Paisaje después de un concierto
LA HABANA, Cuba, septiembre
Aunque han transcurrido algunos días de la presentación de Pablo Milanés en el American Airlines Arena de Miami, y en especial del envío de una importante carta del cantautor a un periodista cubano radicado en esa ciudad, las repercusiones sobre su estancia en el sur de la Florida no cesan en Cuba ni en el exterior.
En Cuba, sobre todo entre los intelectuales, se intercambian de mano en mano memorias flash con la carta y las declaraciones a la prensa del célebre cantautor, entre ellas a Radio y TV Martí. Por su parte, las autoridades y los absolutamente controlados medios nacionales han guardado total silencio, quizás por temor a una reacción adversa de la población ante un ataque contra un indiscutible artista popular. Incluso en programas culturales de gran audiencia televisiva se han mostrado actuaciones antiguas de Pablo Milanés, sin carácter político, como si nada hubiera pasado.
Sin embargo, a través de sus sitios web, inaccesibles para la mayoría de los cubanos, el gobierno ha utilizado a terceras personas para lanzar sus dardos envenenados contra Pablo Milanés, lo que demuestra el arrinconamiento ideológico y la difícil situación en que lo ha situado la cívica actitud en favor de la reconciliación nacional mantenida por el famoso artista. El gobierno parece que empleará en esta ocasión a sus sietemesinos morales para tratar de descalificar a Pablo. Personajes manipulables en el sector cultural, que por privilegios y riquezas vendieron el alma, como Fausto, en este caso al diablo del totalitarismo cubano, parecen estar disponibles para la sucia tarea.
Sin dudas, no se esperaba, posiblemente ni el propio Milanés, que su presentación lograra un viraje en la eliminación total del odio y la revancha entre los cubanos. Esa pretensión habría sido absurda y simplista. No obstante, lo realizado por Milanés tampoco puede calificarse como mínimo o parcial, pues es un paso importante en el proceso de cambios en la mentalidad de los cubanos.
Las amenazas de los hardliners miamenses, incluida la vergonzosa destrucción pública de sus discos al estilo de las Brigadas de Respuesta Rápida dentro de Cuba, no pudieron evitar que miles de cubano-americanos disfrutaran su actuación y cantaran sus antológicas canciones. Si los ultras miamenses con su intolerancia pensaban recuperar el terreno político perdido, los hechos muestran que el espíritu de reconciliación y unidad cubana es cada día más fuerte e indestructible, a pesar de las tretas y maniobras de los que aquí y allá optan por la confrontación.
Los saludos intercambiados públicamente por Milanés y personalidades de la comunidad cubana como Joe García y Carlos Alberto Montaner, demuestra que por encima de las diferencias ideológicas está prevaleciendo nuestra raíz cubana y el deseo de encontrar un camino común para resolver nuestros problemas y labrar un futuro pacífico y próspero para nuestra sufrida nación, que por supuesto en modo alguno implica la grisura de un pensamiento único.
En Cuba, el ejemplo de Milanés seguramente es saludado por la mayoría de los intelectuales y artistas. Aunque sus declaraciones no sean conocidas aún por gran parte de la población debido al control ejercido por las autoridades, seguramente se reflejará de alguna forma en la obra y la actitud de muchos creadores, que encontrarán en la Carta de Pablo la fuerza para vencer el miedo y defender sus derechos a desarrollar sus proyectos con entera libertad.
Es muy manido calificar los hechos como históricos, pero la presentación de Milanés y sus declaraciones con su claridad y honestidad, sí resultan muy importantes para la solución de los problemas actuales y dejan un legado de civismo a las nuevas generaciones de intelectuales.