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General: LA CONGA SORDA DE MARIELA CASTRO
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet20  (Mensaje original) Enviado: 23/05/2011 22:58
Conga sorda
 
Por Alejandro Ríos
Resulta curioso que la cruzada en contra de la homofobia liderada por Mariela Castro, directora del CENESEX (Centro Nacional de Educación Sexual) en Cuba, no cuente con la alianza de reconocidos intelectuales cubanos, abiertamente gays, lo cual redundaría en un apoyo adicional del universo cultural que no le vendría mal.
 
Sería bueno saber si ella ha tratado de hacer posible ese acercamiento, sin éxito, o si ha preferido seguir siendo el centro político y social de un tema controversial en su carrera de empoderamiento.
 
La conga anual por la Calle 23 del Vedado habanero y el espectáculo de transformistas, ahora con más auge en el Teatro Carlos Marx, trivializa sin duda su gestión, que se ha desvirtuado este año pidiendo la liberación de los cinco espías en cárceles federales de los Estados Unidos y haciendo que los más expresivos gays desfilen con la sacra imagen del otrora “homofóbico en jefe”, Fidel Castro, como si hubiera algo que agradecerle que no fuera la creación de la UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), el Primer Congreso de Educación y Cultura y muchas otras, leyes, resoluciones y aberraciones represivas a los cuales fueron sometidos los homosexuales cubanos bajo su beneplácito.
 
Los Castro saben que en Cuba la permanencia y el éxito de cualquier empeño como el de la llamada revolución se reduce a tener el poder, nunca compartirlo, lo cual resulta peligroso como ha dictado la experiencia internacional de otros experimentos similares.
 
La sexóloga alemana Monika Krause, aupada por Vilma Espín, fundó y desarrolló muchos de los proyectos e ideas que luego la hija de la presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas ha reclamado como propios. A la Krause le sobraba perseverancia y habilidad pero le faltó el apellido y debió abandonar el país entristecida y frustrada cuando se buscó notorios enemigos en la nomenclatura comunista.
 
La fórmula de Mariela resulta confiable para la dinastía y reproduce, sin disimulo, el “dentro de la revolución todo…”, “la universidad es para los revolucionarios”, “la calle es del pueblo” y tantas otras consignas exclusivas promulgados por su tío durante su decadente termino dictatorial. Ahora para ser un homosexual respetado, hay que ser socialista o, como se dice en cubano, revolucionario.
 
Se cuenta que cuando la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) fue fundada, por los años sesenta, su primer y único presidente vitalicio, el poeta Nicolás Guillén, casi sufre un golpe de estado por un grupo de prominentes intelectuales gays. Por supuesto que el diferendo fue zanjado a su favor, a la sazón Poeta Nacional, y los aspirantes a directivos de la organización terminaron descabezados por la parametración que prohibía a los homosexuales desempeñar cargos de responsabilidad en el ámbito de la cultura.
 
Los logros de la comunidad gay cubana contemporánea no tienen sus raíces en esos fracasados escarceos intelectuales que sólo buscaban pulsar con el poder absoluto, buscando un nicho, sin una preocupación social general por los homosexuales de a pie que eran humillados en las calles.
 
Mariela Castro debiera saber, no obstante su torpe vocabulario discursero, lo cual revela omisiones en su educación, que la defensa a ultranza de una minoría conlleva una sociedad donde muchas otras disensiones han sido resueltas.
 
Cuando se apagan las candilejas y se acallan las tumbadoras, todos los cubanos, sin tomar en cuenta su preferencia sexual, pertenecen al mismo pueblo atosigado por un régimen inoperante y represivo, de promesas incumplidas. Por lo pronto, la conga sigue siendo sorda.


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