de la ONU autoriza todas las medidas necesarias para proteger al pueblo libio. Para que pueda imponerse de forma segura una zona de exclusión aérea es necesario llevar a cabo operaciones cuidadosamente dirigidas contra las capacidades de defensa antiaérea de Libia", dice una nota de la diplomacia británica. "Seguiremos trabajando con nuestros socios árabes para aplicar la resolución por el bien del pueblo libio".
ELPAIS.COM
 
Bombardeo contra posiciones de Gadafi
Un grupo de personas observa los cuerpos sin vida y los vehículos calcinados de soldados pro-Gadafi, bombardeados en las proximidades de Bengasi
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 21/03/2011 15:14
 
Bengasi, ciudad de la sospecha
Los alzados celebran con euforia el ataque aliado - Los rebeldes montan controles al anochecer en busca de los matones y francotiradores del dictador
 
Ataque aéreo aliado cerca de Bengasi
Ataque aéreo aliado contra vehículos de leales a Gadafi cerca de Bengasi.
 
ELPAÍS.COM
 
JUAN MIGUEL MUÑOZ (ENVIADO ESPECIAL) - Bengasi
 Jolgorio por los ataques contra Muamar el Gadafi; tristeza por las decenas de víctimas. Un muestrario inagotable de armas, y escasez de pan. Todo el comercio, cerrado; y los trabajadores en casa, mientras los hospitales y las morgues se empleaban a destajo. El caos impera en Bengasi -la segunda ciudad de Libia, bastión de los insurrectos-, desde donde partió el sábado rumbo al noreste una multitud con los rostros desencajados por el pánico. No volvieron ayer.
 
Mejor esperar. Porque el temor se ha instalado en la ciudad. Ahora, por las tropelías que cometen los esbirros del coronel, que siembran la incertidumbre, instalada en la capital de la rebelión libia. A la mínima sospecha, los hombres empuñan sus Kaláshnikov, cuelgan sus lanzagranadas al hombro y corren hacia cualquier edificio donde creen que se esconden los matones del tirano. Nadie se fía de nadie a quien no conozca.
 
"Cometimos un error. En Al Baida, Darna y Tobruk expulsaron a los afectos a Gadafi en un día. Pero Bengasi es una ciudad más tolerante, y aquí no echamos a nadie. Ya no tenemos miedo al Ejército porque sabemos que es débil, pero los miembros de los Comités de la Revolución de Gadafi [los entes creados por el tirano para reprimir cualquier atisbo de oposición] son sanguinarios. Y no son pocos. Son gente bien pagada que lucha por su supervivencia porque saben que no tienen salida y que, tarde o temprano, pagarán por sus crímenes", relataba Salah Wahaishi, un ingeniero de la construcción que contemplaba el hundimiento de un tejado en el suburbio de Haildolar.
 
Al caer la noche, hubo duros combates en la zona de Bengasi durante una hora. La víspera, los soldados del dictador dispararon cohetes contra las zonas residenciales, y los pistoleros vestidos de civil, desde sus furgonetas, vaciaron sus cargadores contra las viviendas y las personas que observaban la caída de los proyectiles.
 
"Creo que no querían matar a mucha gente porque los pacientes que atendemos en el hospital sufren en su mayoría heridas de bala en las piernas. Pretenden difundir el terror", comenta Magdolin Alzuay, una enfermera del hospital Yala. No siempre fueron tan benevolentes los seguidores de Gadafi. "Un matrimonio fue asesinado junto a su hijo en la puerta de su casa, y otro hijo de 10 años fue herido", añade. Una niña, con las extremidades vendadas, gime junto a su madre. La amplia familia de Adel Sueise está de suerte porque solo cinco coches -en un país donde no existen seguros automovilísticos- fueron calcinados en su patio. Mari Mohamed, un hombre de 43 años, da gracias a Dios porque la metralla de un cohete le dio de refilón en el abdomen. Había salido tras oír el estruendo de las explosiones la madrugada del sábado.
 
Los bengasíes, debilitado ya el Ejército de Gadafi, miran ahora a los tejados, un poco más abajo de las alturas en las que se ha elevado la moral de los combatientes rebeldes, después de los ataques de los países occidentales. "Nos sorprendieron francotiradores desde la azotea de una escuela. Eran unos 10 africanos y libios. Yo iba con cuatro amigos y tres de ellos murieron. Pero luego mataron a los mercenarios", cuenta Mohamd Sabri, postrado en la cama del hospital con la rodilla todavía sangrante. No se unirá a las innumerables patrullas que pululan día y noche por las calles.
 
Al caer la tarde, se montan las barricadas en cada esquina y se registra cada coche que despierta suspicacias. "Los leales a Gadafi que militan en los Comités Revolucionarios se han diseminado por la ciudad. Por eso vigilamos cada calle. Para visitar a alguien en otro barrio, hay que advertirle de que vamos hacia allá para que lo sepan de antemano", dice Taha, estudiante de medicina. "No sabemos cuántos son estos asesinos. Ni siquiera si son de Bengasi, porque quemaron sus archivos", añade.
 
Los libios han vivido en el letargo durante 42 años, atenazados por una represión brutal. Al régimen no le importaba que se conocieran sus atrocidades. "En la cárcel de Al Fadil, al lado de la residencia de Gadafi, metían a 30 hombres en una celda de ocho por cuatro metros. Los dejaban ahí, de pie, durante días, chapoteando en sus excrementos y orines. Los vecinos escuchaban sus gritos", explica un bengasí. Gadafi advirtió ayer que eliminará a los traidores a su revolución de las masas. Pero eso implicaría, entonces, perpetrar un genocidio. Porque en las ciudades de Cirenaica el odio al dictador es inmenso. Porque la revolución del pueblo de la que se enorgullece el coronel ha quebrado durante cuatro décadas el espíritu y la voluntad de los libios.
 
No cuesta demasiado esfuerzo encontrar personas entradas en la treintena que nunca han trabajado, pero que cobraban un cheque de 400 dinares mensuales (250 euros). Los servicios son indecentes, no hay apenas transporte público. "Hemos estado dormidos durante 42 años, pero ahora nos hemos levantado", dice el ingeniero Wahaishi. Y, pese a la inquietud, muchos comparten la opinión de Ali Alarbi, feliz ex empleado de una consultora española: "Gadafi caerá. Ahora tenemos futuro".
ELPAÍS.COM
 


 
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