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General: Muere el escritor cubano Eliseo Alberto en Mexico
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 01/08/2011 02:05
Eliseo Alberto, el escritor cubano que defendía estar equivocado
Fue declarado traidor por los hermanos Castro y se exilió en México en 1988
 
 Eliseo Alberto
Otro cubano que se va sin ver a Cuba libre, Eliseo Alberto en paz descanse
ELPAIS.COMSALVADOR CAMARENA - México
Eliseo Alberto de Diego García Marruz (Arroyo de Naranjo, Cuba, 1951), más conocido por todos como Lichi, uno de los escritores más entrañables de cuantos han llegado a México en las últimas décadas, falleció ayer a los 59 años por una complicación cardiaca surgida tras un trasplante de riñón. "Cercano, jaranero, jodedor en cubano, ese era Lichi, al que recordaré sentado en la mesa de casa y contándonos unas historias maravillosas, corrompiéndonos de alegría y risa. Era la broma más feliz del mundo", evocó ayer para EL PAÍS su paisano, el pintor Waldo Saavedra.
 
Víctima de la dictadura cubana, fue declarado traidor por los Castro. Residía en México desde 1988. Dos años más tarde obtuvo la nacionalidad. Sobre Informe contra mí mismo (1978) en una entrevista dijo: "Es un libro sobre Cuba, que se escribe solo una vez. A mucha gente le hizo bien, y sin ser pedante sé que si soy recordado alguna vez va a ser por esa obra". En ella emprende "la búsqueda de respuestas a lo que pasó con la emoción de los años de la Revolución, no con la razón ni con la pasión. Como siempre he dicho: se trata de un libro en el que yo defendí un solo derecho: el derecho a estar equivocado, algo que poco se reconoce y menos por los políticos". Sobre una posible apertura en la isla, en otra entrevista, hace tres años, aseguraba: "Mientras no se liberen los presos, mientras no se abran las puertas burocráticas a los cubanos, mientras no entre preso nadie por opinar distinto... no habrá horizontes de cambios", aseguraba a este diario.
 
Ganador en 1998 del primer Premio Alfaguara con Caracol beach, escribió también Una noche dentro de la noche (2006) y Esther en alguna parte (2005). Y además de escritor, periodista y editor, fue guionista de radio, televisión y cine. Entre otros, colaboró con Tomás Gutiérrez Alea en la cinta Guantanamera. Dio cursos en el Sundance Film Institute, y en escuelas de cine de Cuba y México.
 
Cuando se encontraba luchando por su vida después de la operación, el escritor Jorge F. Hernández fue invitado por el diario Milenio a escribir en la tribuna que el novelista cubano tenía todos los jueves y sobre él: "Por Lichi confirmé que las crónicas pueden ser prosa perfecta salpicada de poesía pura y que cada jueves uno ha de asumir con resignación honesta que no hay nadie que cuaje una columna tan llena de vida y voces, tan docta en almas y en apuntar la cicatriz de la belleza o el engañoso guiño de la maldad como lo hace Eliseo Alberto cada semana".
 
En la última entrega de su columna semanal en Milenio, el pasado 14 de julio, el escritor cubano relataba la emoción de la esperanza de que por fin pudiera recibir el riñón que le alejaría de morir y sobre la generosidad de los pocos que donan sus órganos:
 
"Hoy quisiera escribir sin la emoción que siempre provoca la gratitud para así (lúcido, objetivo, honrado en la martiana interpretación de la palabra) poderles contar una historia que me tocó vivir a lo largo y hondo de treinta horas de fe, mil ochocientos minutos de esperanzas, ciento ocho mil segundos de caridad...".
 
El autor de Informe contra mí mismo proseguía: "El martes llamé al doctor Rossano y me confirmó que los dos trasplantes (que precedieron el suyo) resultaron exitosos: "Ya orinan", me dijo, y yo pensé, al apagar mi último cigarro, que debía brindar con agua de Jamaica por los que aceptaron, con todo el dolor del mundo, donar los órganos de su ser querido. Y brindar por los que tomarán mañana idéntica decisión, y también por mis adorables médicos y enfermeras".
 
