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General: ELEGÍA A LA MUERTE DE UN PERRO
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: melaocubano  (Mensaje original) Enviado: 26/05/2011 18:01

 

  
 
 
Elegía en la muerte de un perro
  
 
 
La quietud sujetó con recia mano al pobre perro inquieto,
y para siempre fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.
Sus ojos mansos no clavará en los míos con la tristeza
de faltarle el habla; no lamerá mi mano ni en mi regazo
su cabeza fina reposará.
Y ahora, ¿en qué sueñas? ¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos te pasees brincando al lado mío?
¡El otro mundo!  ¡Otro… otro y no éste!
Un mundo sin el perro, sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores, sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran…
¡El otro mundo!  ¡Mundo de los espíritus!
Pero allí ¿no tendremos en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive, el alma de los campos,
las almas de las rocas, las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?
Allá, en el otro mundo, tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo espiritual su espiritual
cabeza? La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?
¡El otro mundo! ¡Otro… otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir los ojos  en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria!
Pero él, tu triste amo, ¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!… ¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro! ¡Oh, terrible pureza, inanidad, vacío!
¿No volveré a encontrarte, manso amigo? ¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro? Y este recuerdo ¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu? ¿No mirará a mis ojos?
Ese recuerdo, ¿no serás tú, tú mismo, dueño de ti, viviendo vida eterna?
Tus sueños, ¿qué se hicieron? ¿Qué la piedad con que leal seguiste de
mi voz el mandato?
 Descansa en paz, mi pobre compañero, descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya. Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro que les lamió las manos,
que les miró a los ojos, y al mirarles así les preguntaba:
¿adónde vamos?
 
Autor Miguel de Unamuno

 

 


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