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General: Congrégate
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: enri pas  (Mensaje original) Enviado: 24/04/2011 00:40

¡Congrégate!

Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Mateo 18:20.

 La mañana está fría aquí, en Santa fe. No me gusta esta época del año. Las hojas secas, caídas en el suelo, me recuerdan las consecuencias tristes del pecado. Hace rato que estoy aquí, tratando de desarrollar el pensamiento del texto que tengo delante de mí. Oro a Dios, y nada viene a mi mente. Me pre­ocupo. Falta poco tiempo para entregar este manuscrito, y no llegué siquiera a la mitad del trabajo.
Súbitamente siento el frío helado de estas montañas acariciando mi ros­tro, y empiezo a escribir. ¡Es maravilloso! Descubrir que soy un instrumento, en las manos de Dios, para llevar una palabra de consuelo al joven herido, al anciano triste y a la madre desesperada. Tener libertad, páginas en blanco, y todas las palabras guardadas en un rincón del alma.
No lo sé; quizás estuvieron allí todo el tiempo, como en un nido acoge­dor, y yo no lo percibía. Pero, aquí estoy, para decirte que la vida no puede ser vivida aislada de las otras personas; que necesitas de los demás; que el carbón, retirado del brasero, en poco tiempo pierde su calor y su brillo.
Cuando el Señor Jesucristo pronunció estas palabras, las dijo mientras hablaba del tema del perdón. Inclusive, Pedro le preguntó: "¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano?" El Maestro estaba explicando a sus discípulos lo difícil que resulta convivir con otras personas, a pesar de haber sido convertidas.
Cada ser humano es diferente del otro; cada uno tiene una personalidad. La creación divina es una acuarela viva: muchos colores, muchas formas, variadas personalidades; un mundo vasto y diversificado. Es natural que convivir con los demás no sea fácil, aun dentro de la iglesia.
A pesar de eso, fuimos creados con el fin de vivir en permanente de­pendencia unos de los otros, extendiéndonos la mano, perdonándonos y aceptándonos con nuestras diferencias.
Nada es motivo para aislarse y vivir separado; mucho menos para decir que porque alguien dijo algo que no te gustó debes abandonar la iglesia.
Revisa tu manera de pensar. Dios tiene su iglesia en esta tierra. Es como un cuerpo: cada ser humano es un miembro, y el buen funcionamiento del cuerpo depende de la salud de cada miembro.
Recuerda el consejo de Jesús: "Porque donde están dos o tres congrega­dos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".

                                                                                                                En aquel tiempo

En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali. Oseas 2:16.

No sé por qué tenía la sensación de que aquella mañana sería especial para mí. Aparentemente, era una como cualquier otra. Me levanté, desayuné frutas y cereales; abrí la Biblia, y me puse a buscar un versículo que tocase mi corazón, que hablase a mis necesidades y me ayudase a ser una persona mejor.
Entonces, llamó mi atención este versículo. Aparentemente, nada decía. Había dos palabras hebreas que parecían complicar el pensamiento. Pero, el libro de Oseas es el libro de la gracia, y si este texto estaba allí, debía tener algún mensaje especial.
"En aquel tiempo", empieza diciendo Dios. El Señor se proyecta hacia el futuro; a un tiempo en que, finalmente, sus hijos entenderían la esencia del cristianismo. "Me llamarás Ishi y nunca más me llamarás Baali". ¿Qué significa eso? En el original hebreo, Ishi es esposo, amado. Baali, señor, más relacionado con el sentido de patrón.
Dios desea llevarte a vivir la maravillosa experiencia del amor. Él no quiere que lo veas como un dios rígido, exigente, con una vara en la mano, listo a castigar la desobediencia de sus vasallos. Dios desea que desarrolles, con él, una experiencia de amor. Como la esposa lo hace con el esposo
Un día, en Jericó, vino a Jesús un joven angustiado, y le preguntó: "¿Qué haré para tener la vida eterna?" La respuesta de Jesús tenía, como objetivo, llevar a ese joven a la dimensión del amor. Obedecer por obedecer no tiene valor, para los fines espirituales. La obediencia solo es válida cuando es la expresión de un profundo amor por Jesús.
Por eso, él lo dejó todo allá, en el cielo, y vino a esta tierra a morir por ti. Lo que más desea es conquistar tu corazón. Te ama. Y, cuando alguien ama a una persona, no desea someterla a una vida de servidumbre y de miedo, sino llevarla a pasear por los floridos jardines del amor.
¿Qué tipo de dios es el tuyo? ¿Baali, aquel que te observa con ojos vigilantes, de capataz? ¿O Ishi, aquel que te ama y quiere que le entregues el corazón?
No salgas de casa, hoy, sin repensar tu cristianismo. ¡Es hora de amar! Cuando el amor de Jesús inunde tu corazón, verás qué fácil es llevar los frutos del amor. La noche se hará día, y la tristeza, alegría.
"Aquel tiempo" es ahora. "En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali".

Que Dios te bendiga,

Abril 24 2011




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