"Queda prohibido no donar", escribió Eliseo Alberto al final de su crónica que él nunca quiso que fuese de despedida, pues quería ver, como muchos enfermos, "sin que nadie les contara (...), el sol, claro, ¿no lo ven?, salió como siempre a la mañana siguiente".
 
El novelista fue intervenido finalmente el siguiente lunes, pero una complicación cardiaca terminó ayer con la vida en el hospital General de México. Algunos de sus amigos quieren que sus cenizas sean llevadas al barrio de la Víbora, en La Habana, que "era donde Lichi jodía de chiquito".


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 01/08/2011 14:46
Hoy, lunes, comenzó su eternidad
Nadie quería más a Cuba que Eliseo Alberto Diego, 'Lichi'.
 
   9/18/97 Al Diaz/Herald Staff--Author, Eliseo Alberto Diego in Mexico City.     9/18/97 Al Diaz/Herald Staff--Author, Eliseo Alberto Diego in Mexico City.
 
Por Raúl Rivero  | Madrid
Es un oficio peligroso y sin porvenir dedicarse a hacer versos del poeta caído. Lo bueno, cuando uno de esos hombres sufren el breve sobresalto de la muerte, es compartir la huella que su viaje nos deja en la memoria. Me gustaría que en España se recuerde a Eliseo Alberto Diego, muerto ayer domingo en Ciudad de México a los 59 años, con estas palabras que dejó escritas: "Lo único imperdonable es el olvido. Tarde o temprano, los cubanos nos volveremos a encontrar, bajo la sombra isleña de una nube. Hay que estar atentos: el toque de una clave se escucha desde lejos".
  
Si, ya se sabe en el mundo de entero que el autor de La eternidad por fin comienza un lunes, Caracol Beach, Esther en alguna parte, El Retablo del Conde Eros, Importará el trueno y Las cosas que yo amo, no volverá a llegar sin previo aviso y a cualquier hora del día o de la noche a la puerta de su amigos para tomar por asalto los salones y las mesas cálidas de las cocinas para empezar a reconstruir una Habana desvanecida, sensual, tristona y rota.
  
No sé si lo volverán a esperar las muchachas queridas que ahora son señoras dispersas y azoradas. Sus viejos amores cantados como si fueran aventuras ajenas y distantes, como si el dolor de los poemas hubiera crecido en una carne y unas venas que no fueran las suyas. Como si las rupturas y las soledades, las aventuras sin cauce ni ilusión, fueran unas espinas que se han tenido que sacar uno de los personajes de sus historias.
  
Después de esta catástrofe privada, los amigos de todas las edades que viven en el inmenso mapa de las encrucijadas de la poesía y las amargura del exilio, se verán obligados a releer sus libros, repasar los correos, revisar las fotos y a convocarlo —con un poco de humo y una sublevación de azúcar— para que su humor y su manera de reinventarnos las viditas vividas, ayuden a que las personas que lo quisieron en Arroyo Naranjo, en México y Madrid no se sientan más solos todavía.
 
Se le va a recordar en la intensidad de unos episodios familiares y de amigos que van desde Pello el Afrokán hasta Roque Dalton, de José Lezama Lima al Benny Moré y Gastón Baquero y Celia Cruz. Leyendas que ya tienen sus versión definitiva porque Lichi no podrá modificarlas, como no podrá agregarle ni un punto ni una coma a la historia de su abuela materna como condiscípula, amiga cercana y corresponsal hasta finales del siglo pasado, de la señora Rose Kennedy, la madre de dos políticos norteamericanos asesinados el siglo pasado.
 
Habrá tiempo y sueños y materia para querer a ese habanero fino, llano, irónico y un poco llorón que juraba que su padre, el poeta Eliseo Diego, muerto también en México en 1994, entra a menudo en silencio en las habitaciones de su amigos y se pone a ver televisión. Y al hombre que se murió ayer con esta oración en la cabecera de la cama: "Nadie quiere más a Cuba que yo".



 
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