Cristiano llega al cielo de Madrid
Saltó más que nadie para atrapar el título y escribir así su primera página de gloria como jugador blanco
Cristiano Ronaldo ya tiene su página de gloria en el Real Madrid. Tiene un título, tiene una Copa del Rey, y suyo fue el gol de la final, golazo cuando sólo podían aparecer los genios. Agonizaba la noche en Mestalla, casi consumida la primera parte de la prórroga, y el portugués saltó para cazar un balón que nadie podía alcanzar. Fue perfecto el centro de Di María, espléndido, pero mejor el testarazo de Cristiano. Ya conoce la Cibeles y el cielo de Madrid.
Como Guardiola siempre da frases que gustan, de la previa queda una para la posteridad. «Las finales las juegan los jugadores de verdad, los mejores», parafraseó el técnico recordando a Johan Cruyff. Ya que casi siempre que habla se le escucha, todo el mundo se centró en las estrellas y se da por sentado que en el Barcelona brilla Messi más que nadie y en el Real Madrid el líder es Cristiano Ronaldo. Ganó el «7» sobre el «10»
Sus nombres abundaban en las camisetas de los aficionados. Messi es una especie de tótem en el barcelonismo y Cristiano gusta tanto en Chamartín como Mourinho. Además, ejemplifican a la perfección los estilos de un equipo y otro, tan dispares en sus formas aunque busquen el mismo objetivo. El gol les vuelve locos.
La frialdad en el saludo fue como la del asalto del sábado. Messi, penúltimo de la fila porque Alves siempre cierra, tendió la mano sin mayor efusividad y obtuvo idéntica respuesta. No es momento para grandes charlas, se habla en el campo, y ambos se expresaron con timidez en los primeros compases, aunque en el arranque dio un paso al frente el portugués. Tuvo tres ocasiones, dos de ellas clarísimas, goles que antes se daban por hechos, pero llega en reserva a este punto de la temporada y sus disparos parecen menos agresivos. Uno lo salvó Mascherano en la línea de gol, otro lo detuvo Pinto y otro lo envió fuera. Cero de tres con bronca de Mourinho incluida por no bajar a defender, aunque suene a broma. Se lo guardaba para el final.
De Messi, pocas noticias. Fue tan encomiable el derroche del Real Madrid en el primer acto que el Barcelona se quedó aturdido, incapaz de implantar un estilo indiscutible. No llegaban balones a la zona de tres cuartos y Messi decidió ir a buscarlos, aunque esta vez sus carreras supersónicas se quedaban a medias.
Con el transcurrir de la final, se invirtieron los papeles. Del mismo modo que el Barcelona ganó el pulso en el segundo acto, Messi fue más que Cristiano, pero faltaba el tiempo extra y un cabezazo único.