El silencio se ha impuesto en torno a la gestión de «Yerbabuena», tras las desafortunadas palabras del hermano del diestro
Ni una palabra más. Eso es lo que el torero José Ortega Cano ha exigido a sus hermanos en relación a la polémica que, de nuevo, se abre frente a la familia de Rocío Jurado, los Mohedano. Tras las explosivas declaraciones del hermano del torero, Eugenio Ortega, la misma noche en que Chayo Mohedano se casaba en la finca «Yerbabuena» (en la localidad sevillana de Castiblanco de los Arroyos), y con la bendición del propio Ortega Cano, las armas se cargaban para lo que iba a ser una nueva entrega de una relación tensa e insoportable.
Eugenio no es hombre de comerse las palabras y por eso habló lo que quiso harto como está de que, en su opinión, los Mohedano utilicen a su hermano y hasta se enriquezcan a su costa. «Dicen de José que es un maricón y un borracho», anunció. Lo más grave es que esas palabras han salido a la luz precisamente de boca de un Ortega. Algo imperdonable, pero que el diestro no va a tener en cuenta ya que, para él, los suyos son intocables, y a Eugenio le perdona todo. Y más ahora, cuando acaba de ser diagnosticado de una grave enfermedad.
La sorpresa de esta nueva polémica entre las dos familias fue ver el apoyo que los hermanos de Eugenio le han mostrado. Su hermana Mari Carmen, una mujer tan sensata como discreta, ha respaldado públicamente a Eugenio. Lo mismo hizo su otra hermana, Conchi, e incluso su hija Leonor. Todos entienden las razones de Eugenio y es que todos están en contra de que José permita que su cuñada, Gloria Mohedano, y su esposo, José Antonio, trabajen en una finca que no es de su propiedad organizando múltiples eventos, como las visitas diarias de autobuses de excursionistas que pagan por pasar el día en «Yerbabuena». Consideran que no pueden llevar la gestión de todo y su plan es que José contrate a una persona externa para encargarse de la gestión y control de las cuentas. No pretenden echar a los Mohedano, sino que se racionalicen los gastos y el funcionamiento de la finca.
Insinuaciones ofensivas Para los Mohedano esas insinuaciones no son más que ofensas y se quejan de que precisamente ellos llevan acompañando a Ortega desde el primer momento, incluso antes de enviudar, y que siempre han estado cerca para ayudarle en el cuidado de sus dos hijos. El propio José Antonio me contó en la boda de Chayo Mohedano que hoy el negocio es redondo gracias a la cantidad de visitas que reciben cada semana. Como muestra, «Yerbabuena tiene reservas todos los fines de semana hasta agosto, mes que cierran por vacaciones. Todo ha sido de forma casi fortuita. Es verdad que celebramos algunas bodas, pero las excursiones funcionan de maravilla. La primera vez que alguien vino a la finca de visita fue tras la llamada del director de un hotel cercano preguntándonos si podía enviar a un grupo de personas a conocer las instalaciones. Vinieron, les dimos un aperitivo, estuvieron en el lago, visitaron la ermita y salieron encantados. A partir de aquel momento, el hotel comenzó a organizar numerosos grupos. Hasta que un día vino un touroperador y nos propuso mandar autobuses. Ha sido el boca a boca lo que ha funcionado, porque nosotros no hemos puesto publicidad. A la gente le encanta estar aquí, se hacen fotos con Gloria o con José, disfrutan mucho del campo y repiten más veces», cuenta.
El más afectado Como suele ocurrir, el más afectado por todas estas rencillas es el diestro. Sabe que Gloria y José Antonio tienen su papel, pero también que sus hermanos exigen más control. La propuesta de contar para la gestión con una tercera persona independiente podría ser la solución. Pero la decisión aún no ha sido tomada.
Ahora, su máxima preocupación es la salud de su hermano Eugenio, a quien el pasado lunes acompañó al hospital Ramón y Cajal donde, como ya he mencionado, le han diagnosticado una grave enfermedad. Lo que viene por delante es duro y difícil, y el clan Ortega ha hecho una piña en torno a Eugenio. ientras los Mohedano quedan a la espera de lo que pueda ocurrir.