Como si no bastara con las denominaciones religiosas existentes en Cuba, hay una nueva secta en la isla con obispo, profeta, seguidores, rituales colectivos y formas de publicidad mediante tatuajes en el cuerpo y videos que pregonan los preceptos de José Luis de Jesús Miranda, un puertorriqueño sesentón que vive en Miami y asegura ser la reencarnación de Jesús en la tierra.
Los seguidores del supuesto mesías terrenal no se consideran religiosos, en lo cual coinciden con los masones y con los protestantes que disparan sus dardos contra la Iglesia Católica, reconocida como mediadora por el Gobierno y denostada por el oficialista Consejo Nacional de Iglesias, cuyo líder es diputado a la Asamblea Nacional al igual que el Babalao que preside la Asociación Yoruba de Cuba, encargada de promover la brujería africana y vaticinar el futuro del país mediante la Letras del Año, redactada en la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista.
Los discípulos del nuevo Jesucristo tienen un lenguaje común y proceden de diversos sectores sociales, con predominio de jóvenes de 20 a 35 años desligados de iglesias e instituciones oficiales. Se llaman bendecidos, usan tatuajes, hacen una señal con dos dedos en la sien y, ante un regalo, se limitan a decir “recibe sin límites”. Los miembros de esta cofradía son afables y liberales, no reniegan del trabajo ni de los placeres mundanos. Les gusta hablar de la vida y milagros de Jesús Miranda y prestan sus videos a los neófitos, más se ponen nerviosos si intentas contradecir las interpretaciones bíblicas de éste a la luz de la propia Biblia.
Cuentan que el Cristo puertorriqueño fue pastor de una iglesia cristiana protestante, que estuvo preso, está casado con una mujer más joven y vivía como un simple mortal, hasta que el 17 de diciembre de 1973, mientras dormía, se le aparecieron dos ángeles y le manifestaron que a partir de ese momento el Espíritu Santo entraba en él y lo escogía como la segunda manifestación de Jesús en la tierra.
Comenzó entonces a difundir el Evangelio de Pablo de Tasso, al cual retitula el Evangelio de la Incircuncisión, pues los restantes (San Mateo, San Marcos y San Juan) no son actuales, sino evangelios históricos que perdieron vigencia tras la muerte de Cristo.
Desde tales preceptos hace sus interpretaciones bíblicas. Para él, por ejemplo, el Diablo no existe porque la misma Biblia dice que fue destruido; tampoco existe el pecado, pues Cristo murió por los pecados de todos. Conforme a eso les exige a sus partidarios tatuarse en el brazo derecho u otra parte del cuerpo dos signos distintivos: tres s (salvo, siempre salvo) y tres 6 (666); algo polémico para los cristianos (católicos y protestantes), quienes consideran que es el número de la Bestia o el Diablo; aunque Jesús Miranda refuta con el Libro del Apocalipsis, versículos 15 al 18, donde expresa que es número de hombre y sabiduría, y que 666 era la cantidad de piezas de oro cobradas como impuesto por el Rey Salomón, por lo cual el numerito da prosperidad y, si hay un monstruo, ese es Jesucristo.
Aunque los prosélitos de Jesús Miranda, optimistas y fraternales entre sí, no son amigos de discusiones contrapuestas, la Biblia arroja indicios diferentes. Veamos algunos. -El Apocalipsis, al referirse a Jesús, no usa los términos de Bestia ni Monstruo, sino Jesús y Cordero.
-En el mismo texto, capítulo 13, un dragón es vencido por el arcángel Miguel y sus ángeles, y explica que es la antigua serpiente, el dragón y Satanás. -En el 14, versículo 9, llegan tres ángeles, uno de los cuales advierte a los habitantes que si alguno adora al monstruo y se pone su marca (666) en la frente o la mano, recibirá el castigo de Dios.
-El 20 refiere la derrota del diablo, arrojado a un lago de fuego y azufre, al igual que el monstruo y su falso profeta.
-Salomón y su impuesto es anterior al Apocalipsis (Nuevo Testamento). Al final de su vida el rey hebreo fue castigado por Dios por adorar a dioses paganos.
Al polemizar con los seguidores del Cristo radicado en Miami, los cristianos consideran que es un manipulador, tal vez el Anticristo. Mientras, Jesús de Miranda personifica al Papa con el Diablo y profetiza la destrucción de la Babilonia Apocalíptica, identificada con la Iglesia Católica y el Vaticano. A diferencia de los protestantes tiene una cuenta regresiva que culminará en 2012, cuando ocurra el vaticinio y él se transfigure en Jesucristo en cuerpo joven para reinar sobre la tierra.
Si no sucede la profecía, el supuesto Mesías tendrá tres alternativas: confesar que ha engañado a sus fieles, meter la cabeza en un agujero como el avestruz, o salir en busca de la mítica fuente de la juventud.