Ya sé leer
Pero no lo que quisiera,sino lo que el estado me diga que puedo leer.
Por Aleaga Pesant
A sus siete años, la niña está emocionada. Su mamá le puso la banda y el birrete porque aprendió a leer y escribir. Después del acto hubo una fiesta en Nené Traviesa, un área recreativa infantil, en el Parque Martí, del Vedado.
La alfabetización escolar es un indicador de calidad de vida, que muchas naciones deben ocultar con vergüenza. Una de las primeras acciones del gobierno cubano fue organizar una campaña para alfabetizar a los ciudadanos que no sabían leer ni escribir. Lo logró gracias al alto nivel cultural e informacional de la sociedad cubana, y al bajo nivel de analfabetismo que existía en la república.
A los cubanos se les castró la libertad de leer lo que quisieran, a pesar de la campaña de alfabetización. El cierre de Diario de La Marina, el semanario cultural Lunes de Revolución, y la mayoría de los periódicos que se editaban en el país, fue el preámbulo de lo que vendría. El mejor ejemplo actual es la Feria Internacional del Libro de La Habana, que va ya por su edición número veinte. Editores y comercializadores presentan los mismos tomos. Repetidas historias que encumbran la generación que secuestró la nación.
Aprender a leer es el primer paso en el largo camino del conocimiento. La niña no lo sabe. Solo le divierte saber que comprenderá las historias que atrapan a su hermano en los libros. Entenderá las palabras que aparecen en el televisor y los textos de los periódicos. Pero un nuevo reto le amenaza: acceder a la informatización. Cuando sea adulta conocer el alfabeto no bastará para ser mujer útil. Necesitará conocer las tecnologías de los bytes y los programas. Las ciencias aplicadas al conocimiento y a la solución de los problemas cotidianos. Pero eso está aún muy lejos para ella.
Fue un día feliz para ella y muchos niños. Recibieron el birrete y la banda que indican que saben leer, y eso un paso importante en sus vidas. Ya saben leer y escribir.
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