Por ANTONIO GONZÁLEZ Madrid
¿Son los pederastas enfermos mentales o delincuentes? ¿Se pueden rehabilitar? En la respuesta a estas preguntas del millón pueden estar las claves para la resolución de un problema, el de los abusos sexuales a menores, cuya dimensión se desconoce con exactitud, aunque según los expertos es más frecuente de lo que parece.
El psiquiatra David Huertas, del Hospital de Guadalajara, señala que, aunque no hay datos fiables sobre el número de pederastas, una estimación que puede dar idea de la magnitud del problema: el 10% de los niños sufre algún tipo de abuso sexual.
Al margen de casos sonados como el del llamado Nanysex, la pederastia sigue siendo una realidad oculta por la naturaleza de quienes llevan a cabo los abusos, que ocultan su proceder porque son conscientes de que lo que hacen no está bien, al margen de que estén o no enfermos. En lo que se refiere a esta cuestión, los expertos en salud mental no tienen dudas: los pederastas son enfermos mentales, aunque pueden evitar cometer sus aberraciones con un tratamiento adecuado, al menos en su gran mayoría.
Huertas, uno de los mayores expertos en este tema, cree que la pederastia puede tener su origen en un trastorno hormonal que el sujeto sufre cuando es un feto. Esta alteración, en la que juega un papel clave la testosterona, acabaría alterando los mecanismos del deseo sexual. Esto explicaría por qué funcionan en estas personas algunos fármacos antiandrógenos, como la ciproterona, utilizando en la llamada castración química.
Pero para llegar a violar un bebé hace falta algo más, que es lo que diferencia a los pedófilos –quienes sienten atracción por los niños, pero no abusan de ellos–, de los pederastas. Hay que carecer de remordimientos y de ética; hay que ser un psicópata. “La mayoría de los pederastas suelen ser psicópatas”, confirma el psiquiatra Lluis Borrás, profesor de Medicina Legal de la Universidad de Barcelona, que advierte de que son “muy difíciles de detectar”, porque “tienen una vida social normalizada” y suelen dar salida a sus instintos en la intimidad. Borrás cree también que los pederastas pueden curarse, aunque no siempre. “Los hay incorregibles, individuos con una gran impulsividad que no asimilan los tratamientos; son peligrosísimos”, subraya.
Desde la psicología también se considera al pederasta un enfermo, que se dirige a los niños porque ve en el sexo con sus iguales algo amenazante e intimidatorio. “Pero se le pueden imputar delitos porque, a diferencia del enfermo que no distingue entre realidad y delirio, sí sabe lo que hace”, según explica la psicóloga Elena de Marianas, del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Pederastas, ¿monstruos o enfermos?Los expertos coinciden en considerar a los pederastas enfermos mentales, aunque en todo momento son conscientes del daño que causan ANTONIO GONZÁLEZ Madrid
Por último, los expertos no creen que el desarrollo de Internet haya hecho crecer el número de pederastas, aunque sí ha podido influir en una mayor intensidad del fenómeno, al dar más facilidades a estas personas para comunicarse e intercambiar material pornográfico de forma anónima.
Una aberración que se vive en la intimidad
Vida normalizada. Los pederastas llevan una vida normal, sin que muchas veces nadie de su entorno sospeche ni siquiera que les gustan los niños, porque suelen dar rienda suelta a sus instintos en la intimidad. Pueden ser incluso seductores, manipuladores y personas que han triunfado en su profesión.
Varón. En su inmensa mayoría, los pederastas son varones por dos razones: que el origen del trastorno puede estar en un trastorno hormonal de la gestación en el que interviene la testosterona y porque en las mujeres el instinto maternal reprime el impulso de agredir a un niño pequeño.
Sexualidad intensa. Estas personas presentan desde la adolescencia una sexualidad muy intensa, e incluso hipersexualismo. De hecho, la mayor parte de las agresiones se producen entre los 25 y 35 años, antes de la decadencia sexual de la senectud.
Psicópatas. La mayor parte de los pederastas, sobre todo los que agreden a niños prepúberes, son psicópatas que no tienen sentimientos de culpa, y en torno a un 3% son incorregibles.
Baja autoestima. Una característica común en estas personas es que tienen baja autoestima, así como sentimiento de inferioridad y una sensación de haber sido tratados de forma injusta en la vida. Así, cuando maltratan a sus víctimas, no se ven a sí mismos como verdugos, y consideran que sólo están devolviendo el maltrato que han recibido.
Intimidad. Aunque Internet no ha hecho crecer el número de pederastas, sí les ha facilitado herramientas para acceder a material que acaba haciendo más intenso su trastorno, aunque la Red también da más facilidades a la Policía para encontrarlos.