Cambios: Lentos y bajo presión
Por Miguel Iturria Savón/LA HABANA,Cuba,julio
El filósofo rumano Emil Cioran advertía: “No siempre nos movemos atraídos por la luz, a veces es la sombra la que nos empuja”. Tal vez el caso de Cuba confirme la sentencia del pensador más escéptico del siglo XX, al menos en cuanto a los cambios que planean desde la sombra del poder, limitados por los intereses del grupo dominante, obligado a mover fichas por su inoperancia funcional, el costo de las supuestas gratuidades, la presión de la incipiente sociedad civil, la carencia de fuentes financieras y el desgaste de medio siglo de centralismo y tutelaje.
Los cambios son lentos y retrasan las oportunidades. En el 2010, por ejemplo, solo el 2,9 de los cubanos tuvo acceso a Internet según la Oficina Nacional de Estadísticas; tal vez un 5 % si consideramos la venta de cuentas ilícitas para la red, lo cual confirma el control gubernamental sobre el flujo informativo, al extremo de abducir un encuentro de twitteros convocado, por jóvenes oficialistas.
La falta de expectativas sociales colinda con los anhelos de liberalización del comercio, la apertura del sector inmobiliario, la libertad de asociación, el acceso a Internet y empeños mayores como la despenalización de la discrepancia y de la prosperidad, atenazada por leyes y normativa que satisfacen a los envejecidos gobernantes.
Como una puerta en el muro percibimos la venta de casas y autos bajo condiciones impositivas. El gobierno gana pues estimula el incremento de las remesas (2,000 millones de dólares en 2010), elimina ilegalidades en las corruptas direcciones de vivienda y flexibiliza la construcción de casas y las inversiones inmobiliarias, mientras cobra nuevos impuestos, legitima la adquisición de sectores emergentes y crea un puente futuro para exiliados con divisas. Quedan al margen, por supuesto, quienes sobreviven de su trabajo en la isla.
En cuanto a los automóviles, recordemos que antes de 1958 circulaban en el país 180, 511 autos. En 2010, el 75 % del parque automotor está en manos del Estado, existen 3,5 millones de núcleos familiares y solo 1,2 % de habitantes dispone de automóvil, casi 38 vehículos por cada mil habitantes, lo cual indica la involución de la propiedad personal e incide en las limitaciones de transportación.
A pesar de la solidez del entramado burocrático ambas medidas son parte del “despegue”, como la paulatina entrega de tierras ociosas en arriendo, la autorización de oficios y pequeños comercios, la expulsión de un millón 300 mil trabajadores estatales y el ascenso de los precios de productos básicos.
Lo demás vendrá en dependencia de la presión social, proporcional a los efectos de los dictámenes citados, apreciable en las exigencias de los grupos opositores y del creciente número de periodistas, bloggers y twitteros, cuyo sentido crítico tropieza con la represión del pensamiento y la exclusión de discursos alternativos, avalado por 1,727 detenciones de enero a junio del 2011.
Todavía 38,000 personas abandonan el país cada año hacia USA y España fundamentalmente, unos 45,000 como promedio anual teniendo en cuenta otras formas de éxodo.
Al parecer, el régimen cubano se mueve “empujado por la sombra”. Como afirma la blogger Yoani Sánchez: “Los cambios no parten de la voluntad política de nuestros gobernantes sino del atrevimiento ciudadano. Sin el empuje de abajo, la frustración y la crítica que afloran, nuestros gobernantes no hubieran cedido un milímetro”.