JUAN CARLOS CHAVEZ
Todas las noches desde hace poco más de un año una mujer se arrodilla al pie de la foto de su hijo, le enciende una vela y reza por su alma. Esta es una escena común en cualquier lugar del mundo. Pero en Cuba, esta mujer encarna el dolor de miles de madres y su hijo es el símbolo más conocido de la resistencia contra una dictadura de 52 años.
Ella es Reina Luisa Tamayo, madre de Orlando Zapata Tamayo, el prisionero político muerto el 23 de febrero del 2010 tras una huelga de hambre de 85 días en reclamo de mejores condiciones carcelarias.
“Nunca pensé que podría perder a un hijo de esa manera’’, dijo Tamayo. “La vida ya no es igual, pero hay que llevarla”.
Este domingo, cuando se celebre el Día de las Madres, Tamayo, de 62 años, volverá a inclinarse ante la foto de su hijo en su humilde casa de Banes, el remoto pueblo oriental a 850 kilómetros de La Habana. Y rogará también, agregó, por la libertad de Cuba.
La muerte de Zapata, boxeador y albañil, a quien las autoridades le negaron el agua por varios días, levantó la mayor ola de condena mundial por un preso de conciencia cubano. Para Tamayo fue un “asesinato premeditado”.
De origen campesino, Tamayo se casó por primera vez a los 16 años. Antes de cumplir 21 ya era madre de tres varones, Rogelio, Orlando e Israel. Otro matrimonio, a los 24 años, trajo a José Luis y Reina María.
“A todos mis hijos los he criado lo mejor que pude”, dijo Tamayo. “Los educamos para que tuvieran un buen comportamiento hacia el prójimo y pudieran convivir con tranquilidad”.
Tamayo se dedicó a un sinfín de tareas para ayudar a sostener el hogar. Crió animales y niños, lavó ropa y trabajó en restaurantes y cafeterías. Cuando Zapata fue arrestado por primera vez en el 2003, Tamayo empezó a sentir los rigores de ser la madre de un disidente. Lo poco y nada que podía conseguir era destinado a la compra de alimentos para Zapata, encarcelado en la tristemente célebre prisión de Kilo 7, en Camagüey.
“Era mucho esfuerzo’’, dijo Tamayo. “Una sola jaba llegaba a costarnos hasta 900 pesos, además del costo del transporte”.
Siempre que nombra a su hijo lo hace con nombre y apellido.
“Desde chiquito lo llamábamos así: Orlando Zapata Tamayo”, dijo. “Era un buen hijo, ayudaba en la limpieza del hogar y en todo lo que hacía falta. Nunca olvidó a su familia”.
A pesar del constante hostigamiento de la Seguridad del Estado y turbas organizadas por el gobierno, Tamayo no se arrepiente del curso que ha tomado su vida. Sus actividades en memoria de su hijo y en defensa de los prisioneros políticos han sido un dolor de cabeza para las autoridades. Con frecuencia, se le suele ver en las marchas de las Damas de Blanco, madres y esposas de presos que recorren las calles de La Habana para promover su causa en medio de las golpizas y el acoso de activistas progubernamentales.
Arrestada decenas de veces, su casa en Banes, donde vive con su esposo José Luis Marino Ortiz, y dos de sus cuatro hijos y nietos, se encuentra bajo permanente vigilancia.
El 18 de febrero fue detenida violentamente junto con Ortiz y el disidente Daniel Mesa Cantillo. Se les acusó de falta de respeto a las autoridades, resistir al arresto y quejarse por imposición de fuertes medidas de seguridad en Banes.
“Quieren intimidarnos pero no van a lograrlo”, enfatizó. “A mí me han tratado de asfixiar con un trapo mojado con gasolina, me han bajado los pantalones delante de militares y de todo el vecindario. Pero aquí estoy y voy a seguir hasta el día en que me vaya”.
En octubre, las autoridades ofrecieron a Tamayo y a 12 miembros de su familia la posibilidad de abandonar la isla. En febrero, les pagaron los costosos trámites en un intento por acelerar su partida al exilio. El permiso de salida, conocido como la Tarjeta Blanca, cuesta $200. Los exámenes médicos, alrededor de $400 por persona.
Tamayo aceptó la propuesta a condición de que le dieran las cenizas de Zapata, sepultado en Banes. A fines de noviembre, las autoridades enviaron a un equipo forense a exhumar el cadáver. Pero la operación se detuvo porque la familia aún no tenía las visas para venir a Estados Unidos. En estos momentos, ya cuentan la autorización de Washington.
Desde La Habana, Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, dijo que Tamayo es una persona de una gran integridad.
“Las Damas de Blanco estamos orgullosas de que forme parte de nuestro grupo a pesar de la distancia que nos separa entre Banes y La Habana”, indicó.
El disidente Guillermo Fariñas, ganador del Premio Sajarov 2010, destacó que Tamayo le inculcó a Zapata unos valores que ya no son frecuentes en la sociedad cubana.
“Hay que quitarse el sombrero ante una persona que representa la humildad de la mujer cubana y el sufrimiento de las madres que perdieron a sus hijos”, dijo.
Un día después de la muerte de Zapata, Fariñas inició una huelga de hambre que culminó con un acuerdo entre las autoridades y la Iglesia Católica para liberar a todos los presos de conciencia. Más de 100 han sido excarcelados, pero aún quedan decenas en prisión.
Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), comentó que Tamayo debió asumir el papel de la madre de un mártir con un enorme significado para la nación cubana.
“Tamayo representa la memoria de un disidente que murió defendiendo los derechos de todos los cubanos”, dijo.