El mal absoluto
Jaime Bayly UNO. El señor Mario Vargas Llosa se ha precipitado por el abismo del siguiente razonamiento: Primero, debo votar en las elecciones peruanas del 5 de junio; segundo, no debo viciar el voto ni votar en blanco; tercero, dado que ningún candidato me parece confiable, debo elegir el menor de los males; cuarto, el Mal Absoluto es la dictadura; quinto, si voto por la señora Keiko Fujimori, se instaurará en el Perú una dictadura presidida por su padre, Alberto Fujimori; sexto, para evitar esa dictadura de Fujimori, que es el Mal Mayor, debo votar por Ollanta Humala, que tal vez instaure una dictadura al estilo venezolano, pero, de ser ese el caso, sería el Mal Menor.
DOS. El problema con el fabuloso razonamiento del señor Vargas Llosa es uno bien simple: ¿cómo infiere lógicamente que votar por la señora Keiko Fujimori implica necesaria e inexorablemente que el Perú sea gobernado por una dictadura presidida por Alberto Fujimori? No hay un mínimo rigor cartesiano en tan inflamada deducción, puesto que: primero, la señora Keiko Fujimori es una persona distinta de su padre y no un apéndice o un órgano vital del señor Alberto Fujimori; segundo, la señora Keiko Fujimori tiene unas ideas políticas que no siempre coinciden con las de su padre, como lo demostró en el segundo gobierno de su padre, cuando pidió la destitución de Montesinos y se opuso a la reelección ilegal de su padre, pedidos que su padre rechazó; tercero, la señora Keiko Fujimori ha jurado por Dios que, si gana las elecciones, no indultará a su padre; y cuarto, la señora Keiko Fujimori ha prometido que, si gana las elecciones, presidirá un gobierno democrático y honrado, que en cierto modo le permita limpiar moralmente a su apellido de los vicios autoritarios y las corruptelas que mancharon el gobierno de su padre.
TRES. Si el Mal Absoluto es la dictadura, y si queremos evitar una dictadura, tal vez conviene razonar de la siguiente manera: primero, debemos elegir, puesto que no hacerlo parecería irresponsable; segundo, debemos elegir a quien nos dé más garantías de que respetará la democracia y mejorará las condiciones de vida de los peruanos; tercero, así como la señora Keiko Fujimori no es responsable de que su padre haya tenido o aún tenga ideas dictatoriales, el señor Ollanta Humala no es responsable de que su padre, el señor Isaac Humala, comunista de la vieja guardia, haya tenido o aún tenga ideas dictatoriales, racistas, xenofóbicas y homofóbicas: es decir, no parece justo atribuir a los hijos las malas ideas de sus padres; cuarto, para saber cuál de los dos candidatos tiene unas ideas más democráticas o menos democráticas, es preciso examinar la biografía de ambos, así como sus planes de gobierno; quinto, la biografía del señor Ollanta Humala revela que tramó y celebró un golpe frustrado contra la democracia peruana en 2005, mientras que la biografía de la señora Keiko Fujimori revela que nunca ha tramado ni ejecutado un atentado contra la democracia; sexto, el plan de gobierno del señor Humala está plagado de ideas estatistas y antiliberales que harían que su gobierno oscilase entre la autocracia de Chávez en Venezuela y las democracias populistas de Correa en Ecuador y la viuda de Kirchner en Argentina; séptimo, el plan de gobierno de la señora Keiko Fujimori asegura que el Perú siga el modelo de prosperidad que debe imitar de un país exitoso como Chile; séptimo, no siendo justo asumir que si el señor Humala gana, el Perú tendrá de todos modos una dictadura, y siendo igualmente injusto asumir que si la señora Fujimori gana, será inevitable que ella instaure una dictadura familiar, la biografía y el plan de gobierno del señor Ollanta Humala permiten llegar a la fundamentada conclusión de que si él gana las elecciones, el peligro de que la democracia peruana se vea minada o socavada es sin duda mayor al que representa la señora Fujimori.
CUATRO. El señor Vargas Llosa ha dicho que votará por el señor Humala “sin alegría y con temor”. Es una lástima que el Premio Nobel se vea obligado a hacer algo que le provoca congoja y cierto pavor. No parece justo que, a sus años, y con su enorme talento, el señor Vargas Llosa se vea urgido a hacer algo que lo hundirá en la tristeza y el miedo. Como admirador de su obra literaria, le ruego que, a su edad, sólo haga cosas que no le inspiren temor y le procuren la alegría que él bien se merece, y que se abstenga de hacer aquellas cosas que lo priven de una cierta felicidad o sosiego otoñal. El Perú se lo agradecerá.
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